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El Atlético de Madrid disputará los octavos de final de la Copa del Rey. Y quédense con eso, porque es quizá la única lectura sólida que puede hacerse del partido disputado esta noche en Málaga. Los madrileños se enfrentaban a un equipo de categoría muy inferior, pero sabemos que la magia de la competición del K.O. puede hacer que las cosas se compliquen de forma irreparable. No ocurrió esta vez, para ser sinceros, pero a punto estuvo el Atleti de dispararse en su propio pie.
A diferencia de lo que había ocurrido en eliminatorias anteriores, el equipo de Simeone decidió tomarse en serio el partido desde el primer minuto. Lo vimos en los jugadores que saltaron al campo, donde solamente la presencia de Musso privaba a los aficionados de La Rosaleda de ver la alineación de gala de las últimas jornadas, y se vio también en el campo. Los rojiblancos tomaron el dominio del partido desde el primer momento, y lo hicieron además con el rigor que hacía falta para no permitir concesiones al rival. Jugando sin demasiado ritmo, es verdad, pero aportando lo suficiente para dominar todas las facetas del juego.
El conjunto marbellí trató de no descolocarse renunciando a la presión adelantada, lo que facilitaba que su rival tocara con comodidad. Intentaron también adelantar la línea defensiva para reducir el espacio y dificultar la circulación, pero si haces eso sin presionar la salida del balón te conviertes en un equipo vulnerable a la espalda. Y eso es lo que ocurrió. Sin llegar todavía al cuarto de hora, un gran pase largo de Lenglet fue recogido en la derecha por Giuliano, que primero hizo una pared con Griezmann y luego remató a puerta. Martín, cancerbero malacitano, consiguió parar el primer disparo, pero no el rechace, que aprovechó el francés para marcar de forma acrobática el primer y único gol.
El resto de la primera parte, y también del partido, fue básicamente un monólogo de ocasiones falladas. Tantas, que suena a chiste. Y de tanta variedad, que da que pensar. Sobre todo porque no es la primera vez que ocurre. La explicación creo que puede estar en tres factores: falta de suerte, falta de talento y falta de actitud. Y podemos discutir las proporciones, pero me temo que el Atleti maneja actualmente las tres.
El Atleti, que seguía siendo muy superior, levantó el pie del acelerador cuando pasaba la media hora
Como si a los jugadores colchoneros les diese pudor reflejar en el marcador la diferencia que había realmente sobre el césped, decidieron guardar el colmillo y jugar a no hacer daño. Griezmann disparando desde lejos a las manos del portero. Griezmann centrando en lugar de rematar, tras un gran pase de De Paul. Gallagher disparando desde la izquierda cuando debería haber centrado. De Paul recreándose antes que rematar dentro del área. Nahuel y Giuliano incapaces de chutar a pocos metros de la línea de gol. En fin, para qué seguir.
El problema es que ya sabemos lo que ocurre cuando no resuelves los partidos. El Atleti, que seguía siendo muy superior, levantó además el pie del acelerador cuando pasaba la media hora y la primera parte acabó con el juego roto, ensuciado por faltas absurdas y con el Marbella colgando balones al área colchonera.
Koke sustituyó a Barrios, que se quedó en el vestuario con un golpe en el tobillo. El cambió tampoco se notó mucho, porque continuó la tónica del final de la primera parte. Aunque podría no haber sido así, si el árbitro no hubiese anulado un gol a De Paul, a los pocos minutos de reiniciarse el partido, por una presunta mano previa. El marcador no se movió y los locales aprovecharon para aumentar la intensidad, con lo que el balón comenzó a estar más disputado. Aunque solamente eran sensaciones, porque el Atleti no se sintió amenazado en todo el partido. Las mejores ocasiones –todas, en realidad– siguieron siendo suyas. Destaco un espectacular remate de volea de De Paul, que Martín atrapó con solvencia, sin que Griezmann pudiese controlar el rechace.
En torno al cuarto de hora del segundo tiempo apareció Sorloth en el campo, que volvió a regalarnos un partido mediocre. Frío como un carámbano y bastante errático en las labores de delantero. Aunque el equipo no necesitaba a nadie para seguir fallando ocasiones, esa es la verdad. Gallagher lanzó al palo en el 63. Giuliano llegaba bien por la derecha, pero, o ejecutaba el último pase con la finura de un pintor de brocha gorda, o directamente disparaba con la uña.
El cuadro colchonero siguió fallando ocasiones hasta el final, cuando, con un Marbella físicamente roto y volcado en busca del milagro, sacaron el tarro de las esencias en lo que se refiera a fallar goles. Primero Correa, que solo y delante del portero decidió regatear tres veces antes de tirarla fuera. Después Sorloth, marrando un contraataque en el que iban tres contra uno. Finalmente, en el último minuto y como fin de fiesta, el propio noruego tiró el balón fuera con la puerta ya vacía.
Lo dicho, partido para sacar pocas conclusiones. Quédense al menos con la alegría de una afición, la marbellí, que hoy se ha sentido importante jugando de tú a tú a un equipo Champions. Eso, y con lo dicho al principio: el equipo de Simeone jugará la siguiente ronda de la Copa del Rey.
El Atlético de Madrid disputará los octavos de final de la Copa del Rey. Y quédense con eso, porque es quizá la única lectura sólida que puede hacerse del partido disputado esta noche en Málaga. Los madrileños se enfrentaban a un equipo de categoría muy inferior, pero sabemos que la magia de la competición del...
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