En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Como dijo Quique Sánchez Flores, técnico del Sevilla, en los minutos previos al encuentro, cuesta hablar de fútbol cuando uno se acuerda de esos seguidores del equipo andaluz que venían a Madrid a animar a su equipo y encontraron la muerte en la carretera. Más de uno creyó que era motivo más que suficiente para que alguien hubiera decidido que no se jugara. Resulta doloroso que se anteponga el negocio, o la dificultad de encontrar otra fecha, antes que guardar el duelo por una tragedia de ese tipo. El emotivo minuto de silencio que se vivió o los brazaletes negros en las camisetas fueron lo mínimo esperable, pero no puedo evitar pensar que el fútbol no estuvo a la altura de lo que correspondía en un momento así.
Quizá el luctuoso hecho conjuró más a los jugadores del Sevilla, que no fueron esa presa fácil que vaticinaban los adalides del favoritismo. Tan cierto es que llegaban al Metropolitano con sensaciones negativas por su mala trayectoria en la Liga, como que es un equipo que tiene mejores futbolistas de lo que da a entender su situación clasificatoria, al borde de los puestos de descenso, y que en una competición diferente, en la que no cargaban con el lastre que atenaza piernas y cabezas, podían plantear batalla. Y eso hicieron durante todo el partido. Sin brillo, sin grandes demostraciones. Pero con orden, trabajo y un compromiso en defensa que les bastó para complicar a los atléticos.
Simeone hace equilibrios para ser competitivo al mismo tiempo que intenta que no se le caiga el equipo físicamente
En un momento de la temporada donde se acumulan los minutos, en el que no hay tiempo para entrenar, solo descansar un día y volver a jugar, donde hay que tirar casi siempre de los mejores porque cada choque es vital, con el runrún diario de salidas de jugadores y llegada de otros, Simeone hace equilibrios para ser competitivo al mismo tiempo que intenta que no se le caiga el equipo físicamente. Pero una cosa es intentarlo y otra es conseguirlo. Y más de uno de sus jugadores parece ahora mismo en la reserva de energías. Eso se notó en la primera parte, en la que faltó chispa, frescura de ideas y velocidad de ejecución para superar la sólida propuesta de contención de los andaluces que, copiando a los locales el esquema del 5-3-2, desbarataban los intentos colchoneros muchos metros antes incluso de acercarse al área. Como los de Nervión parecían conformarse con aguantar al rival y no desguarnecerse atrás, nos encontramos con unos primeros 45 minutos espesos, de juego lento y sin apenas llegadas a las porterías.
Dentro del paisaje gris, el Atleti fue de menos a más. Tras unos compases iniciales de mayor posesión visitante, terminó por acaparar el balón, pero sus intentos ofensivos se limitaban a colgar centros desde las bandas desde posiciones alejadas que eran presa fácil para Sergio Ramos y sus compañeros de zaga. Nahuel empezó enchufado por la derecha pero sin acierto en las decisiones finales y Lino, bien tapado, no pudo desbordar, y se limitó a buscar a un Morata muy vigilado. Claro que todo pudo cambiar en el minuto 24, cuando en una de las pocas combinaciones bien hiladas de los locales en el periodo inicial, Marcao derribó claramente a Nahuel en el área. El penalti lo lanzó Griezmann, pero tuvo la mala suerte de que su pie de apoyo resbalara en el momento del golpeo, lo que le desequilibró, haciendo que el balón se fuera muy por encima del travesaño. Hasta los mejores sufren imprevistos. En la otra portería lo más peligroso que vivió Oblak fue un pase horizontal en la frontal del área de Giménez a un compañero que a punto estuvo de cortar Ocampos.
No hubo cambios al descanso para comenzar una segunda parte que nos dejó nada más empezar una caída de Sow en el área local tras tocarle ligeramente Nahuel por detrás. El árbitro no señaló nada y desde el VAR tampoco le avisaron, imaginamos que por considerar que no era suficiente como para pitar penalti, pero la acción dejó dudas. Óliver Torres se jugó la segunda tarjeta en una entrada y Quique le quitó rápido para dar entrada a Rakitic. Griezmann sacó al partido del sopor con una acción que a punto estuvo de redimirle del fallo del penalti. Recibió en el área un pase de De Paul y lo remató con una chilena más colocada que potente que se fue rozando el travesaño. Si entra, hubiera quedado para el recuerdo. Hasta entonces los porteros habían sido meros espectadores, pero Lino fue el primero en hacer trabajar a Nyland con una buena acción individual culminada con un fuerte remate con la zurda que rechazó el noruego.
Simeone empezó a refrescar al equipo metiendo a Barrios y Llorente por Nahuel y Saúl. Que no era la noche de Griezmann se volvió a comprobar cuando le anularon un gol tras una preciosa volea cruzada por estar en fuera de juego por unos centímetros. Poco después volvió a intentarlo con un remate desde la frontal que se fue desviado. Fue su última aparición en el encuentro, porque en una decisión que dejó a la grada entre sorprendida y temerosa, el Cholo tomó la decisión de retirar al francés y a Morata en el minuto 65 para meter a Correa y Memphis. Quitar a tus dos máximos goleadores en un momento que necesitas marcar parecía arriesgado, aunque como muchas otras veces, al argentino le salió bien. Nada más salir, el neerlandés ya dio un aviso al marcar un gol que también fue invalidado por fuera de juego previo.
El Sevilla empezó poco a poco a coger confianza para acercarse al área rival. Marcao protagonizó su primera ocasión, con un remate franco en el área grande que salió centrado y pudo detener Oblak. Llorente estuvo oportuno para impedir que Ramos rematara en el área un balón suelto y Koke providencial para desviar al guardameta esloveno un pase en el área grande con aroma a gol tras una peligrosa contra visitante. El partido se acercaba a la recta final y parecía que los del Sánchez Pizjuán la encaraban con más confianza y aliento.
Sin embargo, llegó el momento de Correa. Tras una sucesión de pases sobre la banda derecha del ataque rojiblanco, Llorente envió el balón al rincón favorito del argentino en el Metropolitano, esa zona del área grande del fondo sur en el costado derecho del ataque, donde ha hecho diabluras tantas veces. Esta vez su víctima fue Marcao, al que dejó atrás con un quiebro y con suerte en el rebote, metiendo un pase raso con la zurda entre las piernas de Ramos para que Memphis rematara en el área pequeña a la red. Quizá sea el último servicio de Angelito al equipo si termina por confirmarse su salida a Arabia. La grada enloquecía, pero aún había que remar. Era el minuto 79.
De hecho, casi lo empataron los andaluces poco después, tras un saque de esquina peinado por Ocampos en el primer palo y rematado solo por Ramos en el segundo que se le fue alto al llegar forzado. Se añadieron cinco minutos que fueron seis por una bronca entre jugadores. Y cuando Gil Manzano estaba a punto de mirar su cronómetro para pitar, Barrios recibió un balón en su propio campo, no supo qué hacer con él, se dio la vuelta hacia atrás y en vez de despejarlo como fuera, quiso dar un pase que cortó un rival. El balón llegó a Lamela que enfiló hacia la portería. El canterano colchonero reaccionó rápido y metió el pie justo cuando ambos entraban en el área y el sevillista cayó. El árbitro señaló penalti para desesperación de unos y alegría de otros, pero Hernández Hernández llamó a su compañero desde el VAR para que viera la jugada. La imagen mostraba que el atlético había sido el último en desviar el balón antes de que cayera su oponente, por lo que finalmente decidió anular la pena máxima para alivio del jugador colchonero.
En un momento de necesidad y de fuerzas justas, el Atleti se ha reencontrado en sus dos últimos compromisos con un viejo amigo: el unocerismo. Mientras sirva para alcanzar metas como las semifinales de la Copa, ronda en la que no se veía desde 2017, bueno es, pensarán muchos. El Sevilla se fue derrotado pero quizá rearmado para su necesidad liguera. Aunque eso, como recordó de nuevo Quique al final, era lo de menos en un día tan triste.
Como dijo Quique Sánchez Flores, técnico del Sevilla, en los minutos previos al encuentro, cuesta hablar de fútbol cuando uno se acuerda de esos seguidores del equipo andaluz que venían a Madrid a animar a su equipo y encontraron la muerte en la carretera. Más de uno creyó que era motivo más que suficiente para...
Autor >
Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí