PROCESANDO EL YUYU
Lo que pasó vs. lo que ocurre
Las leyes ómnibus son planetarias. Suelen suceder allí donde alguna vez hubo democracia
Guillem Martínez 12/01/2024
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1- El miércoles 10 de enero pasaron muchas cosas en el Senado. Tantas que, de hecho, empecé a escribir varias crónicas, que llegaron indefectiblemente tarde a la realidad, después de cada giro del guión que se producía en la Cámara. Tras varias tentativas, hoy llega este articulete, en el que se explica no lo que pasó, sino lo que ocurre. Las cosas que pasan –infinitas, imprevistas, variables, como se vio el miércoles– suelen acaecer sobre algo más importante y estable que ellas: lo que ocurre –algo finito, previsible, sólido; la época, vamos–. Merece la pena explicar lo que ocurre –puntos 2-5–, para, luego, poder explicar lo que pasó –puntos 7-10–. Spoiler: a) pasó mucho menos de lo que parecía en tiempo real, b) pasó tal vez algo diferente a lo que, por lo que veo, ha sido evaluado mayoritariamente. Les invito, en ese sentido, a adentrarse en ese punto de vista no mayoritario que a continuación les susurro, en la esperanza de que el periodismo, cuando sucede, nos permite ahorrar tiempo. Vamos que nos vamos. Lo que ocurre.
2- Ocurre, en primer lugar, que los parlamentos no son lo que eran. Los parlamentos, en ese sentido, fueron. Ocurrieron. Son un hecho histórico que sucedió entre guerras, un momento en el que se produjeron unos parlamentos cargados de soberanía, doctrina y poder –frente, claro, a otros parlamentos, autoritarios y fascistas, cargados de nada–. En 1945, esos parlamentos son, zas, otros. Carecen de épica y poder, y tienen, básicamente, dos funciones. Investir un gobierno y votar unos presupuestos anuales. Es en esos dos puntos donde transcurre la política por décadas, hasta los años setenta-ochenta. Pues bien, el pacto del 45 se ha desmoronado, plof, por lo que aquellos parlamentos débiles que acotaban la política, son aún más débiles y suelen acotar un pimiento –en contrapartida, ofrecen dramatización televisada, griterío, sensación de trama y drama, de que ocurren muchas cosas; históricas, incluso; angelitos–. Por lo mismo, suelen estar al servicio del Ejecutivo, al punto de que suelen ser un trámite del Ejecutivo cuando el Ejecutivo posee mayoría absoluta. Cuando el Ejecutivo carece de una mayoría chachi, son el punto final de la negociación del Ejecutivo con otros partidos. O ni eso: es el punto en el que se pacta y se vota lo negociado sin necesidad de método parlamentario. Sin método parlamentario –una metodología del siglo XVIII, con palabros del siglo XVIII– es difícil explicar lo que ocurre en un parlamento, pues ocurre en habitáculos cerrados. El miércoles, por ejemplo, ocurrió eso. No es la primera vez. Es más, es cotidiano. Es lo que hay. Es, por tanto, el futuro. La época.
3- Ocurren, en segundo lugar, las leyes ómnibus. Las leyes ómnibus son planetarias. Suelen suceder allí donde alguna vez hubo democracia. Suelen consistir en acotar lo que ocurre –la época–, en parlamentos que –punto 2– ya no se encuentran el culo con ambas manos. Y suelen consistir –Llei Òmnibus, de Artur Mas, que acabó con el Bienestar en Catalunya, como hoy refleja el informe PISA y la huelga indefinida de enfermeras; los recortes de 2010 de ZP, previos a la reforma constitucional de 2011, también de ZP, con la que España abandonaba oficialmente el Bienestar como forma de Estado, así como suena; o los recortes de Rajoy, que disminuyeron en siete puntos, wala, el ya recortado gasto social; o la Ley Ómnibus de Milei, ese fin de todo en Argentina–, precisamente, en proclamar la nueva época, en finiquitar formas del bienestar y potenciar la eliminación y/o privatización de servicios. La ley ómnibus del miércoles, es preciso señalarlo, compartía el método ómnibus –apelotonar leyes en un parlamento sometido antes a la política que al parlamentarismo–, para aprobar en modo plis-plas tres reales decretos: uno con medidas contra la inflación –importante y urgente, en tanto suponen medidas sociales, esto es, una contrapartida estilística a la amnistía–; otro con reformas para la conciliación, emitidas por Trabajo; y otro pack netamente ómnibus, si bien, al parecer, no muy gore en esta emisión, con reformas varias, a granel, en ocasiones sin lógica aparente, y solicitadas por la Comisión –ese ómnibus que transporta lo que ocurre–, a cambio del cash de los fondos europeos. Sin duda, visto lo visto, fue un error omnibusear estos tres decretos. Sin duda, ese error es lo que también ocurrió.
4- Ocurre, en tercer lugar, la Guerra Cultural –a partir de ahora, GC–, técnica, cosmovisión o doctrina, no lo sé, que conforma la mayoría absoluta del Congreso y del Senado. En el Congreso es una forma de leer la política, la vida, incluso, que comparten PP, Vox, UPN, Junts, ERC y P. Se dice rápido. Si bien les dibujé la GC en otro articulete, para explicar no sólo qué pasó ayer, sino lo que ocurrió, es preciso señalar una de sus características. Esta, dos puntos. Contrariamente a lo que ocurrió en los años treinta y cuarenta, los partidos GC no quieren ni aspiran a mentir a toda la sociedad, sino tan solo a sus votantes. Lo que es más barato y más efectivo. Ese descubrimiento catalán ha sido recibido como agua de mayo en el Madrid emisor de ruido y de política del ruido. Por lo mismo, el invento, en los parlamentos que dejaron de serlo, repercute en el espectáculo ofrecido. El miércoles, de hecho, en el grueso, en la mayoría absoluta de intervenciones, ocurrió GC y nada más que GC. La más importante –esto es, moderna, de la época, postdemocrática– no fue la GC modulada por Junts o P –no se pierdan el punto 8 y 10–, sino aquella gestionada por PP, que consistió en la construcción, en tiempo real y en el Senado, de la idea de un gobierno vendido a una potencia extranjera denominada Waterloo, que traiciona a la CE78 y que practica el golping de estading non stop. Puede parecer algo ridículo. Lo es. Pero eso, como anunció Feijóo al día siguiente a lo del Senado, será la estructura de más manifestaciones en la calle –y de más manifestaciones porno-católicas y nocturnas en Ferraz, se supone–. Será el eje, para este invierno, de esas cosas que quieren ser ocupaciones del Capitolio sin llegar a serlo. Y sí, eso es lo que también ocurrió el miércoles, si bien empezó a ocurrir antes, como error o práctica inexplicable del PSOE, el pasado 24 de diciembre.
5- El 24D, el rey emitió el tradicionalZzzzz discursoZzzzz de Navidad, en el que incidió sobre el hecho de que no hay salvación ni democracia fuera de la CE78 –lo que ubica, por cierto, a la democracia española, la cultura democrática española emitida en México, en Francia… en la fábrica, fuera y lejos de la democracia para el ínterin 1939-78–. Pues bien, esa chorrada fue refrendada, tal vez incluso escrita, por el Gobierno. La monarquía, recuerden, solo se expresa bajo la aprobación del Gobierno. Salvo en dos casos excepcionales y poco edificantes. A saber: a) el rey emérito, que habla todo el rato sin estar refrendado, ni siquiera por la OMS, y b) el rey no emérito, que el 3-O de 2017 leyó un discurso no solicitado por el Ejecutivo, escrito por Casa Real y refrendado por el Gobierno Rajoy, y que resultó ser el único texto en el que el rey verbaliza su cosmovisión vital, próxima, por otra parte y socorro, al a-por-ellos-oé. En todo caso, resulta incomprensible que el Gobierno haya refrendado, o escrito, un discurso tan político, dramático y absurdo para esta Navidad, ese momento en el que las monarquías europeas –las que se exiliaron en Londres– no hablan, jamás, de política, sino del gran tema constitucional de las monarquías: nada, no opinar de nada en absoluto. Por lo mismo, resulta sorprendente que, con ese discurso del Gobierno, que no del rey, los presis de CC.AA. PP, más el de Castilla LM, vertebraran sus discursos apocalípticos de fin de año, en los que el Gobierno atentaba, abiertamente, contra la CE78 y bla bla bla. Y eso, esa torpeza absoluta por parte del Gobierno, es lo que ocurrió el miércoles: la leyenda urbana de un gobierno que acaba con la democracia la potenció el propio Gobierno.
6- Y ahora, tras ver lo que ocurrió, veamos lo que pasó.
7- De tres decretos colaron dos. Lo que no está mal, vista la correlación de fuerzas. ¿Hubiera sido una tragedia que hubieran sido uno o ninguno? No lo creo. La cosa hubiera tenido otra oportunidad en un mes, si bien eso hubiera supuesto algún desgaste visual y, mucho más aún, una victoria wagneriana en las filas de la GC, que no precisa realidad ni análisis, sino goles, esa cosa tan frecuente en el fútbol, el tertulianismo y el articulismo patrios, y tan escasa en la política y en la vida. Respecto al decreto rechazado –no solo aumentaba la pensión para un determinado colectivo de parados, compuesto por 730.000 usuarios, para los cuales, como espero que recuerden ustedes toda la vida, 90 euros son un potosí, sino que establecía mejoras en los permisos de lactancia, por ejemplo, que esta mañana a primera hora no existen–, será reedificado en otro espacio y tiempo, bajo la forma de negociación con sindicatos y patronal, menos rápida y, tal vez, con formas escenográficas finales que potencien lo que se quería enturbiar cuando P negó la vida al decreto: la figura de Yolanda Díaz. En todo caso, es importante señalar que tanto el éxito –la aprobación de dos decretos– como el fracaso de la jornada –el decreto de Trabajo– se debieron a la negociación gubernamental con un fenómeno, por otra parte, innegociable. La GC. Con Junts y con P. Explicando esas negociaciones explicamos, tal vez, regiones de ese fenómeno.
8- Respecto a Junts, es preciso señalar que Junts/Puigdemont exhibió su fuerza. Pero, en lo que es la otra cara de la moneda, también exhibió su carácter e inteligencia. Sobre su carácter: a lo largo de la sesión parlamentaria, Junts mintió. Mintió innecesariamente, a lo bestia, como para una boda, y cuando la mentira no aportaba o solucionaba nada. Mintió a los grupos, a la prensa, a la ciudadanía, a sus votantes. Lo que no es una novedad y lo que es, por otra parte, una dinámica rancia. En ese sentido, Tarradellas, gran mentiroso, si bien de otra escuela –romana, clásica, casi–, aludía a un determinado prócer convergente de esta manera: “Solo se sonroja cuando dice la verdad”. Lo que alude a una cultura de la mentira veterana, fundacional de la democracia en cat, que ha ido creciendo. Es decir, degenerándose. Paralelamente a ella, ha ido decreciendo su inteligencia. Y no se trata de un insulto. En la GC, la inteligencia, el cálculo, el ajedrez, no es necesario, sino que solo se precisa la verticalidad, la obediencia, el conocimiento, y el genio, de las técnicas de GC. En ese sentido, a Junts tan solo le interesaba escenificar su poder. Y escenificarlo de manera insultante, ante sus votantes y, más aún, ante ERC, su verdadero y único contrincante, incluso enemigo. Ese era el resultado perseguido. Lo que le impidió –y aquí empieza lo divertido– tener resultados. La sensación es que Junts no sabía qué pedir a un Gobierno abierto a darle mucho, y que entró a negociar como un chorizo cutre entra al súper del Corte inglés. A llevarse lo que se pueda, sin planificación alguna.
Junts mintió. Mintió innecesariamente, a lo bestia, como para una boda
Finalmente el palo consistió en a) una botella de aceite sin IVA, la b) supresión de un artículo en la Ley de Enjuiciamiento Civil –que no dificultaba especialmente una amnistía que, por otra parte, y por tecnología local o europea, es muy posible que no llegue a existir en su amplitud propuesta–. Consiguieron que c) los costes de la gratuidad del transporte sean asumidos por el Gobierno –algo que, por otra parte, el Gobierno desmintió al día siguiente; no, si te tienes que reír–. Consiguieron que d) se publiquen las balanzas fiscales de las CC.AA. –algo que no es solo poco probable, sino desmentido también por el Gobierno; emoticono llorando de risa, emoticono llorando de risa de lado–, la e) supresión del decreto Rajoy, que facilitaba el pire de empresas cat fuera de Cat –empresas que es poco probable que vuelvan a tu balcón / esas no volverán, etc.–, más de f) 6,2 millones de euros para la digitalización de la justicia y presiones cat –no, si está bien–, y el, agárrense, g) reconocimiento de derechos históricos cat en materia de régimen local –ninguna de mis fuentes sabe lo que es eso, salvo que es un vestigio del pack fueros, palabro muy alejado del catalanismo, incluso del más yuyu, si bien muy próximo al carlismo, tan revisitado en la última década–. Y, ojo, cuidadín, el joyo del corono, las h) competencias en inmigración. Se trata de un as reaccionario con el que Junts pretende competir con los fachas de Ripoll –ojo: cuatro diputados en alguna encuesta–, y continuar quedándose en propiedad el espacio ultaderechista –lo divertido aquí es que no se sabe qué competencias son esas; se tendrán que negociar; es decir, lo más probable, me dicen, es que se reduzcan a que la Gene sea la gestora del asunto en Cat, con su matasellos y todo; es decir, nada–.
Junts está obligado a seguir apoyando al Gobierno otro tramo
9- Pero lo mejor de todo es otra cosa, que se agrega a ese no ofrecer ni conseguir nada concreto del punto 8. Junts negocia botellas de aceite, referentes carlistas, competencias para jugar al racismo y a las teorías de la sustitución. Y, en toda esa fabulosa y victoriosa Blitzkrieg –un no parar de victorias, que ya son vendidas como la leche en TV3; la GC, no lo olvidemos, es mentir a los tuyos; poco más–, no ha negociado referéndum alguno. Ni siquiera ha hablado de ello. Junts es, vamos, una ERC 2.0. Es más, al tener que desarrollar, negociando con el Gobierno, toda la nada que ha pactado, Junts está obligado a seguir apoyando al Gobierno otro tramo. De hecho, es un partido gubernamental. Sinopsis: los sioux pillaron lo de los espejuelos y abalorios más rápido, si bien es un hecho que los sioux no disponían de los medios públicos y concertados cat, ese gran colectivo que cada día, y desde hace más de diez años, homenajea a Borat.
P emite GC desde, guau, hace más de un año
10- Sobre lo del decreto de Trabajo, es muy posible que el voto de P no se ajuste tanto a un análisis de la realidad previo, como a su contrario: criterios de la GC. O, al menos, los cuerpos suelen caer hacia el lado al que se inclinan, y P emite GC desde, guau, hace más de un año. Es importante, no obstante, el hecho de que P, al contrario de Junts, no frenara el pasado miércoles. Incluso cuando recibió del Gobierno dones suficientes como para celebrar, en modo GC, un golazo –una valiosa prórroga de la moratoria de desahucios–. Sería fundamental saber si P no ha frenado por ausencia de reflejos, por prolongar la partida, por la sed del jugador. O si no ha frenado porque esa era la partida y la sed. Si es así, P sería la mayor amenaza de inestabilidad para el futuro del Gobierno, justo tras PP-Vox, y por delante del Junts de esta semana, gubernamental hasta las cejas como un portero de fincas. P, junto a PP-Vox, podría ser una de las GC más salvajes del biotopo: las imprevisibles, las estoy-muy-loca. Sobre su pirueta GC de esta semana: en el staff de P, cada vez más pequeñito, acólito y en modo selección negativa, no hay unanimidad al respecto. Lo ocurrido, lo pasado esta semana, puede tener consecuencias, para todas las izquierdas. También, y mucho, para P.
1- El miércoles 10 de enero pasaron muchas cosas en el Senado. Tantas que, de hecho, empecé a escribir varias crónicas, que llegaron indefectiblemente tarde a la realidad, después de cada giro del guión que se producía en la Cámara. Tras varias tentativas, hoy llega este articulete, en...
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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