Elecciones UE
Frente a los monstruos que acechan en Europa, necesitamos una alternativa anticapitalista y socialista
Los gobiernos de todo el mundo abren el camino hacia la guerra, hacia nuevos genocidios y catástrofes. Pero hay otra salida. Lo muestran movimientos como el de la juventud de las acampadas por Palestina
Pablo Castilla / Lucía Nistal 7/06/2024
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En estas elecciones europeas la amenaza de la extrema derecha es más fuerte que nunca. Tras sus discursos machistas, xenófobos y LGTBIfóbicos, se atrincheran los más fieles defensores del capital. Desde el gobierno de Javier Milei en Argentina, vanguardia de esa reacción mundial junto con el genocida Netanyahu, hasta Abascal, Meloni, Orbán o Le Pen, todos son grandes enemigos de la clase trabajadora, de las mujeres y la juventud. Posan de outsiders, pero son representantes puros del sistema. Hace unas semanas, Milei no solo se reunía con Vox en Madrid, sino con los principales directivos del Santander, BBVA, Telefónica, Iberia, Mapfre o Indra.
Frente a su ofensiva, que busca dividirnos, toca plantarles cara. Hay que dejar claro que la rebeldía viene por la izquierda. Eso es lo que queremos hacer jóvenes y trabajadores que conformamos la candidatura anticapitalista de la Corriente Revolucionaria de los Trabajadores. Porque hace falta quitarles la careta y proponer una nueva hipótesis para pararles los pies. Durante el ciclo político anterior, abierto con el 15M, la izquierda que entró a las instituciones apostó por cambiar desde dentro el Estado existente, cogobernando con los representantes del “extremo centro”. Nos parece que esa apuesta, lejos de construir un muro firme frente a la derecha, les ha allanado el camino.
Hoy vemos que los que se llevan las manos a la cabeza con el crecimiento de la ultraderecha, en realidad, han tomado buena parte de su agenda. Mientras la criminalización contra las personas migrantes avanza, la Unión Europea firma el Pacto sobre Migración y Asilo. Este acuerdo de la vergüenza –promovido bajo la presidencia española del Consejo– significa militarizar las fronteras y endurecer la persecución contra quienes huyen de la miseria. Una situación provocada, precisamente, por el expolio y el extractivismo de las grandes empresas europeas y norteamericanas.
La derecha recupera el nacionalismo más rancio. ¿Cómo responde la gobernanza de la UE? Con un rearme histórico y discursos llamando a prepararse para una guerra aún peor que la que está destrozando Ucrania hace dos años. Si la ofensiva emprendida por Putin es en favor de la oligarquía rusa, el rearme imperialista de Europa y Estados Unidos es sin duda para proteger sus propios intereses. Tambores de guerra resuenan con fuerza, contornos de una situación que recuerda trágicamente la antesala histórica de 1914.
Esta no es la única catástrofe a la que nos llevan los capitalistas: crisis climática, precariedad, hambrunas. Ese es el futuro negro que están construyendo. Si después de la crisis del 2008 impusieron austeridad, recortes y rescates a la banca, tras la pandemia, Bruselas dictó un plan hecho a medida de las ganancias de las grandes empresas. En los últimos años, los gobiernos europeos –progresistas y conservadores– actuaron para contener los salarios frente a la inflación, provocando el empobrecimiento de trabajadoras y trabajadores, contraparte de los beneficios extraordinarios de los especuladores.
En este marco, el gobierno del Estado Español del PSOE y Sumar – en la misma línea que el anterior con Unidas Podemos– se ha ubicado como adalid del “progresismo” europeísta. Pero la realidad es que son y han sido parte de este nuevo “extremo centro”.
En materia migratoria, el gobierno progresista no solo carga en su haber con el asesinato de decenas de migrantes en Melilla, sino que vendió el Sáhara Occidental definitivamente a Marruecos para que la dictadura alauita se encargue de hacer el trabajo sucio en la frontera. La gestión del ministro Marlaska será recordada por los crímenes en la frontera y a las infiltraciones policiales a los movimientos sociales. Y no olvidamos que la coalición progresista acogió la cumbre de la OTAN más importante en décadas, que incorporó –a propuesta del ejecutivo español– la consideración de la inmigración ilegal como una amenaza híbrida.
En 2023, el relato de los presupuestos más sociales de la historia sirvió para aprobar los presupuestos más guerreristas, concretamente 27.000 millones de gasto militar según el Centro Delàs. Si tras el 2008 Zapatero se reunió con las principales empresas del IBEX para decidir cómo salvarles frente a la crisis, ahora Sánchez se cita con toda la industria militar española en la Moncloa.
Llevamos años escuchando que a la derecha solo se la podía frenar apoyando al mal menor, pero este seguía siendo un “mal”, porque aplicaba parte de su agenda. Nuestra negativa a seguir ese camino no es fruto de ningún izquierdismo, sino la convicción de que necesitamos construir una izquierda que levante otra alternativa, o la derecha nos arrollará. Nuestra candidatura la componen en un 60% jóvenes menores de 27 años. Algunas vivimos el 15M y somos parte de la generación que ha hecho una experiencia con la izquierda institucional en el ciclo político anterior. Otros, más jóvenes, hemos entrado a la vida política viendo que los progresistas no resolvían los grandes problemas de vivienda, precariedad o salarios de miseria. Estamos convencidos que, a la derecha de verdad, no la paramos con una izquierda de mentira. Necesitamos una izquierda que se proponga reconstituir un proyecto anticapitalista y socialista.
No nos conformamos con salir treinta minutos antes del trabajo, queremos el reparto de horas sin reducir el salario, para acabar con el desempleo y recuperar tiempo para la vida. Tampoco nos alcanza con poner límites parciales al alza del alquiler, queremos la expropiación de los pisos vacíos en manos de los bancos y fondos buitres. No queremos seguir siendo súbditos, sin poder ejercer el derecho a decidir. Queremos recuperar la movilización que se proponga tumbar el Régimen del 78 y abrir verdaderos procesos constituyentes donde poder decidirlo todo. Y por supuesto, no queremos ser testigos mudos de un genocidio, ni los peones de sus guerras y políticas imperialistas. Por eso exigimos la ruptura de todos los acuerdos con Israel y el fin de las leyes de extranjería, la condonación de las deudas externas y el fin del expolio de las multinacionales españolas en América Latina, Asia y África.
La idea de que lo único posible son cambios cosméticos “desde adentro” del Estado capitalista, ya se mostró como una trampa. Ellos tienen su entramado de jueces, policías patrióticas y cloacas, con la Corona de salvaguarda. El Parlamento Europeo es otra institución antidemocrática, a medida de los lobbies de las farmacéuticas y la industria de la guerra. Para nosotros y nosotras, estas elecciones son una oportunidad para amplificar una voz anticapitalista y socialista. Y, sobre todo, para sembrar la idea de que es necesario volver a confiar en la capacidad de lucha de la clase trabajadora, las mujeres, migrantes y la juventud. Esa clase trabajadora que en el siglo XXI es más racializada y feminizada que nunca, y que tiene la posibilidad de agrupar en una lucha común a todas las oprimidas y oprimidos en esta sociedad.
Los gobiernos capitalistas abren el camino hacia la guerra, nuevos genocidios y catástrofes. Pero hay otra salida. Lo muestran movimientos como el de la juventud de las acampadas por Palestina que se extiende en todo el mundo y del que somos parte. Son tendencias que anticipan que las fuerzas sociales necesarias para un cambio radical volverán a entrar en escena. Nos queremos preparar para que la próxima movilización desde abajo no vuelva a ser pasivizada y desviada desde arriba, porque necesitamos ganar.
Nuestra lucha es por una salida anticapitalista, un socialismo desde abajo, que no tiene nada que ver con la experiencia burocrática del estalinismo. Para poder poner todos los recursos del trabajo humano, la ciencia y la técnica al servicio de las necesidades sociales. Que quienes movemos el mundo seamos los que democráticamente decidamos todo lo que se produce, cómo se produce y cuánto se produce, con el objetivo de establecer una relación no destructiva con el ambiente. Para construir nuevos vínculos entre los pueblos, basados en la cooperación y la fraternidad, no la competencia y la guerra. Nuestra lucha es por un futuro libre de toda opresión y explotación, por un futuro que merezca la pena ser vivido.
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Pablo Castilla y Lucía Nistal son candidatos al Parlamento Europeo por la Corriente Revolucionaria de los Trabajadores (CRT).
En estas elecciones europeas la amenaza de la extrema derecha es más fuerte que nunca. Tras sus discursos machistas, xenófobos y LGTBIfóbicos, se atrincheran los más fieles defensores del capital. Desde el gobierno de Javier Milei en Argentina, vanguardia de esa reacción mundial junto con el genocida Netanyahu,...
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