NO NI NÁ
Abajo los fascistas, carajo
El debate de candidatos a las elecciones europeas de la Ser muestra una ultraderecha normalizada, que esparce odio con impunidad. El miedo ya no sirve como dique; sin más derechos, no habrá escapatoria
Vanesa Jiménez 3/06/2024
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Si me preguntaran quién ha ganado el debate de candidatos a las elecciones europeas de la Ser, yo, como Cifuentes, me haría la rubia. No ni ná. Incluso respondería que estaba planchando, porque me relaja. La realidad, tras 90 minutos de escucha atenta, es que el discurso del odio se ha ido colando por muchas rendijas, envuelto en unos medios complacientes y en una retórica contundente, hasta reafirmarse en lo que ya es, una opción posible en una democracia, la tercera fuerza en preferencia de voto según el sondeo realizado por 40dB. para el mismo grupo que organizaba el debate.
El candidato de ultraderecha ha sido absolutamente eficaz para los más dispuestos y no sé cuánto para los que dudan sobre su voto mientras escuchan una de las tertulias de la mañana, ven a alguna de las reinas de la televisión amantes de la fruta o a esas hormigas apulgaradas adictas también a las manzanas y las peras. El racismo no se hace solo. Han sido años de prime time, de reportajes en suplementos dominicales, de entrevistas hasta las trancas de almíbar, de editoriales, perfiles y análisis… para que un día, que ha sido hoy, el discurso de los propagadores de odio en sus muchas versiones se haya impuesto con total impunidad.
Ya no hay que taparse –que se lo digan a Milei–, ya pueden hablar de “moros”, que somos todas
Ya no hay que taparse –que se lo digan a Milei–, ya pueden hablar de “moros”, que somos todas, y de “muros”, a grito limpio. Y en este punto en el que estamos, los ultras son más efectivos que nunca, porque ellos no apelan a las tripas, apelan al rincón más oscuro de las tripas que todos tenemos, y cuando, como ahora, consiguen entrar, el futuro se les vuelve ancho y a nosotras mucho más oscuro.
Allí, donde todo es posible, pueden hablar de burkas, machetes, delitos, musulmanes o fronteras, como hizo el candidato de extrema derecha, para sentenciar que “la inmigración ilegal está rompiendo la identidad europea”. Pueden autoproclamarse representantes de la seguridad, también de las mujeres, víctimas continuas de la amenaza del hombre migrante, como hizo el ultra al estilo Marine Le Pen, o definirse como defensores de las familias, aunque solo de las europeas. Pueden llamar “el peor ministro” a una candidata (Irene Montero) porque el liderazgo es masculino y las señoras mejor en casa, que después tienen 50 años y lo de no haber sido madre nos destruye (yo estoy estupendamente). Pueden, por fin, odiar sin caretas. Y en eso están, porque el odio contra el de fuera es la amalgama más fuerte. Ya lo explicó Umberto Eco cuando alertó del fantasma que de nuevo nos rondaba: “A los que carecen de una identidad social cualquiera, el fascismo les dice que su único privilegio es el más vulgar de todos, haber nacido en el mismo país”. Además, pueden, como hizo el ultra, presumir de sintonía con Giorgia Meloni, la nueva mejor amiga de Ursula von der Leyen.
Sobre el resto de candidatos, no hay mucho que comentar, por más que los organizadores se empeñen en decir que se habló muy y mucho de Europa. El debate se desarrolló en clave nacional, con los mismos mensajes de las últimas elecciones. Por orden de voto, según los sondeos que no son el CIS –como escríbía hoy en X mi compañero Guillem Martínez, “Todo el mundo debería de tener un CIS. Que te dijera, antes de salir de casa, que estás mono, por ejemplo”–, Dolors Montserrat, la candidata del PP, o érase una mujer a unos papeles pegada. No abandonó la matraca antisanchista, con la ley de amnistía en el centro. Resulta curioso que, mientras ella hablaba, su jefe, Alberto Núñez Feijóo, no descartara presentar una moción de censura tras las elecciones del 9 de junio “si hay un contexto adecuado”. Puigdemont, calienta, que sales. La socialista Teresa Ribera fue la única candidata que dio muestras de conocer Europa y sus instituciones. Ribera reivindicó el Gobierno de Sánchez y se cuidó mucho de reivindicar la socialdemocracia europea, que Alemania no está para muchos trotes. La socialista no se salió ni un poquito del guion, como tampoco lo hizo la candidata de Sumar, Estrella Galán, que pese a sus intentos iniciales por separarse de sus socios del Gobierno de coalición terminó reivindicando a su formación como “corazón” del ejecutivo. La candidata de Podemos, Irene Montero, eligió el marco guerra/paz para abordar todos los bloques de debate. Terminó encerrada en el marco. Sobre Jordi Cañas, el candidato de Ciudadanos, podría decirse que no aportó ni una medida concreta. Me parece bien, 40dB. le da un 1% de los votos.
El discurso que alerta contra el lobo del fascismo ya no funciona
En un país en el que no han existido los cordones democráticos, y con buena parte del sistema entregado a normalizar a la ultraderecha, el discurso que alerta contra el lobo del fascismo ya no funciona. Están aquí y ya no dan miedo. Si las fuerzas democráticas no cierran con más derechos ese camino directo que va a lo más hondo de las tripas, el America First, la justicia social como aberración y los aspirantes a Netanyahu estarán a la vuelta de la esquina. En Europa y aquí.
Sin más derechos, nos encaminamos al totalitarismo. Sin vivienda, nos encaminamos al totalitarismo. Con hambre, nos encaminamos al totalitarismo. Con una sanidad y una educación públicas mermadas, nos encaminamos al totalitarismo. El CIS, hecho público también hoy, coloca a un señor ultra de nombre Luis Pérez Fernández (conocido como Alvise), con un partido llamado Se acabó la fiesta, como la quinta fuerza con entre un 4,9% y un 5,7% de los votos. También dice que ganará el PSOE.
Yo no votaré contra el fascismo. Votaré por los derechos de todas. Aún estoy reflexionando. No ni ná.
Si me preguntaran quién ha ganado el debate de candidatos a las elecciones europeas de la Ser, yo, como Cifuentes, me haría la rubia. No ni ná. Incluso respondería que estaba planchando, porque me relaja. La realidad, tras 90 minutos de escucha atenta, es que el discurso del odio se ha ido colando por muchas...
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Vanesa Jiménez
Periodista desde hace casi 25 años, cinturón negro de Tan-Gue (arte marcial gaditano) y experta en bricolajes varios. Es directora adjunta de CTXT. Antes, en El Mundo, El País y lainformacion.com.
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