Impunidad
Mientras impere el capitalismo nunca digas ‘Nunca Máis’
Más de veinte años separan el ‘Prestige’ y los pellets, pero el PP gallego no ha cambiado de táctica. Vuelven a intentar confundir a la sociedad con una campaña de desinformación sobre el desastre ambiental
Ana Freiria / Joám Evans / Roberto Vilela / Cristóbal López 17/01/2024
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El cotidiano enfrentamiento con el desastre ambiental hace que a las activistas ecologistas se nos endurezca la piel. Pero este endurecimiento epidérmico es insuficiente para evitar que permeen dramas mayúsculos como el vertido de pellets que azota las rías gallegas.
Ante el abismo bajo los pies, no queda más asidero que el ajetreo organizativo para no ser cautivo de la ecoansiedad y quedar paralizado. La angustia de ver nuestro mar otra vez envenenado vino aparejada de la tarea ingente de comunicar el desastre y organizar su remedio ante la desidia del Gobierno gallego. Estos días la atención mediática está centrada en Galicia. Ha habido un gran esfuerzo del ecologismo gallego para explicar las causas y los efectos de este nuevo desastre, un esfuerzo de rigor informativo al que casi todos los medios se han sumado.
El accidente del portacontenedores Toconao, al norte de la costa portuguesa, es uno más de los cientos que ocurren al año en el mundo. Las autoridades marítimas cifran en casi 300.000 toneladas la mercancía de los contenedores que acaban accidentalmente en el mar. Una minúscula parte, 25 toneladas, en forma de gránulos plásticos, es lo que representa estos días una nueva amenaza para los delicados ecosistemas de las rías gallegas.
Conocidos como pellets, estos diminutos fragmentos de plástico, talla media de cinco milímetros de diámetro, flotan en el agua y pueden ser confundidos con huevas e ingeridos por peces y aves, lo que les termina causando la muerte por inanición. Además, la degradación en el medio marino de los pellets los convertirá en microplásticos y nanoplásticos que son engullidos por el plancton y otros organismos filtradores, y de ahí a toda la cadena trófica.
Esto afectará al ecosistema, y como incansablemente repetimos desde el ecologismo, los desastres ambientales no remediados siempre acaban convirtiéndose en un problema de salud pública y en una merma para las economías locales. Decenas de miles de familias viven de la pesca y marisqueo en las rías de Muros-Noia y Arousa, una actividad económica tradicional y sostenible que está gravemente amenazada por un vertido que se suma a otros impactos que han venido mermando la salud de las rías: la mala gestión de centrales hidroeléctricas como la del Tambre, la contaminación por metales pesados de las minas de Touro y San Finx o un sistema ineficaz de gestión de aguas residuales.
Ignoramos cuántos sacos de pellets se encaminan hacia nuestra costa y cuántos de los mil que contenía el contenedor quedaron atrapados en su interior
La comunidad científica ha aclarado la confusión generada por las desacertadas declaraciones del presidente de la Xunta de Galicia, Alfonso Rueda, y ha confirmado que, además, los pellets tienen un tratamiento anti UV con substancias tóxicas. Esto agudiza una catástrofe ambiental de la que estamos lejos de poder calcular su dimensión, al ignorar cuántos sacos de pellets se encaminan hacia nuestra costa y cuántos de los mil que contenía el contenedor quedaron atrapados en su interior.
El desastre puede verse multiplicado si el temporal que azota estos días la costa atlántica empuja hacia Galicia el resto de los sacos de pellets que flotan en el mar semisumergidos. No se han contabilizado ni 200 sacos avistados en las playas por lo que la previsión más desfavorable es que 800 bombas ecológicas están acercándose. Auténticas bombas de racimo, cuando los sacos se rompen impulsados por las olas contra las rocas o la arena de la orilla de las playas. Se rompen y sueltan millones de pellets de plástico casi imperceptibles al flotar en el agua o mezclarse con la arena de las playas. Imperceptibles, pero no por ello menos peligrosas.
Aunque se cumpliera la previsión más aciaga, nada descartable, estaríamos lejos de poder compararla, por su magnitud, con el desastre causado por el Prestige hace dos décadas. Sin embargo, las que vivimos el Prestige si tenemos una sensación de déjà vu ante la actuación política, sobre todo, la del presidente del Gobierno autonómico y de sus consejeros.
Más de veinte años separan el Prestige y los pellets y, aunque ambos empiezan por P, y en ambos es el PP el partido gobernante, hay una gran diferencia tecnológica en la capacidad y los tiempos para informar a la sociedad. No por ello los dirigentes gallegos cambiaron de táctica: intentaron nuevamente confundir a la sociedad con una campaña de desinformación sobre el desastre ambiental y mostraron una actitud de dura confrontación con el Gobierno central.
Con unas reñidas elecciones autonómicas a la vista, el presidente gallego y sus consejeros continúan, casi mes y medio después del vertido, más preocupados por la campaña electoral que por enfrentarse de forma decidida al grave problema ambiental. Esto sigue siendo evidente a día de hoy por los exiguos recursos que ha destinado la Xunta al dispositivo de limpieza. Llevamos días inspeccionando y limpiando arenales y aún no hemos avistado ninguna cuadrilla enviada por la Xunta, pero dicen que haberlas, hailas.
El guirigay electoralista no debe hacernos olvidar quién es el culpable. Para señalarlo, nuestra organización, Ecoloxistas en Acción, interpuso denuncia contra el capitán del portacontenedores y la naviera propietaria, solicitando además que se ordenara una caución de diez millones de euros a la naviera para la restauración del medio ambiente. No fue una sorpresa que, tras nuestras indagaciones, nos encontráramos con un buque de bandera de conveniencia, propiedad de una sociedad radicada en Bahamas, cuyo accionariado nos remite a Chipre, otro paraíso fiscal, y a capital alemán.
La denuncia nos sirvió para alertar de la impunidad que disfrutan las grandes navieras. Es urgente revisar la regulación tan laxa del transporte marítimo de mercancías
Este entramado societario no es casual: está diseñado para eludir a la justicia en el caso de tener que enfrentarse a sanciones o indemnizaciones. Una de las empresas pantalla del entramado entrará en quiebra y se declarará insolvente. La opacidad del paraíso fiscal de turno hará el resto, ya que se negarán a correr el velo societario, dejando así a la justicia española sin capacidad de encausar a los accionistas propietarios y responsables del buque.
La denuncia nos sirvió para alertar de la impunidad que disfrutan estas grandes compañías transnacionales. También para señalar que es urgente revisar la regulación tan laxa que rige en el transporte marítimo de mercancías y llegar a un acuerdo para reducir drásticamente el uso de los plásticos. Estas batallas legislativas son importantes y merecen nuestro esfuerzo, aunque sepamos que resultan, en cierta medida, fútiles mientras sea el capitalismo el sistema económico imperante.
Si algo temen los gobiernos y resquebraja el sistema socioeconómico es la autoorganización ciudadana, que suple la ausencia del Estado y toma las riendas de la crisis. En circunstancias críticas, la ciudadanía siempre está a la altura: cientos de personas de las pequeñas localidades costeras afectadas se volcaron en limpiar las playas, y miles de gallegos se apuntaron en las distintas brigadas que organizamos las asociaciones ecologistas. Voluntariado que vuelve con tesón una y otra vez a limpiar, a pesar de lo desesperante que es recoger los gránulos armados solo de un recogedor y una escoba. La marea de mañana volverá a cubrir de pellets la arena limpiada hoy, pero las personas voluntarias siguen intercambiando una sonrisa de solidaridad cuando se cruzan las miradas.
El pueblo gallego tiene dos citas importantes por delante. Este domingo 21 de enero en Compostela para volver a gritar Nunca Máis y el domingo 18 de febrero en las urnas para asegurarse de que el próximo gobierno gallego tenga algo de sensibilidad ambiental y social.
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Ana Freiria, Joám Evans, Roberto Vilela y Cristóbal López son miembros de Ecoloxistas en Acción Galiza.
El cotidiano enfrentamiento con el desastre ambiental hace que a las activistas ecologistas se nos endurezca la piel. Pero este endurecimiento epidérmico es insuficiente para evitar que permeen dramas mayúsculos como el vertido de pellets que azota las rías gallegas.
Ante el abismo bajo los pies, no queda...
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