Prioridades
Proteger el comercio internacional antes que a la población de Gaza
EE.UU. pone en marcha una coalición para garantizar el tráfico marítimo de mercancías por el Mar Rojo, amenazado por la milicia yemení Ansuralá
Alfons Pérez (ODG) / Juan Bordera 22/12/2023
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“La reciente escalada de imprudentes ataques de los hutíes procedentes de Yemen amenaza el libre flujo del comercio, pone en peligro a marineros inocentes y viola el derecho internacional”.
Estas declaraciones del secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd J. Austin III, ilustran perfectamente la preocupación del poder económico ante la interferencia de los flujos internacionales de mercancías a través del Mar Rojo. Parece que la legitimidad del derecho a defenderse de Israel amplía sus fronteras: también hay que defender la actividad comercial, acentuando aún más la brecha entre el interés del negocio y el olvido de las víctimas civiles que se acumulan a poco más de 500 kilómetros del Canal de Suez.
Los ataques selectivos de Yemen y el temeroso comercio internacional
La respuesta de la organización hutí chiita del Yemen, Ansuralá, al genocidio en Gaza ha sido en forma de ataques selectivos a barcos que tengan relación con Israel. Estas acciones certeras han provocado una reacción en cadena de las grandes empresas que quieren proteger sus intereses ya que aproximadamente el 12% del comercio global y el 30% del de contenedores pasan por el Mar Rojo.
Aproximadamente el 12% del comercio global y el 30% de contenedores pasan por el Mar Rojo
Según Reuters, las corporaciones están monitorizando la situación y están tomando medidas. Por ejemplo, las químicas alemanas BASF o Covestro y las suecas Volvo (automóvil) y Essity (productos de higiene) aún no ven riesgo en sus cadenas de suministro. Electrolux (Suecia, electrodomésticos), en cambio, está estimando rutas alternativas. Ikea (Suecia, muebles), por su lado, afirma que implicará retrasos y restricciones en algunos productos.
Pero también hay transnacionales que han decidido que sus mercancías no circulen por el estrecho de Bab-al-Mandab. La petrolera noruega Equinor, la empresa de fertilizantes de los Estados Unidos, Mosaic, la hongkonesa OOCL, la francesa CMA CGM y la alemana Hapg-Lloyd, las tres de transporte de marítimo, han anunciado una suspensión de la circulación por el Mar Rojo. Aunque, sin duda, el mayor impacto en el comercio internacional lo han provocado la gigante británica de hidrocarburos BP, y dos de las mayores flotas mundiales de tránsito marítimo de mercancías, la danesa Maersk y la italosuiza Mediterranean Shipping Co., que han redireccionando sus cargas por el Cabo de Buena Esperanza, un viaje que puede sumar de siete a diez días más para llegar a puerto.
Las consecuencias en los mercados no se han hecho esperar: un aumento del precio de barril Brent en un 3% en apenas una semana y un 2% para el gas en el mercado europeo de referencia. A la subida de los hidrocarburos se añade el incremento de precios de las aseguradoras, que han pasado de cobrar un promedio de 0,07% del valor del cargamento a principios de diciembre al 0,5-0,7% actualmente, un aumento muy sensible cuando hablamos de un valor de carga de centenares de millones de dólares. Por último, el cambio de ruta de las grandes navieras ha afectado directamente a Egipto, que ha dejado de ingresar los pagos por el paso del Canal de Suez. El país del Nilo ha tenido un papel muy cuestionable en el genocidio en Gaza e incluso ha sido acusado de negociar con Israel un canje de deuda por refugiados gazatíes, dado que su situación económica es muy delicada.
Además del tránsito de mercancías por el Mar Rojo circularon, en el primer semestre de 2023, un 12% de las exportaciones marítimas de petróleo y un 8% de las de gas natural licuado con claro ascenso de las importaciones petroleras de Oriente Medio, y gasistas de Qatar, para la Unión Europea, tras las sanciones contra Rusia por la guerra en Ucrania.
Los intereses de Irán en la zona
El otro polo de preocupación para el comercio internacional y la economía global es el Golfo Pérsico y el Estrecho de Ormuz, por donde pasan un tercio de las exportaciones mundiales de petróleo y donde ya existe un conflicto abierto entre EE.UU. e Irán. En el pasado mes de julio, los EE.UU. enviaron aviones militares F-16 para cubrir el movimiento de barcos desde el aire en el Estrecho de Ormuz después de que unos meses antes, según la fuerza naval estadounidense, Irán abriera fuego contra un barco petrolero.
De hecho, la República Islámica de Irán apoya política y militarmente a Ansuralá, y ha advertido de que la acción en el Mar Rojo por parte de la Operación Guardián de la Prosperidad provocaría “problemas extraordinarios” porque, según palabras de Mohammad Reza Ashtiani, ministro de Defensa iraní, “nadie puede hacer un movimiento en una región donde nosotros tenemos el predominio” y por la que exportan parte de sus hidrocarburos.
El papel del Estado español
Volviendo al inicio, EE.UU. no quiere actuar solo en la operación Guardián de la Prosperidad. La declaración oficial de su secretario de Defensa asegura que la misión “está reuniendo a varios países, entre ellos el Reino Unido, Bahréin, Canadá, Francia, Italia, los Países Bajos, Noruega, Seychelles y España”. La inclusión del Estado español en esta coalición ha generado gran revuelo en Moncloa porque recordaba demasiado al “Trío de las Azores” y, por ello, la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, ha insistido en que España no participará de manera unilateral en la fuerza naval. El problema es que la operación se realizará bajo el paraguas de las Fuerzas Marítimas Combinadas que ya operan en el lugar y que incluyen 39 marinas de guerra que garantizan la seguridad marítima en el entorno de la península Arábiga y, entre ellas, sí está España. De todas formas, la última noticia es que España ha bloqueado la decisión de la Unión Europea de contribuir a la operación de los EE.UU., en un nuevo capítulo de este vaivén de declaraciones públicas contradictorias y de gran trascendencia.
Diplomacia comercial en pleno genocidio
Si hace poco más de un mes publicábamos un artículo sobre cómo la diplomacia energética actuaba, en pleno genocidio, para capturar el botín de guerra de las reservas gasistas de Gaza, ahora observamos cómo la diplomacia comercial se apresura para renegociar contratos, encontrar nuevas rutas, ajustar precios –para las empresas– y generar un cerco de seguridad y acción militar que sirva a sus intereses, ignorando el insoportable contador de víctimas civiles y la hambruna inducida en Gaza. La preocupación principal parece girar en torno a posibles interferencias del flujo comercial en plena campaña navideña y el suministro energético y, sobre todo, su precio al llegar a puerto.
Todo esto no es más que un nuevo episodio de una posible escalada internacional del conflicto donde la mercancía es más importante para desescalar un alto al fuego inmediato que, desgraciadamente, recibe el veto constante de EE.UU. En contraste, nos encontramos países de América Latina como México, la Argentina pre-Milei, Colombia, Chile y Bolivia que han mostrado un repudio sin tapujos al genocidio de Israel contra el pueblo palestino en un ejercicio de solidaridad Sur-Sur que más bien representa una alianza entre los que llevan décadas luchando contra el imperialismo.
“La reciente escalada de imprudentes ataques de los hutíes procedentes de Yemen amenaza el libre flujo del comercio, pone en peligro a marineros inocentes y viola el derecho internacional”.
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Juan Bordera
Es guionista, periodista y activista en Extinction Rebellion y València en Transició. Es coautor del libro El otoño de la civilización (Escritos Contextatarios, 2022). Desde 2023 es diputado por Compromís a las Cortes Valencianas.
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