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La Champions es una competición traicionera, llena de trampas, que no permite despistes y en la que las peritas en dulce se convierten rápidamente en amargas. Difícilmente puedes dar algo por hecho y menos en rondas tan avanzadas, donde el nivel es máximo y cada partido se mueve en una fina línea donde la balanza se decanta para un lado o para otro dependiendo de detalles. Ni siquiera puedes cantar victoria aunque seas superior durante muchos minutos. En un instante puedes pasar de ver la botella medio llena a verla medio vacía. Los de Simeone lo saben bien por los precedentes de años anteriores y ante el Borussia Dortmund volvieron a vivir esa realidad. Tenían una ventaja de dos goles, que era oro de cara a la vuelta de la eliminatoria, pero en la recta final encajaron un gol que cambia la perspectiva. El que pensara que iba a ser fácil se engañaba. O no conoce al Atleti.
Dicho lo cual, conviene decir dos cosas. La primera es valorar el triunfo de los rojiblancos. Tan cierto es que el conjunto alemán no está entre los mejores de los que sobreviven en el torneo como que llegaban a la cita sin haber perdido como visitante desde hace cuatro meses, y tras completar una brillante trayectoria en la presente edición, en la que fueron los primeros en el llamado grupo de la muerte. Y la segunda es que hay que saborear la victoria por encima del poso amargo que dejó el 2-1 final. Podía haber sido mejor, sí, pero no todos los días se encara en ventaja el segundo compromiso de los cuartos de final de la máxima competición continental. Por si no han reparado en ello, el Atleti es el único local que ha logrado el triunfo en la ida de esta ronda. Conviene disfrutar de las cosas buenas del camino mientras se recorre.
El Atleti cimentó el resultado en una brillante primera parte. Quizá por la energía que daban los nueve días que habían tenido para preparar el compromiso y animados por el aliento que llegaba desde las gradas, comenzaron el partido al máximo de intensidad, presionando a los rivales por todo el campo y con la cabeza fresca a la hora de tomar decisiones y jugar el balón. Muy pronto obtuvieron la recompensa. El portero alemán dio un pase comprometido a su compañero Maatsen, habitual lateral zurdo que había empezado el partido jugando por el centro, que marcado por Llorente, se quitó el balón de encima dando un pase horizontal en la frontal del área que fue cortado por Rodrigo De Paul. El argentino se quedó en el mano a mano con el guardameta y con un remate de puntera colocado ponía el 1-0 cuando aún no se cumplía el minuto 4.
Con la confianza del gol, el Atleti mantuvo el plan. No dejaba progresar al Borussia, controlaba el medio campo, movía bien el balón, salía rápido a la contra cuando robaba y llegaba al área con cierta facilidad. La prueba es que en 19 minutos había forzado seis saques de esquina. Es cierto que su buen juego no se correspondía con un caudal de oportunidades claras. Lino conectó una chilena que salió centrada y que detuvo el portero y Morata remató de cabeza desviado tras toque previo de Giménez a la salida de un córner. Todos los demás intentos siempre fueron taponados o murieron en los últimos metros. Pero el panorama era alentador, con la excepción de la tarjeta mostrada a Lino por un leve pisotón y que le hace perderse la vuelta.
Los de Dortmund no se encontraban en ataque, y en defensa estaban inseguros. Para muestra lo que ocurrió en el segundo gol local. Los dos centrales alemanes, Hummels y Schlotterbeck, fueron al alimón a despejar un saque de banda colchonero, se estorbaron entre ellos y dejaron el balón suelto para que Morata se lo pasara a Griezmann, que vio solo a Lino al otro lado del área, y le dio un perfecto pase picado que recibió el brasileño y tras controlar, conectó un remate raso y colocado, ante la salida del guardameta, que se coló en la red. El Borussia regalaba, pero el Atleti forzaba los errores y sabía aprovecharlos.
El 2-0 a los 32 minutos era un panorama tan bueno para los atléticos como alarmante para los visitantes, a los que no les quedó más remedio que forzar la máquina y, en la recta final del primer tiempo, empezaron a asomarse por el área de Oblak. Primero gracias a un pase errado de De Paul que permitió a Adeyemi disparar en el área grande, y que el balón fuera desviado por Witsel en una gran intervención defensiva. Y después con un fuerte tiro lejano de Maatsen, que obligó al portero rojiblanco a estirarse para desviar el esférico, y con un intento de Sancho en el área que culminó con un remate que salió cerca de la escuadra.
Viendo que el plan inicial no había salido muy bien, Terzic dejó en el descanso a Nmecha en el banquillo y dio entrada al habitual mediapunta titular, Brandt, que mejoró las prestaciones de su compañero sustituido. Nada más empezar la segunda parte se vio que el partido había cambiado de derroteros. El Atleti ya no presionaba tan arriba y el Borussia lograba combinar más arriba y con más comodidad. La prueba es que, en los primeros minutos, Oblak tuvo que emplearse para detener disparos de Sabitzer y Füllkrug. Los locales empezaron a utilizar las contras como única vía de ataque. Un gran pase de primera de Griezmann a Nahuel permitió al argentino internarse en el área y, tras hacer un recorte, disparar a portería un balón que fue rechazado por el portero.
Había tensión en el césped y también en los banquillos. El director deportivo del Borussia, Sebastian Kehl, se fue al rojiblanco a recriminar que no tiraran fuera el balón cuando había un jugador alemán caído en el césped después de que su mismo equipo no lo hubiera hecho cuando segundos antes tenía la posesión. Simeone se encaró con él y le dijo de forma vehemente que se fuera de allí.
Llegó el momento de los cambios. Terzic hacía relevo de delantero quitando a Füllkrug y metiendo a Haller, mientras que Simeone retiraba a un Morata que se exprime en el trabajo, pero que ha perdido el olfato del gol, para dar entrada a Barrios. Eso provocó que Llorente adelantara su posición, acercándose a Griezmann. Precisamente Llorente inició una jugada por banda derecha cuyo pase no llegó a rematar Lino por poco. De Paul siguió la jugada y su envío a la frontal lo remató Barrios, pero fue rechazado por un defensa. En el Borussia se iba Adeyemi y entraba Bynoe-Gittens, que también mejoró a su compañero. Los cambios dieron vitalidad al ataque teutón.
El Borussia tenía el control del balón, aunque fue el Atleti el que dispuso de una clarísima oportunidad para haber hecho el tercero. Una falta lateral que Griezmann colocó entre la defensa y el portero llegó en el segundo palo a Lino totalmente solo y el remate del brasileño a bocajarro lo sacó Kobel. Y de lo que pudo haber sido el 3-0 se pasó al 2-1 en el minuto 81. Pase por el carril central de Can que tocó ligeramente de tacón Sabitzer; Brandt lo recibió y metió un pase cruzado al área en dirección a Haller. Nahuel intentó cortar pero no logró alejar la pelota, que quedó muerta para que el delantero alemán consiguiera marcar con un remate raso a la media vuelta pegado al palo. Aunque el tiro no hubiera llegado a la red, seguramente la acción habría acabado en penalti, porque el desvío de Nahuel fue con la mano.
Para entonces, De Paul ya había dejado su sitio a Correa, con el que Barrios no supo jugar tras un balón robado en la frontal que Angelito esperaba solo en el área. El pase del canterano a Griezmann y el intento posterior de éste hacia el argentino fue cortado por un zaguero. Pero el partido se había volcado peligrosamente hacia la portería local. El Borussia no se conformaba con la derrota mínima y buscó el empate. Pudo lograrlo Bynoe-Gittens con un disparo desde fuera del área que desvió Azpilicueta antes de que el balón tocara el larguero y se fuera a córner. El Atleti no salía de su área y se limitaba a despejar como podía. Todo el desgaste hecho en la primera mitad pasaba factura y el equipo parecía llegar al límite de sus fuerzas en los últimos minutos. Simeone quiso dar oxígeno haciendo tres cambios en el minuto 90, sacando a Molina, Witsel y Lino por Savic, Saúl y Riquelme. Éste último protagonizó una contra que pudo haber culminado mejor, pero su tiro raso no puso en apuros al portero. En cambio, el Borussia sí estuvo cerca del gol con un cabezazo de Brandt en la última jugada del partido que se estrelló en la escuadra.
De la brillantez al sufrimiento, de la cómoda ventaja y la posibilidad de haber agrandado la diferencia a ver cómo casi llega el empate. Así es el fútbol y así es la Champions. El próximo martes tocará trabajar y sufrir para lograr el pase a semifinales. Hasta entonces, disfruten del resultado mientras sea posible, que el sábado llega otro compromiso peliagudo en Liga.
La Champions es una competición traicionera, llena de trampas, que no permite despistes y en la que las peritas en dulce se convierten rápidamente en amargas. Difícilmente puedes dar algo por hecho y menos en rondas tan avanzadas, donde el nivel es máximo y cada partido se mueve en una fina línea donde...
Autor >
Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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