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recorrido

2000-24, un cuarto de siglo musical

Aunque sabemos que oficialmente el siglo XXI comenzó el 1 de enero de 2001, hemos comprobado que empezaba a generarse en redes cierto runrún por los 25 primeros años de este. Por eso, esta lista nace con una errata intencionada

Carmen Salas / Manuel González Molinier / Mané López / David Martínez de la Haza / Manolo Domínguez 21/12/2024

<p>Imagen con algunos de los discos mencionados en el texto. / <strong>Cedida</strong></p>

Imagen con algunos de los discos mencionados en el texto. / Cedida

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El primer cuarto del siglo. Aunque sabemos que oficialmente el siglo 21 comenzó el 1 de enero de 2001, hemos comprobado que empezaba a generarse en redes cierto runrún por los 25 primeros años de este y, muy probablemente, tratar de ponernos exactos aquí nos habría llevado a quedarnos fuera de la ola. Por eso, esta lista nace con una errata intencionada que nos permite evitar cierta sobreexposición.

Esta lista no pretende ser canónica, pero sí un cierto reflejo de estos últimos 25 años en los que hemos comprobado cómo el mainstream ha dejado de estar mal visto, que la mirada se ha desviado, en parte, de lo anglosajón hacia lo latino (creemos que el debate sobre la importancia del reguetón es cada vez menos necesario), que el hip-hop se ha convertido en una música bastarda y global y la electrónica, lo urbano y el R’n’B ha difuminado completamente sus fronteras. De todo ello hay un poco en los 50 discos (más otras 5 debilidades personales) escogidos, pero primando, siempre, nuestras preferencias musicales frente a lo enciclopédico.

Podrían haber sido otros 50 y la lista tendría el mismo sentido, pero aquí están los elegidos, nuestros 50 discos preferidos de los últimos 25 años:

1 | Teen dream | Beach House (2010)

Que Teen dream se publicara en lo más duro del duro invierno (finales de enero de 2010) simplemente no puede ser casualidad. Ningún disco reciente evoca de forma más certera y profunda las emociones relacionadas con la escasez de luz natural y la búsqueda de refugios, físicos o extracorpóreos, para mitigar los rigores climáticos y afectivos estacionales. Las letras de Victoria Legrand, que por su arrebato poético suenan generalmente crípticas y realzan esa aura etérea de Teen dream, se vuelven en ocasiones disparos a quemarropa (“The face that you see in the door isn't standing there anymore / In a matter of time it would slip from my mind” canta Legrand en Walk in the Park) para recordarnos la sentencia última que determina nuestras vidas de felicidad frágil y efímera: el tiempo no todo lo cura, pero eventualmente todo lo esconde.

El disco incluido en esta lista que transmite de forma más lúcida la sensación física de estar congelándose por dentro es también, a nuestro juicio, el mejor disco en lo que llevamos de siglo. Por supuesto, al consenso por el temblor. DM

2 | Born to die | Lana del Rey (2012)

Las campanas que suenan al inicio de Video Games vaticinaban el inicio de una época. El videoclip, un compendio de imágenes de aspecto DIY, con referencias al imaginario hollywoodense intercaladas con la propia Lizzy Grant mirando a cámara cantando dibujaban el zeitgeist de una generación. Con su álbum debut, Lana del Rey irrumpía en un paisaje musical dominado por el upbeat con sus melodías atmosféricas y lentas y su voz ensoñada. Sus letras –oscuras, profundamente poéticas– hablan sobre la desconexión con el propio deseo y el peso de la realidad cuando los sueños se desdibujan en contacto con ella, sobre cómo teniéndolo todo (belleza, juventud, dinero) puedes seguir sintiéndote profundamente miserable “Your soul is haunting me and telling me that everything is fine/But I wish I was dead”. Born to Die fue la revelación de todo lo que estaba por venir, redefinió lo que es ser una mujer en la música, apropiándose de su propio relato y con la honestidad bruta como motor. CS

3 | E•mo•tion | Carly Rae Jepsen (2015)

A principios de la década de 2010, en el apogeo de la cultura hipster y la decadencia Tumblr, el mundo sucumbió ante una muestra de pop perfecto luminoso titulada Call Me Maybe firmada por una joven canadiense proveniente del Canadian Idol: Carly Rae Jepsen.

Hablamos de un éxito absolutamente masivo que, por desgracia, ensombreció un sucesor cuyas cualidades brillaban más que el sol y, quizá por ello, cegó a la gente en su momento que decidió mirar a otro lado. E•mo•tion mostraba mayor madurez, concreción de sonido, elegancia y, en definitiva, savoir faire. Se alzó como una catedral del pop a la que ir a rezar, una obra perfecta que cantaba al amor por el amor cogiendo elementos del synthpop ochentero y el city pop hilvanados por algunos de los mejores productores del género como Dev Hynes o Greg Kurstin entre otros.

Es el mundo neón, azucarado y adictivo de Carly; nosotros tenemos que dar las gracias de poder, siquiera, merodear en él

Las ventas no reflejaron eso y la crítica no terminó de encumbrarlo en su momento, pero el paso del tiempo lo puso en el altar que tenía ganado por derecho propio desde su concepción. Es el mundo neón, azucarado y adictivo de Carly; nosotros tenemos que dar las gracias de poder, siquiera, merodear en él. ML

4 | Blonde | Frank Ocean (2017)

El tercer corte de Blonde se corresponde con una grabación de su madre en el contestador automático donde le dice "no intentes imitar a los demás, no actúes como los demás, sé tú mismo. Sé seguro contigo mismo". También le aconseja que no se drogue ni beba alcohol, pero la esencia está en las otras palabras, en esas en las que le pide que confíe en sus propias decisiones.

Y eso es Blonde, un álbum muy personal que solo guarda del anterior el talento que desprende. Aquí ya no hay hits claros como Thinkin' bout you, Pyramids o Lost, tres pilares que sostienen Channel orange, pero sí una cohesión absoluta en todo él dentro del clima de introspección en el que ha decidido envolverlo. Tanta, que incluso la interminable lista de colaboraciones pasa casi desapercibida; Blonde es solo de Frank Ocean, es su absoluta obra maestra. MD

5 | Sufjan Stevens | Illinois (2005)

Aunque habrá quien prefiera el sensible y comedido Carrie & Lowell (2015), si hay un disco de Sufjan Stevens que marcó una época, ese es Illinois (o Come on feel the Illinoise, según reza en su icónica y más bien espantosa portada). En su particular memorabilia dedicada al estado que da nombre al disco, Sufjan entreteje paisajes, mitos y personajes locales con vivencias personales, creando un fascinante patchwork musical con el folk americano como hilo conductor. Con una sorprendente madurez compositiva logra enhebrar un sinfín de ideas y sonoridades, que acompañan y dan contrapunto a su dulce voz de boy scout. En este vibrante magma musical cabe el pop orquestal y la suave pieza arpegiada, las explosiones noise y los coros funkies, los guiños al minimalismo de Philip Glass y Julius Eastman, e incluso una conmovedora oda a un asesino en serie que te desarma cuando confiesa “en mis mejores conductas, realmente soy igual que tú”. MG

6 | Kid A | Radiohead (2000)

En los albores del siglo XXI apareció la obra que marcaría el terreno de todo lo que estaría por venir en los consecuentes años: el Kid A de Radiohead. Tres años atrás con Ok Computer alcanzaron su techo creativo al mostrar ambición desmedida, grandilocuencia y grandes pasajes dominados por las guitarras y el más es más; con Kid A no es que se superaran, es que básicamente crearon un nuevo edificio en otra dimensión y dinamitaron absolutamente cualquier paramento para trascender y cambiar el paradigma de lo que teníamos entendido por “obra maestra”.

Entre la fría niebla que recorre este álbum hay momentos en los cuales se vislumbra la silueta del grupo

Entre la fría niebla que recorre este álbum hay momentos en los cuales se vislumbra la silueta del grupo, pero en la mayor parte del metraje Radiohead dan un paso atrás cediendo el protagonismo a otro: el vacío existencialista. La tensión constante. La despersonalización asociada a la revolución de las máquinas. El resultado es un trabajo que, un cuarto de siglo después, sigue siendo referente. Es el omega de la electrónica de masas, la primera muestra de que se pueden mezclar en un nivel mainstream ambient, IBM, rock, intimismo, belleza y desolación en un resultado asombroso. ML

7 | Double negative | Low (2018)

Double negative pesa mucho, muchísimo. Es sepulcral. La triste desaparición de Mimi (voz, guitarra y pareja del otro miembro fundador, Alan Sparhawk) en 2022 sobrevuela toda la obra del Low y, especialmente, sus dos últimos discos, Hey what de 2021, igual de necesario, y este, su predecesor, por ser los más recientes y por un carácter experimental que los hace diferentes y radicalmente frágiles, tanto que escapan del clásico encasillamiento de su obra hacia el sadcore y les sitúa en un espacio propio que solo pertenece a Low.

De todo ello, una parte de culpa podría atribuírsele a su productor, BJ Burton (que también ha trabajado con James Blake o Bon Iver), que tensó la instrumentación en el estudio, distorsionando la base inicial hasta crear un sonido nuevo, al borde del ruido más litúrgico. Porque, sí, la escucha de Double negative se podría acercar a la sensación de entrar en una vieja iglesia en ruinas. MD

8 | Fetch the bolt cutters | Fiona Apple (2020)

“Dame todas las patadas que quieras bajo la mesa, no me voy a callar” 

“Dame todas las patadas que quieras bajo la mesa, no me voy a callar” dice Fiona Apple en Under the table. Esta frase sirve de corolario del espíritu con el que abordó el largo proceso de grabación casera de este disco de rock sin guitarras, en el que su voz elástica caracolea sobre ritmos imposibles (cubertería de cocina y ladridos de perro incluidos) mientras arroja las verdades del barquero. Saca el cortador de pernos –dice el título, parafraseando al personaje de Gillian Anderson en The Fall–: rompe lo que te retiene y déjalo salir. Esa Apple de vuelta de todo, que decía que si un adicto quería dejar la cocaína solo tenía que pasar una noche consumiéndola junto a su ex, Paul Thomas Anderson y su amigo Tarantino mientras estos hablan de cine, ajusta cuentas con este mundo de hombres sin dejar un solo tema (acoso escolar, violación, depresión) en el tintero, consiguiendo hacer, casi sin proponérselo, el mejor disco del confinamiento. MG

9 | My beautiful dark twisted fantasy | Kanye West (2010)

My beautiful dark twisted fantasy, la inabarcable obra maestra de Kanye West, puede leerse como una revisión contemporánea de El Jardín de las Delicias (pecado, condena, redención) donde el lienzo sobre el que se articula no es otro que el turbocapitalismo, pero también como una versión beta del DSM-5 a través del hip hop más rico y exuberante que se haya publicado en los últimos veinte años. Alienación (las ideas desbordadas de West tomando las voces de Jay-Z o Nicki Minaj en Monster), catarsis (la asunción del fracaso celebrada íntimamente con ese brindis a los douchebags en la majestuosa Runaway) o renacimiento (el replanteamiento del ser para sí a través del aislamiento en el díptico Lost in the world / Who will survive in America) son solo algunos de los vectores que orientan la gran fuga de ideas que es este disco sin fronteras demostrables, el Sign o’ the times para el siglo de las todas las luces. Y es que My beautiful dark twisted fantasy se abría cuestionándose si se podía llegar mucho más alto. Catorce años después, ya tenemos la respuesta. DM

10 | YHLQMDLG | Bad Bunny (2020)

Bad Bunny no necesita pedir permiso para poner del revés un panorama musical anglocéntrico

El segundo álbum del puertorriqueño llegó cuando los festivales y medios puretas comenzaban a darse cuenta de que el reggaeton es un género. Bad Bunny, que hace lo que le da la gana, no necesita cantar en inglés, usar técnicas de marketing convencionales ni colaborar con estrellas mainstream. No necesita pedir permiso para poner del revés un panorama musical anglocéntrico. En YHLQMDLG, Benito rinde homenaje al reggaeton de vieja escuela hilándolo con otros géneros de urbano mediante una producción casi perfecta. Una hora de disco con invitados de la talla de Daddy Yankee o Ñengo Flow que llevó a Bad Bunny a ser el primer headliner latino del Coachella y a conseguir lo imposible: poner a perrear a los calvos con camisetas de Sonic Youth. Probablemente lo peor del álbum es que se publicó apenas dos semanas antes del inicio del confinamiento y no pudimos salir a bailarlo. Un confinamiento que no le impidió convertirse en el chico del año. CS

11 | Oil of every pearl's un-inside’s | SOPHIE (2018)

Recuerdo pocos momentos más emotivos en la música que cuando la escurridiza SOPHIE –que ya era una figura conocida como productora en el pop experimental y parte del colectivo PC Music– desveló el misterio, se mostró al mundo sin distorsión en su voz, mirándonos de frente mientras nos decía It’s okay to cry. La escocesa en sus anteriores sencillos ya daba la sensación de saber algo que los demás aún no alcanzaban ni a imaginar, algo que llevó al siguiente nivel en Oil of every pearl’s un-inside’s, envolviendo estas texturas sonoras únicas en una nueva capa de vulnerabilidad. Es imposible escribir sobre SOPHIE sin emocionarse por la pérdida de alguien que se ha ido antes de tiempo, pero qué mejor legado que esta colección de himnos sobre la radical fuerza de ser quien eres. CS

12 | Is this it | The Strokes (2001)

Con sus ritmos elementales, bajos angulosos, guitarras mal afinadas y, por encima de todo, la desdeñosa y carismática voz de pijo neoyorkino de Julian Casablancas, los Strokes dieron el pistoletazo de salida al revival rockero que arrasó al principio del milenio y murió unos años después. Una vez esfumado el espejismo de ver en ellos a la nueva Velvet (no tenían ni de lejos su vocación transgresora), queda un debut de pop electrizante, cargado de hits calculadamente deslavazados (Someday, Hard to explain, Last nite), que no solo fueron el canon de su época, sino que además aguantan bien el paso del tiempo. MG

13 | Kick ii | Arca (2020)

Arca es la Doña. Su papel en la escena electrónica actual es principal. Ha grabado o producido a Kanye West, Björk, FKA Twigs, Rosalía… y retorcido los beats hasta lo imposible.

Y en Kick ii, segunda entrega de su necesaria colección Kicks, que se publicaron sorpresivamente (excepto el primer volumen que es de 2019) en diciembre de 2020, en cuestión de 4 días consecutivos, devora primero y regurgita después el reggaeton hasta convertirlo en un género nuevo y diferente. Porque ella lo vale. Y está aquí para bailarlo, para que la vean, para que lo gocen. MD

14 | A crow looked at me | Mount Eerie (2017)

Phil Elverum narra de forma despojada de adornos o metáforas las semanas previas y posteriores a la muerte de su mujer

En la práctica clínica, la voluntad de omisión pronóstica de un paciente gravemente enfermo se conoce como “protección informativa”. A crow looked at me sería entonces un ejemplo palmario de “desprotección informativa” para el oyente. Las canciones escritas por Phil Elverum narran de forma despojada de adornos o metáforas las semanas previas y posteriores a la muerte de su mujer Genevieve Castrée a los 34 años por un cáncer de páncreas: los hechos y los pensamientos alrededor de la muerte de quien, de alguna manera, da forma nuestra vida. Si A crow looked at me puede ser finalmente terapéutico o nocivo lo determina solo quien lo escucha, ya que en este disco no parece haber intenciones más allá de notariar la realidad. Por eso, quizás, su dureza es solo comparable a su grandeza. DM

15 | Puberty 2 | Mitsky (2016)

Existe una nostalgia muy específica por aquello que no se ha tenido y que se teme no poder llegar a tener jamás: “Crack baby you don’t know what you want/But you know that you had it once/And you know that you want it back”, canta Mitski Miyawaki en Crack Baby. Puberty 2, su cuarto álbum –el segundo no autoproducido– es un viaje de apenas treinta minutos navegando esta confusión. Como la pubertad, las canciones son sacudidas violentas de frustración, de un anhelo por algo que no se acaba de confesar: el amor o la música. Aunque no le guste la etiqueta, este álbum fue el precursor de las sad girls, pero es mucho más que una colección de canciones tristes: las letras son un trabajo de cirugía sobre cómo vivir con tu propio cuerpo, cómo vivir en este mundo, cómo sobrevivir a tus sueños, cómo vivir con el otro, todo ello matizado por una voz desgarradoramente dulce. CS

16 | Visions | Grimes (2012)

Años antes de alcanzar su pico de popularidad mediática por sus movidas sentimentales con Elon Musk y por bautizar a su progenie como si fueran Transformers, Grimes publicó un disco milagroso que retorcería definitivamente el paradigma sonoro del pop electrónico en este siglo. Armonías que se desdoblan sobre sí mismas, bases rítmicas sincopadas, la voz extrañamente dulce de Claire Boucher y, por encima de todo, una inspiración melódica excepcional, dan forma a esta obra brumosa y adictiva. Visions es un disco al que acudir de forma recurrente para dejarse abrazar por sus melodías pese a esa cierta inhumanidad (o exohumanidad) que lo caracteriza. Como una medicación ansiolítica que tiene como efecto adverso ocasionales arritmias: la tomas y simplemente esperas relajarte lo suficientemente profundo para no notar que el corazón va a su putísima bola. DM

17 | Barrio fino | Daddy Yankee (2003)

El reggaeton, como antes ocurriera con el blues, el jazz o el rock’n’roll, nace como la música del gueto, del barrio; siendo menospreciada y repudiada hasta que la industria musical la fagocita y dulcifica para que sea exportable a todos los públicos.

Daddy Yankee surge del underground con las primeras mixtapes de DJ Playero en los años noventa, y cuando publica Barrio fino, en 2003, ya ha reventado el mercado. Pero la esencia de este disco sigue estando en la calle, mantiene sus mismos códigos y reglas, y bebe del hip hop y el dembow para escribir el primer gran disco de reggaeton. Irreverente y provocador, sexual y provocativo. Dale más gasolina. MD

18 | For Emma, forever Ago | Bon Iver (2007)

A comienzos de los 2000 tuvo lugar una revolución silenciosa entre la nieve, el frío y los bosques de Eau Claire: Justin Vernon se recluía en una cabaña durante un invierno en el cual todo parecía estar perdido para él. Pero, entre paredes llenas de frases dolorosas como puñales que repetía sin cesar, encontró su voz (un falsete más que característico) y su medio (delicado folk frondoso y onírico) para desahogarse y hallar, si no la paz, un bálsamo que le aliviase temporalmente. Lo bautizó For Emma, forever ago y acabó siendo el primer álbum de Bon Iver. ML

19 | Motomami | Rosalía (2022)

De un ingenioso neologismo (la mujer poderosa, motorizada) y una trillada metáfora (el sempiterno lepidóptero de la metamorfosis), surgió un disco mutante que encumbró internacionalmente a su autora, en el difícil paso del tercer disco tras el soberbio El mal querer (2018). Se entiende el revuelo. Flamenco, hip hop, funk, reguetón, bolero o J-pop se trenzan a través de un español proteico que bebe de la jerga latina y del caló, o que usa la aliteración y la homofonía para sonar asiático. Su inconfundible voz y singular dicción nos llevan por una montaña rusa de ideas sorprendentes, escritas en un alfabeto nuevo y fascinante. MG

20 | Funeral | Arcade Fire (2004)

Hubo una época en la que los grupos abrazaban el más es más y el barroquismo en formaciones que parecían juntas de vecinos, fanfarrias de feria y pasacalles suburbanos. En la primera mitad de los 00’s apareció un grupo canadiense que abrazó todo ello y facturó canciones que reivindicaban el vecindario y la familia desde el amor más genuino: Arcade Fire.

Su discografía fue una revolución constante que se fue tiñendo de colores cada vez más oscuros, pero su comienzo en Funeral fue una celebración y una explosión de vida compuesta por canciones que te erizaban la piel ante tanta belleza y epicidad para hacernos bailar entre el caos al ritmo de nuevos himnos. ML

21 | Only god was above us | Vampire Weekend (2024)

Pusieron patas arriba el rock dosmilero con sus querencias africanas, sus melodías sublimes y esa chispa sardónica de gente leída, y encadenaron tres discos prácticamente impecables. Luego vino la marcha de Rostam Batmaglij y un cuarto disco (Father of the bride) que mostraba a un Ezra Koenig algo ensimismado. Y cuando ya nadie daba dos duros por que los de Columbia volvieran a hacer un disco redondo, en este 2024 sacaron su mejor obra hasta la fecha: un disco tan sofisticado en su sonido (esas baterías y contrabajos jazzy, esas estructuras siempre inesperadas) como en sus letras agridulces, que observan cómo Occidente experimenta el suave colapso de todas las estructuras. MG

22 | Ali and Toumani | Ali FarKa Toure and Toumani Diabaté (2010)

Cuando se publicó este segundo disco grabado mano a mano entre los dos maestros de la música maliense, el cáncer ya se había llevado a Ali Touré. Ali and Toumani nace de las grabaciones del predecesor In the heart of the moon (galardonado con el Grammy en 2006) pero, frente a aquél, es un disco más aferrado a las raíces de ambos, a las tierras de Niafunké (de la que Ali llegó a ser su alcalde) y Bamako. En sus canciones fluyen las melodías de Diabaté a la kora, el blues de la sabana de Touré y las aportaciones de otro maestro de la música, el contrabajista cubano Orlando “Cachaíto” López. Tres maestros de los que, por desgracia, solo nos quedan ya sus discos, tras el fallecimiento de Toumani Diabaté en este 2024. MD

23 | Loud city song | Julia Holter (2013)

La importancia de Julia Holter a propósito de la creación musical en lo que va de siglo se tiende a minimizar

La importancia de Julia Holter a propósito de la creación musical en lo que va de siglo se tiende a minimizar, lo cual es trágico si consideramos discos como Ekstasis, el reciente Something In The Room She Moves o los laberintos que componían Have You In My Wilderness. Pero, en mi opinión, nada se acerca a luminosidad teatral y a la belleza taquicardizante que habitan en Loud City Song.

Las canciones que forman este atípico bildungsroman, este musical apócrifo, revocan el paradigma de la entropía: Julia Holter lanza al vacío un puñado de trozos de vidrio y al chocar con el suelo se convierten en una copa de cristal. ¿Por arte de magia? Quizás sólo por arte. DM

24 | Tender buttons | Broadcast (2005)

Tender Buttons es uno de esos álbumes que dan la sensación de haber estado siempre ahí, en gran parte gracias a la voz etérea de Trish Keenan, pero también por esa textura atemporal que crean los sintetizadores que plagan la composición. Líricamente se trata de una especie de misterio wittengsteiniano, un ejercicio de escritura automática donde el límite de lo que podemos expresar con palabras se expande a través del cómo y el dónde se dicen. Es por esto que los ritmos de loops casi obsesivos en Tender Buttons no solo funcionan como base, sino que son lenguaje también. Quizá la etiqueta dreampop tenga en este álbum más sentido que nunca, siendo una composición onírica que parece asentarse, al igual que los sueños, en un tiempo indeterminado. CS

25 | Sound Of Silver | LCD Soundsystem (2007)

La vida adulta como pista de baile y Nueva York como telón de fondo

La vida adulta como pista de baile y Nueva York como telón de fondo. Sound Of Silver nos muestra a un James Murphy en estado de gracia que se ha pasado la pantalla. Este disco es el momento de iluminación en la cocina de un after en el cual no pintas nada y quieres abandonar. Donde antes, a golpe de guitarrazo, sudor y suciedad, había orgullo al haber visto nacer todos los ídolos de la actualidad, ahora encontramos un dance-punk más contenido y elegante que se usa para hablar de la caída de mitos, la pérdida de amigos, la angustia y, como decía al principio, la vida adulta acechando. ML

26 | Pop 2 | Charli XCX (2017)

Pop 2 es una fiesta. Una fiesta en la que no podían faltar los artistas y productores favoritos de Charli. Una colección de hits casi obscena, una declaración de lo que el pop debería ser y un presagio de en lo que iba a convertirse. Con el lanzamiento de su EP Vroom Vroom (2016) iniciaba su colaboración con el colectivo de productores británicos PC Music y su búsqueda de un pop más experimental y futurista, un sonido que se consolidaba con la publicación de Pop 2, el álbum que daría la vuelta al panorama musical. El disco es la banda sonora de una fiesta ruidosa que entiende su potencial terapéutico, una rave desinhibida que mira desafiante al futuro. Una fiesta de la que no te quieres ir nunca. CS

27 | Skeleton tree | Nick Cave & the Bad Seeds (2016)

Gran parte de Skeleton tree estaba ya escrita el día que Arthur cayó por el barranco. El resto se grabó después. Sin embargo, todo el disco supura dolor, cada detalle de cada una de las ocho canciones lo hace. El dolor de un padre que pierde a un hijo con quince años. Un dolor absolutamente incuantificable, tan inmenso que me atrevería a decir que debe ser el mayor que existe. Y, con esta premisa, arrolladora como un tsunami, nos toca acercarnos a él, de una forma que resulta casi obscena, incómoda e inmoral. Pero Nick Cave supo convertir esa pesadumbre en belleza, y nos regaló una obra majestuosa, de las mejores de su discografía, aunque sea también la más triste. MD

 28 | La leyenda del espacio | Los Planetas (2007)

Si el pasito atrás de Contra La Ley De La Gravedad era para tomar el impulso necesario de cara a cambiar la historia de la música en español, bien dado está. La reinvención de Los Planetas en La Leyenda del Espacio, uniendo la organicidad del rock y la mística del flamenco, trajo consigo un disco, efectivamente, legendario. El hermanamiento de la línea editorial clásica de la banda de Granada (obsesión, despecho, devoción) con el folclore tradicional andaluz suena con una naturalidad finísima y apasionante y, por encima de todo, el calado emocional que deja consigo es abrumador. Más que un disco, un purgatorio. Roots bloody roots. DM

29 | U.F.O.F / Two Hands | Big Thief (2019)

Me tomo la licencia, quizá tramposa, de considerar como una unidad los dos discos que Big Thief sacó en 2019

Me tomo la licencia, quizá tramposa, de considerar como una unidad los dos discos que Big Thief sacó en 2019, indisociables en el impacto doble que la música de la banda de Brooklyn, capitaneada por Adrianne Lenker, produjo en mi corazón. Guitarrista excepcional, vocalista inconfundible y letrista sublime, Lenker te abduce con un vendaval de imágenes fantasmagóricas que inyecta en tu cabeza con hipnóticos arpegios o aguijonazos eléctricos (de su guitarra o de la de su fiel escudero Buck Meek). En estas veintidós canciones que forman un todo hecho de luces, ramas, viento, agua y raíces, de amigos perdidos, hermanos anhelados y reflexiones en penumbra, está todo lo que un grupo de guitarras puede ofrecer en el siglo XXI. Dos discos que son dos manos cuyos dedos se entrecruzan temblorosos, atravesados por el amor y el miedo. Como dicen en Two Hands (la canción): And the more that we try, To figure through the answers, To repeat ourselves, To deny, deny, deny. MG

30 | Vespertine | Björk (2001)

La carrera de Björk siempre ha sido sinónimo de vanguardia y de revisionar el pop así como la cultura club para explorar (¿explotar?) lo volcánico de su Islandia natal. Vespertine, sin embargo, fue una excepción en forma de fina obra de orfebrería delicada e introspectiva.

En aquel álbum, la islandesa te invitaba a su refugio guiándote con pequeños destellos provocados por los copos de nieve cayendo sobre un manto blanco que abarcaba hasta el horizonte. Te acompañaba haciéndote confidencias en voz baja hasta llegar a este iglú imaginario al final del camino donde solo teníais cabida tú, ella y esta carta de amor susurrada. ML

31 | Melodrama | Lorde (2017)

“Éramos salvajes y fluorescentes”, “hacemos explotar todo con dinamita casera”, “nos exhibirán en el Louvre”, “besémonos y quitémonos la ropa”… Melodrama supuso la subida a los cielos de Lorde por dos motivos: sus grandes canciones y la revelación de que, detrás de la fachada mostrada en su anterior álbum, nos encontrábamos ante una chica como nosotros.

La estrella neozelandesa canta al amor desenfrenado que te hace sentir constantemente el éxtasis y al desamor que te hace estar por el suelo

A lo largo de Melodrama, la estrella neozelandesa canta al amor desenfrenado que te hace sentir constantemente el éxtasis y al desamor que te hace estar por el suelo, a la caída de mitos, a lo sola que se siente y a las noches descontroladas que funcionan como válvula de escape. El resultado es un trabajo de pop sintético, algo nocturnal y altamente adictivo que se siente como un abrazo al empezar tu década de los 20. ML

32 | Good kid m.A.A.d City | Kendrick Lamar (2012)

Antes de conseguir que la crítica se rindiera ante el ambicioso (y un tanto excesivo) To pimp a Butterfly, antes de obtener los más altos reconocimientos con DAMN., Kendrick Lamar entró en la liga de los grandes del hip hop con esta historia de redención straight outta Compton, protagonizada por un buen chico que trata de huir de su barrio y de sus contradicciones. Contó con la bendición de Dr. Dre, y le avalaba una lengua que es como una navaja suiza: afilada, precisa y con múltiples usos. El joven Kendrick, como Martin Luther, tenía un sueño: ¿poder, dinero, mujeres? Sin duda, ¿un Pulitzer? Aquí, desde luego, se sentaron las bases de un futuro brillante. MG

33 | Give up | The Postal Service (2003)

Mucho antes de que enamorarse se considerase el pináculo de la toxicidad, Ben Gibbard y Jimmy Tamborello se unieron para mostrar su devoción a las melodías infalibles (Such great heights), a los ritmos electrónicos de juguete (Recycled air) y, sobre todo, a la permeabilidad emocional (We will become silhouettes). Las cabezas pensantes tras Death Cab For Cutie y Dntel se juntaron para dar forma a la banda sonora de las taquicardias y los sinsabores sentimentales de quienes tenían (teníamos) veinte años pero no estaban locos en los albores del siglo. Alguien seguramente muy sabio dijo que “somos sentimientos y tenemos seres humanos”. No se equivocaba, Give up es la prueba definitiva e incorpórea de ello. DM

34 | Kill for Love | Chromatics (2012)

Kill for love es un álbum nocturno y solitario. De carreteras. O de luces de neón y farolas desenfocadas. Y melancólico. Como la banda sonora de un sueño plácido pero inquietante. Uno con imágenes de instantes distorsionados que se disparan en nuestra mente.

El universo de Johnny Jewel (compositor principal del grupo) tiene siempre dos caras, una amable y otra más oscura. Y solo cuando uno rasca la superficie aparece la segunda. Entonces, esas calles que antes veíamos repletas de gente, luces y neones que observábamos desenfocados ya no vuelven a ser las mismas. MD

35 | I Love you Jennifer B | Jockstrap (2022)

¿Qué puedes esperar cuando se juntan dos músicos de conservatorio? Georgia Ellery y Taylor Skye nos demuestran que opulencia, exceso y virtuosismo. Cuando sabes lo que estás haciendo no tienes por qué renunciar a nada. Esa es la máxima del álbum debut de Jockstrap: un despliegue barroco de beats, distorsiones, arreglos inesperados y voces pitcheadas que irrumpen y se desbordan en baladas. El sinfín de influencias musicales en el disco no son una apuesta por lo seguro sino una demostración desacomplejada de Ellery y Skye, a los que nada se les resiste. Irónico, sexy, pop, intimista, I Love You Jennifer B suena retro pero también suena futurista. Cuando se juntan dos músicos de conservatorio espera algo que no se parezca a nada que hayas escuchado antes. CS

36 | An empty bliss beyond this world | The Caretaker (2011)

Es un disco de belleza inabarcable y fantasmagórica que puede asumirse como la música de fondo que acompaña al final de la existencia

El putísimo Leyland Kirby vino a este mundo a jodernos la existencia. An Empty Bliss Beyond This World, su trabajo más conocido, es un collage de fragmentos abruptos de canciones de bailes de salón, inspirado en estudios a propósito de la música de juventud que recordaban pacientes con enfermedad de Alzheimer. Pero más allá de su rigor conceptual, esta obra afecta durísimo en las entrañas. Es un disco de belleza inabarcable y fantasmagórica que puede asumirse como la música de fondo que acompaña al final de la existencia, la banda sonora de una vela apagándose. Pero también como un vehículo que nos propone rellenar con nuestros propios recuerdos las grietas que quedan entre los crujidos y los ecos que conforman sus canciones. Elijamos creer. DM

37 | Pure comedy | Father John Misty (2017)

“Algo menos humano con cada lanzamiento, estrechando la distancia entre la máscara y la persona”. Father John Misty lanzó en 2017 Pure Comedy, su magnum opus, un trabajo muy jodido de asimilar por su longitud, su densidad y su carácter predicador, pero moriré en esta colina defendiéndolo: Pure Comedy es la fusión de su persona y personaje que termina por funcionar como reflejo de toda una generación entre grandes canciones. Tiene pendientes escarpadas y alguna zancadilla por el camino, es cierto, pero al final del trayecto hay una luz que, al abrazarla, te cambiará para siempre. Hágase tu voluntad y líbranos del mal, Padre. ML

38 | Lemonade | Beyoncé (2016)

La señora Carter se puso en manos muy diversas para crear un disco cuyo leitmotiv era la crisis de su matrimonio con Jay-Z

La señora Carter se puso en manos muy diversas, incluidas luminarias del indie como Ezra Koenig, James Blake o Jack White, para crear un disco cuyo leitmotiv era la crisis de su matrimonio con Jay-Z debido a una infidelidad (What's worst, looking jelous or crazy?). El disco contó con un videoclip para cada canción, y cada canción es un universo propio, desde la country Daddy Lessons (que anticipa Cowboy Carter) a la rockera Don't Hurt Yourself, desde ese reggae tan Lauryn Hill que es Hold Up a esa depuración del estilo beyonceano que es Formation. Directo al selecto club de los mejores discos sobre crisis de pareja de la historia. MG

39 | Third | Portishead (2008)

Puede ser que Gibbons, Barrow y Utley pensaran que ser continuistas diez años después no era la mejor de las formas de volver, que Portishead ya no eran los mismos que cuando publicaron su disco homónimo en 1997. Por ello, su tercer disco descoloca de primeras. La languidez instrumental de sus entregas previas se muestra ahora robustez gracias a unas bases más marcadas, casi industriales. Sin embargo, la voz de Gibbons sigue erigiéndose como excelente conductor de emociones, el broche que sublima todos los aciertos de sus compañeros, y la marca que les sigue haciendo reconocibles. MD

40 | The money store | Death grips (2012)

Tengo la firme convicción de que algo te gusta de verdad cuando no sabes explicar por qué te gusta. Con The money store me pasa un poco eso. Es un álbum de ¿hip hop? ¿hardcore? ¿industrial?, más que una mezcla de géneros parece una aniquilación de estos. Es violento, es visceral, es una rebelión contra… algo. El inclasificable conjunto californiano se desplazaba desde la periferia del underground publicando su álbum debut con una gran discográfica. Así es como llegaría a mí, en plena adolescencia, ¿era su público objetivo una chica de provincias? No lo sé, pero igual que las letras de MC Ride yo estaba llena de energía y, casi seguro, enfadada. A veces no hace falta mucho más que eso. CS

41 | Imaginal disk |Magdalena Bay (2024)

El único disco de esta lista sobre el que deba escribirse en presente (por haber sido editado este mismo año) es justamente una mirada agradecida al pasado más reciente, el que hemos intentado homenajear en esta lista-artículo. Desde Lali Puna a Carly Rae Jepsen, desde el glitchpop a los Chairlift de Something o a la vaporosidad de las texturas con las que juega DJ Sabrina The Teenage DJ, Imaginal Disk parece cercano al resultado de una inteligencia artificial poniendo por escrito todo lo que cualquier lector de Gorilla vs Bear habría deseado en esta vida y en sus vidas pasadas. El pop en este cuarto de siglo visto para sentencia: la gala final de Simulación Triunfo. DM

42 | Since I left you | Avalanches (2000)

Provenientes del mundo del hip hop, los australianos irrumpieron con una obra que escapa a géneros y etiquetas. Creado a partir de infinidad de samples, Since I left you es coral y caótica, como el histórico camarote de los Hermanos Marx.

Lo ideal con él es dejarse llevar en un viaje que tiene paradas de ida y vuelta en la música disco, en el hip hop, el lounge, rock, jazz, sonidos latinos y otros muchos recortes no musicales para sorprenderte cuando, casualmente, se reconoce una canción de Madonna o de Françoise Hardy. MD

43 | Twin fantasy | Car Seat Headrest (2011)

Hay veces que se da el milagro: el underdog, el que no se sabe muy bien cómo ha llegado hasta ahí, lo consigue. “Give me Dan Bejar’s voice/And John Entwistle’s stage presence” canta Will Toledo en Cute thing, quien no necesita ninguna de esas cosas para haber compuesto un álbum de culto del lo-fi. Un disco que, a juzgar por el sonido, bien podría haber sido grabado en el maletero de un coche. El que no tiene nada que perder puede permitirse ser osado, y Toledo lo es: lo suficiente como para incluir en el disco Beach life-in-death, una epopeya de doce minutos que parece la intersección entre un sueño febril y la Bohemian rhapsody de los neuróticos. Y, por si fuera poco, regrabó este disco en 2018. Inadaptados del mundo, somos nación. CS

44 | Let England Shake | PJ Harvey (2011)

Cinco años antes del infame Brexit, PJ ajustaba cuentas con su país natal, cuya decadencia ya anticipaba, en un disco fascinante, que repasa la oscura historia bélica e imperialista del Reino Unido. De la mano de sus colaboradores habituales (los siempre eficaces John Parish y Mick Harvey), PJ se ponía un nuevo traje, abandonando la crudeza rockera y dejando que su voz se inclinase hacia un registro agudo que recuerda a Kate Bush, para hablar de los sentimientos ambivalentes que despierta la patria, en canciones tan sobrecogedoras como The Last Living Rose, On Battleship Hill o The Words That Maketh Murder. Después de siete discos impecables no esperábamos que pudiera parir su mejor disco, pero así fue. MG

45 | Punisher | Phoebe Bridgers (2020)

Un fantasma, un traje de esqueleto, sinceridad sin parangón y versos que se clavan como puñales en una fórmula pop de tintes folk bendecido con la capacidad de tocar las tuercas correctas para llegar a lo más profundo de tu ser. Phoebe Bridgers es todo eso en Punisher, su segundo largo. Es la voz de una generación de cantautoras y representante por antonomasia de la gente melancólica que consumía Tumblr en 2012, tenía la pared forrada con fotos de Lana del Rey y se ve actualmente afectada por una nostalgia de la cual nunca podrá huir. Pero es también reconciliación con el pasado y encontrar confort en el dolor. Hagamos como nos dice Phoebe en estas canciones tan monumentales: abracémos la tristeza y amistémonos con nuestros fantasmas. ML

 46 | XTRMNTR | Primal Scream (2000)

Con XTRMNTR, Primal Scream volvieron a cazar mejor que nadie el espíritu de los tiempos. El segundo verano del amor plasmado en Screamadelica quedaba lejos, los tecnohippies no habían sido aniquilados, y ahora eran yuppies con ojos de esvástica, que habían cambiado el MDMA por toneladas de cocaína, y estaban listos para el nuevo milenio digital. Este clima de cambio de década impregna el disco de bajos retumbantes y ritmos machacones; de paranoia, destrucción y dominación de masas. Kevin Shields (My Bloody Valentine) se suma a la fiesta para cumplir su sueño de mezclar shoegaze y house, mientras Bobby Gillespie emerge, por segunda década consecutiva, como el mejor profeta de los tiempos por venir. MG

47 | And the nothing turned itself inside-out | Yo La Tengo (2000)

Quizás estemos aquí ante la cima en cuanto a inspiración de la extremadamente prolífica carrera de Yo La Tengo, lo cual es mucho si tenemos en cuenta que existen Summer Sun, I Can Hear The Heart Beating As One o Fade. Pero aquí la conjunción de melodías y atmósferas llegan a cotas de impacto emocional no superadas antes ni después. And Then Nothing Turned Itself Inside-Out está lleno de esa discreta esperanza tan concreta que traen consigo las voces, y las cadencias de las voces, de Ira Kaplan y Georgia Hubley. Es, de alguna forma, el confort determinista de quien ya ha aprendido a ver únicamente la hoguera en medio de un páramo nevado. Febrero hecho música. DM

48 | Kala | M.I.A. (2007)

M.I.A. es mitad embajadora, mitad expoliadora. Y Kala, su mejor álbum, donde sublima los aciertos del debut Arular, el más universal reflejo de ello. Porque aquí podemos encontrarnos desde funk brasileño a rastros del mejor Bollywood, ecos de sus raíces tamiles o, como rapea en Bamboo banga, referencias a Somalia, Angola, Ghana, India, Sri Lanka y Burma. Todo suma en un puzzle en el que sus piezas encajan a la perfección y entre las que destaca una, Paper Planes, que se convirtió en la canción que la situó en el foco expositivo. Desde entonces, un recorrido a pasos firmes, pero ninguno tan trascendente como Kala, que definió el camino para quienes no solo miran a occidente en el mundo de la electrónica. MD

49 | I’m wide awake, it’s morning | Bright Eyes (2005)

Las canciones de Conor Oberst siempre han tenido un tono confesional, en su sexto álbum –publicado cuando Oberst tenía veinticuatro años– este tono es más teen angst que nunca. Claro que, escuchando los gritos al final de Road to joy, uno se preguntaría si esa voz desgarrada acaso puede expresar algo que no sea catarsis. Con este álbum Bright Eyes domesticaron su estilo, aproximándose a un indie canónico y a un folk que evoca inevitablemente a Bob Dylan, creando un clásico instantáneo. Oberst refleja en sus letras un malestar con lo que le rodea –el sistema, la guerra, el amor, las sustancias– tan universal que las canciones son igual de relevantes escuchándolas en tu habitación de adolescente como en tus auriculares a los treinta años de camino a un trabajo que odias. CS

50 | Fever | Kylie Minogue (2001)

La historia de Kylie Minogue a principios de siglo fue la del resurgir del ave fénix

La historia de Kylie Minogue a principios de siglo fue la del resurgir del ave fénix. Después de un par de discos de carácter más alternativo a finales de los 90 (los exquisitos y maduros Kylie Minogue e Impossible Princess), el público mayoritario pareció dejarla de lado. A pesar de eso, la australiana no se dio por vencida y decidió sacudir los cimientos del pop con la entrada del nuevo milenio. Light Years fue el preludio, Fever, por su parte, el evento canónico pop por antonomasia. El alfa y el omega de las divas pop que llegaron décadas después. Una sucesión de hits futuristas enfundados en un traje de música disco altamente exquisito. Un álbum al que solo le puedes dar la razón con aquello de I just can’t get you out of my head. ML 

Accésits, los discos más personales de cada redactor.

Al confeccionar la lista de mejores discos del cuarto de siglo, todos teníamos presente que uno de los objetivos era que no estuviera muy alejada de lo representativo, que mostrara en parte cómo ha evolucionado la música en estos últimos años. Pero cada uno tenía alguna debilidad personal que no quería que quedara fuera. Y de esa necesidad nacía este anexo con cinco discos, uno por redactor, que igual son menos mediáticos, pero nos han hecho tan felices o más como los de la selección oficial. Cinco accésits que nos han acompañado en momentos cruciales y se han ganado este honor de ser el disco más personal de cada uno de nosotros y, quizás, los más necesarios de todos:

El disco de Carmen: Extreme | Molly Nilsson (2022)

Molly Nilsson define Extreme como un álbum sobre el poder: el poder que implica no abandonarse a la desesperación en un mundo dominado por el amor al poder. El álbum es el abrazo de una amiga, la voz en tu cabeza que te recuerda que no puedes estar equivocada, que simplemente existir bajo tus propios términos ya es una victoria “Merely with your own existence/You already offer your resistance”. Con más de diez años de carrera, Molly Nilsson sigue defendiendo en Extreme su puesto como reina del lo-fi y el DIY, presentes tanto en el diseño de sus características portadas monocromáticas como en su presencia escénica: sola en el escenario, vestida de negro, cantando con su voz evocadora sobre las bases de sintetizadores que trae en un USB. Mirando al público cómplice, diciéndonos “We still have a world to win”. CS

El disco de David: Etiquette | Casiotone For The Painfully Alone (2006)

Tras establecerse como el compositor de canciones en microdosis más inspiradas de la escena lo-fi/indietrónica de principios de siglo, Owen Ashworth, la personas tras Casiotone For The Painfully Alone, optó por barroquizar mínimamente su proyecto a la hora de crear Etiquette. En él se daban la mano miniaturas rítmico-melódicas agridulces y letras sobre miserias morales, relaciones ruinosas, conflictos familiares, noches de gastritis y hundimiento y amistades que se pierden o, peor aún, se confunden con cosas que no son. Disco de cabecera entre los tibios de espíritu pero ardidos del corazón, Etiquette, por lo que a mí respecta, contiene las doce canciones más importantes del mundo. Si no lo han escuchado aún, ustedes pueden comprobarlo también: prepárense para ser demolidos. DM

El disco de Lolo: Vida gris 32 | Gúdar (2011)

Sonará a boutade elegir como uno de los mejores discos de este cuarto de siglo una obra ignota del grupo más esquivo del underground barcelonés. Tan reivindicados por su reducida (e ilustre) parroquia como desconocidos para la gran audiencia (el disco ni siquiera está en Spotify), nadie como ellos representa, sin embargo, el espíritu de libertad creativa y honestidad emocional de la música hecha en los márgenes de lo comercial, a través diversos proyectos autogestionados (como el añorado local de conciertos Hi Jauh USB? de Poblenou, por el que pasó lo más granado de la efervescente escena alternativa de nuestro país). Quizá pueda resultar desconcertante la voz doliente y marciana de Albert Espuña (algo así como un Robert Wyatt o un Daniel Johnston del Baix Llobregat), las estructuras poco convencionales de su folk psicodélico, o su melancólica visión de lo cotidiano. Pero así es como debe ser una obra de arte: algo que te interpela, te desconcierta y te atrapa. Para siempre. MG

El disco de Mané: Floral shoppe | Macintosh Plus (2011)

Ramona Xavier, bajo el alias de Macintosh Plus, lanzó al mundo en 2011 un álbum esencial para la música electrónica y la cultura de internet: Floral shoppe. Bustos griegos, botellas de agua Fiji, lujo neón y decadencia plástica bajo un término paraguas: el vaporwave. Un no disco venido de un no tiempo producido en un no lugar.

Floral Shoppe es un cúmulo de recuerdos lejanos emborronados por la niebla del tiempo. Todo te suena pero nada se concreta. Es un limbo color rosa y paredes reflectantes donde se intuyen las voces evaporadas y distorsionadas de… ¿eso que suena es Diana Ross? ¿Sade? ¿Cuánto tiempo llevo aquí? ¿Hay alguien más ahí? ML

El disco de Manolo: Pet grief | The Radio Dept. (2006)

A The Radio Dept. los tengo asociados a un viaje a Berlín junto a Amaya, uno en el que no compré este disco en concreto, sino un cd-ep con uno de sus singles, The worst taste in music. Fue en un Saturn de un centro comercial de Alexander Platz. También me llevé otro de una banda de postrock local de la que ahora no recuerdo el nombre y el EP+2 de Mogwai. Después salimos de allí con la intención de encontrar las estatuas de Marx y Engels que en el mapa parecían cercanas, pero, tras cientos de vueltas al parque, tuvimos que desistir de ello. Sin embargo, en mi mente tengo clara esa fotografía ligeramente desenfocada, más cálida de lo necesario y saturada por el sol brillante de septiembre, que no pude hacerme junto a las dos figuras, luciendo orgulloso con el disco de los suecos en una mano y el puño de la otra en alto. MD

El primer cuarto del siglo. Aunque sabemos que oficialmente el siglo 21 comenzó el 1 de enero de 2001, hemos comprobado que empezaba a generarse en redes cierto runrún por los 25 primeros años de este y, muy probablemente, tratar de ponernos exactos aquí nos habría llevado a quedarnos fuera de la ola. Por eso,...

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Autora >

Carmen Salas

Autor >

/ Manuel González Molinier / Mané López / David Martínez de la Haza / Manolo Domínguez

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