EXTREMA DERECHA
La casta que Milei no quiere reconocer
El aspirante a la presidencia argentina se apoya en políticos negacionistas de la dictadura, ‘think tanks’ globales, economistas cercanos a los ‘Chicago Boys’ y BlackRock, mientras coquetea con grupos ultrareligiosos
Paula Sabatés Buenos Aires , 1/10/2023
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Un outsider. Esa fue una de las conquistas más grandes del ultra Javier Milei, el candidato más votado en las elecciones primarias de agosto en la Argentina: haberle hecho creer a mucha gente que no forma parte de la “casta”, que no tiene nada que ver con la política y el poder. Pero es falso. Con mayor o menor grado de evidencia, existe toda una red de apoyos –económicos e ideológicos– que conforman el mapa de relaciones de La Libertad Avanza (LLA). Grupos de think tanks, de fundaciones liberales y de sectores históricamente conservadores que buscan lo que ya lograron en otros países del mundo: dar el gran giro liberal conservador.
Si de marcos de referencia se trata, hay uno más que explícito en la campaña y propuesta de Milei: la influencia de los Chicago Boys. De aquel grupo de economistas latinoamericanos ultraliberales que conformaron las canteras de asesores de Augusto Pinochet en Chile y del ministro de Economía José Alfredo Martínez de Hoz en la última dictadura cívico-militar argentina, el candidato presidencial no toma solo ideas sino también nombres. En los últimos meses, de hecho, confirmó que si gana las elecciones formará un “Consejo de Asesores Económicos de la Presidencia”, cuyo jefe sería Carlos Rodríguez, graduado de la casa de estudios de la ciudad del norte de Estados Unidos y exviceministro de Economía en los años noventa, los años más intensos de la economía privatizadora argentina.
El candidato presidencial no toma solo ideas sino también nombres de los Chicago Boys
Como devolución de favores, Rodríguez acercó al equipo de Milei a su exjefe Roque Fernández, otro graduado de Chicago, que fue ministro de Economía (reemplazó a Domingo Cavallo) y también presidente del Banco Central durante el gobierno liberal de Carlos Menem. Banco Central que Milei hace no tanto amenazó con “dinamitar”. Así hizo el anuncio Rodríguez vía X (antes Twitter): “Roque y yo colaboraremos con Javier Milei y LLA a defender la libertad política y económica, apertura e integración al mundo y competencia como pilares básicos de una sociedad capitalista moderna, liderada por la actividad privada”.
Completan el equipo de asesores Darío Epstein (exdirector de la Comisión Nacional de Valores durante el menemismo y partícipe del proceso de privatizaciones clave del sector siderúrgico) y Emilio Ocampo, director del Centro de Estudios de Historia Económica de la Universidad del CEMA, integrante del think tank Fundación Libertad y Progreso y responsable de la propuesta de dolarización de la plataforma política de Milei.
Fundación Libertad y Progreso. Doble click ahí. Según su página web, se trata de un espacio que impulsa la investigación aplicada para “resolver los problemas de la ciudadanía, promoviendo los valores y principios de la República Representativa Federal”. En las últimas semanas afirmaron no tener nada que ver con el armado de LLA pero, además de Ocampo, su Consejo Académico está plagado de referentes cercanos al ultraderechista, a muchos de los cuales ya confirmó incluso para su hipotético gabinete. Es el caso de Diana Mondino, potencial canciller, y Martín Krause, virtual secretario del área de Educación. También Alberto Benegas Lynch, economista liberal al que Milei trata como prócer y padre del candidato a primer diputado por la provincia de Buenos Aires.
Esa organización sin fines de lucro aparece junto con la Fundación Atlas como las que más se repiten en el universo de LLA. Auspician conferencias donde exponen candidatos libertarios, sirven de plataforma para la publicación de artículos de Milei y otros de sus referentes cercanos y organizan actividades donde se despliega toda la cosmovisión liberal. Son, en definitiva, grupos que se encargan de introducir ideas en la sociedad a través del lobby y que siembran, desde hace muchísimos años, la agenda de extremaderecha que coquetea con el poder.
Además de sus ideas y de su capacidad de mantenerse ignotas para gran parte de la población, Libertad y Progreso y Atlas comparten vínculos con otro think tank llamado Atlas Network, mucho más grande y de altísima influencia mundial. Fundado en 1981 en Estados Unidos, reconoce 447 socios en todo el mundo, de los cuales casi un centenar están en América Latina. Uno de sus cerebros es el argentino Alejandro Chafuen, que presidió esta usina liberal entre 1991 y 2018. En las últimas semanas declaró que admira el trabajo de Milei porque “fue muy hábil construyendo alianzas y un partido, teniendo en cuenta que no viene de ese mundo” y admitió que en los equipos que está armando el candidato hay mucha gente que ha sido parte de su familia.
El financiamiento de Atlas Network proviene de grandes empresas interesadas en maximizar sus ganancias mediante la reducción impositiva. Entre sus más importantes apoyos figuran el multimillonario ultraconservador Charles Koch, decimocuarta persona más rica del mundo, según Bloomberg, y propietario de un imperio petrolero heredado de su padre, y Sheldon Adelson, el máximo financiador de la campaña electoral de Donald Trump.
Charles Koch, durante una conferencia de Fortune Brainstorm TECH en Colorado (EEUU) en 2016. / Stuart Isett
Según el profesor Horacio Rovelli, titular a cargo de la asignatura Política Económica de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, “el liberalismo salvaje o anárquico de Atlas Network se basa en desvalorizar al Estado porque son conscientes de que es el único actor institucional que puede poner coto a la depredación económica y ambiental que promueven”. En diálogo con CTXT, el economista sostiene que “esa es también la razón por la que desprecian la solidaridad y el altruismo. Consagran al egoísmo como un valor positivo y el sometimiento de los más débiles y humildes como la consecuencia de un orden natural darwiniano ineludible”.
El financiamiento de Atlas Network proviene de grandes empresas interesadas en maximizar sus ganancias mediante la reducción impositiva
Para Rovelli, sin embargo, si bien es cierto que estas fundaciones apoyan y potencian a Milei, no son sus principales aportantes ni forman parte destacada de su mesa de recaudación. Ese lugar está reservado para otro gigante: BlackRock, el fondo de inversión con presencia en casi 30 países que vende productos financieros y se dedica a invertir en empresas. El mismo que declara administrar activos por 10 billones de dólares, 20,5 veces más que el Producto Interno Bruto de la Argentina, y que además es el principal acreedor privado con títulos de deuda en el país, por más de 2.000 millones de dólares.
Dentro del universo de Chicago Boys en el esquema de Milei, los hombres de BlackRock son el mencionado Epstein y Juan Napoli, presidente del privado Banco de Valores y candidato a senador por la provincia de Buenos Aires de LLA. Representantes sobresalientes del sector financiero y los fondos de inversión que, junto al resto, se pasean por los medios de comunicación recomendando más o menos las mismas recetas que suelen proponer para los países “en desarrollo”, como sucedió con la dolarización en Ecuador. Referentes que cualquiera reconocería como la “casta económica”, salvo Milei.
En campaña, Milei cuidó sus declaraciones sobre la dictadura, sin embargo en 2022 afirmó que “el número de 30.000 (desaparecidos) es mentira”
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Todo está conectado. Alejandro Chafuen, ideólogo y expresidente de Atlas Network, dijo en una entrevista que la última dictadura argentina (1976-1983) fue “el momento en el que el comunismo quiso tomar el poder”. Aquello, sumado a la incorporación de los mencionados economistas que participaron de la gestión de Martínez de Hoz y al vínculo de LLA con empresarios que se aprovecharon de la debilidad financiera durante ese período, configura un polémico mapa de relaciones del esquema libertario con los protagonistas del período más oscuro de la historia argentina. Tanto que, la periodista especializada en derechos humanos, Ailín Bullentini contó que, después de la victoria en las elecciones primarias, en una unidad penal donde cumplen condena represores “hubo abrazos, gritos de libertad y amenazas contra el kirchnerismo”.
Alejandro Chafuen participa en el diálogo ‘Un año de Trump en la Casa Blanca’, en enero de 2018. / Casa de América
Como ya publicó CTXT, la máxima expresión de reivindicación a la dictadura dentro de LLA está encarnada en Victoria Villarruel, abogada, diputada nacional y candidata a vicepresidenta por la fuerza de Milei. Es también presidenta del Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv), entidad surgida en 2006 como reacción a la reapertura de los juicios por crímenes de lesa humanidad. Hace unas semanas organizó en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires un “homenaje a las víctimas del terrorismo”, eufemismo para intentar equiparar la acción de los responsables de la última dictadura cívico militar con el de los militantes de los años setenta como si fuera lo mismo.
Hija de una familia militar, la insistencia de Villarruel en torno a esta narrativa de “guerra” no es nueva y viene de mucho antes que su acompañamiento al candidato de LLA. Pero ahora, con su candidatura vicepresidencial, el reconocimiento que propone excede lo personal y se vuelve una propuesta con resonancia social. De hecho, si bien el propio Milei en campaña se cuida más en sus declaraciones sobre la dictadura, en una entrevista en 2022 afirmó que “el número de 30.000 (detenidos-desaparecidos) es una mentira” y, como si hubiera dudas respecto a si deposita en su candidata a vice la línea en la materia, ya confirmó que ella tendrá a cargo, en un eventual gobierno suyo, las áreas de Justicia, Derechos Humanos y Seguridad.
“Lo que están buscando ahora los movimientos de derechas, negacionistas, es revivir la teoría de los dos demonios, algo que socialmente ya habíamos superado y ahora quieren volver a instalar”, explica Analía Kalinec en referencia a la operación ideológica que pone en pie de igualdad los asesinatos del Estado con las acciones de la sociedad civil. Ella, como Villarruel, también es hija de un militar, el represor Eduardo Kalinec, pero a contramano de la candidata fundó una organización que se despega de las acciones de sus familiares genocidas para reivindicar las políticas de Memoria, Verdad y Justicia.
Las posturas personales de Milei respecto al terrorismo de Estado son erráticas y contradictorias
El relación a Milei, sus posturas personales respecto al terrorismo de Estado son, por lo pronto, érraticas y cotradictorias. Por un lado niega indultos a los genocidas presos en caso de llegar al poder y sostiene que “quienes cometieron delitos de lesa humanidad tienen que cumplir la pena”. Por otro, se rodea de personajes vinculados con la dictadura, más allá de Villarruel. En las elecciones de la provincia de Tucumán, llevó como candidato a gobernador por el espacio libertario a Ricardo Bussi, hijo del genocida Antonio Domingo Bussi (a quien también confesó haber asesorado durante su labor legislativa). También coquetea con la teoría de los dos demonios: “Lo que hizo el terrorismo es gravísimo. Los abusos cometidos por el Estado son peores, pero de ahí a decir que eran jóvenes idealistas y que era buena gente hay un abismo”, expresó el libertario en una oportunidad.
El político argentino Ricardo Bussi en una entrevista televisiva del 21 de mayo de 2019. / Estamos con Rubén América Tucumán
Sobre un eventual manejo de Villarruel de las áreas de Justicia y Derechos Humanos, varios referentes en la materia temen que haya retrocesos en las conquistas ganadas y que se utilice el aparato institucional del Estado para dar marcha atrás. Sostiene Kalinec: “El riesgo de que ocupe un cargo de estas características es altísimo, porque ella viene pregonando directamente una lógica de pensamiento obediente del genocida, de la lógica conservadora y de la ultraderecha. Sería volver a tener una bajada política orientada a la represión y a que está bien torturar cuando quien está del otro lado es el enemigo”.
Milei llevó como candidatos directamente a pastores evangélicos, lo mismo en las listas para ocupar cargos en el Congreso
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Otro tema relevante es la búsqueda de La Libertad Avanza por construir un vínculo con grupos religiosos, a menudo señalados –sobre todo las iglesias pentecostales– por su afinidad con la ultraderecha de la región. Si bien la relación entre ese sector y su espacio político pareciera no tener misma fuerza que la de Jair Bolsonaro en Brasil, donde la influencia de las iglesias evangélicas es de muchísima relevancia, en algunas elecciones provinciales, Milei llevó como candidatos directamente a pastores evangélicos, lo mismo en las listas para ocupar cargos en el Congreso.
Para Pablo Semán, sociólogo y antropólogo especializado en culturas populares y religión, “los políticos sueñan con el voto evangélico”. En ese sentido, el investigador identifica ciertos gestos de Milei para atraerlo. Por ejemplo, sus declaraciones en contra de la ley del aborto (dice que es un “asesinato agravado por el vínculo”) o sus ataques al papa Francisco, a quien acusó de ser el “representante del Maligno en la Tierra”. Aunque, en contrapartida, el investigador reconoce que el candidato también ha expuesto “una especie de moral libertina que no se condice con las exigencias morales que predican los evangélicos”, al margen de proponer cosas –como la venta de órganos o portación de armas– que en este grupo nunca aprobarían.
Como sea, Milei y Villarruel buscaron capturar ese voto y apoyaron y presentaron candidatos evangélicos en varias provincias. En Tierra del Fuego, por ejemplo, la pastora Andrea Almirón de Pauli fue candidata a gobernadora (perdió con el 7% de los votos), al igual que su hijo, Santiago Pauli, que se presentó como primer candidato a diputado (salió primero en la elección). En Neuquén, compitió por otra banca la evangelista Nadia Judith Márquez, que también encabezó los comicios con el 33,5% de los votos con el sello Arriba Neuquén, que iba pegado a la boleta de LLA. En Entre Ríos, Sebastián Etchevehere, candidato a gobernador del espacio libertario, recibió la bendición del presidente de la Misión Iglesia Evangélica Pentescostal. Y en Buenos Aires, distrito de mayor peso electoral, el pastor Ariel Díaz, presidente de la Federación Argentina de Pastores Evangélicos, se autoproclamó como “armador” del espacio político.
De todos modos, y más allá de estos gestos concretos, advierte Semán que “no parece que las identidades religiosas marquen tan fuertemente la dinámica electoral como se suele sospechar”. El investigador señala que “si bien puede haber un grupo de evangélicos que en un promedio mayor que el resto de los grupos se haya sentido tentado de votar a Milei, el porcentaje es insignificante” y que ese voto, como el del resto, se debió más a la decepción por la gestión económica del actual gobierno peronista que a cuestiones dogmáticas o ideológicas.
En efecto, los guiños y las candidaturas de pastores en las filas de LLA hicieron que la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina, que representa a un sector significativo de la iglesia evangélica en el país, tuviera que salir a aclarar que “ningún partido político puede representar a las iglesias evangélicas, más allá de los evangélicos que lo integren”. En un comunicado en su página web postularon: “Si bien (esos candidatos) son miembros de nuestras comunidades de fe, lo cierto es que no representan a la iglesia evangélica en su conjunto y tampoco podrían atribuirse tal representatividad”.
Pese a sus ideas liberales, Milei no retocará la financiación del Estado a las iglesias
Más allá de su vínculo o no –párrafo aparte merecerían los guiños de Milei a la colectividad judía, aunque se trate de una no muy relevante, demográficamente hablando, a fines electorales– hay algo que el ultra ya dejó claro. Y es que, pese a sus ideas liberales, no retocará la financiación del Estado a las iglesias. “El aporte a los cultos religiosos no se puede modificar. Es algo constitucional y nosotros no vamos por reformas constitucionales”, dijo en una entrevista junto a Villarruel. Parece que, al igual que sucede en lo económico y lo militar, el candidato tampoco reconoce los vestigios de la casta religiosa.
Un outsider. Esa fue una de las conquistas más grandes del ultra Javier Milei, el candidato más votado en las elecciones primarias de agosto en la Argentina: haberle hecho creer a mucha gente que no forma parte de la “casta”, que no tiene nada que ver con la política y el poder. Pero es falso. Con mayor...
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