Ramón Montoya, aquellos jazzmen flamencos
Agustín Carbonell "Bola" 18/03/2015
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En 2012, dentro de la programación “Los Veranos de la Villa” (Madrid), vio la luz mi particular homenaje a Don Ramón Montoya, que con todo mi respeto y cariño le hice a este genio del flamenco. Desde hace algún tiempo ya me rondaba en la cabeza, y sinceramente no fue nada fácil… El maestro tenia una técnica de una precisión impecable, aparte de una expresión, sonido y sentimiento muy difícil de imitar, por no decir casi imposible. Era, como muchos flamencos de aquella época, un gran improvisador, algo que tenía que entender o ya entendía… Improvisaban sobre estructuras ya hechas, por él o por otros. Falsetas de guitarra creadas bien para el toque para cantar o como solistas. Dicho más sencillo, eran un jazzman del flamenco, y eso es el flamenco. Cosa que se está perdiendo casi totalmente...
Fue por ello que tuve que investigar su vida y su obra… Eso me llevó a conocer profundamente su aportación al flamenco, además de su vida personal y artística. A su sobrina nieta, Rosita Montoya, muy querida y por el cariño que me tiene desde hace tanto tiempo -tuve el placer de conocerla en San Francisco, allá por el año 1986, cuando iba con Flamenco Puro, aquel espectáculo grandioso-, le pedí algo de material suyo para empaparme de él, además de poder tener acceso a alguna foto original para mi proyecto. Automáticamente, para mi sorpresa, me ofreció un material de enorme valor...
Su material de prensa, fotos, diplomas, carteles y un álbum de prensa original propio del artista. Unas partituras que nunca fueron estrenadas: Farruca Gitana para baile. Ese hallazgo fue el motor para investigar más en profundidad. Rosita me dijo : “Agustín adelante, eres el primer guitarrista que se acuerda de él de esta manera, el único”. Gracias Rosita. En aquel homenaje, tuve el inmenso placer de estrenar la pieza, bailada nada más y nada menos que por otra doña de la danza, Lola Greco.
Nació el maestro en Madrid, en la calle Ronda de Toledo, y se crió en el barrio de Lavapies. Como dijo en una entrevista en Buenos Aires : “Yo soy madrileño castizo por los cuatro costados.” Y en su barrio murió en julio de 1949, en la calle de la Cabeza.
También decía que era un andaluz madrileño, siempre enamorado de Andalucía. Don Ramón Montoya, que fue de lo más sabio y grande del flamenco, puede estar bien satisfecho de haber conseguido lo que por su caracter humano, lucha, y talento siempre quiso. Dignificar la guitarra flamenca y a los suyos. Y el flamenco, si cabe. Los reconocimientos que tiene este arte a día de hoy son logros que él esculpió como primer guitarrista en romper esa barrera de lo que, en su día, era un arte de tabernas y cafés cantantes, que navegaba entre dos mares; el inculto y analfabeto y por otro, la lírica y la poesía sabia del pueblo.
Su triunfo en plena guerra civil, y además en Paris, donde en la época estaban los críticos más considerados y prestigiosos de la música del mundo, tras su grabación en microsurco (tamaño grande) en el mejor sello de música clásica del mundo entonces, daría a su éxito a un gran relieve internacional… Al terreno de la música culta. Y al Flamenco, si cabe.
Don Ramón Montoya, como muchísimos artistas de la época, poetas, pintores, escritores, músicos, ya intuía que este arte era el diamante bruto más puro del arte de Español.
Nacido de la verdad del pueblo, del mestizaje, de las gentes. Como en su día dijo el poeta, Antonio Machado, “Nadie es más sabio que el propio pueblo.”
Don Ramón Montoya, creador de la guitarra moderna.
Agustín Castellón, El Bola, guitarrista madrileño, ha recopilado frases, fotos y toques inéditos de Ramón Montoya en un libro editado por él mismo. El sueño de Ramón Montoya.
En 2012, dentro de la programación “Los Veranos de la Villa” (Madrid), vio la luz mi particular homenaje a Don Ramón Montoya, que con todo mi respeto y cariño le hice a este genio del flamenco. Desde hace algún tiempo ya me rondaba en la cabeza, y sinceramente no fue nada fácil… El maestro tenia una técnica de...
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