La salud mental sigue siendo la gran olvidada del sistema sanitario público, pese a tener cada vez más peso en la opinión pública y haber sido uno de los principales asuntos de las elecciones del 23 de julio.

Según el último estudio publicado por la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública, realizado a partir de datos del INE, Eurostat, el Ministerio de Sanidad y las distintas administraciones autonómicas, la creciente tendencia europea a medicalizar los problemas del día a día para mantener el ritmo de vida y las carencias en personal y recursos del sistema de salud público han llevado a que en nuestro país más de dos millones de personas tomen diariamente ansiolíticos. En torno al 90% de los casos en los que se acaban prescribiendo tranquilizantes son realizados por el médico de familia sin una consulta previa de un especialista. En 2021, España fue el país en el que más benzodiacepina (medicamento psicotrópico) se consumió del mundo. En la última década el consumo de ansiolíticos, hipnóticos y sedantes aumentó en más de 10 puntos, pasando de 82,50 dosis diarias por cada mil habitantes a 93,04. La realidad es todavía más preocupante si hablamos de los más jóvenes, ya que se estima que junto al tabaco y al alcohol, la edad de inicio de su consumo son los 14 años. Un 13,6% de los adolescentes consumían habitualmente psicofármacos en 2021. En el porcentaje encontramos una brecha significativa de género, mientras que el consumo en los niños alcanzaba al 9,7% en el caso de ellas esta cifra aumentaba hasta el 17,6%.

En 2021, España fue el país en el que más benzodiacepina (medicamento psicotrópico) se consumió del mundo

Este problema no afecta solo a los menores. Según datos del INE, más de 700.000 personas de entre 45 y 65 años señalan que consumen de forma habitual antidepresivos y estimulantes, y padecen problemas de salud mental como ansiedad, insomnio, depresión o trastornos adaptativos o relacionados con la alimentación, como la anorexia o la bulimia.

Un tratamiento adecuado de cualquier trastorno mental necesita principalmente un seguimiento continuado de un especialista en psicoterapia, y en casos concretos el uso de medicamentos recetados por estos. Sin embargo, debido a la ausencia de psicólogos clínicos en la Atención Primaria estos problemas son tratados en su mayoría por médicos de familia sin formación específica en psicología y con muy poco tiempo para dedicar a cada paciente, por lo que se tiende a recurrir al tratamiento farmacológico.

Según datos de Eurostat de 2019, España es uno de los países europeos con menor número de psiquiatras por cada 100.000 habitantes (11,84), con una ratio de 6 psicólogos clínicos por cada 100.000 habitantes, muy lejos de la media europea (18) o de los recomendados por la Organización Europea de Salud Mental (20). En países vecinos como en Alemania este ratio es de 41 especialistas por cada 100.000 habitantes, en Reino Unido de 18, en Francia de 15 y en Italia de 9. Únicamente el 30% de los psicólogos clínicos que ejercen en España (en torno a 9.000 sanitarios) trabajan en la sanidad pública.  

Las consultas por problemas de salud mental han aumentado más de un 20% en los últimos años, lo mismo que las listas de espera en la sanidad pública para acudir a un especialista, que superan en muchas comunidades los seis meses para una primera visita o los tres para citas de seguimiento.

Un problema que se hace aún más evidente para las personas con menos recursos. El precio medio de un tratamiento privado es de 75 euros por sesión. Si tenemos en cuenta que lo recomendado es una sesión semanal, el gasto anual podría llegar a alcanzar los 3.900 euros. Una cuantía imposible para la mayoría de las familias.

Así, desde la Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública remarcan cómo la falta de especialistas en psicología en los centros de salud, el primer eslabón del sistema sanitario, repercute directamente en la salud de la población y de la economía. Trastornos como la depresión y la ansiedad son las enfermedades que más discapacidad generan, además de favorecer el número total de bajas laborales anuales y de producir un sobrecoste sanitario de unos 23.000 millones de euros al año a causa de las adicciones a psicofármacos y a la somatización de algunas enfermedades. En 2022, entre el 40% y el 60% de los motivos de consulta en Atención Primaria estaban relacionados con patologías mentales. Una circunstancia que en casos extremos pueden llevar a ideas suicidas o a la muerte.

En 2021 se produjeron en España 4.003 defunciones por suicidio, la mayor cifra desde que se tienen datos (1906). En tan solo diez años el número de suicidios se ha incrementado en un 25%. Este problema se ha convertido en la principal causa de muerte de las personas de entre los 15 y los 29 años y de muerte no natural en el global de edades. Datos aún más preocupantes si tenemos en cuenta que los jóvenes que aseguran haber tenido ideas suicidas pasaron de ser un 40,1% en 2019 a un 44,3% en 2021, según el barómetro de la Fundación de Ayuda Contra la Drogadicción.

b