PRESIDENCIALES
Argentina, una economía en el abismo y un candidato dispuesto a empujarla
El ultra Javier Milei se perfila como el líder más votado el domingo. Algunos le dan ganador en primera vuelta. Otros lo ubican en el balotaje. Nadie habla de sorpresa. Ni de remontada peronista ni milagro socialista
Emiliano Gullo Buenos Aires , 18/10/2023
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Esta vez no fueron los votos sino la suerte la que dejó a Javier Milei en el centro del escenario. Literalmente en el centro de este escenario de la Facultad de Derecho, donde se desarrolla el segundo debate presidencial. Un sorteo previo entre los candidatos determinó que su atril ocupara la parte central. Y ahora el libertario está ahí, tieso. Raro en él, dueño de un histrionismo volcánico. Así terminará luego de dos horas en las que discutirá sobre su programa de gobierno y apenas subirá –cada tanto– la ceja izquierda en señal de desagrado ante las críticas de los rivales. Le alcanzará para seguir arriba, lejos, en cualquier encuesta. Algunos le dan ganador en primera vuelta. Otros lo ubican en el balotaje. Lo que nadie dice es la palabra sorpresa. Ni remontada peronista ni milagro socialista. Milei sabe que un aleteo suyo puede generar un terremoto en la economía argentina, frágil en sí misma y en su peor momento desde la crisis de 2001.
Sólo 48 horas después de bajarse del atril, volvió a azotar su garrote dolarizador contra la moneda nacional. “Jamás (invertir) en pesos. El peso no puede valer ni excremento”, dijo Milei en un programa radiofónico cuando le preguntaron qué recomendaría a una persona que le vence el depósito de plazo fijo. Súbitamente, el dólar rompió un nuevo récord en su escalada. A pocos días de las elecciones del 22 de octubre, Milei está un paso más cerca de la presidencia. Y Argentina a un paso menos del abismo.
Los argentinos esperan el asalto de un comando inflacionario para después de las elecciones generales
La situación es sumamente inflamable. Desde el fin de la pandemia, el tren inflacionario no hizo otra cosa que acelerar. En 2022, y en lo que va de año, la tasa de aumento de precios supera el 120 por ciento anual. En abril de 2020, comprar un dólar en Argentina costaba 80 pesos. Antes de que Milei ganara las elecciones primarias –el 14 de agosto– costaba 660 pesos y esta semana, luego de sus dichos, pasó de 900 a 1.035.
Como un destino inexorable o el devenir de una antigua maldición. Los argentinos esperan el asalto de un comando inflacionario para después de las elecciones generales. Mientras tanto, todos tratan de sostenerse de lo que pueden para no ser arrastrados por una eventual hiperinflación. Los pequeños comercios remarcan los precios en el difícil equilibrio entre no perder ganancia y no perder clientes. Los grandes comercios remarcan sin piedad, por los aumentos pasados y por los que vendrán.
Milei sabe que un aleteo suyo puede generar un terremoto en la economía argentina, frágil en sí misma
Los proveedores mayoristas suspendieron las entregas hasta nuevo aviso. Los consumidores intentan comprar los productos que necesitan y los que creen que necesitarán en las próximas dos semanas. Los que pueden ahorrar compran dólares a cualquier precio. Los pobres –más del 40% del país– siguen intentando sobrevivir. Y por las dudas, los grandes empresarios se reúnen con todos los candidatos salvo con Myriam Bregman, del Frente de Izquierda.
La resistencia al libertario logró reunir a sectores completamente disímiles. Desde las Madres de Plaza de Mayo, organizaciones de piqueteros y de trabajadores de la economía popular, hasta los titulares de los bancos privados y los bancos públicos.
En medio de la provocación contra el peso, en un comunicado conjunto, la Asociación de la Banca Especializada, la Asociación de Bancos Argentinos, la Asociación de Bancos Públicos y Privados de la República Argentina y la Asociación de Bancos de la Argentina advirtieron: “Recomendar no renovar los depósitos no hace otra cosa que generar preocupación en un sector de la población. La carrera a la Presidencia debe basarse en las competencias de ideas y capacidad de implementación de las mismas”. Desde el Banco Central de la República Argentina –que Milei promete cerrar– dijeron que “Argentina mantiene un sistema financiero líquido y solvente”.
La respuesta del libertario sacó risas en medio de la desesperación. “Los bancos transpiran socialismo”.
Un tuit del especialista en educación Manuel J. Becerra sintetizó el momento con claridad. “Un día te despertás y estás en una trinchera con el papa, Cristina, Grabois, Pichetto y el Banco Galicia, estas semanas son infartantes”.
Es que el libertario también se la agarró con el papa Francisco y con Juan Grabois –principal referente de la economía popular y hombre del papa–; con la vicepresidenta Cristina Fernández mantiene –como toda la derecha– un odio firme y constante y con el senador Miguel Àngel Pichetto (exjefe de la bancada de Cristina y ahora en el JxC de Bullrich) también tiene un encono personal.
Entonces apareció el presidente Alberto Fernández, que hasta el momento había tenido un mutismo absoluto en la campaña y carga con ser uno de los políticos con peor imagen del momento. O quizá el peor.
Sergio Massa (Unión por la Patria) se las ingenió no solo para salir indemne de dos debates públicos, sino que logró mejorar su imagen
En medio del descalabro por el dólar, Fernández usó su profesión de abogado e impulsó una denuncia penal contra Mile por “intimidación pública”. Desde La Libertad Avanza acusaron la actitud de persecutoria e hicieron trascender que no les molestaba tanto el rol de víctima. De manera contraria, impactó en el comando de campaña de Massa, quien –dicen– no estaba al tanto de la arremetida judicial.
Hasta ahora, el ministro de Economía y principal competidor de Milei para la presidencia, Sergio Massa (Unión por la Patria) se las ingenió no solo para salir indemne de dos debates públicos, sino que logró mejorar en imagen, expectativa de voto y llegada a la población. Logró disminuir su imagen negativa e, incluso, aglutinar a los sectores más disímiles del arco político y social. Así y todo, no parece ser suficiente para dar la vuelta a una elección sellada por el hastío de la clase política tradicional y la desconfianza total en la moneda.
Al menos eso dicen las encuestas, focus group y otros estudios de opinión pública. Aunque muchos descreen de la exactitud de sus números y caricaturizan sus pronósticos como “droga” para paliar la ansiedad hasta el 22 de octubre, los números de los consultores continúan siendo los únicos datos donde agarrarse para prever el escenario más cercano.
Poco sutil fue el intento más reciente de Massa para minar la carrera personal de Milei. En medio de la escalada del dólar, propuso que los candidatos pasen por el psiquiatra, en clara alusión al estado emocional y psíquico del libertario, conocido por sus respuestas violentas, su personalidad irascible, y su grito fácil en cualquier momento.
La candidata de la derecha Patricia Bullrich, tercera en las primarias, pasó de ser un meme en el primer debate a ser un riesgo para Milei y Massa
“Yo voy a pedir que, para el debate de segunda vuelta, si nos toca participar, que tres universidades hagan evaluación psicológica y psiquiátrica de los candidatos. En algún momento el alcoholismo de un general (Leopoldo Galtieri, presidente de facto) nos llevó a la guerra (de Malvinas). Ser presidente requiere una estabilidad emocional que no te puede llevar en campaña a decir cualquier cosa por un voto”.
La candidata de la derecha tradicional Patricia Bullrich, tercera en las primarias, pasó de ser un meme en el primer debate a ser un potencial riesgo para Milei y Massa desde el segundo. Con una buena performance y consciente de que no le darían los votos para entrar en el balotaje, la mujer de JxC dejó planteada una nueva pregunta. Los analistas políticos pasaron del ¿a dónde van los votos de Bullrich? a preguntarse “¿a quién le saca votos Bullrich?”. En el entorno de la candidata no descartan que algún descalabro del libertario les haga dar la sorpresa y la ubique en la segunda vuelta, dispuesta para el 19 de noviembre. Cosa que parece muy difícil mientras su jefe político, el expresidente Mauricio Macri, siga cruzando declaraciones de amor con Javier Milei.
Existen dos posibilidades para que un candidato sea electo presidente de la nación en primera vuelta. Si saca el 40 por ciento de los votos y, al menos, el 10 por ciento de diferencia con el segundo. O si saca el 45 por ciento de los votos; en este caso no importa cuánta diferencia le lleve al segundo.
En una de las pocas encuestas presenciales, el CELAG dijo que Milei ganaría con el 33,2% de los votos
El Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) realizó el estudio que despierta más optimismo en Unión por la Patria. En una de las pocas encuestas presenciales (en general se utiliza el método remoto), sobre 2.500 casos relevados en septiembre, y un margen de error entre el +/- 0,9% y 2,2%, el CELAG dijo que Milei ganaría con el 33,2% de los votos mientras que Massa le seguiría muy pegado, con un 32,2% y Bullrich con un 28,1%. En este escenario, con sólo un punto de diferencia, Massa tendría muchas posibilidades de ganar el balotaje. Muchas más de las que cualquiera se pudo haber imaginado hasta hace unas semanas.
Quizá sea parte de la motivación con la que Massa despierta cada mañana y se las ingenia para aparecer en todos los programas de televisión al mismo tiempo, en todas las radios al mismo tiempo. Sin mostrar actitud de cansancio, de fastidio o de duda. Será la épica del derrotado o el abismo a lo desconocido.
Esta vez no fueron los votos sino la suerte la que dejó a Javier Milei en el centro del escenario. Literalmente en el centro de este escenario de la Facultad de Derecho, donde se desarrolla el segundo debate presidencial. Un sorteo previo entre los candidatos determinó que su atril ocupara la parte central. Y...
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