MALOSERÁ
Esta es la nuestra, Alberto
El líder del PP tiene la oportunidad de marcar una diferencia clara con la extrema derecha en dos asuntos de relevancia capital para un aspirante a la presidencia: la política de inmigración y el sentido de Estado
Antón Losada 12/07/2024
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Ni recorriendo el Camino para pedirlo al llegar postrados de hinojos ante el apóstol Santiago nos habría salido mejor, Alberto. No se va a presentar una oportunidad igual de mandar a su cuarto sin cenar a Santiago Abascal para que reflexione sobre lo que ha hecho y para que nosotros podamos alejarnos de los extremos y caminar hacia el centro de toda la vida, que es donde mejor nos movemos y más nos gusta estar.
El momento parece ideal. Justo al remate de esta semana donde lo ultra ha quedado out; en la que Keir Stramer –un tipo en tu estilo algo soso y aburrido, pero eficiente– ha sumado una victoria histórica para el laborismo prometiendo no romper nada, la ultraderecha francesa ha visto revolcado a Joan Bardella, su candidato más cayetano –cero estudios superiores y cero experiencia laboral– y nuestra Isabel Díaz Ayuso ha descubierto otra conspiración sanchista contra la libertad y anda distraída con la cruzada de liberación de Nacho Cano, el viajao. Cuesta imaginar un contexto más favorable para poner orden en la derecha española y disolver semejante carajal antes de que torne de visita Javier Milei.
En otro acto heroico en defensa de la patria, Santiago Abascal ha dado por rotos los gobiernos autonómicos pactados con el Partido Popular en cinco comunidades. La colosal amenaza a detener mediante semejante sacrificio más allá del deber y el valor consiste en el reparto voluntario de cuatrocientos menores migrantes, pactado con el Gobierno de Estado y las restantes comunidades para aliviar levemente la emergencia que soporta el Gobierno canario, donde está el PP.
Para que sean plenamente conscientes de las monumentales dimensiones del peligro que acecha a nuestras mujeres, hijas y cuñadas, o a nuestros cuellos de devotos cristianos, a las comunidades afectadas por el golpe de mano de Vox les corresponden 109 de esos menores migrantes; que han de sumarse a los 539 ya acogidos previamente por unos gobiernos que manejan, en conjunto, más de setenta mil millones de euros de presupuesto. Las cifras efectivamente asustan, pero por lo que dicen de la nula moralidad y la escasa decencia de los líderes de la ultraderecha española. Dan tanto asco que marean más que su pachulí.
La oportunidad para plantar a la extrema derecha endosándole el clásico y demoledor “no eres tú, soy yo” mientras te haces el ofendido se antoja única. Si en Vox no se acabasen de animar y se hicieran los remolones, hay que invitarles a marcharse de unos ejecutivos que difícilmente se atreverán a tumbar facilitando gobiernos progresistas pues sería, nunca mejor dicho, su tumba.
Alberto Núñez Feijóo tiene ante sí la oportunidad de marcar una diferencia clara con la extrema derecha en dos asuntos de relevancia capital para un aspirante a la presidencia: la política de inmigración y el sentido de Estado. Lo mejor de todo es que, para lograrlo, ni siquiera ha de afrontar un esfuerzo extraordinario, inventar nada o hacer algo que no hubiera experimentado antes. Para conseguir zafarse del abrazo del oso de sus socios ultras, únicamente tiene que volver a practicar aquello que hacía cuando era presidente de la Xunta de Galicia y Santiago Abascal le acusaba de abrir la puerta a inmigrantes ladrones y asesinos y ser cómplice de las mafias: ofrecer y acordar un pacto de Estado para gestionar la inmigración y demostrar su sentido de institucional comportándose y actuando como un presidente.
Un mensaje para todos los partidos políticos, los de derechas, los de izquierdas y los de más allá; no solo para Núñez Feijóo. No olviden estas cifras. Cuando una de las quince economías más ricas del mundo debate sobre cómo atender a seis mil niños y niñas desamparados como si estuvieran discutiendo sobre cómo librarse de una plaga bíblica, una maldición de los dioses o la invasión de un ejército hostil, la extrema derecha ve legitimado y amplificado el discurso sobre el que cabalga y crece por toda Europa desde hace más de una década. Después no vengan llorando, ni pidiendo el voto para pararla.
Ni recorriendo el Camino para pedirlo al llegar postrados de hinojos ante el apóstol Santiago nos habría salido mejor, Alberto. No se va a presentar una oportunidad igual de mandar a su cuarto sin cenar a Santiago Abascal para que reflexione sobre lo que ha hecho y para que nosotros podamos alejarnos...
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Antón Losada
Profesor Titular de Ciencia política y de la administración en la USC. Doctor europeo en Derecho por la USC. Máster en Gestión pública por la UAB. Escritor y analista político. Padre de Mariña.
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