EDMILSON RODRIGUES / ALCALDE DE BELÉM (BRASIL)
“Nadie osa ya decir que la crisis climática es una invención de izquierdistas o ambientalistas radicales”
Bernardo Gutiérrez Río de Janeiro , 25/09/2024
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La emergencia climática ha irrumpido en la campaña de las elecciones municipales de Brasil, que se celebrarán el 6 de octubre. Durante la peor sequía en siete décadas, el fuego calcina el país y las cenizas hacen irrespirable el aire de las principales metrópolis. La situación es especialmente trágica en la Amazonia. La crisis ambiental visibiliza hasta qué punto el negacionismo se ha transformado en un nuevo vector político. Los candidatos de las ciudades con más incendios no tienen propuestas contra el fuego. En Porto Velho, capital del estado amazónico de Rondonia, el medio ambiente es uno de los caballos de batalla de una derecha radical que arrasa en las encuestas.
Belém, la ciudad amazónica de 1,3 millones de habitantes que acogerá la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30), se ha convertido en el escenario de una batalla crucial entre ambientalismo y negacionismo. De un lado, Edmilson Rodrigues, único alcalde de izquierda de una capital (del Partido Socialismo e Liberdade, PSOL, que está a la izquierda del PT). Del otro, Éder Mauro (del Partido Liberal, PL, de Jair Bolsonaro) e Igor Normando (candidato de la élite conservadora local, del Movimento Democrático Brasileiro, MDB). El alcalde Edmilson ha sufrido todo tipo de boicots, ataques y persecuciones legales por intentar reforzar la salud pública, por lanzar programas para los más desfavorecidos o por intentar proteger el medio ambiente (autobuses eléctricos y reciclaje de basura, por ejemplo).
Edmilson Rodrigues (Belém, 1957) es un nombre histórico de la izquierda brasileña. Alcalde de Belém entre 1997 y 2005 por el Partido dos Trabalhadores (PT), diputado regional de Pará (1987-1995 y 2011-2015) y diputado nacional (2015-2021), Edmilson ganó las elecciones municipales de 2020 en medio de la pandemia y del gobierno de Jair Bolsonaro. El alcalde, apoyado por el presidente Lula, conversa en videoconferencia con CTXT sobre las próximas elecciones, crisis climática, negacionismo, economía, el gobierno Lula y la COP30.
Cuando usted asumió la alcaldía en 2021, la ciudad de Belém estaba totalmente endeudada. Tuvo que enfrentar la pandemia y el boicot del Gobierno Bolsonaro. ¿Cómo encontró el ayuntamiento tras 16 años de alcaldes conservadores?
Destruyeron la ciudad. Escuelas reventadas y sin equipamientos, profesores y servidores públicos con salarios bajos y sufriendo acoso moral. Cualquier crítica provocaba un proceso administrativo de persecución. El ayuntamiento era la imagen del caos.
¿Encontró muchos procesos privatizadores?
Sí, eso fue generalizado, una línea neoliberal llena de escándalos. En 2021, en el segundo año de la pandemia, el gobierno central no transfirió recursos, entre otras cosas porque el presidente Bolsonaro era negacionista. Enfrentamos recortes en sanidad, en educación. Intentamos combatir las muertes de la covid y vacunar a la gente. Dejé de asfaltar calles para salvar vidas, lo que supuso un desgaste político.
En la pandemia dejé de asfaltar calles para salvar vidas, lo que supuso un desgaste político
Hubo otro asunto que provocó desgaste. Usted intentó cambiar las licitaciones de las empresas de recogida de basura para mejorar, entre otras cosas, el reciclaje. Fue perseguido por lo que usted definió como “mafia de la basura”. ¿Qué ocurrió?
Cuando lancé una licitación para contratar una nueva empresa pasaron a boicotear al ayuntamiento para desgastar mi imagen. La ciudad se convirtió en un basurero a cielo abierto. Era una acción intencionada para provocar caos e impedir una probable reelección. Decidí enfrentar a la mafia de la basura. Una de las empresas nunca tuvo contrato, el ayuntamiento pagaba por la decisión de un juez. Lo que hicieron fue un delito. Ahora ya tenemos la nueva empresa funcionando y con un cambio significativo.
El desgaste político parece que continúa. Las encuestas le colocan por detrás de Éder Mauro y de Igor Normando. A pesar de ser el candidato de Lula, que ganó en Belém en 2022, usted corre el riesgo de no pasar al segundo turno. ¿Se explica por el desgaste, por errores de gestión o por otros factores?
El daño del fascismo en Brasil fue grande, no solo en políticas sociales. Ganó muchas mentes y corazones. En Belém, el bolsonarismo tiene entre un 25% y un 30% de apoyo, y rechaza a cualquier candidato de izquierda. Lula todavía no ha venido para participar en mi campaña. Entiendo que hay ciudades geopolíticamente muy importantes, como São Paulo. Por eso se ha dedicado más a la campaña de Guilherme Boulos (del Partido Socialismo e Liberdade, PSOL).
A las puertas de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30) de la ONU que acoge Belém, la contratación de autobuses eléctricos para la ciudad también ha sido boicoteada por la clase política conservadora...
El candidato del MDB votó en contra. El Tribunal de Cuentas del Municipio, ligado a la familia Barbalho, intentó dificultar el proceso. Pero los diez primeros autobuses eléctricos están ya en fase experimental en las calles. Somos la primera ciudad de la Amazonia en tenerlos.
¿Qué tiene que ver esa actitud con el negacionismo político? El fuego devora Brasil durante la peor sequía en setenta años. En muchas ciudades de la Amazonia el medio ambiente es el enemigo a batir. En Belém, el candidato bolsonarista se inclina hacia el negacionismo...
Exactamente. Bolsonaro abrió el portón a la destrucción de la naturaleza, de nuestros biomas, especialmente el amazónico. El debilitamiento de las instituciones fue fuerte. A pesar de todo el empeño de Lula, que colocó a Marina Silva como ministra para enfrentar la crisis ambiental, todavía hay muchas dificultades para fortalecer los instrumentos institucionales de combate a la crisis, como la fiscalización para evitar que el crimen organizado realice garimpo (extracción de oro) ilegal en tierras indígenas, contamine los ríos con mercurio, deforeste la selva protegida. Es muy triste ver Brasil repleto de incendios.
Hablemos de la COP30. ¿Qué legado espera que Belém, sus políticas públicas y sus gentes dejen en la convención y viceversa?
Tenemos una buena oportunidad para revertir el negacionismo y crear una cultura de protección. La COP30 redefine metas. Está llamando a las autoridades mundiales a asumir el compromiso en el combate de esa crisis climática que nadie osa ya decir que es una invención de izquierdistas o ambientalistas radicales. En la Amazonia, mucha gente está caminando por el lecho de ríos secos, para buscar agua. El mundo no aguantará si no se enfrenta esta crisis global. Soy optimista. Creo que la COP30, en Belém, puede suponer un momento de inflexión que garantice metas palpables y cree mecanismos para que los países más contaminantes cumplan sus compromisos.
¿Cómo influirá en la COP30 el hecho de que vaya a celebrarse en una de las principales capitales de la Amazonia en medio de esta emergencia climática?, ¿los movimientos sociales y los pueblos indígenas tendrán capacidad de presión?
Aquí habrá 70 u 80 mil personas. Indígenas y movimientos sociales de todo el mundo. Haremos un gran debate, elaboraremos cartas contundentes. Y esa voz de la sociedad mundial deberá ser escuchada por las autoridades de forma presencial y directa. En las COP anteriores, los presidentes se reunían y se iban. Eran sus embajadores quienes se quedaban negociando el acuerdo. La sociedad civil se quedaba fuera. Aquí queremos renovarnos. La presión va a ser muy grande para que las autoridades escuchen a la ciudadanía.
El turismo vinculado a la bioeconomía va a transformar nuestra economía
Belém no dispone a día de hoy de plazas hoteleras suficientes para recibir a tanta gente. ¿Cómo se está afrontando ese desafío?, ¿se va a incentivar algún tipo de proyecto de turismo de base comunitaria?
El gobierno central está invirtiendo mucho para que instalaciones abandonadas de la ciudad se transformen en hoteles. Se está drenando el puerto para que barcos transatlánticos sirvan de hoteles. Por otro lado, la secretaría de Turismo está acreditando a familias de varios barrios para que ofrezcan sus casas y cierta calidad en el servicio. También queremos que las delegaciones populares y los movimientos sociales se alojen en escuelas municipales. El turismo vinculado a la bioeconomía va a transformar nuestra economía.
Belém ya acogió la Cúpula de la Amazonia en 2023 y el Fórum de Ciudades Amazónicas, de reciente creación. ¿Qué experiencias y sensaciones dejaron ambos encuentros?
En la Cúpula de la Amazonia aprobamos que la COP tiene que ser diferente. Los presidentes recibieron las cartas de los debates de las comunidades indígenas, quilombolas (cultura afrobrasileña) y movimientos ambientalistas. El Fórum de Ciudades Amazónicas fue creado con participación de ayuntamientos de los ocho países de la región. El 70% de la población amazónica vive en ciudades. Es fundamental escuchar a las autoridades locales para definir las políticas de desarrollo sostenible. Por ejemplo, yo he instalado placas fotovoltaicas en setenta escuelas. Treinta y dos escuelas tienen biogestores para aprovechar los residuos orgánicos.
Pará es el principal exportador de minerales, cacao y uno de los principales productores de soja, pero tiene una tasa de pobreza muy alta
La pobreza urbana está vinculada a la deforestación y devastación de la Amazonia. ¿Cómo se puede revertir la situación? Explique un poco más la renta básica municipal de Belém, Bora Belém, la única de Brasil.
Combatir el hambre fue una prioridad. Incluimos a casi diecinueve mil familias en el programa Bora Belém de renta básica, que paga hasta 500 reales al mes (unos 85 euros) y se complementa con otro programa, Dona de Si, de formación profesional. Usamos también el Banco do Povo, creado por mí en 1997, que financia iniciativas productivas de familias, producción de dulces, de alimentos, manutención de ordenadores... Damos un curso de formación a una costurera y si es necesario comprar una máquina de costura, o tejidos, el Banco do Povo lo financia al 0% de tipos de interés. El objetivo es garantizar que aquella persona construya un camino para su autonomía financiera y que no dependa más de la renta básica del Estado.
El estado de Pará es uno de los mayores exportadores de commodities de Brasil. Está en medio del flujo capitalista de materias primas hacia otros países. ¿Cuáles son los límites del extractivismo para la región?
Pará es el principal exportador de minerales de Brasil. El primer exportador de cacao del país y uno de los principales productores de soja. Tiene el mayor rebaño bovino. Exporta más que São Paulo, pero tiene una tasa de pobreza muy alta. Salvo Belém, donde creé el programa Bora Belém, Pará tiene el mayor índice de hambre de Brasil. Es una gran contradicción, los productos primarios salen del país sin pagar impuestos y no extraemos ventajas de la explotación de nuestros recursos minerales o agropecuarios. Ese modelo no puede prosperar. Es una acumulación que solo profundiza las desigualdades entre las regiones y destruye la dignidad de la población amazónica.
¿Cómo evalúa el Gobierno Lula?
Ha sido muy positivo. A pesar de que el Banco Central ha mantenido tipos de interés altísimos e impedido la reindustrialización de Brasil, el desempleo ha caído del 11% hasta el 6,5% y la inflación está controlada. El Programa de Aceleración del Crecimiento (PAC) está invirtiendo en infraestructura social, sistemas de agua y alcantarillado, drenaje para evitar inundaciones. Teníamos 33 millones de personas en situación de extrema miseria, hoy son menos de nueve. Se están transfiriendo recursos para personas muy pobres, especialmente con la Bolsa Familia. Lula ha liberado gratuitamente cuarenta medicamentos contra enfermedades crónicas. Existen contradicciones, claro. Como por ejemplo la construcción de una carretera entre Manaos y Boa Vista (ciudades amazónicas), que amenaza la existencia de la etnia Waimiri Atroari.
Al mismo tiempo, Lula está teniendo serias dificultades con el poder legislativo...
De 513 diputados, la izquierda cuenta con 100 o 120. Lula tuvo que hacer concesiones, colocar a ministros ligados al Centrão (centro y centro derecha), incluso tiene ministros que hicieron campaña para Bolsonaro. Creo que la sociedad no está debidamente movilizada. Una democracia participativa podría ayudar a defender al gobierno. El principal desafío no es solo del gobierno: es de toda la izquierda brasileña. Urge volver a tener una relación íntima con las clases que viven del trabajo, con los movimientos sociales, para tener capacidad de presión ante este Congreso chantajista.
La emergencia climática ha irrumpido en la campaña de las elecciones municipales de Brasil, que se celebrarán el 6 de octubre. Durante la peor sequía en siete décadas, el fuego calcina el país y las cenizas hacen irrespirable el aire de las principales metrópolis. La situación es especialmente trágica en la...
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Bernardo Gutiérrez
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