DESINFORMACIÓN ULTRA
Brasil Paralelo: epicentro de la guerra cultural bolsonarista
La productora de grandes documentales con propaganda ultra, que fue fundamental en el Gobierno de Bolsonaro y llegó a ser la empresa del país con más inversión en Facebook, ensaya nuevas estrategias para revivir
Bernardo Gutiérrez Río de Janeiro , 18/07/2024
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El pasado 18 de junio, un story en Instagram de Cristina Junqueira, CEO de NuBank en Brasil, provocó la caída de un 1,18% de las acciones del banco en la bolsa de Nueva York. Junqueira había agradecido en su cuenta personal la invitación para participar en un evento de la organización ultraderechista norteamericana We Who Wrestle With God en São Paulo. NuBank se convirtió en trending topic en X cuando usuarios brasileños empezaron a divulgar que estaban cerrando sus cuentas en el banco por el vínculo de Cristina Junqueira con la productora Brasil Paralelo, organizadora del evento. Sleeping Giants Brasil, colectivo dedicado a desmonetizar a empresas que financian a la extrema derecha, realizó una pormenorizada denuncia con los vínculos de Cristina Junqueira y otras personas de NuBank con Brasil Paralelo, una productora nacida en agosto de 2016, diez días después de que el Senado aprobara el impeachment contra Dilma Rousseff. Junqueira era consejera del Ranking dos Políticos, financiado por Brasil Paralelo, una plataforma supuestamente neutral que califica la actuación de políticos brasileños. El Ranking dos Políticos envía informes a los representantes políticos con recomendación de voto, siempre alineadas a la extrema derecha. Los diputados del Partido Liberal (PL) de Bolsonaro tienen una puntuación media de un 7,5. Los del izquierdista Partido Socialismo e Liberdade (PSOL), 2,2.
Durante las devastadoras inundaciones del estado de Rio Grande do Sul del pasado mayo, saltó otra polémica con Brasil Paralelo. Ricardo Gomes, vicealcalde de Porto Alegre, apareció en una retransmisión en vivo durante el rescate de víctimas de las inundaciones con una gorra de Brasil Paralelo. Las redes sociales brasileñas echaron humo durante días, denunciando que Brasil Paralelo estaba detrás de documentales negacionistas como Cortina de fumaça. La turbia relación económica entre el Ayuntamiento de Porto Alegre y Brasil Paralelo, tal y como reveló una investigación de la Agência Pública, salió a flote en medio de la mayor catástrofe ambiental de la historia de Brasil.
Su logo con forma de agujero negro y el nombre remiten a una forma de actuar, independiente del Estado
La izquierda brasileña tiene a Brasil Paralelo en el centro de la diana de denuncias. ¿Por qué?, ¿qué es exactamente Brasil Paralelo?
Surfeando la ola antiizquierdista
Brasil Paralelo nació el 9 de agosto de 2016, veinte días antes de la definitiva aprobación del impeachment en el Senado de Brasil. El nombre se inspiró en la película Interstellar (2014). Para sus fundadores, jóvenes formados en marketing en Porto Alegre, su logo con forma de agujero negro y el nombre remiten a una forma de actuar, independiente del Estado. A una idea de conexión con una realidad paralela al mainstream que ellos consideran dominado por la izquierda. Desde sus inicios, la piedra angular de Brasil Paralelo fueron los documentales largos. En 2016, Brasil Paralelo inaugura la serie documental Congresso Brasil Paralelo, que desplegaba las principales guerras culturales de la extrema derecha brasileña, usando declaraciones de personalidades del conservadurismo patrio. Entre ellas destacan Olavo de Carvalho (gurú del bolsonarismo, fallecido en 2022), Janaina Paschoal (abogada evangelista que lideró la petición de impeachment de Dilma Rousseff) o el mismísimo Jair Bolsonaro. En 2017, Brasil Paralelo lanzó Brasil: a última cruzada, una serie enmarcada en el aniversario de los doscientos años de la independencia de Brasil que ponía su foco en grandes héroes y gestas.
En 2019, Brasil Paralelo realizó una primera pirueta estratégica: contrató las salas de cine Cinemark en Brasilia, Río de Janeiro y São Paulo para lanzar 1964: o Brasil entre armas e livros, que se convertiría en uno de sus grandes hits. El documental sostiene la hipótesis de que el golpe militar que tumbó al presidente João Goulart en 1964 era una respuesta a la amenaza comunista y a la represión del Estado. Algunos historiadores denunciaron en la justicia a Brasil Paralelo por el carácter negacionista, conspiranoico y antiintelectual de sus vídeos. Sus tergiversaciones de hechos históricos como la dictadura militar, la esclavitud y la propia colonización de Brasil eran el caldo de cultivo del movimiento bolsonarista que había alcanzado la presidencia un año antes.
La estructura de los documentales de Brasil Paralelo se repite. Primero se presenta un panorama histórico del tema, con informaciones verdaderas, aunque se omiten otras. Después se ahonda en el gran conflicto, distorsionando hechos con declaraciones fuera de contexto. El discurso se dirige hacia una cierta decadencia del país, atribuyendo la responsabilidad, de forma genérica, a la izquierda. La estética de Brasil Paralelo remite a grandes documentales internacionales, para transmitir seriedad. La estrategia de la productora pasa por distribuir su contenido primero en exclusividad a sus suscriptores, para después colgarlos en YouTube. Previamente, lanzan trailers bien ejecutados con el aroma de los grandes estrenos cinematográficos.
Si los documentales son la gran apuesta de fondo de Brasil Paralelo, los múltiples vídeos cortos con extractos de los largometrajes componen una punta de lanza adaptada a la era digital. Brasil Paralelo realiza una afinada extracción de contenidos para distribuirlos vía publicidad segmentada. Si la seriedad es la atmósfera de la línea documental de la productora, el humor atraviesa los vídeos cortos. Desde 2020, Brasil paralelo cuenta con una aplicativo de televisión y con el servicio de streaming BP Select.
En abril de 2021, Brasil Paralelo se había convertido en todo un imperio. En su nueva sede en la avenida Paulista de São Paulo trabajan ya más de cien empleados. Su canal de YouTube contaba con 421 vídeos, 1,71 millones de suscriptores y más de cien millones de visualizaciones. Era ya el segundo mayor canal bolsonarista en Telegram, con 80 mil seguidores. Y se transformó en la empresa brasileña con más inversión en propaganda política en Facebook. ¿Cómo se produjo tal crecimiento?, ¿cómo consolidó la productora su contenido en las ciudades medias de Brasil en las que no existe apenas oferta cultural y educativa, como alerta el periodista João Dória?, ¿cómo una productora que pirateó impunemente el logo de una película de Hollywood llegó a exportar contenido al mundo en varios idiomas?
Bolsonaro presidente
El primer gran pelotazo offline de Brasil Paralelo se produjo a finales de 2019. Tras el exitoso lanzamiento de 1964: o Brasil entre armas e livros en salas de cine, la productora cerró una contrato con TV Escola, un canal público vinculado al Ministerio de Educación, para exhibir la serie Brasil: A Última Cruzada durante tres años. La serie, que en palabras de la productora presentaba la historia de Brasil libre de “narrativas ideológicas”, ensalzaba las raíces europeas de Brasil, eliminando prácticamente la presencia de pueblos indígenas y de esclavos negros. A su vez, presentaba el supuesto fracaso de las políticas de desarme a lo largo de la historia. La Associação Nacional de História describió el material como “propaganda ideológica de un grupo extremista”.
Brasil Paralelo devino una especie de Netflix de la derecha con fuerte presencia en redes sociales
A partir de entonces, el contenido de Brasil Paralelo empezó alinearse sin pudor con el Gobierno Bolsonaro, a pesar de que sus fundadores continuaban definiéndose como apartidistas y al margen de ideologías. En 2020, la productora lanzó dos documentales de total lavado de cara del Ejecutivo, Os Donos da Verdade y 7 denúncias: as consequências do caso Covid-19. Ambas producciones provocaron que la tropa digital de Jair Bolsonaro se adhiriera a la causa de Brasil Paralelo. Henrique Viana, socio de la productora, siempre negó su relación con el bolsonarismo, llegando a afirmar que “nosotros solemos decir que no somos bolsonaristas, es Bolsonaro quien es paralelista”.
Brasil Paralelo surfeó la ola de la extrema derecha con una fórmula de éxito global: connivencia de las high tech y un constante goteo de dinero público. Gracias al contubernio de la publicidad de los clicks de plataformas digitales sin política de control de fake news y de la opaca publicidad institucional del Gobierno Bolsonaro, Brasil Paralelo devino una especie de Netflix de la derecha con fuerte presencia en redes sociales, medios de comunicación clásicos e implantación territorial. Cerraba simultáneamente contratos con Sony Pictures, con TV Jovem Pan News (medio radiofónico y televisivo alineado con el bolsonarismo) y con la G10 Favelas (una alianza de organizaciones sociales de las mayores favelas de Brasil). Sus pseudodocumentales se proyectaban en TVs, webs, plataformas digitales, servicios de streaming, redes sociales y en pantallas de las periferias de las grandes ciudades del país. Brasil Paralelo llegó a ofrecer 500 becas en formación audiovisual para habitantes de favelas.
A finales de 2021, Brasil Paralelo lanzó Cortina de fumaça, su obra maestra, una producción que sintetizaba todos los negacionismos. El docu fake exaltaba desmedidamente el sector agropecuario, criticaba al tercer sector y negaba los datos de deforestación de la Amazonia. La producción paralelista no solo afirmaba que no existía consenso científico sobre el cambio climático, sino que defendía que Brasil cumpliría un importante papel de paz en el mundo produciendo alimentos en áreas ocupadas por la selva.
Pop heroico
Henrique Viana, fundador y gran ideólogo de Brasil Paralelo, desgranó la línea estratégica de la productora en un debate sobre periodismo y libertad en 2017. El objetivo: “Ser pop, ser cool y despertar mitos antiguos”. A su vez, reconoció que lo que mejor sostiene la cultura judaico-cristiana es el formato audiovisual a lo Hollywood, con “súper conservadurismo, familia, el héroe, el virtuoso”. Brasil Paralelo surgió “casi como un movimiento, pero prefirió constituirse jurídicamente como empresa”, en palabras del propio Viana.
El ingrediente secreto de Brasil Paralelo, siempre escondido por sus fundadores, no es otro que la persecución judicial contra sus críticos. The Intercept Brasil denunció al detalle cómo la productora procesa a cualquier persona, especialmente a periodistas y a investigadores académicos, que denuncian la falta de veracidad de sus contenidos. En aras de la libertad de expresión, la productora intenta que los críticos se retracten de sus afirmaciones, amedrentados por procesos judiciales. Brasil Paralelo solicita incesantemente derecho de réplica a poderosos grupos mediáticos, como Folha o Editora Globo. Y llegó a pedir a Wikimedia Foundation una indemnización por los supuestos daños morales de la entrada de Brasil Paralelo en Wikipedia. “Es lawfare”, dijo el periodista y youtuber Clayson Felizola, en 2021, tras ser procesado por Brasil Paralelo por presuntos daños morales.
El idilio de Brasil Paralelo con el lado oscuro de la historia inició su declive en 2022, cuando el Tribunal Superior Electoral (TSE) cortó las alas digitales a buena parte de su contenido. El flujo monetario que supuso la salida del clan Bolsonaro del poder, así como la desmonetización constante provocada por la vigilancia de la Sleeping Giants Brasil, forzaron la reinvención de Brasil Paralelo. Su contenido histórico sigue viralizándose en Internet. Pero el agujero negro paralelista apunta a nuevos horizontes. El lanzamiento de la iniciativa Ranking dos Políticos, una artificial distancia con Jair Bolsonaro y estratégicas producciones internacionales como Javier Milei, la revolución liberal (lanzado en medio de la campaña presidencial argentina), son pruebas del intento de resurrección de la productora que aspira a seguir siendo el epicentro de la guerra cultural bolsonarista.
El pasado 18 de junio, un story en Instagram de Cristina Junqueira, CEO de NuBank en Brasil, provocó la caída de un 1,18% de las acciones del banco en la bolsa de Nueva York....
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Bernardo Gutiérrez
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