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A estas alturas de temporada podemos convenir que el Atleti es un equipo de picos. Capaz de dar una versión válida para el máximo nivel en momentos muy determinados y con unas condiciones particulares, pero incapaz de mantener una regularidad y una consistencia que son imprescindibles para optar a algo importante en competiciones de largo recorrido. Y que se disuelve cuando las circunstancias no son las más favorables. Los rojiblancos llegaron al choque con los azulgranas en un equilibrio de funambulista muy peligroso: al límite de fuerzas físicas y de energía mental tras el desgaste del partido de Champions. O venía todo rodado, o cualquier contratiempo se podía convertir en el Everest. Y en las primeras curvas, el equipo se despeñó.
Simeone buscó energía y piernas frescas con un once inicial en el que no estaban Koke y Griezmann, cuyos lugares ocuparon los canteranos Riquelme y Barrios. Por su parte, Xavi fue buscando soluciones a los problemas que le fueron apareciendo durante el día. Puso a Fort para cubrir la baja de última hora de Cancelo, que no pudo viajar a Madrid, y a Fermín en el lugar de Christensen, que se lesionó en el calentamiento. Y optó por alinear a Joao Félix, con el que no estaba contando de inicio en las últimas semanas, para aprovechar el factor motivacional del portugués ante el que sigue siendo (contractualmente) su equipo. Y como ocurrió en la primera vuelta, le salió redondo.
El Atleti empezó bien el partido, con una presión alta que dificultaba la salida del Barcelona y le impedía encontrar su ritmo. De esa forma, los locales tuvieron su primera gran ocasión, al interceptar De Paul cerca de la frontal un pase raso de Ter Stegen y ceder el balón a Barrios, que remató solo en la media luna buscando la colocación, pero su disparo se marchó fuera rozando el poste. Hubo otras acciones donde los colchoneros conseguían robar, pero malgastaban las opciones por falta de precisión cerca del área o por perder rápido la pelota al no saber dar continuidad a la posesión. Una muestra de lo primero fue una jugada a la contra en la que, estando Lino solo en el área, el envío de Nahuel desde la banda derecha fue tan defectuoso que el brasileño perdió la opción de marcar.
Poco a poco, la energía con la que empezaron los rojiblancos fue disminuyendo, lo que permitió jugar a los de Xavi con más comodidad, imponiendo su ritmo. Fue entonces cuando empezaron a aparecer los hombres de ataque azulgranas, como Lewandowski, que metió un centro al área que Raphinha cabeceó sólo en el área pequeña, pero el balón se le fue desviado. Poco después, un pase en largo de Cubarsí a la espalda de la defensa atlética encontró el desmarque de Fermín, cuyo remate en el mano a mano lo pudo rechazar el esloveno. La jugada continuó con dos acciones de despeje casi consecutivas de Nahuel al centro del campo que no pudo ganar Morata en los duelos y, tras la segunda, Gundogan se hizo con el balón, superó a Llorente y metió un pase al área por el carril izquierdo al desmarque de Lewandowski. Savic llegó tarde al corte y dejó que el polaco se diera la vuelta y metiera un pase raso cruzado casi a la altura de la línea del área pequeña donde estaba solo Joao Félix para rematar a gol con un toque de primera, adelantando a su equipo en el minuto 37. Siguen sin defender bien el área propia los rojiblancos a pesar de jugar con tres centrales. No lo celebró demasiado el portugués, que fue silbado a lo largo de todo el encuentro por la que fue su parroquia.
A pesar de que su equipo iba ganando, Xavi no se relajaba en la banda y en un minuto se ganó la expulsión con dos tarjetas amarillas por sendas protestas al colegiado. Reclamaba el técnico unas faltas no pitadas, pero también tuvo motivo para la queja Simeone al ver que Sánchez Martínez no mostraba la que podía haber sido la segunda tarjeta amarilla a Kounde tras derribar a Lino.
Antes del descanso, el Atleti tuvo una buena oportunidad de lograr el empate tras un despeje de la defensa que le llegó a Morata en posición ventajosa en el área grande, pero impactó con el balón cuando estaba un poco alto tras el bote, y se le fue por encima del larguero.
Simeone metió de inicio para la segunda parte a Memphis y Griezmann por Lino y Morata. Pero antes de ver el efecto de las sustituciones en el partido, De Paul perdió un balón cerca de la frontal propia al dar un pase erróneo en horizontal que fue interceptado por Raphinha. El brasileño filtró un pase al área entre Witsel y Reinildo para Lewandowski, que, tras escorarse un poco al controlar la pelota y a pesar de la presencia cercana de Savic, logró rematar con un giro de su cuerpo cruzando el balón, que, después de dar en el palo, se colaba en la portería colchonera haciendo el 0-2 en el minuto 47.
Entonces al Atleti se le vino el mundo encima. Según reconoció Simeone posteriormente, ese tanto “nos sacó directamente del partido”. El 0-2 ante un rival como el Barcelona fue una losa demasiado grande para un equipo que estaba disimulando desde el minuto 1 el desgaste acumulado, pero que en ese momento se quedó sin fuerzas físicas y anímicas. Si no hubiera llegado ese tanto, quizá el partido podría haber sido distinto, pero los regalos se pagan. Aun así, todavía tuvieron los del Metropolitano una ocasión para haber recobrado algo de esperanza si el disparo de Llorente desde el área grande, tras despeje de la defensa, no se hubiera encontrado con la magnífica respuesta de Ter Stegen, que con una estirada que impidió que el balón entrara en su portería.
Entraron Koke y Correa por Riquelme y Llorente, pero la película del partido no cambió. Se veía el peligro cada vez que el Barcelona cruzaba el centro del campo, ya fuera combinando o con balones en largo, ante un equipo que no presionaba. Hasta Ter Stegen generó una ocasión con un pase desde su área que recogió Lewandowski tras ganar el duelo a Savic, aunque esta vez su tiro cruzado no encontró portería. El delantero polaco, que fue el mejor del partido, dio en el minuto 64 su segunda asistencia del choque con un centro que encontró solo a Fermín en el área para que fusilara de cabeza a Oblak, poniendo el definitivo 0-3.
El Atleti tuvo algunas ocasiones para haber decorado el marcador, como las generadas por medio de Correa y Memphis, que fueron los más activos y mostraron rebeldía ante lo que estaba pasando. Otra cosa fue el acierto. Disparos que se iban altos, como uno de Barrios en buena posición, o desviados, como otro de Saúl con todo a favor. La triste guinda a la noche la puso Nahuel, que en el último minuto vio la tarjeta roja por derribar a Vitor Roque cuando se iba solo hacia la portería.
El Atleti ha vivido las dos caras del fútbol en apenas cuatro días. Justo lo que le lleva pasando toda la temporada. De la euforia por la clasificación para los cuartos de la Champions a irse al parón deprimido y preocupado viéndose fuera de las plazas que dan acceso a disputar el próximo año la máxima competición continental a falta de nueve jornadas para el final. O los rojiblancos encuentran contundencia, solidez y regularidad, todo ello acompañado de energía física, o lo van a pasar mal en la recta final. En la Liga ya se han quedado sin red. Está claro que Simeone tiene deberes en las próximas semanas. Por ejemplo, encontrar respuesta a una pregunta. ¿Por qué muchos equipos hacen su mejor partido de la temporada ante ellos?
A estas alturas de temporada podemos convenir que el Atleti es un equipo de picos. Capaz de dar una versión válida para el máximo nivel en momentos muy determinados y con unas condiciones particulares, pero incapaz de mantener una regularidad y una consistencia que son imprescindibles para optar a algo...
Autor >
Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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