A cuarenta mil pies de altura sobre el Atlántico, un pasajero pidió bajar la ventanilla del avión porque no podía más con el olor a colonia cara. No era para menos. En Argentina había fiesta por todo lo alto y el puente aéreo Madrid-Buenos Aires estaba repleto de admiradores de Javier Milei. El ultraliberal, el anarcocapitalista, el tipo que defiende que la educación es para quien se la pueda pagar y que anuncia salvajes recortes contra la justicia social, motosierra en mano, tomaba posesión del cargo, y la España más patriótica besaba, en las horas de vuelo, la bandera albiceleste, dispuesta a disfrutar de semejante bolo planetario. Sentados en preferente viajaban Abascal y Esperanza Aguirre, que se saludarían cariñosamente, ya que la puesta de largo del superhéroe de la motosierra, The Liberalest, había juntado a dos antiguos amigos. Y también compañeros de trabajo en aquella época en la que Abascal, sin dar un palo al agua, se vio secuestrado en un chiringuito del que cobraba un sueldo del sucio Estado, cuya cuantía superaba la del presidente del Gobierno. Esperanza Aguirre, señora de firmes convencimientos, viajaba a tierras americanas para acompañar a Milei, como tiempo atrás acompañó a las puertas de la prisión a infinidad de invigilados liberales, envueltos en casos de corrupción de los que ella nunca se enteraba. ¿Qué es la fe, sino seguir convencida de que, Soto del Real mediante, es el anarcocapitalismo la ideología de dios padre todopoderoso y el argentino Milei es su actual profeta?

Si, en lugar de prometer descuartizar el Estado del que Aguirre y Abascal llevan viviendo toda la vida, Milei hubiera llegado al cargo prometiendo duros aranceles económicos y la ilegalización de la oposición, los pasajeros del vuelo hubieran sido exactamente los mismos y arrastrarían sus maletas repletas de trajes de gala con el mismo entusiasmo. La prueba de ello es que Abascal está tan enamorado del ultraliberal Milei como del Trump intervencionista. Al cual, a su vez, le entusiasman Putin o Kim Jong Un. No es la ideología lo que marca las filias de la derecha antibuenista –malista por lo tanto– sino eso que los flamencos llaman age, los raperos flow y Miguel Bosé ese modo de andar, ese look cha-cha-chá. Bienvenido al ejército de la libertad todo aquel que demuestre méritos, ya sea desde el movimiento antivacunas, la defensa del genocidio israelí en Gaza o, por qué no, la negación del Holocausto. Quienes hablan con su perro mediante médiums, recomiendan beber lejía o quienes tienen claro que los gobiernos nos fumigan, porque no hay más que mirar el sospechoso surco blanco que dejan aviones, conforman este curiosísimo ejército histriónico. 

Abascal está tan enamorado del ultraliberal Milei como del Trump intervencionista. Al cual, a su vez, le entusiasman Putin o Kim Jong Un

Al fondo, como dijo Rodrigo de Triana, hay tierra a la vista y es América. Si miran al océano que tenemos bajo nuestros pies, diría el piloto del avión en modo turoperador, verán la línea de costa sobre la que arrojaban al mar a la diabólica oposición comunistaen durante los vuelos de la muerte del patriota Videla. Si miran a tierra, aquel hombre pequeñito de ideología y peinado de fantasía, listo para tomar el poder de estas tierras, es Javier Milei, que niega el hecho histórico de las desapariciones oceánicas como niega la utilidad de la sanidad pública. El hombre del momento, el enviado por dios para hacer al hombre tan libre como para que pueda subir sus órganos libremente a Wallapop cuando la sanidad pública desaparezca, va a ser el nuevo presidente de Argentina. Abascal, Aguirre, Doña Cayetana Álvarez de Toledo y Peralta-Ramos marquesa de Casa Fuerte, la cúpula franquista de HazteOir y demás miembros de la libertad desplazados a la toma de posesión del anarcocapitalista, están encantados. Quizá la etiqueta de anarcoliberal sea difícil de entender para una población aborregada como la española, mal acostumbrada a que el cáncer sea tratado de forma gratuita y eficiente por parte del Estado o que los hijos de los obreros puedan llegar a la Universidad. En el día a día significa algo así como que, si un familiar te pide ayuda económica porque las cosas le vienen mal dadas, le respondas que venda un riñón. Hijoputismo, se le llamaba en tiempos anteriores.

La comitiva española, encantada, le pide fotos a Milei para subirlas a redes sociales y presumir desde Argentina de un poder que la España bajo la dictadura socialcomunista les niega. Hay quien, venido arriba e inspirado por el héroe de la motosierra, declara que, al otro lado del charco, el pueblo acabará colgando por los pies a Pedro Sánchez. Típica crítica en el ejercicio de la oposición y también precioso guiño del líder de Vox y propietario de la Fundación Disenso a ese padre de la libertad que fue Benito Mussolini que, en paz y boca abajo descanse. El acto de toma de posesión fue una preciosidad. Acompañando al hombre de la motosierra, no faltó un pez gordo de la ultraderecha política y empresarial ni tampoco representación de la derecha tradicional, entregada a estos nuevos tiempos en los que la libertad consiste en recortarle al de abajo y meter ese dinero en policía y ejército, en previsión de que el de abajo, antes de morir de hambre, genere altercados. Es el programa político de un Milei al que la representación española, a su vuelta a tierras del Cid Campeador, honrarán narrando sus gestas.