SI BREVE (EUROPEAS)
La derecha
Protagonizar una campaña turbia, con trampas y no ganarla, o no ganarla de manera aplastante y desestabilizadora, puede hacer que a Feijóo se le instale en el rostro un parecido razonable con Pierre Nodoyuna
Guillem Martínez 6/06/2024
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1- Veamos cómo les va a las derechas españolas en esta campaña de circunscripción única.
2- Algo sucede con las derechas españolas. Puede parecer que sucede lo mismo que en toda Europa con todas las derechas nacionales –hay pocas que, snif, ya no sean, tan solo, eso–. Se trata de la sensación de que se salen, de que tal vez han superado todas las travesías del desierto, de manera que, por primera vez desde 1945, hay derechas gore que pueden expresarse a sí mismas con frescura, sin límites ni tabúes. ¿Las derechas españolas gastan esa talla? ¿Están tan grandes y gordas que, para verlas, tienes que hacer como con las pirámides, y retroceder unos pasos? Probémoslo. Retrocedamos unos pasos. Vayamos atrás, hasta, concretamente, el pasado 17 de mayo.
3- El pasado 17 de mayo se celebraba en MAD el congreso de Vox. Al acto vinieron líderes de la extrema derecha planetaria. Orbán, Le Pen, Meloni (por vídeo), Milei y, entre otros all-stars, un representante del Gobierno de extrema derecha israelí. Se trata de mucho jefe. Y, por lo tanto, de poco indio. Es decir, el congreso, por esas razones funcionales, no fue un congreso –el momento de estructuración de una inteligencia colectiva–, sino una suerte de espectáculo, disciplina a la que fue orientado el evento. Sucediera lo que sucediera en el congreso, no sucedió, así, algo nuevo –un plan, un programa, nuevas coordinaciones–, sino un espectáculo. Ver aquel congreso como fruto del espectáculo, ese eterno directo, antes que como fruto de la inteligencia, ese cálculo de posibilidades, cambia un tanto lo sucedido.
4- Fue importante, en ese sentido, que al congreso fueran líderes cuyos partidos se ubican en dos grupos parlamentarios europeos distantes y a la greña. ¿Significa que lo están dejando? ¿Puede haber un solo grupo parlamentario de extrema-derecha 2.0 en Europa, que podría ser, glups, el segundo o tercer grupo del Parlamento Europeo? Sí, eso puede suceder. Pero, en principio, la presencia de líderes contradictorios, que incluso no se hablan, solo alude al tipo de acto al que esos líderes fueron. Lo dicho, un espectáculo. Un acto sin importancia, sin especial intercambio o negociación de mensajes estructurales. Y eso quedó claro en la prensa internacional, donde la gran reunión de líderes mundiales de la extrema derecha no existió. El acto no fue un acto internacional. Fue un acto exclusivamente local, lejano, sin recorrido. No fue necesario comunicarlo.
Vox vive de las rentas de una idea antigua: una revolución lingüística y cognitiva, realizada por líderes del PP y de FAES, que hoy ejercen su labor en Vox
5- Es importante que Vox, en todo caso, haya conseguido que invitados tan prestigiosos acudieran a su guateque. Poco más. ¿Por qué acudieron? ¿Vox es tan importante? Por ahora, no. Pero Vox tiene algo importante en su ser. Es algo tan profundo que, por fuerza, es algo previo a Vox, un partido demasiado joven y, por ello, demasiado poco profundo. Es algo que, en todo caso, hace que Vox sea un puente entre los nacionalismos sudamericanos y norteamericanos –y por ello con Atlas Network, organización republicana USA que corta el bacalao en las nuevas derechas sudamericanas, expandiendo el vocabulario libertario donde solo había vocabulario clasista y derechista–, así como con los nacionalismos del Este, y con algunos nacionalismos occidentales, como el italiano y el francés. Ese algo es una casilla anterior a Vox, que se produjo en el PP pre-Vox. Se trata de la experimentación con el lenguaje a través de FAES, intensificada desde finales del siglo XX, época en la que FAES inició un íntimo contacto intelectual con los think-tanks republicanos USA. Vox, un partido sobre una buena ola, pero sin grandes ideas propias –al punto de transformar su congreso en un espectáculo–, vive de las rentas de una idea antigua: una revolución lingüística y cognitiva –es decir, de cambio en las percepciones–, realizada por líderes, del PP y de FAES, que hoy ejercen su labor, con menos brillantez, parece, en Vox.
6- Por lo mismo, el acto de Vox tuvo algo de acto malogrado. A Vox, ese tipo de actos no le suponen un significante nuevo. Pero sí que suponen resignificación al PP, su convidado de piedra, sponsor en ocasiones, compañero de viaje, y socio político de Vox en chorrocientos ayuntamientos y CC.AA. Ese acto asustó al votante PP. Un votante no necesariamente identificado con las hazañas bélicas de Netanyahu, con la verbalización extrema del nacionalismo, y con un racismo explícito, por citar algunos llenapistas. Como sucedió en la campaña para las generales, tras las elecciones municipales y autonómicas, el socio de PP, el muñequito que en ocasiones habla por él, da miedo al electorado PP. Mucho miedo.
Se ha hablado mucho de un informe FAES en el que se dibuja a Vox como un partido alejado de la democracia
7- Y eso, que está pasando factura, habla de la gran originalidad en Vox. Las nuevas extremas derechas no deben dar miedo, al punto que eliminan sus puntos problemáticos –los que dan canguelo–, los hacen circular por otros itinerarios, democráticos, en ocasiones con argumentación izquierdista, o incluso anarquista, de manera que puedan ser adoptados por ciudadanos que nunca jamás se declararían ultraderechistas, ni creen serlo. Las derechas procesistas, en ese sentido, lo han hecho muy bien. Sus puntos de vista sobre inmigración –en nada distintos a los de Vox– no precisan de patriotismo o supremacismo explícito, sino que transcurren por una rebeldía fresca, salvaje y cool, antiestatalista, incluso. La nueva extrema derecha es eso, y ahí reside su originalidad y su poderío. No es, aparentemente, extrema derecha, no gasta ese vocabulario, sino el tuyo. Vox –y con él, el PP– representa algo viejuno en ese pack. No presenta sus restricciones de derechos con lenguaje del futuro, sino con lenguaje del pasado. Para corregir ese contrasentido, van bien los congresos. Que Vox no hace, visto lo visto.
8- A ese miedo introducido por Vox, y que afecta al PP, Jaime Miquel agrega otro error, netamente del PP. Se trata de la cruzada contra Sánchez, el convertir estas elecciones –europeas; es decir, de alta abstención– en un plebiscito contra Sánchez/la amnistía/Begoña Gómez, lo que le ha hecho perder al PP, sostiene Miquel, la inicial ventaja de un millón y medio de votos. Se dice rápido. El PP parece estar volviendo a reproducir, en esta campaña, los errores de la campaña de las generales. Lo que es peligroso. Más aún para su líder. Protagonizar una campaña turbia, con trampas y no ganarla, no ganarla de manera aplastante y desestabilizadora, puede hacer que a Feijóo se le instale en el rostro un parecido razonable con Pierre Nodoyuna. La cara, en fin, del secretario general del PP momentos antes de ser sustituido por el Moreno Bonilla de turno. Feijóo, en fin, no puede verse sustituido por Ayuso, ese personaje inexportable fuera del único ecosistema político en el que no da miedo.
9- Se ha hablado mucho de un informe FAES, en el que se menciona la necesidad de alejarse de Vox, y en el que se dibuja a Vox como un partido alejado de la democracia. Lo que puede indicar a) que el PP, por fin, se está encontrando el culo con ambas manos. O lo que es lo mismo, que b) Aznar ya no pinta nada en FAES, por lo que puede no pintar nada en el PP. Pero también habla de, me temo, c) la inteligencia interna de los partidos, donde, si no se desmadra la cosa, cabe cualquier tipo de informe, pues nadie los lee/no son importantes. En términos generales, y esto siempre me ha sorprendido, en la cúpula de los partidos –de todos, glups– no se habla de política. Lo máximo, de comunicación.
10- La prueba es que el PSOE, que parece también no estar muy brillante, va tirando con la a) carta de Sánchez 2.0, que no ofrece nada ante un presumible caso de prevaricación sobre Begoña Gómez, salvo sentimentalización. Sánchez parece estirar ese chicle, al punto que b) su esposa ha irrumpido en campaña, convertida en un personaje pop, que es lo mejor que le puede pasar a un personaje político. Eso vale toda la pasta del mundo. Y la ha pagado el PP. Otro chollo-bollo que se ha topado el PSOE ha sido el fenómeno Alvise. Pueden ser más de 500.000 votos –un Ruiz Mateos, vamos–. Votos de extrema derecha no verbalizada como tal –la buena, la del futuro–, extraídos a Vox y a PP.
La izquierda, a diferencia de las nuevas extremas derechas, debería abandonar la política simbólica. Denunciar al Gobierno Netanyahu en el TPI
11- La fragilidad, la falta de sustancia del PSOE en esta campaña europea, en la que no se habla de Europa –por ejemplo, casi nadie habla de la guerra–, es también el progresivo posicionamiento ante Palestina, ese tema históricamente tan importante para las izquierdas españolas. En un primer momento, Sánchez anunció el reconocimiento de Palestina como Estado. Un símbolo. Es decir, algo poco importante. Hace escasas horas, el ministro de Exteriores ha anunciado que España se sumará al procedimiento del TPI en la demanda de Sudáfrica contra Israel. ¿Esto deja lo meramente simbólico? No. Seguimos ante el símbolo, en este caso, en un conflicto en el que un Gobierno de extrema derecha está efectuando crímenes contra la Humanidad. Es decir, España no emite una demanda propia, no se adhiere a la demanda sudafricana, no emite, vamos, demanda alguna, sino que, simplemente, se suma a una propuesta irlandesa y se persona en el procedimiento como amicus curiae, una suerte de asesor voluntario, una figura muy USA/UK. No es mucho. Pero tal vez es suficiente para, sin hacer nada, satisfacer a determinada izquierda española, muy dada a la simbología, sin necesidad de medidas más efectivas. La izquierda, a diferencia de las nuevas extremas derechas, debería abandonar la política simbólica. No sé, denunciar, lo dicho, al Gobierno Netanyahu en el TPI –eso sería categórico–.
12- En lo que es una metáfora, que explica cómo el PP no está ganando y cómo el PSOE puede –técnicamente, estéticamente, y con muy poco esfuerzo– ganar el 9J, Fernando H. Valls informa en La Vanguardia del hecho de que Junts, en el Congreso, pretende volatilizar el impuesto de patrimonio, para lo que necesita los votos de PP y Vox. Igual los consigue. Existe una derecha panespañola efectiva, similar, con un programa común, pero con un léxico y unas banderitas diferenciadas. Es una derecha de la que no se habla en los congresos-espectáculo. Y que supondría gobiernos estatales y estables por años. No asumir esa derecha ecuménica española le ha supuesto al PP varios años de oposición, por ahora. Eso no durará siempre.
1- Veamos cómo les va a las derechas españolas en esta campaña de circunscripción única.
2- Algo sucede con las derechas españolas. Puede parecer que sucede lo mismo que en toda Europa con todas las derechas nacionales –hay pocas que, snif, ya no sean, tan solo, eso–....
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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