SI BREVE...
El PSC
Illa debería liderar una propuesta de tripartito, con ERC dentro, o no. Preconstruir algo que viene de Francia y que, tarde o temprano, se tendrá que plantear por aquí ante el auge de las extremas derechas
Guillem Martínez 25/06/2024
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1- En el momento en el que escribo estas líneas parece que hay acuerdo para la renovación del CGPJ. De hecho, el posible acuerdo está debajo de las escenografías sobre las que se discute el acuerdo. Se trata de escenografías sumamente absurdas, que eclipsan e impiden ver lo que hay debajo de ellas. Debajo del hecho curioso, ridículo, de una reunión a tres bandas en Bruselas, en la que el PP negocia con el PSOE con un relator, como si negociara con el IRA, se esconde lo que sucede. Lo que sucede es algo sencillo. El PP se negó a negociar la renovación del CGPJ después de que Rajoy perdiera el gobierno. Sencillamente, se dio el tiempo, y la oportunidad, de ganar las siguientes elecciones generales, y negociar así el asunto con el sombrero gubernamental. No las ganó. Ni las siguientes. Ni las siguientes. Ahora le toca al PP asumir que no es gobierno, que el mega-ciclo electoral ha finalizado. No es muy costoso asumirlo, de hecho, pues el staff del PP está formado por profesionales, que saben que es el momento de asumirlo. Y, en ese trance, rascar algo en la negociación. Tal vez es eso lo que está pasando en este preciso instante. Si no pasa eso, terrible, es que pasa algo más terrible. Lo –más– terrible: que al PP se le haya olvidado por qué no renovaba el CGPJ. Puede suceder, si bien es dramático, como es dramático ese momento en el que los ancianos olvidan lo que buscaban, y dan vueltas y vueltas en su propia casa, buscando algo que han olvidado que buscan.
2- El abuso de la escenografía es normal en una cultura en la que a) hace décadas que se practica la Guerra Cultural –lo que podría ser la originalidad española, húngara, polaca e italiana–, de manera que todo sucede debajo de ella. Pero también es algo normal en una cultura –en esto España es menos original– en la que b) se produjo un ERE en la política en los años 80, momento en el que se formula el neoliberalismo y los señores y las señoras normales abandonan, paulatinamente, la política, esas escenografías absurdas y sin sentido alguno. Ese abandono dejó la política en manos de escenógrafos, de personas que confunden la vida y la política y necesitan, por ello, coreografías para demostrar una gran falsedad: que la política es la forma más eléctrica de la vida. Necesitan, en fin, construir pequeños estadios de Nuremberg cotidianos. No nos damos cuenta, pero una reunión en Bruselas, con relator, para lo del CGPJ, no deja de ser la narración de algo falso/un acto en un pequeño estadio de Nuremberg/el triunfo de la voluntad.
El sentido de estas líneas es explicar lo que sucede en Cat, debajo de sus escenografías
3- Hola. Martínez. El sentido de estas líneas es explicar lo que sucede en Cat, debajo de sus escenografías. La utilidad de saberlo es que Cat no es una seta. Lo que sucede en Cat sucede también en su chepa, estimado lector. Además, si consiguen descifrar la cultura peninsular con las escenografías más barrocas, podrán descifrar a oscuras la política española. O la corte bizantina. O el Mikado. La idea es aprovechar el largo silencio catalán –las cosas, en Cat, están transcurriendo en silencio, debajo de las escenografías– para poderlas ver, ahora que todo el mundo está un tanto calladito, con cierta claridad.
4- Básicamente lo que sucede es lo siguiente. El catalanismo ha perdido las elecciones. Así como suena. Lo que es algo que no sucedía desde principios del siglo XX, cuando la Lliga arrasó. Desde entonces, en todas las elecciones –salvo las del Tercio Familiar–, había ganado algo –de derechas, o de izquierdas–, que era, básicamente, catalanista. Si bueno, en 2017 ganó C’s/Arrimadas. Pero aquello no tenía opciones, pues el catalanismo no había perdido, tenía mayoría en el Parlament. Hoy, pues no. Y esto es lo suficientemente dramático como para que nadie lo vea. Como, me temo, es el caso.
5- Analicemos el bloque catalanista.
6- ERC está pajarito. Se intentó, en un principio, que Aragonès fuera el fusible de la crisis, de manera que no se quemara toda la instalación eléctrica. Pues bien, se ha quemado toda la instalación eléctrica, al permitirse que la crisis alcanzara a Junqueras/al gato. Ahora mismo, ERC es un sistema de toma de decisiones vertical, raruno, y tendente a tomar malas decisiones –verbigracia: a) sustituir al PP como socio de CDC durante la austeridad, en 2012; b) presentarse junto a CDC a las elecciones de 2015; c) asumir la organización del referéndum de 2017, aún sabiendo que solo sería una escenografía, nada; d) meter la pata con un tuit, que en octubre de 2017 condujo a escenografías más absurdas de las previstas, incluso en aquel momento; o e) garantizar la presidència del Parlament a Junts en dos ocasiones, de manera gratuita y absurda, la última hace pocas semanas–. Pero puede serlo aún más, sin paliativos, y sin resortes propagandísticos para disimularlo.
7- En anteriores crisis, por ejemplo, había habido cierta sabiduría. La salida, en globo, de Joan Puicercós y de Carod Rovira, fue facilitada por La Caixa, que aportó estabilidad, honor y nuevos empleos para los políticos salientes –un político saliente, en la península, suele ser un marrón–. La Caixa, de hecho, ha sido la mano invisible en la política catalana, la gran proveedora de estabilidad y de soluciones imaginativas para que la sangre nunca llegue al río. Como los 250.000€ que La Caixa otorgó al presi de la ANC durante su etapa glory days. Pues bien, La Caixa hoy, tras su cambio de domicilio fiscal, no es una empresa catalana, por lo que dudo que aún le interese solucionar problemas enojosos. Es más, no lo hará, me dicen.
8- Con una ERC consagrada a su propio caos, un caos que puede aumentar tras su congreso de octubre –pista: el independentismo, que debería haber sido algo más claro y menos ambiguo que el catalanismo, no ha llegado nunca, en el ínterin 2012-2024, a ser un poco más claro y unívoco que su casilla anterior; es decir, no existe un corpus ni un programa independentista más allá del procesismo, ese crecepelo, por lo que ese congreso que viene puede ser poco más que una catarsis, pura furia, sin aportaciones claras, no apasionadas, y no tendentes a la exhibición de identidades puras; veremos–. Sobre el caos: está resultando poco edificante ver cómo líderes y cuadros, de pronto, zas, hablan mal de su exlíder Junqueras, y aportan, en ese trance, sospechas sobre su equilibrio mental. Como, en su día, se hizo, exactamente, con Carod Rovira. Lo que indica no solo poco respeto y charme, sino poca capacidad para evaluar los problemas internos. En un partido, esos problemas nunca son psiquiátricos. Son éticos e ideológicos.
9- Junts no lo tiene mejor. Ha ganado a ERC, pero no está en forma. Hace poco más de un mes, Puigdemont debería haberse hecho cargo de la ANC, sin muchas dificultades, pero al puigdemontista que tenía que ser el presi de esa asociación –Lluís Llach– le costó mucho más de lo previsto hacerse con el cargo, que consiguió al final y por los pelos. Lo que es un indicio de una debilidad inusitada, nunca vista. Por lo demás, a Junts le crecen los enanos. Acaba de aparecer un posible caso de corrupción de cajón en el Consell de la República. Al parecer, y según informa El Món, un líder exiliado desviaba dinero de la proto-república a su cuenta personal. Lo que en Cat puede no trascender –el procesismo se informa a través de sus propios medios, de manera que lo que aparece en otros, no existe–, si bien podría tener consecuencias penales en Bélgica. Por otra parte, la propaganda de Junts reposaba en la aplicación de una amnistía que, al parecer, no tiene por qué aplicarse para los all-stars con causa en el TS. Hace escasas horas, por cierto, se ha aplicado, por primera vez, la Ley de Amnistía. En el TSJC. Y en la figura de uno de los Consellers de Interior más chungos que ha habido en la Gene. Sin amnistía, y con probable euro-orden, a Puigdemont le queda aún la carta de un retorno que le conduciría directamente a la trena, al parecer, pero que salvaría una carrera política francamente tocada. Veremos.
ERC y Junts pueden negociar, llegar a un pacto, gobernar. Pero sería un desastre
10- Las escenografías observan a ERC y a Junts como personajes importantes. Pero las suyas son escenografías improbables. Sí, pueden negociar, llegar a un pacto, gobernar. Pero sería un desastre, un hundirse más en cierta incapacidad, demostrada en sendos gobiernos procesistas conjuntos y pasados. Uno de ellos, especialmente desastroso: aquel que se enfrentó a una pandemia únicamente con coreografías. En todo caso, estas y otras escenografías, improbables, y de las que todo el mundo habla, impiden ver lo que pasa. Pasa el PSC.
11- Aparentemente, la baza del PSC consiste en posibilitar una Financiación Singular a ERC. Lo que es falso, pues es imposible elaborar una Financiación Singular. Por dos razones. La menor es que no hay tiempo material de hacer ese tipo de leyes antes del 26A, día en el que, en ausencia de presi de la Gene, se convocarían elecciones automáticas. Es decir, no hay tiempo de hacer una financiación federal, o su contrario, una financiación medieval/foral. Es posible que los escenógrafos catalanes no lo sepan. Pero es así. Sí, claro, podrían hacer un apaño con esta diputación grandota, que es la Gene, para volver a conseguir el-mejor-sistema-de-financiación-de-la-historia, como ya se ha hecho tantas veces. Pero en esta emisión es posible que no cuele, pues Cat, precisamente, viene de un gran fracaso denominado una-década-de-continuos-éxitos-históricos. La baza del PSC sería otra. No sería una escenografía. Y, tal vez por ello mismo, no parece que se esté produciendo.
12- El PSC debería liderar una propuesta de tripartito, con ERC dentro, o no, del Govern. Es decir, un programa de izquierdas. Que, por supuesto, no sería el de la Comuna de Calanda. Pero que debería resultar inapelable, imposible de no ver de frente para Comuns y ERC. Ese programa y actitud deberían presuponer, preconstruir, algo que viene de Francia, y que tarde o temprano se tendrá que plantear por aquí abajo –mal, a toda leche y tomando el pelo/como escenografía, me temo–, ante el auge de las extremas derechas –en Cat, más y más variadas que en Esp; en Cat, como en Esp con el PP, con un gran partido, Junts, en progresión extremo-derechista, que empieza a calcular el uso del tema de la inmigración–. Es más, ese algo que debería plantear el PSC debería ser serio, sobrio, novedoso, un precedente, una manera de hacer, que ahorrara tiempo en el futuro, y que supusiera una guía, un ejemplo a seguir en el resto del Estado.
13- Y el PSC no hace eso porque, me temo, carece de eso. Es un PSC extraño. Se autodefine como social-liberal –esto es, como C’s, esa máquina de perder trenes, cuando los perdía–. Y está haciendo cosas raras en el Ajuntament de BCN, en la estela de las coreografías de Trias/Rita Barberà. Cosas raras con la F1, con la American Cup, con la cesión de espacios –de ese espacio denominado ciudad, vamos– a empresas, con la colaboración público-privada. Sí, recientemente el Ajuntament de BCN ha anunciado que eliminará las licencias de pisos turísticos en BCN. Pero eso no es más que el cumplimiento de una ley anterior. Algo que no presupone la vuelta de esos pisos al mercado de la vivienda. Y algo que, por otra parte, no sucederá en esta legislatura.
14- Si no hay Govern PSC, no es por ERC ni por Junts, que están pajaritos y no tienen muchos recursos para enfrentarse al destino, esa cosa que se fabrica con voluntad. Es, cada segundo más, por el PSC. Un PSC que, a presión y temperatura normales, parece preferir gobernar con Junts/los negocietes, en el Ajuntament y en la Gene.
15- Cat está edificada sobre un cementerio indio, etc.
1- En el momento en el que escribo estas líneas parece que hay acuerdo para la renovación del CGPJ. De hecho, el posible acuerdo está debajo de las escenografías sobre las que se discute el acuerdo. Se trata de escenografías sumamente absurdas, que eclipsan e impiden ver lo que hay debajo de...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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