1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

  315. Número 315 · Diciembre 2024

  316. Número 316 · Enero 2025

CONTRACULTURA

Imágenes ausentes: el mejor cine de 2024

Está en nuestras manos rechazar las falsas promesas de evasión y denuncia de un cine domesticado y apostar por un arte que encienda una cerilla en la noche del pensamiento

Vicente Monroy 31/12/2024

<p>Fotograma de <em>A Fidai Film</em>, de Kamal Aljafari.</p>

Fotograma de A Fidai Film, de Kamal Aljafari.

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

La realidad permanece, hoy más que nunca, oculta en lo que se nos muestra. Vivimos inmersos en un torrente de imágenes prefabricadas que brotan por todas partes, en todas direcciones, descontroladas, estridentes y parpadeantes, repitiendo mantras y lugares comunes, prometiéndonos pequeños placeres culpables e instantes fugaces de evasión. Algunas parecen singulares, desafiantes o novedosas, pero basta observarlas detenidamente para darse cuenta de que forman parte de una misma imagen, recortada en millones de pequeños fragmentos para impedirnos ver la totalidad de lo que representa: un ideal de sumisión. La estrategia de la cultura de masas consiste en mostrar para ocultar. Al saturar el régimen de lo visible, nos incapacita para imaginar otros mundos posibles.

Para quien sabe mirar, las ausencias emergen por todas partes: imágenes omitidas, censuradas, eliminadas o eclipsadas por otras más convenientes y fáciles de digerir. Se equivocan quienes afirman que la historia se repite como farsa: se repite como ausencia. Casi todo el cine contemporáneo que recibe premios en los grandes festivales y elogios de los críticos está al servicio de este modelo de dominación cultural. Más cercano a la publicidad que al pensamiento, sometido a las reglas de la industria y la mercadotecnia, participa del juego de la violencia, la denuncia superficial y la pornografía sentimental que nos invaden en las omnipresentes pantallas que nos rodean. Cientos de películas repiten incansablemente las mismas imágenes, las mismas ideas: el eterno retorno de una vieja canción. Un año más, al hacer balance del cine de 2024, me sorprende constatar la banalidad y uniformidad de las películas que más se repiten en las listas de medios culturales, críticos y cinéfilos.

¿Dónde están esas otras películas insumisas y valientes, comprometidas con los gestos humanos, más interesadas en los espacios de oscuridad que en las luces deslumbrantes del progreso? ¿Queda esperanza para los que creemos que el cine puede ser más que el culto anacrónico a los gestos de autor, las banales figuras consagradas, el ocaso del clasicismo o las ideas de belleza y justicia implantadas por cinéfilos de otra época? Por supuesto que sí. Muchos cineastas, armados con herramientas precarias, persisten en la tarea de revelar pequeñas parcelas de esperanza para quienes estén dispuestos a buscarlas.

Muchos cineastas persisten en la tarea de revelar pequeñas parcelas de esperanza

En 1965, se fundó en Beirut el Centro de Investigación Palestino con el propósito de recopilar, conservar y analizar materiales culturales relacionados con la historia de Palestina y sus luchas políticas. Durante los diecisiete años que estuvo en funcionamiento, este archivo se convirtió en uno de los más importantes del mundo sobre la cuestión palestina. No resulta sorprendente que, en la segunda invasión del Líbano en 1982, el ejército israelí lo identificara como un objetivo prioritario. Controlar la memoria de un pueblo, apropiarse de sus imágenes y sus palabras, es una estrategia eficaz para someterlo. El Centro fue asaltado, ocupado y saqueado; sus fondos trasladados a Tel Aviv, donde han permanecido desde entonces en manos de las FDI, salvo una pequeña parte devuelta como parte de un intercambio de prisioneros. Entre los materiales incautados había al menos 127 películas de ficción y documentales que testimoniaban la rica historia del cine palestino, muchas de las cuales hoy están fragmentadas o desaparecidas, condenadas a una obscena damnatio memoriae: el silenciamiento deliberado de un mundo a través de la destrucción de sus imágenes.

El cineasta Kamal Aljafari, conocido por su maestría en el uso del material de archivo en obras como Recollection (2015) o An Unusual Summer (2020), se embarca en A Fidai Film en una labor de arqueología especulativa para rescatar y recomponer los fragmentos supervivientes de esas películas saqueadas. Este singular ejercicio busca devolver la vida a un patrimonio cultural devastado, revirtiendo los daños y las ausencias provocadas por el expolio.

A pesar de trabajar con materiales frágiles y fragmentarios, muchos de ellos manipulados por investigadores israelíes, A Fidai Film rechaza tanto la nostalgia como el derrotismo, negándose a considerarlos como meros vestigios de un mundo irrecuperable. Lejos de las estrategias tradicionales del documental o el cine de ensayo, la película no pretende indagar en el origen ni la historia del conflicto palestino. En su lugar, invoca una memoria imaginaria, quizás soñada, que reinventa aquello que parece irrecuperable. Como un doctor Frankenstein que ensamblara y electrificara pedazos de cadáveres para darles nueva vida, Aljafari actúa sobre los fragmentos inertes, restituyendo su potencial expresivo mediante un montaje dialéctico. Aplica sobre ellos colores, rayados y sonidos: gestos electrizantes de sabotaje y reapropiación, liberándolos de su maldición histórica y reintroduciéndolos en el presente. Cada corte, cada superposición, es un acto de resistencia, una forma de imaginar futuros posibles a partir de un pasado violentamente fragmentado.

En la pantalla se suceden secuencias de orígenes dispersos, cuyo contexto nunca se revela con precisión, y que abarcan desde de la época del Imperio Otomano hasta las últimas décadas del siglo XX. Escenas costumbristas, trágicas, bélicas, publicitarias y de ficción se entrelazan de forma caótica, creando inesperados puntos de encuentro. La cronología es deliberadamente confusa, y la frágil narrativa se desplaza entre tiempos divergentes, esquivando cualquier lógica lineal. Sobre las imágenes se superponen los textos del poeta Ghassan Kanafani, que evocan significados lejanos y cargados de sugestión. En palabras del propio Aljafari: “El papel del artista o el cineasta es mostrar el fondo del océano, no describirlo”. El resultado de esta inmersión en el océano de la memoria es extenuante y desconcertante, pero de un ardor extraordinario. No solo se atreve a desdibujar los límites del cine de archivo, sino que también abre caminos apasionantes para el cine del futuro.

A Fidai Film comparte con otras propuestas clave del año la ambición de construir narrativas radicales a partir de imágenes suprimidas o eclipsadas por el poder. Películas como My Stolen Planet de Farahnaz Sharifi, Caja de resistencia de Concha Barquero y Alejandro Alvarado, Todo documento de civilización de Tatiana Mazú, o Soundtrack to a Coup d’Etat de Johan Grimonprez, destacan como ejemplos reveladores del poder del cine para resignificar el pasado y reactivar su potencial transformador.

Aunque sin alcanzar la explosiva brillantez de Aljafari, Farahnaz Sharifi utiliza en My Stolen Planet películas caseras de su infancia y otras adquiridas a través de amigos y desconocidos para explorar diferentes aspectos de la sociedad y la vida de las mujeres iraníes. Con estas imágenes de archivos privados, que combinan escenas cotidianas de aparente banalidad con testimonios de manifestaciones y asesinatos, construye un alegato contra las grandes narrativas monolíticas, reivindicando otra forma de cine hecho de pequeños gestos. Nacida en 1979, el año de la Revolución Iraní, la cineasta creció en un clima de represión creciente y falta de libertad, percibiendo cada vez con mayor nitidez la fractura entre el refugio íntimo de su hogar y el entorno opresivo del exterior. Dos planetas cada vez más distantes: el primero, gobernado por figuras amables, donde el baile y la risa eran posibles; y el segundo, controlado por el cruel orden social del régimen islámico. My Stolen Planet es una defensa de los pequeños espacios de rebeldía que los individuos son capaces de crear incluso en las circunstancias más adversas.

My Stolen Planet es una defensa de los pequeños espacios de rebeldía

También de imágenes mutiladas se compone Caja de resistencia, de Concha Barquero y Alejandro Alvarado, una película que rescata y reinterpreta los proyectos irrealizados del cineasta sevillano Fernando Ruiz Vergara, cuyo nombre ha quedado tristemente asociado a Rocío (1980), la primera película secuestrada judicialmente durante la democracia española tras la aprobación de la Constitución de 1978. Rocío denunciaba la represión franquista en el contexto de las festividades del Rocío y fue objeto de una querella por parte de los hijos de José María Reales Carrasco, exalcalde franquista de Almonte, a quien la película señalaba como responsable de una matanza de cien personas durante los primeros meses de la Guerra Civil. Ruiz Vergara y su guionista también fueron acusados de escarnio a la religión católica y ultraje público, aunque el verdadero trasfondo del caso parecía ser la intención de frenar el interés creciente en la sociedad española por investigar y divulgar los crímenes del franquismo. La sentencia, emitida por Luis Vivas Marzal, juez de conocidas inclinaciones franquistas, afirmaba que en la película “[…] aflora una inoportuna e infeliz recordación (sic) de episodios sucedidos después del 18 de julio de 1936, en los que se escarnece a uno de los bandos contendientes, olvidando que las guerras civiles, como lucha fratricida que son, dejan una estela o rastro sangriento (…) que es indispensable inhumar y olvidar si se quiere que las generaciones posteriores convivan de forma pacífica”.

Fotograma de Caja de resistencia, de Concha Barquero y Alejandro Alvarado.

Fotograma de Caja de resistencia, de Concha Barquero y Alejandro Alvarado.

La condena y los cortes de censura de Rocío, todavía vigentes en 2024, marcaron el final de la carrera de Ruiz Vergara, que nunca volvió a terminar una película, aunque lo intentó en varias ocasiones. A su muerte en 2011, dejó un archivo de guiones, diarios, apuntes y bocetos, que Barquero y Alvarado reabren en Caja de resistencia. Esta obra no es solo un homenaje a un cineasta injustamente olvidado, sino una réplica al “inhumar y olvidar” promovido por la sentencia judicial de Rocío, y una propuesta para escribir otra historia del cine español. El cine, incluso en su ausencia, es una poderosa herramienta histórica. La recreación imaginaria de los guiones irrealizados de Ruiz Vergara sirve de punto de encuentro entre el pasado, el presente y los futuros posibles que perdimos por el camino, y sirve para denunciar los refinados mecanismos de censura que persisten en la democracia actual, valiéndose de textos reveladores como las cartas de rechazo a las ayudas del Ministerio de Cultura que Ruiz Vergara solicitó para sus proyectos. Caja de resistencia plantea que algunas imágenes ausentes pueden hablar de nuestro mundo con más elocuencia que las presentes. Volver a ellas sin nostalgia, con los ojos bien abiertos, se convierte en un ejercicio de descubrimiento.

Todo documento de civilización consagra a la argentina Tatiana Mazú como una de las cineastas más audaces e indispensables del panorama contemporáneo. La película desafía las formas tradicionales del documental de denuncia para abordar la trágica desaparición de Luciano Arruga, un adolescente argentino de dieciséis años que, en 2009, fue detenido, torturado y asesinado por la policía bonaerense por negarse a participar en actividades delictivas bajo su coerción. Este caso se convirtió en un símbolo de la violencia institucional y la impunidad de las fuerzas del Estado.

Mazú emplea imágenes de baja resolución y estética precaria, reflejo de la fragilidad y marginalización de las situaciones que retrata, distanciándose deliberadamente de los códigos visuales del cine oficial, a menudo asociados a la transmisión de los relatos hegemónicos. Con gestos coléricos, cuestiona la complicidad de los medios de comunicación en la perpetuación de un sistema que oculta sus crímenes tras una fachada de imágenes pulidas y brillantes. Como dijo Walter Benjamin, “todo documento de civilización es, al mismo tiempo, documento de barbarie”, y Mazú adopta esta premisa para practicar un cine incivilizado, áspero y sucio, donde las imágenes parecen tambalearse al borde de la desaparición. Las tomas nocturnas de los suburbios de Buenos Aires, en su intento de capturar indicios de la figura inalcanzable de Luciano, están impregnadas de ruido digital. La pantalla se sumerge en una oscuridad total durante largos minutos mientras escuchamos el relato de su madre, un vacío visual que enfatiza la ausencia de respuestas en torno al caso. Este cine de sombras, que declara la guerra a la belleza, se erige como una forma de desobediencia tanto política como estética. Mazú nos invita a replantear nuestra relación con las imágenes que consumimos, desafiándonos a mirar más allá de lo visible y a enfrentarnos a la oscuridad como territorio de denuncia y transformación.

Dos películas radicalmente distintas, Soundtrack to a Coup d’Etat, del belga Johan Grimonprez, y Rising Up at Night (Tongo Saa), del congoleño Nelson Makengo, convergen en un poderoso diálogo sobre el legado de la opresión colonial en los países africanos. Soundtrack to a Coup d’Etat reconstruye la trama del asesinato de Patrice Lumumba en 1961, un crimen orquestado con la colaboración del gobierno belga, la administración de Eisenhower y las Naciones Unidas para garantizar el control sobre las vastas riquezas minerales del antiguo Congo belga, especialmente el uranio, esencial para la fabricación de bombas atómicas. Durante la Guerra Fría, el Congo se convirtió en un campo de maniobras geopolíticas donde las potencias occidentales y la ONU conspiraron para garantizar su dominio, culminando en un golpe de Estado que provocó en el país una de las mayores tragedias humanas del último siglo. En una ironía amarga, el Departamento de Defensa de Estados Unidos puso en marcha un plan llamado “La diplomacia del jazz”, una estrategia que consistió en enviar a músicos legendarios como Louis Armstrong, Benny Goodman o Duke Ellington al continente africano como “embajadores de jazz” para distraer a la opinión pública mientras se llevaban a cabo operaciones como las que acabarían con la vida de Lumumba.

Fotograma de Soundtrack to a Coup d’Etat, de Johan Grimonprez.

Fotograma de Soundtrack to a Coup d’Etat, de Johan Grimonprez.

Grimonprez toma esta anécdota como base para construir una monumental obra historiográfica a ritmo de jazz, en la que la música no es un mero acompañamiento, sino el cimiento narrativo de un frenético collage de imágenes fragmentadas, citas literarias, grabaciones de archivo y testimonios que golpean la pantalla al compás de solos de trompeta y riffs de batería. Este uso del material de archivo es deslumbrante: sirve tanto para desentrañar la historia y señalar a los culpables, como para inventar un modelo original de ensayo cinematográfico. La banda sonora se convierte en el motor emocional y rítmico de la película, evocando tanto el caos del colonialismo como las esperanzas frustradas de libertad del pueblo congoleño.

El eco de este doloroso análisis histórico resuena en Rising Up at Night (Tongo Saa), el carismático primer largometraje del joven cineasta Nelson Makengo. Sirviéndose de una atractiva puesta en escena que en ocasiones se acerca a las formas del videoclip, la película muestra las consecuencias de más de medio siglo de guerra y expolio en Kinshasa, la capital del Congo, una ciudad sumida en la oscuridad en vísperas de Navidad, cuando unas inundaciones dejan sin electricidad a sus 17 millones de habitantes. Como en Todo documento de civilización, la oscuridad es la verdadera protagonista de la película. A medida que la cámara de Makengo recorre a tientas la ciudad, la pantalla se sumerge progresivamente en las sombras, buscando breves destellos de belleza entre el caos y la ebriedad de sus habitantes. Los rostros y las calles de Kinshasa componen una peculiar sinfonía urbana contemporánea, donde el jazz del pasado cede el protagonismo a un techno oscuro y descorazonado. La ceguera a la que Tongo Saa nos somete es tanto física como metafórica: un símbolo del apagón mediático que perpetúa la invisibilización de los países africanos en el imaginario occidental, y de la falta de imágenes que producimos y recibimos de los países que todavía sufren formas veladas de colonialismo. Cuando al final de la película llega el día, los espectadores hemos perdido la fe en la luz que nos rodea.

Fotograma de Rising Up at Night (Tongo Saa), de Nelson Makengo.

Fotograma de Rising Up at Night (Tongo Saa), de Nelson Makengo.

Si hay una película de 2024 que lleva al límite el rechazo a las imágenes hermosas y luminosas que imperan en nuestra sociedad, es Aggro Dr1ft, de Harmony Korine. Un experimento paranoico construido con tecnologías que deforman, adulteran y transforman las imágenes en algo monstruoso, con el propósito de afirmar la muerte de cualquier credibilidad en el poder del cine para decir la verdad. La epopeya de venganza y redención que describe la película es tan disparatada e inaceptable como sus imágenes, pero en esa distorsión, en ese abandono de las formas tradicionales, se vislumbra también una posibilidad: la de un cine que no busca reafirmar lo conocido, sino romper nuestras certezas, abrir nuevos caminos y encender una chispa de rebeldía, alineándose con las estrategias de reapropiación radical de A Fidai Film, la intimidad insurrecta de My Stolen Planet, el poderoso cine imaginario de Caja de resistencia, la incivilización de Todo documento de civilización, la explosión rítmica de Soundtrack to a Coup d’Etat y la oscuridad reveladora de Tongo Saa. Todas ellas son películas que nos enseñan que el cine es mucho más que un medio para contar historias: una herramienta esencial para desafiar las narrativas hegemónicas y devolver a las imágenes su capacidad de revelar nuevas dimensiones del pensamiento.

La industria cultural, en su afán por generar contenido incesante y lucrativo, se esfuerza por oscurecer aquellas parcelas de la realidad que nos invitan a creer que existe una escapatoria del modelo socioeconómico dominante. En su lugar, nos ofrecen otras que nos vuelven prisioneros del presente: inmediatas, homogéneas y manipuladas, diseñadas para distraer, agitar y, en última instancia, hacernos sentir impotentes como medio para perpetuar estructuras de poder. Ahora que podemos valorar las consecuencias de un cuarto de siglo de inmersión en el mundo digital, resulta evidente que, a medida que el número de imágenes aumenta, nos sumergimos en una profunda crisis de representación, que alimenta nuestra desconfianza en el mundo que nos rodea. Nos convertimos en individuos cínicos y descreídos, de pensamientos cada vez más solitarios, apenas equipados con el triste consuelo de la ironía.

Está en nuestras manos, como creadores y espectadores, reclamar otras maneras de mirar que nos han sido negadas y sustraídas, rechazar las falsas promesas de evasión y denuncia de un cine domesticado y apostar por un arte que encienda una cerilla en la noche del pensamiento. Un cine que explore las ausencias, que rompa el pérfido encantamiento de la cultura de masas, que inspire gestos de rebeldía que, aunque puedan parecernos insuficientes, salvaguarden nuestra dignidad durante el naufragio de lo real del que sin duda estamos siendo testigos. Un cine salvaje, que reincida en el pecado de la esperanza y camine por la calle de la subversión, luminosa como un sueño oscuro.

La realidad permanece, hoy más que nunca, oculta en lo que se nos muestra. Vivimos inmersos en un torrente de imágenes prefabricadas que brotan por todas partes, en todas direcciones, descontroladas, estridentes y parpadeantes, repitiendo mantras y lugares comunes, prometiéndonos pequeños placeres culpables e...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Vicente Monroy

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí