Uno mira la clasificación de Primera y no puede evitar sorprenderse. Transcurridas ya 12 jornadas, prácticamente un tercio de la Liga, el líder no es el Real Madrid ni el Barcelona. Ni siquiera el Atleti. Es el Girona. Y lo es con dos puntos de ventaja sobre los blancos, cuatro respecto a los azulgranas y seis en relación con los colchoneros, con un partido menos para éstos. Y no solo eso. Además, es el equipo más goleador del campeonato, con 29 tantos, casi dos goles y medio por encuentro. Unos méritos que se acrecientan por el hecho de que su presupuesto sea uno de los más bajos de la categoría, con apenas 59 millones. Hay quien incluso empieza a plantearse una posibilidad que hace unos meses sonaba a ciencia-ficción. ¿Puede el Girona pelear por ganar la Liga?

La lógica dice que no, pero los números se empeñan en llevar la contraria. El Girona suma 31 puntos sobre 36 posibles. En el camino transcurrido solo se ha dejado un empate en la primera jornada en el campo de la Real Sociedad y una derrota frente al Real Madrid en su peor día del curso. Para hacerse una idea del valor de lo que está haciendo el conjunto catalán, solo el Real Madrid, el Barcelona, el Atleti y el Betis habían conseguido diez victorias y un empate en ese número de partidos en toda la historia de la competición. Su actual cifra de puntos no solo le asegura prácticamente el objetivo inicial de la campaña, que era la permanencia, sino que las estadísticas dicen que todos los equipos que sumaron esa cantidad a estas alturas del torneo acabaron entre los tres primeros de la tabla, lo que supondría lograr la clasificación para la Champions League. De momento ya le saca 10 puntos al quinto, que es el primero que no la jugaría. Obtener ese premio o incluso acabar en el segundo torneo continental, la Europa League, ya sería un hito histórico para un club, que tan solo ha estado cuatro temporadas en la máxima división española, contando la actual.

¿Qué hay detrás de este equipo que se ha convertido en la sensación del fútbol europeo? Para empezar a entenderlo hay que remontarse al 23 de agosto de 2017, cuando dos empresas se hicieron, a partes iguales, con el 88,6% de su accionariado. Una de ellas es el City Football Group, la sociedad con presencia accionarial en 13 clubes de fútbol de los cinco continentes, entre ellos el poderoso Manchester City, y que tiene como accionista mayoritario al Abu Dhabi United Group, propietario del jeque Mansour bin Zayed Al Nahyan, miembro de la familia real de Abu Dhabi. La otra era el Football Group, propiedad de Pere Guardiola, hermano de Pep y agente de futbolistas. Actualmente ese porcentaje ha cambiado, y es el City Football Group el máximo accionista con el 47% de las acciones, seguido del empresario americano-boliviano Marcelo Clauré, que cuenta con 35%, y el Girona Football Group con el 16%. Clauré es también uno de los accionistas del Inter de Miami, equipo donde juega Leo Messi. Pere Guardiola es el presidente del Consejo de Administración, mientras que el exfutbolista Delfí Geli ocupa la presidencia institucional.

Cárcel es el arquitecto de la actual plantilla, en la que ha primado la contratación de jugadores que se adapten a la idea de juego del equipo

Esa propiedad le otorga al Girona unas ventajas que no se pueden obviar. Para empezar, poder contar con algunos jugadores pertenecientes a otros clubes del conglomerado a los que le sería difícil acceder si las circunstancias fueran distintas. Es el caso en la presente temporada de Yan Couto, cedido directamente del Manchester City por segunda temporada consecutiva, y del joven brasileño Savinho, de tan solo 19 años, que se ha convertido en una de las revelaciones del campeonato, y que llegó cedido de uno de los equipos pertenecientes al grupo, el Troyes francés. El año pasado fueron Yangel Herrera (comprado este pasado verano por el Girona) y Taty Castellanos. Además, el trabajo de búsqueda de jugadores se simplifica mucho gracias a la red de ojeadores y la base de datos de jugadores de todo el mundo que tiene el City Football Group.

Pero este argumento no explica por sí solo el exitoso momento actual del equipo. El City Football Group ya estaba en el club cuando descendió a segunda en 2019, dos años después de su primer ascenso. Y también cuando le costó tres temporadas regresar a primera. Hay otros factores importantes. Por ejemplo, el que se produjo en octubre de 2021. El equipo militaba en segunda y en la jornada 12 ocupaba puestos de descenso. El técnico era Míchel, el mismo que ahora tiene al equipo líder en la máxima categoría. Había llegado esa misma temporada después de dos experiencias en el banquillo que habían empezado muy bien, con el ascenso a Rayo Vallecano y Huesca a primera, pero que habían acabado mal al ser cesado en ambos casos en la campaña siguiente tras una mala racha. Esos dos equipos, por cierto, terminaron descendiendo. El caso es que mientras en Girona algunos pedían la destitución de Míchel, el director deportivo, Quique Cárcel, apostó por él y le mantuvo en el cargo. Meses después lograban el ascenso y ahora están haciendo historia. Ejemplo de que la paciencia da sus frutos en el fútbol.

Cárcel es el arquitecto de la actual plantilla, en la que ha primado sobre todo la contratación de jugadores que se adapten a la idea de juego del equipo y que ha conseguido una interesante mezcla de juventud y veteranía. Una característica de los equipos modestos es poder obtener cesiones de jugadores que no tienen sitio en los clubes grandes. Así llegaron en anteriores campañas Miguel Gutiérrez, del Real Madrid, que ya es propiedad de los gironís; el rojiblanco Riquelme, que brilló con luz propia la pasada campaña; o en la actual los azulgranas Eric García o Pablo Torre. En verano tuvo que hacer frente a importantes bajas, como las de Oriol Romeu, Riquelme o Taty Castellanos, pero se ha sabido mover bien en el mercado, hasta el punto de que en el intercambio entre ingresos económicos y gastos ha hecho crecer el límite salarial del club, ayudado por otros ingresos de la entidad, pasando de ser hace un año el penúltimo de la máxima categoría que menos dinero se podía gastar, con un límite de poco más de 42 millones, a escalar esta campaña hasta el decimotercer puesto, alcanzando casi los 52 millones, lo que le permite tener mayor margen para reforzar el equipo.

El estilo de Míchel como líder de un grupo se centra en una comunicación sincera con los jugadores, empatía con ellos y exigencia en el día a día

El último eslabón de la cadena, aunque para muchos sea el gran responsable de este momento histórico y la cabeza visible del proyecto, es Miguel Ángel Sánchez Muñoz, conocido en el mundo del fútbol como Míchel, exfutbolista ligado durante 15 temporadas al Rayo Vallecano (allí le conocen como Míchel I de Vallecas) y que, tras retirarse, empezó su trayectoria como entrenador. Después de subir al equipo hace dos temporadas y estar a punto de meterlo en Europa la pasada campaña, en la actual está haciendo que la plantilla funcione como una máquina perfectamente engrasada, con un juego ofensivo y atractivo para el espectador, dando mucha importancia al ataque por bandas para ensanchar el campo y a la superioridad posicional, tanto para crear juego desde atrás como para ahogar a los rivales. Su fin es atacar, pero para atacar busca robar rápido el balón y para hacerlo quiere que el equipo esté junto y bien plantado en el campo. Y los números demuestran que rinde igual tanto de local como de visitante (15 puntos los ha sumado en su campo y 16 fuera de él), y que está capacitado para superar momentos complicados, como lo prueba el que haya remontado marcadores adversos hasta en cinco partidos.

El estilo de Míchel como líder de un grupo se centra en los siguientes parámetros: una comunicación sincera con los jugadores, no regalar mensajes para agradar ni usar palabras de ánimo, pero tener empatía con ellos y saber entenderlos; exigencia en el día a día, obligar a que todos den su mejor versión en cada entrenamiento; potenciar lo que llama “cultura deportiva”, que es mantener un estilo de vida profesional fuera de las horas de trabajo; y evitar la economía del esfuerzo, transmitir que la entrega de cada uno es clave para el buen funcionamiento del equipo. Su mensaje en el vestuario el día siguiente a encabezar en solitario la tabla fue para recordarles a los jugadores el secreto de los buenos resultados: “Nada de lo que ocurre es casualidad”, les indicó, para a continuación insistirles en que “la exigencia mental que tenemos que conseguir es que hoy entrenemos muy bien”.

Es probable que el Girona no pueda aguantar este ritmo de puntuación y que sufra un bajón en algún momento

Fuera del campo se ha sabido integrar a la perfección en el club y en la ciudad; ha aprendido catalán para entender y hacerse entender mejor con el entorno. Por eso, en Montilivi, el campo del Girona, hace tiempo que se han visto pancartas con el lema “Míchel catalá”. Renovado hasta 2026, ya hay quien habla de que podría ser algún día el sucesor de Pep Guardiola en el Manchester City al estar muy bien considerado en el City Football Group.

Es probable que el Girona no pueda aguantar este ritmo de puntuación y que sufra un bajón en algún momento. El propio Míchel declaró en Cuatro que no se ve peleando por el título con Real Madrid, Barcelona y Atlético y que su sueño “es estar entre el cuarto y el sexto puesto”, lo que supondría que compitieran el próximo año en competición europea. Pensar en algo más parece imposible. Claro que lo mismo decían del Leicester inglés cuando ganó la Premier en 2016…