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Diego Pablo Simeone tiene ante sí la oportunidad de superar la barrera más difícil de todas las que ha ido derribando desde que se hizo cargo del Atlético de Madrid en diciembre de 2011. La ampliación del contrato del argentino hasta 2020 le pone en disposición de convertirse en el entrenador que más tiempo ha permanecido de forma continuada en el banquillo en toda la historia del club. Y no es una marca cualquiera.
De hecho, lleva 69 años en vigor. Justo desde que Ricardo Zamora abandonara su puesto como técnico rojiblanco en 1946 después de haber estado siete temporadas seguidas en el puesto, en la época en la que el equipo jugó bajo la denominación de Atlético Aviación. Es cierto que Luis Aragonés acumula más temporadas como responsable deportivo de los colchoneros, en concreto, 15, pero nunca estuvo más de cuatro seguidas. Ya se sabe que el fútbol español nunca se ha caracterizado por tener mucha paciencia con los entrenadores. Y posiblemente, el Atlético haya sido uno de los clubes, especialmente en los años de Jesús Gil al frente de la entidad, más difíciles para conseguir una cierta estabilidad en esa ocupación. En nuestro fútbol siempre ha parecido una utopía que alguien pudiera seguir el ejemplo de Inglaterra donde (cada vez menos, es cierto) es común que haya técnicos que permanezcan décadas al frente de sus equipos, como Alex Ferguson, 27 años en el Manchester United, o Arsene Wenger, 19 temporadas en el Arsenal.
Simeone acumulará tres temporadas y media en el club cuando finalice la actual. Por lo que necesitaría cumplir cuatro de las cinco campañas más que tiene firmadas, es decir, aguantar hasta 2019, para superar al que fuera uno de los mejores guardametas en la historia del fútbol español. Todo un reto para el hombre que ha situado al Atlético en el primer escalón del panorama futbolístico. Algo parecido a lo que hizo la persona a la que puede superar.
Hijo de médico, el barcelonés Ricardo Zamora (1901-1978) abandonó la carrera por su amor a este deporte a pesar de que en una ocasión le juró a su madre que no volvería a practicarlo, cuando tras golpear una pelota de trapo le reventó una infección de pus que tenía en el pie y le tuvieron que operar de urgencia al tener peligro de gangrena. Empezó a jugar en el Universitari de Barcelona y sus buenas actuaciones hicieron que el RCD Español se fijara en él y le fichara con apenas 15 años. Allí estuvo hasta 1919 cuando un enfrentamiento con la directiva provocó que se marchara al FC Barcelona. En el club culé permaneció tres temporadas pero tras serle denegado un aumento de su ficha retornó a su anterior casa, el Español, donde militó ocho temporadas. En 1930 el Real Madrid pagó 100.000 pesetas por su contratación, convirtiéndose en el traspaso más caro de la época, circunstancia que se mantendría durante 18 años. Además le dio al guardameta 50.000 pesetas más y 3.000 mensuales de ficha. Con los blancos ganó dos Ligas y dos Copas de las cinco que obtuvo en su carrera (logró otras dos con el Barça y una con el Español).
Carismático dentro y fuera de los terrenos de juego, se puede decir que Zamora fue el primer jugador mediático en el fútbol español ya que su fama llegó a cotas altísimas tanto dentro como fuera de España. Conocido como El Divino, participó en el primer gran compromiso internacional de la selección española, los Juegos Olímpicos de Amberes, donde España ganó la medalla de plata. En ese torneo y después de ganar por 1-0 a Dinamarca, nació la famosa frase "1-0 y Zamora de portero". Poseedor de unos reflejos incomparables, fue precursor de gestos técnicos nunca vistos, como su famoso despeje con el codo, conocido desde entonces como zamorana. Prueba de la trascendencia que tuvo en nuestro fútbol es que desde 1959 se denomina con su nombre el trofeo al portero menos goleado de la temporada.
Todo le sonreía hasta que el estallido de la guerra en 1936 le pilla en Madrid. Dos años antes había recibido la distinción de la Orden de la República pero Zamora nunca había manifestado de forma clara sus ideas políticas. Sus colaboraciones con el diario YA, de tendencia monárquica y católica, le ponen en el punto de mira de los republicanos. En los primeros meses de la contienda se llega a rumorear que ha fallecido e incluso el militar Queipo de Llano, en sus famosas alocuciones radiofónicas, lamentó su muerte. Pero Zamora estuvo escondido en varias casas de amigos hasta que en el mes de octubre es descubierto durante un registro y llevado a la cárcel Modelo.
Allí estuvo a punto de ser fusilado en varias ocasiones pero encontró el apoyo del poeta anarquista Pedro Luis de Gálvez, que fue a verle al enterarse de su estancia en el penal. De lo que ocurrió en aquella visita dio testimonio Ramón Gómez de la Serna en el periódico argentino La Nación. "La aparición de Gálvez en las cárceles es una ráfaga de espanto. Se dirige a los presos en actitud estrepitosa y tono grandilocuente. Juega con las pistolas como un malabarista inconsciente. De vez en cuando salva a un hombre. Una mañana se presentó en la cárcel Modelo y salió a uno de los balcones del patio llevando del brazo a un preso. Exigió que se reunieran bajo aquel balcón todos los encarcelados y todos los milicianos de la prisión y pronunció a grandes voces este discurso: He aquí a Ricardo Zamora, el gran jugador internacional de fútbol. Es mi amigo y muchas veces me dio de comer. Está preso aquí y esto es una injusticia. Que nadie le toque un pelo la ropa. Yo lo prohíbo. Luego lo besó y lo abrazó ante los presos atónitos mientras gritaba ¡Zamora, Zamora!".
La mediación de Gálvez y de la Embajada de Argentina favorecen que sea liberado en el mes de noviembre y decide refugiarse en la sede diplomática argentina ante el temor de ser víctima de un atentado. Allí estuvo varios meses hasta que en la primavera de 1937, con un salvoconducto expedido por el Ministerio de Asuntos Exteriores y el Gobierno argentino, viaja con su familia a Valencia para embarcar en el torpedero Tucumán, del país sudamericano, que les llevará a Niza. En la ciudad francesa terminaría su carrera como jugador tras militar dos campañas en el equipo local, en el que también inició su faceta como técnico en la temporada 37-38.
Su tardanza en regresar a España una vez que el conflicto parecía decantado, haciendo caso omiso a los que le animaban a comprometerse con el bando nacional, y sus manifestaciones en las que se definía como un defensor de la patria pero rechazando entrometerse en política, le generan animadversión en el bando franquista, siendo investigado por el Consejo Superior de Deportes. Para escapar de las represalias que algunas voces pedían para él decide aceptar la oferta del Atlético Aviación, vinculado al Ejército, pero ni de esa forma se libraría de vivir un nuevo susto.
A su vuelta a España fue procesado por la nueva Ley de Responsabilidades Políticas basándose en un artículo que decía: "Haber salido de la zona roja después del Movimiento y permanecido en el extranjero más de dos meses, retrasando indebidamente su entrada en el territorio nacional". Zamora fue encarcelado en la prisión de Porlier. Estuvo encerrado poco tiempo pero posteriormente terminaría siendo condenado a una pena de seis meses de inhabilitación pública, que le impediría dirigir el equipo colchonero en las diez primeras jornadas de la temporada 40-41, siendo ocupado su puesto durante ese tiempo por Ramón de la Fuente. Por ello, habrá quien defienda la tesis de que "oficialmente" Ricardo Zamora ejerció como técnico rojiblanco durante seis temporadas y media aunque él tenía contrato en vigor con la entidad en esos meses.
Lo curioso es que el equipo debía haber jugado en Segunda División la temporada en la que levantó su primera Liga, debido al descenso sufrido en la campaña 35-36. Pero el Oviedo pide una moratoria de un año al tener su campo destrozado por culpa de la guerra y esa plaza se la juegan entre los dos descendidos en el último campeonato, el Athletic Club de Madrid y el Atlético Osasuna. El partido se juega en Valencia el 26 de noviembre, ya con Zamora en el banquillo, y los madrileños se imponen por 3-1. Un mes antes se había firmado el acuerdo de fusión con el Aviación Nacional por lo que la entidad colchonera pasó de tener que jugar en Segunda, con importantes problemas económicos y con una plantilla diezmada, a verse en la máxima categoría, con un soporte económico importante y con incorporaciones tan destacadas como las de Aparicio, Campos, Germán, Machín o Vázquez.
Con esos nuevos aires, el Atlético Aviación completó una campaña de menos a más. En la jornada 11 ocupaba la séptima posición pero de ahí hasta el final consiguió nueve victorias por sólo dos derrotas, obteniendo de la mano de Ricardo Zamora el primer título liguero de su historia en la última jornada al ganar en casa al Valencia y empatar el Sevilla, que llegaba líder a ese último partido, en el campo del Hércules.
Aquel equipo llegaría a su cénit la temporada siguiente, la 40-41, en la que revalidaría su corona de campeón tras perder sólo dos partidos en todo el campeonato, desarrollando un fútbol ofensivo que arrollaba a sus rivales. Logró 70 goles en 22 jornadas, con una media de más de tres goles por partido. Los de Zamora consiguieron victorias tan llamativas como un 7-1 al Español, un 0-5 al Athletic, un 6-0 al Murcia, un 1-4 al Madrid, un 2-4 al Barcelona, otro 7-1 al Hércules…
Zamora era un técnico con unos métodos de llevar al grupo un tanto peculiares. Prueba de ello es la historia que refleja Luis Miguel González en su libro Las mejores anécdotas del Atlético de Madrid (La esfera de los libros): "Tras un partido en Sevilla, donde el Atlético sucumbió, las culpas de la derrota recayeron en dos Pacos: Arencibia y Campos, compañeros, amigos y paisanos. Según las manifestaciones del técnico, la actuación de ambos había sido más que mediocre. Zamora decidió sancionar a los dos jugadores con marcharse a descansar unos días a un pueblo cercano a Madrid. A última hora, el entrenador sólo castigó a Campos, quien sobre esta cuestión dejó en letra impresa este testimonio: Recuerdo que el secretario técnico Paco Salamanca me llevó en su coche hasta el pueblo donde quedaría recluido durante unos días. Con nosotros venía Ramón Cobo, que, según Zamora, estaba muy delgado y le convenía engordar. El lugar, la verdad, era paradisiaco. Además, en la casa donde me hospedé había cuatro chicas muy simpáticas, con las que me habría divertido si no me hubiera afectado tanto la sanción que me impuso el entrenador. Me afectó tanto que los días que estuve allí por mi cabeza no pasaban otros pensamientos que no estuvieran relacionados con el fútbol. Otros, en mi lugar, habrían envidiado la condena".
Zamora permaneció cinco temporadas más en el club sin que pudiera repetir los éxitos de sus dos primeros años. Pero su nombre ya había quedado ligado a la historia de la entidad como el técnico que logró las dos primeras ligas, además de manera consecutiva, algo que sólo pudo repetir después Helenio Herrera. Todo un personaje Ricardo Zamora. Durante muchos años pareció imposible que algún entrenador aspirara a superar su registro. Hasta que llegó Diego Pablo Simeone. Si lo consigue, será señal de que estos próximos cuatro años habrán estado llenos de buenas noticias para el Atleti.
Diego Pablo Simeone tiene ante sí la oportunidad de superar la barrera más difícil de todas las que ha ido derribando desde que se hizo cargo del Atlético de Madrid en diciembre de 2011. La ampliación del contrato del argentino hasta 2020 le pone en disposición de convertirse en el entrenador que más...
Autor >
Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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