1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.335 Conseguido 91% Faltan 16.440€

veraneo sostenible

Turismo contra qué o quién

Al hilo de las manifestaciones previstas para el 6 de julio, nos preguntamos sobre el riesgo de asimilar turismo a inmigración, lo democrático del viaje y su sentido del espectáculo, ¿qué pasa con nuestro descanso?

Anna Pacheco 5/07/2024

<p>Fotograma del documental <em>El síndrome de Venecia</em> (Pichler, 2012).</p>

Fotograma del documental El síndrome de Venecia (Pichler, 2012).

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Desde que a finales de febrero se publicó Estuve aquí y me acordé de nosotros, he participado en diferentes charlas, presentaciones y clubs de lectura. De algún modo, está siendo un viaje hablar del propio viaje turístico y reabrir en conjunto cuestiones para las que ni mucho menos tengo todas las respuestas. Voy a intentar resumir algunos de los temas que más me han interesado de los diálogos surgidos e ideas de otros que he ido anotando. 

En una presentación en Tarragona, parte del diálogo se articuló en torno al HardRock, el macroproyecto urbanístico que plantea la construcción de un gran casino en esta provincia. En este tipo de presentaciones literarias muchas veces corremos el riesgo de darnos la razón a nosotros mismos –las preguntas se convierten en reflexiones y las reflexiones, a menudo, en algo a lo que es fácil adherirse–. Otras veces, sirven para medir lo que más preocupa a la gente (o, al menos, a la gente de ese lugar) o para lamentarse por algún tema que quizás hubiera estado bien incluir en el libro y no se hizo. Sin embargo, en esa charla, aconteció algo importante y, en cierto modo, original: una mujer nos dio la razón pero no por los motivos que creíamos. 

La mujer, entre el público, dijo al resto de la gente que era cierto que había que oponerse al proyecto porque “ya sabíamos lo que pasaría” y ese ya sabíamos lo que pasaría era que “llegaría mano de obra inmigrante, que no se adaptan y que traen problemas”. La mujer habló de la petroquímica de Tarragona y sus barrios periféricos donde, a mediados de los setenta, muchos inmigrantes del resto de España fueron en busca de trabajo y casa. Dijo que ella misma se estaba encargando de convencer a sus amigos de que se opusieran al HardRock, recordándoles esos nuevos vecinos de entonces, y los que estarían ahora por llegar. Ahí se hizo un silencio, un silencio rasposo y murmurante.

Este episodio es muy ilustrativo y creo que conviene pensar sobre él. La crítica a la turistificación –algo que colectivos ecologistas, decrecentistas, movimientos sociales e investigadores llevan más de una década observando– parece estar calando en otros nichos y esferas no especializadas estos últimos veranos. Por eso, es interesante pensar bien las preguntas que nos hacemos y las palabras que usamos. Cuando hablamos de que “hay muchos turistas”, o con buena intención se denuncia el malestar de las ciudades desde la imagen de “sardinas en lata”, tenemos ahí un primer peligro de desprendimiento. La fobia a la masa o la asunción de que “no cabe nadie más” puede virar relativamente rápido a discursos antiinmigratorios y puede ser cooptada muy rápidamente por los partidos racistas y xenófobos que se alimentan de esto. En una charla en Palma con Margalida Ramis, militante ecologista y Portavoz del Grup Balear d'Ornitologia i Defensa de la Naturalesa (GOB), me explicó, por ejemplo, que por ese motivo ellos están optando por no hablar de masificación o saturación sino de turistificación. La idea de un “sobrante” puede llegar a ser muy versátil: tanto puede ser utilizada como la mujer que he citado más arriba –que no quiere que lleguen más trabajadores inmigrantes– como por asentar la idea de un territorio demasiado lleno al que le sobran personas, diluyendo peligrosamente las diferencias esenciales, por sus propias prácticas y usos del territorio, entre un inmigrante y un turista. Y también, claro está, es el pretexto que sirve para la progresiva elitización y la justificación del llamado “turismo de calidad”.

El antropólogo Manuel Delgado recordaba estos días un artículo que publicó en 2008 en el que señalaba el imaginario común que comparten estas dos figuras –turista e inmigrante– y los riesgos que entraña “detectar en el forastero la figura del bárbaro invasor”, aquel que es preferible aislar, vigilar, restringir o expulsar, “negándoles a su vez todo derecho a la complejidad, ignorando que ambos personajes conceptuales albergan un gran número de variables que los hacen muy distintos unos de otros: clase, edad, género, origen, prácticas, intereses…”. 

¿Qué significa que un centro es verdaderamente auténtico? ¿A qué año hay que remontarse? 

En una línea similar, creo que conviene hacer una defensa contranostálgica de eso que llamamos identidad; pues otro riesgo cuando hablamos de combatir la turistificación de las ciudades y pueblos es evocar un pasado idealizado en el que, ya no solo haya un excedente de guiris y franquicias, sino que, en función de la mirada que se aplique, puede acabar estigmatizando otro tipo de prácticas y usos del espacio que no se ajusten a la supuesta identidad histórica del territorio. ¿Qué significa que un centro es verdaderamente auténtico? ¿A qué año hay que remontarse? ¿A qué siglo? Para algunas personas, los bares regentados por chinos son menos auténticos y menos propios que los bares regentados por gallegos (o, ahora, sus descendientes). Albert Arias Sans analizaba el caso de Las Ramblas de Barcelona en el libro colectivo El malestar de la turistificación y, valiéndose del legado de Doreen Massey, proponía reconfigurar las nociones de “global” y “local”. Una propuesta de Arias para evitar esta mirada estrecha era: “No presuponer que si hay algo que proviene de los flujos globales es un riesgo per se o que hay que defender lo local de forma incondicional, ya que la realidad se entesta en evidenciar que esto no es así”.

Otro asunto. En la crítica a la turistificación, nunca tardan en aparecer los ceños fruncidos, la estupefacción. Alguna gente se pregunta por qué demonios hay otra gente que parece dispuesta a cargarse el turismo, o dicho de otro modo: por qué queréis arruinar también nuestras vacaciones. Si Mario Gaviria dijo aquello de que “solo los pijos, los ricos y los clasistas odian Benidorm”, puede que exista (al menos, en Twitter) una versión caricaturesca y adaptada: “Solo los activistas e intelectuales de clase media critican el turismo”. Desde este prisma jocoso, entienden que no tiene sentido fijarse en el turismo “porque es algo que todos hacemos y, además, es un placer y solo unos chiflados querrían impugnarlo”. Pero la defensa acérrima del turismo como práctica y aspiración democrática puede llegar a ser algo autocomplaciente. Durante la pasada escuela de verano organizada por el centro de investigación AlbaSud en la UB Raval se abordó, de alguna manera, todo esto en un diálogo entre los investigadores Ivan Murray y Raúl Valls. Cuando se habla de la democratización del turismo se ignora que, a escala global, el turismo tiene poco de democrático y que, en realidad, reproduce e incrementa las relaciones de explotación del Norte Global al Sur Global. Me parecen importantes las reflexiones de Murray y Cañada en este texto reciente: en muchos casos, esta fijación por la búsqueda de la coherencia individual (entonar el “tú también has sido turista” con ese tintineo) solo conlleva a una despolitización y deslegitimación de las demandas, “como si la movilización solo pudiera ser planteada desde la virtuosidad moral”. 

La tesis sobre los estilos de vida imperiales sostiene que su pervivencia solo es posible a costa de su privación a otros muchos

Raúl Valls mencionó, además, los “estilos de vida imperiales” –concepto acuñado por Ulrich Brand y Markus Wissen– para referirse al hecho de que buena parte del planeta ya está lejos de estos estilos de vida (dentro de los cuales se podría contemplar los viajes con fines de turísticos, pero no solo), y que estos estilos de vida son insostenibles en lo ecológico, pero también en lo social. “Las formas de vida imperiales ni son buenas ni son justas”, dijo Valls. “Esto significa que nuestros sistemas basales [los del mundo Occidental] tienen unas exigencias muy elevadas de recursos”, añadió Murray, lo que los hacen impracticables e irrepetibles para el conjunto de la población mundial. En resumen, la tesis sobre los estilos de vida imperiales sostiene que su pervivencia solo es posible a costa de su privación a otros muchos, pues siempre dependen de un “exterior” disponible al cual explotar y expoliar y donde externalizar sus costes. Para ellos, esta dependencia conduce a una falla inevitable, pues todos esos exteriores desean eso de lo que se les priva. Y más si encima esos mismos son una de las razones de su empobrecimiento. En el libro Modo de vida imperial: vida cotidiana y crisis ecológica del capitalismo, los dos autores explican de este modo esta colisión fundamental:

“A medida que las economías emergentes como China, India y Brasil se desarrollen al estilo capitalista, y las clases medias y altas adopten ideas y prácticas de la ‘buena vida’ del Norte, estarán aumentado su demanda de recursos y la necesidad de externalizar costos, por ejemplo, en forma de CO2. En consecuencia, ascienden y se convierten en competidores del Norte global no solo en términos económicos, sino también ecológicos. El resultado son las tensiones ecológico-imperiales (...) A esto se añade que cada vez menos personas en el Sur global están dispuestas a permitir que el modo de vida imperial del Norte global arruine su propia vida. Los movimientos actuales de desplazamiento y migración también deben verse en este contexto. Asimismo, muestran el continuo atractivo que el estilo de vida imperial representa para aquellos que aún no han podido participar en él: los refugiados buscan seguridad y una vida mejor, que se puede lograr con más probabilidad en las condiciones del modo de vida imperial de los centros capitalistas que en cualquier otro lugar”.

Esto enlaza con otra idea que arrojó el geógrafo Macià Blázquez –en el marco de las mismas jornadas– y es la de entender el “decrecimiento como una contracción en términos igualitarios y programáticos”. Es decir, el decrecimiento debe ser planeado y, esto es lo más importante, “a todo el mundo no se le puede pedir decrecer igual”. 

Para ella, era una forma de veranear que inequívocamente asociaba a momentos de tranquilidad y felicidad, de “descanso total”

En una ocasión, una chica de un club de lectura me dijo que entendía todo, pero que se le hacía difícil reimaginar las vacaciones. En su caso, sus veranos familiares consistían en alojarse una semana al año en algún resort u hotel de la costa. Ocho días, siete noches. Ni uno más. Para ella, era una forma de veranear que inequívocamente asociaba a momentos de tranquilidad y felicidad, de “descanso total”; y también a algo todavía más concreto: ver a su madre sin hacer nada. 

Esta cuestión la recogieron las antropólogas Carla Izcara e Inés Gutiérrez Cueli en este mismo seminario ya mencionado, su charla versó sobre la necesidad de imaginar futuros deseables y postcapitalistas en los que el papel histórico de la mujer no sucumba nuevamente a una lógica patriarcal. Las vacaciones (el ocio, el descanso) entendidas como eso necesario para la reproducción social. Si pensamos un horizonte de escasez –y en una reconversión a un descanso de proximidad, más social y autogestionado–, “¿quién se encargará de reponer y cuidar esos cuerpos?”, se preguntaban. Gutiérrez advirtió del peligro de reasentar imaginarios familiaristas en los que son las mujeres las que cocinan, preparan la mochila de la excursión, limpian la ropa, piensan la cena, preparan el regreso a las clases, al trabajo, acomodan la casa. Por supuesto, no es que esto solo sea un riesgo para el futuro, esta ya es la realidad de muchas mujeres, el riesgo es no poder escapar del precipicio de siempre. Izcara también habló del lujo y del cuidado comunal como una forma de reinterpretar lo que entendemos por descanso. El deseo y el placer son, dijo ella, “reconfigurables y transformables” y, de hecho, “la propia acumulación de experiencias –típica de las economías del Norte Global– también pueden llegar a matar el placer”. Esta anestesia extremadamente costosa (y que, de todos modos, es patrimonio de unos pocos poquísimos) es lo que ahora mismo también se encuentra en discusión.

De lo que se está hablando es de que el descanso sea menos excepcional 

No está de más repetirlo, pero dicho vulgarmente: nadie está en contra del descanso. De hecho, de lo que se está hablando es de que el descanso sea menos excepcional y al alcance de una mayoría global; calmar, tal vez así, nuestros deseos de exotismos y peripecias lejanas. Crear un nuevo sentido común o, en palabras del antropólogo José Mansilla, que llegue un momento en el que “la libertad sea precisamente no tener que viajar a estos lugares aunque puedas hacerlo”. 

El geógrafo Ernest Cañada habló, en su intervención, de la necesidad urgente de cambiar el foco y pensar quién es realmente el sujeto de las políticas turísticas. Para él, el problema principal es que la “población local no es sujeto político y es la clase empresarial la que exige adecuar el territorio a sus intereses”. Por eso, en muchos lugares turistificados convivimos con este sentimiento inquietante: la ciudad como un escaparate, la ciudad pasarela, la ciudad circuito, la ciudad-objeto. O en palabras del escritor Luis López Carrasco en su novela el Desierto Blanco: “¿Quién era el destinatario del regalo en el que se había convertido nuestra ciudad? Esperábamos ser nosotros porque, ¿quién podría vivir en un regalo que no es para uno?”. Las movilizaciones de estos días en Palma, Canarias, Málaga, Barcelona o Girona deben leerse desde ahí: los habitantes de esta ciudad-regalo se rebelan, en gran parte, porque no pueden ni pagarse la vida dentro de él. Se ha convertido en un regalo demasiado caro. 

Desviándonos brevemente del tema, aunque no mucho, pensé estos días en un tuit de la periodista Belén Remacha. Ella escribía esto: “Mi imperio romano es la teoría de que si solo se pudiera viajar sin compartir ni una sola imagen en ninguna red social, disminuirían muchísimo dichos viajes”. Este tuit cómico me parece que explica, en parte, el capital social asociado al viaje turístico y funciona tanto en una época en la que existen redes sociales como en tiempos pretéritos. El viaje también lo es por lo que representa después: ya sea en forma de souvenir, en álbum de fotos analógico como, incluso, en forma de pintura mural en un palacete de una familia burguesa del novecientos. Mostrar el viaje siempre formó parte del viaje. Este argumento no exime este otro: la curiosidad, claro, es algo inherente a la condición humana y muchos de estos viajes reportan, seguro, el placer genuino de mirar hacia lo desconocido. Pero, precisamente, la necesidad de generar beneficios y crecimiento en una economía en la que los países pugnan por ser más y más competitivos, hacen que la curiosidad y la atención no sean conceptos puros ni neutrales. 

Raoul Bianchi afirmó en el marco de esta escuela que, en tanto que el turismo no vende exactamente nada, “su producto es intangible, su mercancía es la economía de la experiencia y para la experiencia no hay límite”. Recientemente, la periodista Noelia Ramírez hizo una ruta fantástica y grotesca (el tipo de rutas que a mí me gustan) por los museos de la Barcelona turística, posiblemente el epítome de la mercantilización de la experiencia. Piscinas de bolas, arte inmersivo, museos de la felicidad, realidad virtual y obras instagrameables. Estos establecimientos tienen sentido en cualquier rincón del mundo, son fácilmente exportables, su única condición es que sean extremadamente fotografiables, que tú estés ahí para relatarlo. 

Para acabar, quiero quedarme con tres imágenes que creo que capturan bien lo que estamos disputando estos días. La primera, las pancartas con el lema “no es turismofobia, es caciquefobia” que se pudieron leer durante las movilizaciones en Canarias. Así es, en corto: esto tiene que ver con limitar e intervenir fuertemente un sector secuestrado por la empresa privada y por unos nombres y apellidos muy concretos. En segundo lugar, una pintada anónima que apareció en una iglesia en Sástago (Zaragoza) en 1973. El municipio amaneció con este recordatorio antihechizos y hechiceros: “Llaman milagro al desarrollo, pero el milagro está en el reparto”. Y la última, las declaraciones en prensa de Roberto Centeno, presidente de un fondo de inversión valenciano, quien denunció que “es una barbaridad que la Malvarrosa no esté llena de hoteles de cinco estrellas y que en primera línea de playa haya un hospital, un instituto y viviendas de protección oficial”. ¿Os imagináis? ¿Os imagináis que no fuera ninguna barbaridad? 

Desde que a finales de febrero se publicó Estuve aquí y me acordé de nosotros, he participado en diferentes charlas, presentaciones y clubs de lectura. De algún modo, está siendo un viaje hablar del propio viaje turístico y reabrir en conjunto cuestiones para las que ni mucho menos tengo todas las...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autora >

Anna Pacheco

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí