MALOSERÁ
Necesitamos otro plan, Alberto
Con los resultados de las elecciones gallegas, vascas y catalanas en la mano, convertir ahora los comicios europeos en una prueba de fuego para Pedro Sánchez parece una jugada tan poco verosímil como ineficiente
Antón Losada 17/05/2024
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Núñez Feijóo tenía un plan. Se trataba de un plan muy bonito y estaba muy bien pensado. La trama se desplegaba siguiendo un cronograma en cuatro fases que terminaban en la anhelada derrota definitiva del sanchismo.
Para la primera, en las elecciones gallegas, el Partido Popular de Galicia le suministraba otra mayoría absoluta contundente y el BNG se consolidaba como segunda fuerza, añadiendo otro terror nacionalista con el que seguir metiendo miedo, mientras los socialistas gallegos recibían un baño de descontento por parte del electorado. Como todo el mundo sabe, resultó un éxito total. Íbamos como España, en moto.
El segundo paso ya parecía un poco más complejo. En las elecciones vascas el PNV pagaba el desgaste de gobernar y su apoyo al malvado Pedro Sánchez, el fantasma de Bildu se agigantaba y los socialistas volvían a hundirse en el pozo de los deseos del electorado, mientras el Partido Popular crecía lo suficiente hasta convertirse en el caballero blanco determinante para mantener en el gobierno a la coalición de nacionalistas y socialistas.
Como todo el mundo sabe algunas cosas salieron, pero pocas. El PNV pagó la factura, Bildu creció, aunque no tanto como les habría gustado, el Partido Popular medró, pero menos de lo deseado, y los socialistas no solo no se hundieron, sino que aumentaron sus votos y sus diputados. La segunda fase fue un fracaso relativo.
La tercera etapa era clave. En las elecciones catalanas Salvador Illa tenía que ganar por los pelos y quedarse sin posibilidad alguna de gobernar; si perdía, miel sobre hojuelas. El taimado Carles Puigdemont había de crecer cuanto pudiera y la mayoría independentista debía aguantar, mientras el PP aceleraba hasta convertirse en la primera fuerza declarada constitucionalista por él mismo y su mecanismo.
Como todo el mundo sabe, ha salido la cosa regular. El PSC ha ganado en votos y diputados e Illa se ha convertido en la alternativa más viable de gobierno. Puigdemont ha subido, pero no tanto, Esquerra se ha hundido hasta dejar al Parlament sin mayoría independentista por vez primera en décadas, mientras el PP ha crecido hasta ocupar todo el espacio de Ciudadanos, pero sin quitarle un voto a Vox. La tercera fase tiene pinta de fail.
El gran final de la estrategia popular habrían de ser las elecciones europeas. Si todo hubiera salido como estaba planeado en Euskadi y Cataluña, se antojaba fácil convertirlas en el enésimo referéndum sobre la maldad de Sánchez. Pero el PP propone y el votante dispone.
Con los resultados en la mano, convertir ahora los comicios europeos en una prueba de fuego para Pedro Sánchez parece una jugada tan poco verosímil como ineficiente. Los referéndums se convocan para ganarlos, excepto si eres David Cameron. Con las encuestas en la mano, a día de hoy, los pronósticos parecen inclinarse más bien por un resultado ajustado, no por una debacle socialista.
A las puertas de una convocatoria donde lo más relevante podría ser el resultado al alcance de la extrema derecha, la violencia política que atraviesa Europa vuelve bastante probable que el marco donde se encuadre la campaña gire sobre la necesidad vital del proyecto europeo de parar la ola ultra; no en la urgencia de enseñarle a Sánchez la puerta de salida. La perspectiva de que Vox no solo no retroceda, sino que se beneficie de la marea que parece subir en el continente tampoco ayuda.
En semejante escenario no es de extrañar que el Procés sea la nueva ETA y haya que mantenerlo vivo como sea. La mejor opción de Feijóo sería que el ansia de obtener un buen resultado por parte de Sumar y Podemos les lleve a convertir al PSOE en el adversario a batir durante la campaña y les pierda el apremio por marcar distancias con los socialistas. Es el hueco que Feijóo encontraría para internarse por la banda y plantarse solo ante la portería libre de marca. Podría anotar algún gol. Pero hacen falta muchos para la goleada que pretende.
“Sólo nos quedan las europeas”, cuentan que explicó a su comité de dirección. Con esa actitud derrotista no hay nada que hacer, Alberto. En esta legislatura nunca se sabe dónde está la fortuna de uno.
Núñez Feijóo tenía un plan. Se trataba de un plan muy bonito y estaba muy bien pensado. La trama se desplegaba siguiendo un cronograma en cuatro fases que terminaban en la anhelada derrota definitiva del sanchismo.
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Antón Losada
Profesor Titular de Ciencia política y de la administración en la USC. Doctor europeo en Derecho por la USC. Máster en Gestión pública por la UAB. Escritor y analista político. Padre de Mariña.
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