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Prólogo a la edición francesa de El Minotauro global, publicada recientemente.

Francia ha estado desde hace siglos, está y seguirá estando en la vanguardia de Europa, ese escenario en que se enfrentan las ideas más grandes, las más vivas esperanzas, y también las más terribles pesadillas engendradas por Europa.

Por desgracia, día a día, más que a las heroicas trincheras de Verdun, esta línea del frente se va pareciendo a la Línea Maginot. Las acometidas de la crisis que nos está devorando hacen caer, una tras otra, las defensas. Las élites al mando no parecen, sin embargo, comprender en absoluto la naturaleza de este "enemigo" ni su modo de actuar. Y lo que es peor, exhiben sin complejos su falta de comprensión.

El resultado de ello es la fútil desavenencia que enfrenta a París con Bruselas y Berlín por un porcentaje mínimo del déficit presupuestario del Gobierno francés. En un momento en el que se vislumbra la abominable perspectiva de un Vichy posmoderno, los responsables políticos franceses luchan por unas naderías ajenas a las causas reales de la destrucción de todo aquello que ha hecho de Francia y de Europa la cuna de la Ilustración y que no pueden tener ninguna influencia para pararla. Cada vez que el primer ministro francés o su ministro de Economía exigen a la Comisión Europea que se porte con Francia "con el debido respeto", respeto y democracia se van devaluando. Y no sólo en Francia.

Este libro explora tanto las causas profundas, comunes, del calvario actual que se ha abatido sobre Francia y de la interminable crisis que sacude la zona euro, como:

- la incapacidad que tiene Estados Unidos de encontrar su seguridad tras el desastre de 2008;

- el aumento de la pobreza en Alemania, donde está germinando una nueva sensación refractaria;

- las décadas perdidas por Japón;

- la Gran Depresión que causa estragos en Grecia;

- el miedo de China a tener que enfrentarse a un "aterrizaje brutal" de su economía;

- la degradación del futuro prometedor que se le ofrecía a América Latina.

En pocas palabras, este libro trata de las crisis sistémicas, sociales, políticas y económicas que han socavado nuestro mundo desde 2008, crisis a los que nuestros dirigentes se enfrentan como si de otros tantos problemas diferentes se tratara.

¿Por qué Europa ha entrado en el camino de la autodestrucción?

Como indican los sondeos del Eurobarómetro de los dos últimos años, los europeos están visiblemente enfadados con nuestras instituciones comunes y declaran abiertamente que han perdido su fe en ellas. ¿Quién osaría reprochárselo?

Ya antes del comienzo de la crisis, el comportamiento de nuestros dirigentes con los electores estaba teñido de desprecio. Por ejemplo, cuando los franceses rechazaron el Tratado Constitucional europeo en el referéndum de 2005, Bruselas y París no pestañearon a la hora de aprobar por los pelos una versión apenas edulcorada de dicha ley. Y cuando los irlandeses rechazaron las propuestas de la UE en un referédum similar, se les dio a entender que votarían una y otra vez hasta que dieran la respuesta "adecuada". Hoy, Bruselas intenta imponer, contra la voluntad de una aplastante mayoría de la población europea, un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos (la Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión, TTIP en sus siglas en inglés) que no tiene nada que ver con los intercambios comerciales y sí mucho con la intención de imponer a los europeos la voluntad de las multinacionales en detrimento de sus preocupaciones en lo que al medio ambiente, las normativas industriales, la protección de los trabajadores y la propiedad intelectual se refiere.

Como demuestran los ejemplos que acabo de citar, hace mucho que la Unión Europea tiene la costumbre de considerar la democracia como un lujo y un incordio. Sin embargo, ha sido necesaria la crisis del euro para que la carencia democrática se catapultara a la estratosfera. Desde 2010, las instituciones europeas asfixian fiscalmente a las dignas naciones europeas y las soliviantan entre sí, permitiendo con ello el nacimiento, de Francia a Grecia y de Dinamarca a Hungría, de los peores, los más rencorosos, movimientos políticos.

¿Por qué las instituciones europeas (la Comisión Europea, el Consejo de Europa, el Banco Central Europeo) han creado el caldo de cultivo de su deslegitimación? La respuesta es que nuestras instituciones, especialmente las de la zona euro, no están pensadas para soportar las ondas de choque de un seísmo mundial tan monumental como el de 2008. Y ello es así porque nuestros dirigentes, y nuestras denominadas élites, cometieron el error de creer que la llamada Gran Moderación de los años 1980 y 1990 iba a ser eterna.

Tomaron lo que sólo era un equilibrio temporal por una condición permanente. Y edificaron la zona euro sobre unos cimientos mal asentados.

Este libro cuenta la discreta historia de ese "equilibrio temporal" que las élites francesas consideraron, para nuestra catástrofe, consolidado a mediados de los años 1980, cuando Jacques Delors, bajo la batuta de François Mitterrand y en colaboración con el canciller Helmut Kohl, emprendió el proceso de unión monetaria.

Las páginas que siguen:

- relatan cómo, bajo el ropaje de "gran moderación" -el marco en cuyo seno nació el euro-, se escondían una colosal desmesura y un loco desequilibro de los flujos de capitales y mercancías;

- describen, en un lenguaje que he tomado prestado de la tradición mitológica griega, las circunstancias que han llevado a Europa a no dotarse de cruciales amortiguadores, garantizando así que el choque, cuando sobreviniera, sería monumental;

- exponen la inepcia de las acciones emprendidas por Europa como respuesta a las señales anunciadoras de la inevitable crisis, empezando por los supuestos planes de salvación de Grecia, Portugal, Irlanda y España, que han hecho ahora posible el contagio a Italia y a Francia, a pesar de que se suponía que lo iban a... evitar.

El Minotauro global

La tesis central de este libro es la siguiente: el crash de 2008 que lleva a la deconstrucción de la zona euro, así como al actual infortunio francés, fue monumental porque las supuestas calma y moderación de las tres décadas precedentes eran una fachada tras la que se desataban como furias unos intercambios de capitales y de mercancías cada vez más desequilibrados. Cuando, tras el hundimiento de Wall Street, ese desequilibrio subyacente dejó de estar circunscrito, el choque fue gigantesco y su principal víctima, la zona euro que (a diferencia de EE UU, Gran Bretaña o Japón) se había edificado sobre la suposición de que tales choques jamás se producirían.

Utilizando una terminología procedente de la mitología griega, este libro sostiene que la causa de la crisis planetaria que siguió a 2008 ,y sus numerosas manifestaciones en todo el mundo, fue la herida mortal que sufrió un monstruo todopoderoso, aunque alegórico, que he bautizado como Minotauro global. Esta criatura metafórica nació a mediados de los años 1970. Rápidamente instauró una apariencia de calma global que permitió a las élites francesas, y a las del resto de Europa, pensar que no había ningún peligro en embarcarse, como primera etapa de una futura unión política, en una unión monetaria con Alemania y otros países excedentarios.

Tal que un espléndido barco de vapor botado en un mar de tranquilidad financiera, la zona euro comenzó su viaje majestuoso maravillando a todo el mundo con su esplendor. Pero cuando nuestro Minotauro, víctima de sus propios secuaces en Wall Street y en los mercados financieros europeos, fue herido de muerte en 2008, las aguas empezaron de repente a rugir, y nuestro barco de vapor comenzó a escorarse. En lugar de reconocer los errores de concepción, los oficiales y su tripulación, entre los que había numerosos franceses, se enzarzaron en virulentas discusiones sobre cómo volver a colocar las hamacas en el puente. Mientras impere esa negación de la realidad, no es probable que haya una recuperación. En tanto, los únicos ganadores serán los racistas, los misántropos y esos fondos buitres de todo tipo que saben cuando vender "a descubierto" los activos financieros en dificultades.

De la metáfora mitológica a la crisis contemporánea

El Minotauro planetario es una metáfora de los dos déficits (comercial y presupuestario) de Estados Unidos que, de finales de los años 1970 a 2008, desempeñaron un papel fundamental en la estabilización de la economía mundial. Esos déficits gemelos, cuyo surgimiento acabó con el sistema de Bretton Woods (creado tras la Segunda Guerra mundial y que operó como un sistema monetario universal desde finales desde los años 1940 hasta 1971), funcionaban como una gigantesca bomba que aspiraba hacia EE UU el saldo neto de las exportaciones de Europa, Japón y, más tarde, China.

¿Cómo se compensaban esos déficits? Gracias a la misma bomba, que hacía que el excedente mundial -es decir, el superávit- de capital afluyera a Wall Street, llevando así a cabo (lo que yo llamo en el libro) el reciclaje mundial de los excedentes: el dinero excedentario procedente del resto del planeta se precipitaba hacia Wall Street y permitía con ello la compra del excedente de producción del resto del mundo que la economía estadounidense consumía con entusiasmo. En este sentido, este libro habría podido llamarse también El aspirador planetario. El lector perdonará mi decisión de optar por una metáfora mitológica, más acorde con mis antecedentes culturales cretenses.

Si he escrito El Minotauro global es por una sencilla razón: proponer a los lectores una explicación imparcial de lo acontecido desde 2008, explicar por qué las " certidumbres " que nuestras "élites" han asumido sin dudar se han esfumado frente a la implacable obstinación de la realidad. El Minotauro global no pretende ser un juez moralizante. Ni siquiera achaca a los banqueros la responsabilidad de lo que ha ocurrido. De hecho, no acusa a nadie en particular sino que intenta explicar los "acontecimientos" -incluido el brutal aumento de la intolerable avidez de los financieros- en sus diferentes contextos, a saber:

- la historia del capitalismo mundial desde su "comienzo" en los siglos XVII y XVIII;

- las causas de la simultaneidad entre el aumento del poder de las multinacionales y el comienzo de la financiarización, a comienzos del siglo XX;

- la Gran Depresión que causó estragos tras 1929;

- el establecimiento por Estados Unidos de un Plan mundial que provocó la Edad de Oro del capitalismo (de los años 1940-1971);

- la curiosa fase segunda de la posguerra (1971-2008), tan formidable como nefasta, que este libro denomina la fase del Minotauro global;

- los orígenes del crash de 2008, que se sitúan precisamente en esa segunda fase de la posguerra;

- las razones de la pervivencia, tras 2008, de esta larga crisis que ha inoculado en Europa el virus de la desunión, la desintegración y la discordia.

Delors, Mitterrand, Kohl y sus sucesores

En 1993, cuando su esfuerzo por poner los cimientos de la zona euro comenzaba a dar fruto, Jacques Delors tuvo un presentimiento: la unión monetaria necesitaba algo más que la normativa de Maastricht y el Banco Central calcado del modelo del Bundesbank. Había llegado, acertadamente, a la conclusión de que, para prevenir los choques y poder recuperarse en caso de que éstos golpearan, había que establecer una emisión de deuda común a la zona euro. Con este fin recomendaba, en un Libro Blanco presentado en diciembre de 1993, integrar esos eurobonos como un engranaje fundamental del mecanismo de la zona euro y, además, crear un Fondo de Inversión europeo.

Para que su recomendación tuviera alcance político y peso a nivel macroeconómico, Jacques Delors intentó convencer al presidente Mitterrand de que los eurobonos desempeñarían en la zona euro un papel similar al que los Union Bonds habían desempeñado en el New Deal de Franklin Roosevelt, al financiar un amplio programa de recuperación basado en la inversión que permitió que el déficit presupuestario de EE UU se mantuviera en un nivel bajo desde 1933 hasta comienzos de la Segunda Guerra mundial.

Mitterrand escuchó con gran atención y contestó: "Jacques, tiene usted razón. La unión monetaria europea necesita esos instrumentos. Pero nosotros no los crearemos. Helmut (Kohl) y yo no tenemos poder suficiente para hacerlo. Tenemos poder para unir a los países en el plano monetario, crear una moneda común, pero no para crear una deuda común. Permítame, sin embargo, que le diga una cosa: cuando, dentro de 10 o 15 años, Europa se vea golpeada por una crisis financiera, nuestros sucesores tendrán que elegir entre poner en marcha su idea o permitir que la unión monetaria europea se hunda".

Mitterrand había acertado en dos cosas: 15 años después, en 2008, sobrevino una importante crisis mundial; los dirigentes europeos se encuentran hoy ante el dilema de optar entre la consolidación (de un tipo semejante a la unión de deuda propuesta por Jaques Delors) o el estallido. En lo que se equivocaron Mitterrand y Kohl es en la convicción (tácita) de que sus sucesores iban a optar por la consolidación. Hasta el momento se precipitan, como sonámbulos, hacia el estallido…

Este libro aclara, no solo las causas de esta crisis anticipada proféticamente por el presidente Mitterrand, sino también las razones por las que sus sucesores se portan como conejos paralizados por el irremediable avance de los faros de un camión en la noche.

En el plano personal

La publicación en Francia de El Minotauro planetario tiene para mí más importancia de lo que el lector puede imaginar. Crecí con las historias que me contaba mi padre sobre su educación francófona gracias al empeño de su madre, puro producto de la enseñanza francesa y decidida a educarle siguiendo un régimen a base de Voltaire, Rousseau y Mirabeau. En los años sesenta, siendo yo un niño que crecía bajo la dictadura griega respaldada por EE UU, Francia era para mí sinónimo no sólo de su Trinidad de la Ilustración, sino también de ese, gaullista, oponerse por principio a la polarización de la guerra fría. Esa es la razón por la que, a pesar de mi antipatía hacia la tecnocracia de Bruselas y hacia esa idea tan antidemocrática de Jean Monnet de una "Europa de los Estados", siempre he sentido en el fondo que, mientras Francia permaneciera en el centro de la Unión Europea, Europa podría convertirse en un lugar en el que prosperidad y democracia se ofrecerían por igual a todos los europeos. Por desgracia, la crisis de la zona euro ha acabado con ese sueño. Ensañándose primero con mi país natal, Grecia, este proceso destructor se ha expandido como el fuego, propagando sus terribles efectos hasta Francia. El malestar emponzoña a Europa, y Francia parece incapaz de hacerle frente. Si El Minotauro global logra aportar a mis lectores, aunque sólo sea un esbozo de explicación de sus causas, me sentiré satisfecho.

Austin, 11 de noviembre de 2014

http://yanisvaroufakis.eu/

Yanis Varoufakis, economista, de nacionalidad greco-australiana y profesor de las universidades de Atenas y de Texas, ha sido nombrado el 27 de enero ministro de Finanzas por el nuevo primer ministro de Grecia, Alexis Tsipras.

Traducción de María Cordón

Le Minotaure planétaire, L'ogre américain, la désunion européenne et le chaos mondial. Yanis Varoufakis. Les Éditions du Cercle, 2014.

El Minotauro global. Estados Unidos, Europa y el futuro de la economía mundial. Yanis Varoufakis. Traducción de Carlos Valdés y Celia Recarey. Capitán Swing, 2012.

 

 

Prólogo a la edición francesa de El Minotauro global, publicada recientemente.

Francia ha estado desde hace siglos, está y seguirá estando en la vanguardia de Europa, ese escenario en que se enfrentan las ideas más grandes, las más vivas esperanzas, y también...

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Yanis Varoufakis

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