Óscar García Sierra / Novelista
“Para escribir me pongo el Canal 24 Horas”
Vicente Monroy 20/11/2024
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Óscar García Sierra (León, 1994) se gana la vida como lingüista computacional, aunque se queja de que, últimamente, como han reducido la plantilla en su empresa, también le toca hacer labores de programador, así que pasa el día programando código. “Cada día soy menos lingüista y más programador”, suspira mientras nos ponemos al día antes de la entrevista, una frase que bien podría formar parte de su segunda novela, Ropa Tendida, recién publicada por Anagrama. Sus personajes parecen atrapados en un mundo donde el lenguaje con el que tratan de expresar sus preocupaciones y sus emociones se ha convertido en un código maquinal y carente de significado. Sus periplos transcurren entre deprimentes paisajes industriales, carreteras secundarias, gasolineras, geriátricos, bares de pueblo y antros ratoneros, mientras huyen de un pasado borroso y persiguen sueños anodinos. Todo esto envuelto en un inquietante humo negro.
¿Qué tal fue la fiesta de presentación del libro en Madrid? Me han dicho que fue multitudinaria.
Fue muy guay, sí.
¿Se alargó mucho la juerga?
Nah, solo un poquillo. Hasta la hora de comer del día siguiente o así.
Las presentaciones de tus novelas se están convirtiendo en verdaderos acontecimientos de la vida social madrileña. Vas a tener que publicar otra pronto.
Ya ves.
¿Te costó mucho empezar Ropa tendida después de terminar Facendera, tu primera novela?
Nah, qué va. Empecé Ropa tendida justo cuando salió Facendera, pensé: a ver si va a resultar que Facendera es una puta mierda, voy a escribir otra por si acaso.
Has escrito Ropa tendida bastante rápido. Entre las fiestas y el trabajo, ¿cuándo sacas tiempo para sentarte a escribir?
Buff, pues cuando me levanto: de 6 a 8 o así. Duermo poco, me desvelo pronto.
¿Sufres escribiendo? Yo, que sufro mucho, siempre he sentido envidia de la facilidad aparente con la que lo haces.
Nah, qué va, rara vez. Sufro si no tengo tiempo para escribir, pero escribiendo me lo paso guay.
Pues tus personajes lo pasan fatal. Parece que todos están intentando escapar de algo. No me jodas que en esto hay algo autobiográfico.
Qué va. No hay casi nada autobiográfico en lo que escribo. No sé, en Ropa tendida a lo mejor hay algo mío en el personaje de la hermana escritora, en lo de los afters… Pero solo pequeños detalles.
Los personajes femeninos son los que peor lo pasan.
Es lo que he visto por todas partes desde que era pequeño. Mi hermana, mi madre, mis amigas…
La historia que cuenta Ropa tendida empieza la mañana siguiente del final de Facendera, pero pronto nos damos cuenta de que todo ha cambiado: los personajes, la estructura y todo lo demás. Es un comienzo muy potente, que anuncia la gran cantidad de dispositivos formales, rimas y elipsis que vas introduciendo luego en la narración.
Lo primero que tuve del libro fue una imagen: la de una señora sentada en un váter, la madre. Se supone que es la señora que llama a la policía para denunciar a los jóvenes que hacen botellón en la última escena de Facendera. A partir de ahí, como la historia de esa señora no me iba a dar para mucho más, me fui imaginando otras historias, como la del hijo que está de after, Xairu. Me gusta hacer estas cosas, jugar a encajar historias de distintas maneras para crear intriga.
Otra cosa que cambia es el punto de vista del narrador, que tanto en Facendera como en Ropa tendida son muy peculiares, se relacionan con lo narrado de una forma muy sorprendente. El narrador de Ropa tendida es diabólico, pasa de ser omnisciente a colarse en la historia cuando le da la gana, y además tiene muy malas intenciones.
No tenía previsto quién iba a ser el narrador cuando empecé a escribir el libro, me encontré con él por casualidad mientras escribía, igual que el personaje de Xairu. Fue la historia la que me llevó hasta él. Supongo que estaba predispuesto a encontrármelo, pero no lo forcé.
Tus personajes están siempre intentando recordar. Recuerdo e invención se mezclan constantemente.
Me gusta ese efecto de confusión de los personajes. Como son un poco tiraos, va bien con su personalidad.
Pero por otro lado eres muy preciso en algunas cosas. ¿Utilizas Google Maps para escribir? Hay una descripción muy precisa de los recorridos de tus personajes por las carreteras y calles de León.
Usé Google Maps en las revisiones. Como todo lo que envuelve a los personajes es tan confuso y ambiguo, quise ser muy preciso con sus recorridos como contraposición. Luego descubrí que ser tan minucioso también podía contribuir a crear un efecto de obsesión que tiene que ver con el miedo y la paranoia de los personajes.
Otra cosa que observo en tus novelas es tu resistencia a trabajar con grandes temas, temas adultos, los putos grandes temas de la puta gran novela occidental.
Bueno, no sé, yo creo que sí hay grandes temas, la familia y tal, pero no me interesan tanto como para que sean el centro de la historia, prefiero que estén de fondo. Para mí, la verdadera trama del libro es la del lector preguntándose: ¿cuál es la trama de este libro? Me gusta eso, que el lector no sepa muy bien de qué va la novela, que sienta que está pasando algo importante pero a la vez no pasa nada, que nada avanza. Que no sepa qué tipo de novela está leyendo; que a veces parezca de misterio, a veces de drogas, a veces una historia familiar…
Sí. Me encanta que el libro esté lleno de caminos sin salida, que a veces te olvides de un personaje y no vuelva a aparecer en la trama, que haya escenas contadas dos veces, falsas pistas, elementos ausentes, una protagonista que llega tarde a la historia... ¿Cuánto hay de premeditado en esto y cuántas cosas fueron apareciendo durante el proceso de escritura?
Algunas cosas las tenía pensadas. Otras, como el cambio brusco en la estructura que se produce en la segunda parte, cuando la historia se centra de pronto en La Juli y los demás personajes desaparecen, fueron un poco fumada. Me gusta experimentar mientras escribo, hacer algo inesperado y ver qué pasa. También me gustaba la idea de ir saltando de una historia a otra sin que se supiera quién es realmente el protagonista ni qué buscaba cada personaje. Y que de pronto La Juli se convirtiera en la protagonista. Es un personaje del que nos pasamos oyendo hablar media novela, pero nunca está muy claro si es real o no. Y de pronto los demás desaparecen y nos quedamos con ella.
¿Cuál es tu personaje favorito?
No sé, creo que no tengo ninguno, igual Isidorín. ¿Y el tuyo?
Isidorín, sin duda. Lloré de risa cuando quiere dar Zolpidem al equipo de fútbol porque he estado enganchado al Zolpidem muchos años. Por cierto, hay una crítica en Goodreads donde te diagnostican Alzheimer narrativo por cortar tan bruscamente la historia de Isidorín y que apenas vuelva a aparecer en la trama.
Joder, pues a ver si va a tener razón. Pero es que lo que me interesaba era ir saltando de un miembro a otro de la familia, siguiendo el hilo del pensamiento de Xairu: la llamada de su padre le parece importantísima durante unas cuantas páginas, pero no se acuerda de ella en el resto del libro; va a visitar a su madre a la residencia y después se olvida de ella; de repente se obsesiona con su hermana… Es una sensación parecida a la que se tiene en las fiestas: cuando estás borracho y colocado, te obsesionas con algo y después lo olvidas, conoces a alguien nuevo y te olvidas de tus amigos, estás en la pista de baile y te pierdes algo que está pasando al otro lado de la discoteca…
El personaje de la hermana me parece muy sorprendente. Es escritora, incluso se parece un poco a ti. Esto de meter alter ego escritores es un recurso de escritores intelectuales, pero lo que mola de ti es que no eres un intelectual.
Normalmente me revienta mucho cuando salen personajes escritores en los libros, pero aquí me parece que queda guay porque crea un contraste muy fuerte con el resto del libro. Ya me jodería que por esto me llamaran intelectual.
Nah, tranqui, no te preocupes, queda muy bien. Además, casi todos tus recursos, más que literarios, parecen cinematográficos.
Para la primera escena del libro me inspiré en Uncut Gems (Diamantes en bruto; Ben Safdie, Joshua Safdie). ¿Te acuerdas de cuando, al principio de la película, la cámara sale del interior del cuerpo del protagonista y así empieza la historia? Mi idea era que Ropa tendida empezara dentro del váter donde está sentada la madre en las primeras páginas, que la narración saliera del váter. Me molaba la idea de un libro que empieza dentro de un váter y a partir de ahí ocurre todo lo demás. Aunque no me acuerdo de si esto al final lo dejé o lo quité, con tantas correcciones se me olvidan las cosas.
¿Y tienes algún referente literario?
Por ejemplo, todo el rollo del personaje de Xairu, que no sabe si lo que recuerda es verdad o es inventado, está inspirado en Glamourama de Bret Easton Ellis, una novela donde nunca está muy claro lo que está pasando o de qué va la historia.
¿Lees mientras escribes?
Después de publicar Facendera estuve un año sin leer porque me daba miedo que me gustara mucho un libro y darme cuenta de que el mío, en comparación, era una puta mierda. Pero durante la escritura de Ropa tendida y después sí he podido leer. El último libro que he terminado es Otra vez en casa de Michael Magee, donde también hay muchos afters, está bastante guay.
También hay mucha música en Ropa tendida. ¿Te pones música para escribir?
Últimamente sí, hasta me pongo la tele a veces, me hace compañía. Como escribo por las mañanas, me pongo el Canal 24 Horas. Está muy bien porque es un bucle, la primera vez prestas atención a lo que cuentan y las siguientes es como un ruido de fondo.
Me refiero sobre todo a que el estilo de Ropa tendida es muy musical; tiene esa sonoridad tan personal, que no se parece a la de ningún otro escritor, y que quizás sea una herencia de tu etapa como poeta.
Sí, a ver, no sé. He intentado controlarme un poco más que en Facendera, donde había demasiadas frases poéticas. A ratos era un poco exagerado. Pero a veces me siguen gustando. Creo que tiene un poco que ver con mi trabajo como lingüista computacional, me gusta explorar el lenguaje.
Y sin embargo el gran tema de tus novelas es la incapacidad de expresar ciertos sentimientos y emociones.
Supongo que sí, sobre todo en Facendera pero también en Ropa tendida. Eso a lo mejor sí que es un poco autobiográfico, en la vida real me cuesta expresar algunas cosas que puedo poner en los libros.
¿Qué viene después de Ropa tendida?
Buff, no sé. Supongo que escribir otra. Pero que no pase en León, que ya es un poco cansino.
¿Tienes miedo de que te etiqueten como escritor rural?
Nah, eso me da igual, que digan lo que quieran. Pero ya cansa tanto León. Mientras escribía Ropa tendida, a veces pensaba: ¿esto no lo dije ya en la anterior? ¿No ha salido ya esa metáfora del cielo? Por lo menos que la siguiente pase en Valladolid.
Óscar García Sierra (León, 1994) se gana la vida como lingüista computacional, aunque se queja de que, últimamente, como han reducido la plantilla en su empresa, también le toca hacer labores de programador, así que pasa el día programando código. “Cada día soy menos lingüista y más programador”, suspira mientras...
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Vicente Monroy
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