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PROCESANDO EL YUYU

El glorioso movimiento judicial y otros cacharros

La derecha sin estudios está haciendo dos cosas. Y con cierto arte. Una es expandir su lenguaje en Europa; la otra, crear un movimiento cívico. El reto, en todo caso, es elaborar un estado de ánimo que busque el colapso del Gobierno

Guillem Martínez 9/12/2023

<p>Carles Puigdemont en el Parlamento Europeo el pasado julio / <strong>IG carlespuigdemont</strong></p>

Carles Puigdemont en el Parlamento Europeo el pasado julio / IG carlespuigdemont

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1- El resumen podría ser el siguiente: el Glorioso Movimiento Judicial avanza aparentemente imparable, por lo que algún día podría partir el frente por Vinaròs. El presente artículo les explica eso, así como una valoración de fenómenos novedosos que van surgiendo alrededor de este y de otros conflictos, entre ellos, pumba, la escisión de Podemos, partido que, en lo que es una táctica novedosa, pretende agrupar, en una sola formación y por primera vez en la historia reciente, a todo el Yoko-Onoismo español, hasta ahora disgregado en otras actividades más allá de la política, como la filateliaZzzz. Pero vayamos por partes. El Glorioso Movimiento Judicial, a partir de ahora GMJ.

2- La magnitud del enfrentamiento Judicial-Ejecutivo carece de precedentes. Por lo que carece, por lo mismo, de la posibilidad de calcular su desarrollo y su final. Me dicen por el pinganillo, no obstante, que el GMJ descarta llegar al extremo del golpe judicial, a lo Lula. Descartar ese final wagneriano quita interés a esta ópera, en efecto. Pero deja la puerta abierta a la práctica de cualquier otra radicalidad parademocrática. Recordemos, por ejemplo, que cuando el GMJ empezó a emplearse con la cosa procés –ese fue el principio del fin de algo importante; en el Judicial, o en el Ejecutivo, que eso aún está por ver–, decían en modo off the record, para explicar lo que iban a hacer, que “la Justicia no mata moscas a cañonazos”. Sabias palabras que en breve, zas, supusieron un resumen literal de lo que el GMJ estaba haciendo.

3- Ahora estamos en la segunda fase del enfrentamiento, que se la explico en el punto 5. La primera fase, recordemos, consistió en que todo aquel togado/a en posesión de un boli bic firmara un manifiesto contra la amnistía, contra el pacto Junts-PSOE, o contra ambos textos. Si bien fueron importantes, aquí, los matices –si se firmaba contra uno, contra otro, o contra los dos papeles–, esta fase consistió en eso. En firmar o en negarse a hacerlo. Esto es, en constituir un bando. Esto es, en ejercer la hegemonía contra cualquier otro punto de vista en la togacidad. La fase 3 empezará a iniciarse el próximo martes, cuando la amnistía llegue al Congreso. Pero solo adquirirá su forma y su sentido cuando, en unos meses –de 3 a 6; veremos–, se publique la ley en el BOE. Lo que sabemos es que la fase 3 consistirá en que 50 diputados o senadores envíen el texto al TC. Hasta aquí todo normal. También recurrirán esa ley al TC todas y cada una de las CC.AA. gobernadas por PP, utilizando para ello, se supone, alguna coreografía indignada y televisable, lo que empieza a ser extraño. También recurrirá al TC el TS. Y aquí ya empezaría lo incalculable, pues también lo harán instituciones que nunca antes habían tenido trato con el TC, no sé, como el Consejo Fiscal. Y lo harán, además, en modo avalancha/lo nunca visto, como si la amnistía fuera el fin del Estado de derecho –no lo es; es una ley que puede ser o no constitucional; es decir, una ley–. Esas mismas instituciones indignadas también podrían apuntarse a liarla en el marco europeo, apoyando las posibles cuestiones prejudiciales que algún colega haya planteado al TJUE. Pero a lo bestia, con ese ímpetu que solo ofrecen la religión o las nuevas extremas derechas.

La primera fase consistió en que todo aquel togado/a en posesión de un boli bic firmara un manifiesto contra la amnistía, contra el pacto Junts-PSOE, o contra ambos textos

4- Sobre el carácter espectacular de lo que pasará ese día: será un apoteosis. El culmen de una orden recibida y ejecutada, con ahínco y más allá del deber, casi más allá de la ley. Esa orden, para situarnos, no fue emitida por Aznar –lo que ya conferiría de por sí muchas mixed emotions a esa orden–, sino por el rey, en su discurso raruno del 3-O. Aquel discurso –legal, si bien irregular, extraño, sobreactuado, que creaba un problema donde se podía haber paliado– explica tal vez lo que está pasando en las alturas judiciales –algo legal, irregular, extraño, sobreactuado, que crea un problema donde etc.–. Sí, dos Gobiernos inoperantes y calados por sus mitos se metieron en un lío en 2017. Pero el rey –el único cargo en 2017 que lo sigue siendo, y que, por ello, aún tiene algo que perder esta mañana a primera hora– también, y por mucho más tiempo. El rey, vamos, emitió política. Una política que se sigue emitiendo, deslocalizada, a través de aquella orden al Judicial de emitir política.

5- Bueno, usted, en todo caso, se encuentra en la aludida fase 2, en la que, zas, ya se han superado barreras inusitadas e inquietantes. Por ahora, dos. Barrera a): el TS ha declarado nulo el nombramiento de la presidenta del Consejo de Estado, aduciendo una carencia de “reconocido prestigio” en la trayectoria de la nominada, si bien el propio escrito del TS reconoce, de manera explícita, ese prestigio que luego, zas, niega. Y barrera b): el CGPJ no aprueba –en este caso, su decisión no es vinculante– el nombramiento del fiscal general del Estado. Es importante señalar que el texto del CGPJ –si bien no es un texto judicial, sí lo es institucional– contiene datos falsos. El texto incluye, por lo tanto, esa seña de identidad de la nueva extrema derecha denominada fake. No hay, por lo demás, precedente alguno de la cosa a) y de la cosa b). La cosa a) y la cosa b) ilustran –la cosa a) por su contradicción, por el peso de la ideología sobre el peso de lo expuesto; la cosa b) por la convocatoria del fake– escasa calidad en su redactado. Lo que indica que estamos en plena guerra judicial, ese momento en el que la calidad jurídica no es importante, en el que cualquier agujero es trinchera –judicial–.

Dos Gobiernos inoperantes y calados por sus mitos se metieron en un lío en 2017

6- La derecha sin estudios –la derecha b); en ocasiones, con master apócrifo– está haciendo dos cosas. Y con cierto arte. Una es expandir su lenguaje en Europa. Algo importante. Manfred Weber va tuiteando, o como se diga, conceptos del PP en inglés, en horario de adultos y para toda Europa. La consigna el-PSOE-ha-acabado-con-el-Estado-de-derecho ya es un animal de compañía paneuropeo. Eso es importante. Supone acabar con el dique invisible, que evitaba el acceso a las instituciones europeas de la propaganda, la basura, los navajazos estatales. No está claro que el proyecto de Weber –una derecha clásica y una extrema derecha unidas, en modo ecuménico– triunfe. Pero si aparece la posibilidad de un PPE que explique, que comparta puntos de vista de la nueva extrema derecha italiana o española –eso es lo que está pasando–, el fracaso ya sería un éxito.

7- La otra construcción del PP es –el intento de– un movimiento cívico. Tienen hasta las europeas de junio para crearlo. Si suspenden esa asignatura, tienen recuperación en noviembre, siempre y cuando Trump gane las elecciones USA. El PP, hasta hoy, lleva tres manifestaciones construyendo esa posibilidad. Una, muy grande. A la última, junto a un templo egipcio, solo fueron cuatro momias. El reto, en todo caso, es elaborar un estado de ánimo –real o audiovisual– que busque el colapso –real o audiovisual– del Gobierno. El reto es aprovechar los datos –en una encuesta de 40dB. para El País y la SER, se situaba la oposición ciudadana a la amnistía en un 60%; pas mal– para fabricar un estado de ánimo democrático, indignado, cívico, como el que elaboró Aznar, en 1996, para la cosa corrupción. La pregunta es: ¿se puede fabricar algo con ese aspecto, junto a las coreografías emitidas en la calle Ferraz, antidemocráticas, incívicas, reaccionarias, ultras? Respuesta: sí, se puede. A través de los medios, que seleccionan la información y eliminan la más, ejem, fascista. Este proceso copia, para ello, al procés a escala 1:1. Copia palabras, frases enteras, situaciones e imágenes. También imita la extracción quirúrgica de sus componentes más ultras. Para que el procés cat tuviera su pátina ciudadana y, a través de ella, el concurso de la clase media, la hegemonía social, fue preciso extraer quirúrgicamente de la información todos sus momentos Ferraz: un par de exposiciones artísticas saqueadas, momentos de integrismo católico, actividades contra inmigrantes, actitudes antidemocráticas. Será más costoso hacerlo en MAD, donde, a pesar de todos los pesares, hay una diversidad informativa que en Catalunya no hubo. En ocasiones basta una periodista diciendo en prime time que un político miente –eso que hizo Silvia Intxaurrondo hace unos meses, snif, no sucedió en Catalunya hace unos años; no sucede, tan siquiera, hoy–, para evitar el bingo informativo reaccionario.

Este proceso copia, para ello, al procés a escala 1:1. Copia palabras, frases enteras, situaciones e imágenes

8- Estamos viviendo, sea como sea, un mayo del 68 de la derecha. En toda Europa. Las derechas –moderadas, inmoderadas, neoliberales, ultras, nacionalistas moderadas, ultranacionalistas, trumpistas, liberales– son un festival de la diversidad y del compromiso con el cambio radical, revolucionario en ocasiones, que para sí querrían las izquierdas. El PP, tan sensible ante la unidad de las derechas, ganaría tiempo y dinero si asumiera que todo eso que busca –gobernar; gobernar, incluso, por lustros, lo que permitiría confundir sus presupuestos con los del Estado–, lo tiene cerca, si aceptara la existencia de otros nacionalismos en su seno. Asumir a PNV y a Junts como lo que son. Sus otros yo en otros territorios, con otras banderitas. ¿Es posible que mitos ideológicos impidan el cumplimiento de mitos ideológicos mayores? Es posible que sí, que los mitos ideológicos sean lo único que detienen otros mitos ideológicos aún peores, ante el despiste absoluto de las izquierdas que no saben qué hacer.

9- Lo que nos lleva a otras derechas. Puigdemont está en la cresta de la ola. Ha pasado de ser un friki a un hombre de Estado –la separación de una cosa y otra es dejar de aparecer en la sección de sucesos y empezar a aparecer en la de política–. La revista Politico le ha integrado, a su vez, en la lista de The most powerful person in Europe –se dice rápido–, en el apartado Disrupters. Y ahí en el top 3. Justo en segundo lugar, después de Elvira Nabiullina –tampoco muy conocida en Europa; es la presi del Banco Central de Rusia–, y antes de Viktor Orbán, disruptor como la copa de un pino, en efecto. Esta ubicación entre esos otros dos personajes es, en todo caso, una buena definición de Puigdemont. Hace poco han empezado, por cierto, las reuniones con el relator internacional en Suiza. Se trata, conviene recordarlo, de unas negociaciones entre dos partidos, no entre dos instituciones. Entre el PSOE y el número intermedio entre Nabiullina y Orbán. Lo más probable es que, por ello mismo, no conduzcan a nada, salvo a lo que ya han conducido –a saber: a a) un Gobierno de coalición y b) un momento de normalización en la vida de Puigdemont, un disruptor más en una Europa derechista–. El papel del relator, absurdo en unas conversaciones entre partidos, tal vez solo sirva para explicar al mundo, cuando las negociaciones mueran, que el PSOE no llegó a ningún acuerdo, en ningún momento, con el intermedio entre Nabiullina y Orbán.

Puigdemont está en la cresta de la ola. Ha pasado de ser un friki a un hombre de Estado

10- En Catalunya, por cierto, ya se han iniciado los movimientos, después del abrazo de Vergara –el primero, el único en la historia del carlismo catalán– entre Puigdemont y el PSOE, para pugnar por el espacio derechista, que se ha vuelto más volátil tras la vuelta a la realidad. Me temo que el procesismo derechista se divide en dos tendencias, que pueden dar lugar a dos o más listas electorales. Las tendencias se ordenan, por lo que escucho, en la interpretación de los partidos ante el concepto ultraderechista conocido como teoría de la sustitución. Así estarían los partidos de la teoría de la sustitución clásica –viene de Francia: la sociedad será sustituida por musulmanes en 3, 2, 1, en modo La invasión de los ultracuerpos–, que contaría, al menos, con un partido –la extremoderechista clásica Aliança Catalana–, y la adaptación pujolista del asunto –Pujol, y ese, me temo, es su último legado, ha formulado esa teoría no con musulmanes, sino con españoles; la “minimalización” de los catalanes en Catalunya, lo llama–, que podría contar con una o dos listas –la de ANC y tal vez otra con Ponsatí, si no se entienden con la ANC–. Y, claro, la de Junts. Mayo del 68 de las derechas, etc.

Sánchez está, por primera vez en la historia moderna del PSOE, plantando cara a las nuevas derechas

11- La novedad es que Sánchez está, por primera vez en la historia moderna del PSOE, plantando cara a las nuevas derechas, a todo ese Mayo del 68 reaccionario. Se trata de respuestas de tipo experimental, pero que permiten el análisis.

12- Sánchez lo hace a través de tres mecanismos. El mecanismo a) sería la verbalización del lawfare ante medios de comunicación. Por primera vez se vinculan judicatura y partidismo. Lo que es novedoso, pero que, a la vez, puede no ser nada. Eso ya sucede en el tertulianismo. Para que suceda en la política, se deben emitir reformas. Difíciles, sin mayoría, esas reformas deberían ser, al menos, verbalizadas. Serían reformas que se ubicaran fuera de la CE78 –es imposible una reforma–, y que podrían atañer a la formación de jueces, por ejemplo. Lo veremos. O no. El mecanismo b) es el enfrentamiento con el Gobierno de Israel. Sánchez defiende la existencia de dos Estados, y entra en conflicto, con ello, con Hamás –que no con Palestina– y con el Gobierno israelí –que no con Israel–, al que sitúa como una extrema derecha radicalizada. No acude solo a ese conflicto. Lo hace como presidencia rotativa de la UE. Esto es, a través de un consenso europeo y, digan lo que digan, a través de un consenso con los USA. Es decir, la innovadora postura de Sánchez, su acceso a la crítica ante las nuevas extremas derechas, limita con el contexto internacional. Vamos, que puede desaparecer, o verse inutilizada, con una victoria PPE en junio, y más aún con una victoria republicana en USA en noviembre.

13- El mecanismo c) es el económico. Los Fondos Next Generation y la Ley Ómnibus. De todo ello les hablo el próximo día.

14- Podemos se ha escindido como vivió. Ejerciendo una verticalidad y una planificación sobre el grupo –cada vez más pequeño–,tan estricta e inoperante que, en su día, imposibilitó el acceso al voto del 15M, que se fue pitando, asustado y por varias décadas. Hubieran sido 11 millones de votos, decían. Hoy son cuatro y el cabo. El destino de Podemos no es otro que el de la formación de Errejón en su día. Volver. A donde sea. Lo hará en forma de gotitas, que no en forma de chorro. En el ínterin parece que tendremos que convivir con otro partido de Guerra Cultural. Sería, por tanto, el segundo partido de izquierdas especializado en ese cultivo –esta semana, el Govern/ERC emitió racismo para escaquearse del informe PISA; la Guerra Cultural, tóxica, es lo que es y da para lo que da–. La desaparición de Podemos deja al PSOE en una doble tesitura: por una parte le deja con a) un Gobierno más inestable, con otro clown de la Guerra Cultural al que deparar un trato especial –relatores, escenografías, chuches que no sirven para nada–, a cambio de su voto. Por otra parte, tras este acto de transfuguismo a cámara lenta, el PSOE queda b) más fuerte, propietario de un tramo mayor de votantes de izquierdas. Lo de Podemos no ha sido un conflicto ideológico con Sumar –un partido con programas parecidos, y líderes diferentes–, sino tal vez personal, el tipo de conflicto más cutre. Y otro indicativo de que vivimos un mayo del 68 europeo de las derechas no por casualidad.

1- El resumen podría ser el siguiente: el Glorioso Movimiento Judicial avanza aparentemente imparable, por lo que algún día podría partir el frente por Vinaròs. El presente artículo les explica eso, así como una valoración de fenómenos novedosos que van surgiendo alrededor de este y de otros...

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Autor >

Guillem Martínez

Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo) y de 'Caja de brujas', de la misma colección. Su último libro es 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama).

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1 comentario(s)

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  1. Fernando

    Hace tiempo que Guillem se afanó como enterrador, pero el muerto aún debe seguir vivo porque entre las frases se percibe el ruido de una pala echando arena, ¡qué lastima!.

    Hace 4 meses 17 días

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