LIBERTAD DE PRENSA
Julian Assange: la Ley de Espionaje y la persecución política
La norma que Estados Unidos esgrime para encarcelar al fundador de WikiLeaks nació durante la Primera Guerra Mundial y se utilizó para intentar castigar a los periodistas que revelaron los Papeles del Pentágono
Juanjo Andrés Cuervo 13/04/2024
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El pasado 26 de marzo a las 10 de la mañana, cientos de personas se congregaron a las puertas de los Reales Tribunales de Justicia en Londres. El cielo estaba despejado y el sol resplandecía en los leones y el caballo plasmados en el escudo que ornamenta el edificio. Personas empuñaban pancartas mientras los cánticos no cesaban. El ligero viento mecía una bandera de Palestina y otra con el rostro de Julian Assange, ambas sostenidas en el misma asta.
La decisión sobre la extradición de Julian Assange se esperaba sobre las 10.30. Había inquietud en el ambiente y la tensión aumentaba a cada minuto. Finalmente, WikiLeaks publicó el veredicto: los jueces autorizaron a Assange a recurrir su expulsión del Reino Unido. Pero el Gobierno de Biden recurrirá esa decisión. Para ello, ha de demostrar que puede ofrecer garantías adecuadas de que Assange gozará de un juicio justo, entre ellas que no se le perjudicará por ser extranjero y que no podrá ser castigado con la pena de muerte.
El precio a pagar por revelar el auténtico rostro de las élites estadounidenses es el acoso incesante
La extradición o no del fundador de WikiLeaks a Estados Unidos es un asunto que lleva más de una década palpitando en el corazón del Reino Unido. Desde que publicase cientos de miles de documentos acerca de los crímenes cometidos por Estados Unidos en Irak y Afganistán, el fundador de Wikileaks ha sufrido un castigo desorbitado. Una muestra más de la hegemonía del imperio anglosajón, que pretende dar una lección: el precio a pagar por revelar el auténtico rostro de las élites estadounidenses es el acoso incesante, una condena perpetua.
La Ley de Espionaje contra la disidencia
La persecución desmedida de Estados Unidos a Julian Assange nos retrotrae al siglo pasado. La Ley de Espionaje de 1917 promulgada en el país americano se introdujo a consecuencia de su entrada en la Primera Guerra Mundial. Actualmente, se quiere utilizar esa norma como pretexto para encarcelar a Assange en Estados Unidos. Si eso sucediese, sería la primera vez en la historia que se condena a un periodista a través de la Ley de Espionaje y sentaría un precedente muy peligroso para la libertad de prensa, ya que, en el futuro, se podría utilizar esta ley para procesar a periodistas. En otras palabras, que esa ley se utilizaría con fines políticos para castigar a enemigos del establishment norteamericano.
La situación sería análoga a la que sucedió entre 1917 y 1920, cuando esa ley se empleó para combatir el Temor rojo, un período que implicó una persecución antidemocrática de personas consideradas subversivas. La influencia de la Revolución Rusa asustó a las élites estadounidenses, que no dudaron en asesinar, perseguir y torturar a comunistas, anarquistas y socialistas. El juicio a los anarquistas italianos Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti ilustró perfectamente el paradigma de la época. Condenados de manera abyecta sin pruebas concluyentes en 1921, fueron ejecutados en 1927 en la silla eléctrica. Antes de la muerte de Sacco y Vanzetti, hubo protestas en Estados Unidos, Europa, Tokio, Sídney, Melbourne, Buenos Aires, Montevideo o Johannesburgo para exigir su liberación. Woody Guthrie, probablemente el cantautor más importante de la izquierda en Estados Unidos, se sumó a la causa y les dedicó varias canciones.
Décadas más tarde, el senador McCarthy organizó una auténtica cacería contra los comunistas. En plena Guerra Fría, no había resquicios para la disidencia, ni siquiera en la industria de Hollywood, como pudieron atestiguar Charles Chaplin, Dalton Trumbo, Orson Welles o Dorothy Parker, que ya había sido arrestada en 1927 por participar en protestas a favor de Sacco y Vanzetti.
Durante la Guerra de Vietnam, se trató de utilizar la Ley de Espionaje para castigar a los periodistas Daniel Ellsberg y Anthony Russo, artífices de los Papeles del Pentágono. Tras su publicación en 1971 en The New York Times, hubo un juicio contra ambos en el que fueron absueltos.
La cruzada contra el fundador de WikiLeaks define el empeño de EEU en silenciar las voces críticas
Aquel episodio demostró la importancia del periodismo de investigación como baluarte de la democracia. Los Papeles del Pentágono revelaron que Estados Unidos había expandido la guerra con el bombardeo de Laos y Camboya, incursiones costeras en Vietnam del Norte y ataques del Cuerpo de Marines. Ellsberg y Russo fueron los primeros en ofrecer al público los detalles sobre la invasión norteamericana en la región asiática. No sorprende la reacción furibunda de los poderes estadounidenses contra ambos periodistas. Ni tampoco contra el fundador de WikiLeaks, tras mostrar las atrocidades perpetradas por Estados Unidos en Irak y Afganistán. Ellsberg apoyó incondicionalmente a Assange hasta su fallecimiento en 2023.
La cruzada contra el periodista fundador de WikiLeaks define el empeño de Estados Unidos en silenciar las voces críticas. Durante la Guerra Fría, las élites norteamericanas quisieron ofrecer una imagen maniquea sobre el conflicto entre el supuesto país de la libertad frente al régimen autoritario de la Unión Soviética. Sin embargo, los golpes de Estado en Irán, Guatemala, Indonesia o Chile, las masacres cometidas en Corea del Norte, Corea del Sur, Vietnam, Afganistán, Irán o Libia, y el apoyo incondicional a Israel muestran la verdadera naturaleza de Estados Unidos. Un país fundado a través de un genocidio que ha creado su imperio a base de sangre y terror.
La última esperanza para la libertad de prensa
El caso Assange refleja el conflicto irreconciliable entre los intereses de la mayoría frente al establishment. Su libertad es necesaria para salvaguardar el Estado de derecho, así como el periodismo de investigación es esencial para alcanzar una democracia real.
No será sencillo, puesto que Estados Unidos lleva años tratando de lograr su extradición. Stella Assange, abogada y activista por los derechos humanos y mujer del periodista, explicó que la opción de que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) intervenga para evitar la extradición de Assange es muy remota. Según ella, el año pasado solo un caso de los 63 que se presentaron fue aprobado por el TEDH. Es decir, que el veredicto final recaerá en los jueces de Londres una vez que Estados Unidos sea capaz de ofrecer garantías de protección a Assange. Si una de las figuras más reconocidas del Partido Demócrata como Hillary Clinton expresó la posibilidad de asesinar al periodista –al igual que la CIA– se hace difícil creer que el fundador de WikiLeaks gozará de un juicio justo en Estados Unidos.
El veredicto sobre Assange es fundamental y marcará el futuro de nuestros Estados de derecho. Como dijo hace unas semanas Yanis Varoufakis, “no solo se está juzgando a Julian Assange. También a los jueces y a la justicia”.
Si el periodista es declarado inocente, será una victoria inapelable para la democracia y la libertad de expresión, en un momento histórico en el que el genocidio cometido por Israel contra el pueblo palestino ha sepultado las últimas ilusiones que pudiesen existir sobre el compromiso de las élites occidentales con los derechos humanos. Aun así, el daño causado ha sido desmedido. El fundador de WikiLeaks ha pasado los últimos doce años de su vida en cautiverio, y en la actualidad lleva ya cinco años en la prisión de máxima seguridad de Belmarsh, en Londres.
Secretos de Estado, imperialismo y el deterioro democrático
Más allá de las bombas, asesinatos e innumerables crímenes cometidos a escala global, Estados Unidos posee otro tipo de munición para imponer su hegemonía. Desde hace más de un siglo, las élites norteamericanas han empleado los medios de comunicación como arma fundamental para adoctrinar a la población. Herbert Marcuse dedicó parte de su vida a analizar los métodos de sumisión perpetuados por las clases dominantes en la época moderna. En 1964, el filósofo marxista de la Escuela de Frankfurt escribió en El Hombre Unidimensional que las democracias liberales burguesas no necesitan el Terror, sino la Tecnología (Marcuse escribió ambos términos en mayúsculas) para establecer un dominio inapelable sobre los habitantes.
Mientras sus crímenes permanezcan invisibilizados, los líderes estadounidenses no tienen por qué preocuparse
Por eso, las sistemáticas violaciones de los derechos humanos cometidas por Estados Unidos y expuestas a través de WikiLeaks duelen tanto en el seno de la oligarquía norteamericana. Como bien afirma Assange en la introducción del libro The WikiLeaks Files: The World According to US Empire, “lo que ha provocado que la revelación de estas comunicaciones secretas cause tanto impacto es que, en realidad, no deberíamos saber de su existencia”.
Mientras sus crímenes permanezcan invisibilizados a ojos del mundo, los líderes estadounidenses no tienen por qué preocuparse. Pueden seguir practicando ese “imperialismo de libre intercambio,” una muestra de la estrategia global perseguida por Estados Unidos en la que el capitalismo se combina de manera sinérgica con el imperialismo. Si Lenin argumentó que el imperialismo es la fase superior del capitalismo, para Assange, Estados Unidos impone “un paradigma en el que el poder militar norteamericano es utilizado para perpetuar su dominio económico.”
En las informaciones filtradas por WikiLeaks, existen documentos que muestran el rol de Israel como guardián estadounidense de Oriente Medio. Hace años, Assange declaró que Israel “goza del privilegio para proseguir con sus políticas genocidas contra el pueblo palestino”. En el contexto actual, la masacre cometida por Israel ha de ser detenida, y Assange, un crítico incansable del imperialismo, ha de ser libre. Los demócratas del mundo no podemos permitirnos no apoyar ambas causas. Porque la libertad de prensa y la paz van unidas, de igual manera que la censura y la guerra están entrelazadas. Como bien explicó el fundador de WikiLeaks, “si las guerras pueden comenzar con mentiras, pueden detenerse con la verdad”.
El periodismo libre ha de servir como escudo contra las amenazas de las élites capitalistas, los gobiernos y los complejos militares. Es una pieza fundamental para lograr la paz en Palestina y en otras regiones del mundo sumidas bajo el manto de la guerra. Por ello y mucho más, la libertad de Assange es conditio sine qua non para reforzar unas democracias que se ven debilitadas por los conflictos bélicos, la hegemonía capitalista burguesa y el ascenso de la extrema derecha. Tres factores que, al igual que en la década de 1920 y 1930, están intrínsecamente relacionados. Ante esta amenaza, nos queda la cooperación y el apoyo mutuo para establecer vínculos globales que refuercen la posibilidad de que otro mundo es posible.
El pasado 26 de marzo a las 10 de la mañana, cientos de personas se congregaron a las puertas de los Reales Tribunales de Justicia en Londres. El cielo estaba despejado y el sol resplandecía en los leones y el caballo plasmados en el escudo que ornamenta el edificio. Personas empuñaban pancartas mientras los...
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