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UE, migrantes, tragedia. / Pedripol
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En 2024 murieron 30 personas al día intentando acceder a España por el mar, casi el doble que en 2023. Un total de 10.457 migrantes que únicamente deseaban acceder a nuestro país, la gran mayoría de ellas en la ruta atlántica hacia las islas Canarias. Cifras que han convertido a 2024 en el año más mortífero desde que hay registro.
Estos son solo algunos de los datos ofrecidos por el informe Monitoreo del derecho a la vida 2024 que todos los años el colectivo Caminando Fronteras publica al terminar el mes de diciembre. Un estudio recurrente que monitoriza las cifras de desaparecidos y el testimonio de algunos supervivientes de este drama humanitario. Un monográfico que debería concienciar tanto a la sociedad civil como a las clases políticas sobre el abandono y la privación de auxilio de las personas migrantes en el mar y que únicamente parece mostrar la evolución de la necropolítica de la UE, y del Estado español.
La ruta atlántica a Canarias, con 9.757 muertes, se mantiene como el recorrido más letal del mundo. Mauritania es el principal punto de partida de embarcaciones desaparecidas, con 6.829 víctimas. Seguido por Senegal-Gambia (2.127) y las ciudades de Agadir-Dajla (801). La ruta argelina, en el Mediterráneo, es la segunda más mortífera, con 517 víctimas. El Estrecho de Gibraltar por su parte se ha cobrado hasta 110 vidas, y otras 73 personas han desaparecido en la ruta de Alborán. En total desaparecieron, con todos sus tripulantes, 131 embarcaciones en el mar.
El informe denuncia como principal causa del aumento de las víctimas a la omisión del deber de socorro, la externalización de fronteras en países sin recursos adecuados y a la criminalización de la migración. Esto se debe principalmente a la conceptualización política de esta crisis humanitaria como una ‘guerra migratoria’ en la cual la UE se está centrando en la ‘interceptación migratoria’. En Caminando Fronteras recalcan que las negociaciones entre España, Marruecos, Senegal y Mauritania priorizan el control migratorio y los beneficios geopolíticos por encima de los derechos humanos y de la vida mediante ‘métodos de búsqueda pasivos’ que actúan mal y tarde. “España le dice a Marruecos que vaya, Marruecos irá o no irá, lo importante es que diga que va a ir y España ya no es responsable”, declara C.A., líder guineano.
El colectivo también denuncia que una de las principales estrategias propagandísticas para criminalizar a los migrantes se fundamenta en la invisibilización de la violencia estructural contra las mujeres y de la existencia de la infancia en estos viajes. Por ello analizan en concreto la situación de las mujeres y de los menores en los cruces migratorios.
En el caso de las mujeres, muchas de ellas viajan con sus hijos y sufren agresiones físicas, discriminación por huir de su hogar, racismo, deportaciones o violencia sexual, lo que las empuja a trabajos precarios, la mendicidad o la prostitución. “Nunca me habría imaginado ver mujeres asesinadas solo por ser negras, por ser mujeres, por huir, pero eso es lo que pasa en Túnez, te matan”, declara F.M., una migrante camerunesa entrevistada para el estudio. A estas formas de violencia cabe añadir que muchas mujeres son captadas por redes de trata que se aprovechan de la falta de protección de los países de tránsito y del abandono de los países de origen.
En 2024, 421 mujeres perdieron la vida en el mar intentando llegar a las costas españolas. La principal ruta utilizada por ellas es la atlántica, en concreto el punto de origen situado entre Agadir y Dajla. Sin embargo, un número creciente de mujeres está viajando en cayucos desde Senegal, Gambia y Mauritania huyendo de conflictos bélicos y del impacto del cambio climático en zonas empobrecidas. También ha crecido la presencia de mujeres del oeste y centro de África en la ruta hacia Baleares, que cruzan Libia y Túnez sufriendo violencia, esclavitud, feminicidios raciales y desplazamientos forzosos hacia Argelia.
Por su parte, el número de niños, niñas y adolescentes que viajan en estos cayucos va en aumento, y con ello, por desgracia, la cifra de fallecidos menores de edad. Tan solo en 2024, 1.538 niños y niñas murieron intentando llegar a nuestro país. Esto se debe principalmente al miedo al reclutamiento forzoso y al secuestro para trabajos forzosos en el conflicto en Mali y a la huida de niñas tratando de escapar de los matrimonios forzados, la mutilación genital o violencias estructurales contra la mujer de países como Guinea, Costa de Marfil y Senegal. Un contexto que ha llevado a muchas familias a priorizar la salida de sus hijos.
Caminando Fronteras denuncia que en el caso de los menores que llegaron a Canarias, contra los que se realizó una campaña mediática, el gobierno regional, amparándose en un protocolo territorial, justificó la negación de sus derechos y los encerró junto a los adultos alegando que ya estaban seguros al encontrarse bajo custodia policial.
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CTXT / Observatorio Social ´la Caixa’
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