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La canciller alemana Angela Merkel prescindió hace unos días de la oratoria seca y falta de adjetivos y dotó su discurso ante el Parlamento germano de una emocionalidad inusual en ella. Merkel, quien el pasado 17 de julio necesitaba el sí de dos tercios de la Cámara Baja del Parlamento alemán, gesticuló con profusión para defender un tercer rescate a Grecia ante el pleno e inició su intervención subrayando el "dramatismo" de las últimas semanas. La canciller describió la situación social a la que se enfrenta el pueblo griego como "durísima" y apeló a la empatía de los diputados que la escuchaban: "Imaginemos sólo por un momento qué ocurriría si aquí, en Alemania, en casa, nuestros pensionistas esperaran desesperados ante bancos cerrados para recibir 120 euros de pensión semanales".
Merkel: "Imaginemos sólo por un momento qué ocurriría si aquí, en Alemania, en casa, nuestros pensionistas esperaran desesperados ante bancos cerrados para recibir 120 euros de pensión semanales"
Merkel celebraba su 61 cumpleaños sobre el estrado tratando de convencer a los diputados y a los ciudadanos de que, a pesar de todo, ella no había cedido: las condiciones del rescate serían escrupulosas y los mecanismos de control al gobierno griego también. Una vez más, la líder cristiano-demócrata criticó con dureza al gobierno de Alexis Tsipras, lamentando que el dirigente griego llegara al poder con dos promesas electorales, a sus ojos, contradictorias: mantener a Grecia en el Euro y, al mismo tiempo, "ignorar la fórmula europea por la que la solidaridad común y el esfuerzo de cada país van de la mano".
Según Merkel, para los miembros del Eurogrupo cabían tan solo tres posibles respuestas a la crisis helena: dar a torcer los tratados de la Unión; rendirse y que el Grexit pudiera desembocar en "caos y violencia"; o la opción finalmente elegida: el tercer rescate. "El último intento", insistía Merkel.
Tras cuatro horas de debate parlamentario, el Bundestag aprobó por clara mayoría el inicio de las negociaciones para el tercer rescate heleno. Sin embargo, de los 598 diputados presentes, 119 se pronunciaron en contra y 40 decidieron abstenerse.
La posibilidad de conceder nuevas ayudas al país heleno ha generado en los últimos meses un agrio debate en la sociedad alemana y un malestar evidente en las filas de la Unión Democristiana (CDU) y su aliada bávara la Unión Socialcristiana (CSU). Merkel ya notó el peso de la oposición interna el pasado mes de febrero, cuando 29 diputados conservadores dijeron no y 100 expusieron sus dudas sobre la prórroga a Grecia que pedía el partido. Desde entonces, las voces críticas han sonado cada vez con más fuerza. Sin embargo, en la votación del Bundestag, 60 de los noes procedieron de las propias filas conservadoras, una cifra inesperada, al descubrirse 12 rebeldes más que en la votación realizada a modo de prueba 24 horas antes. Por su parte, el SPD (Partido Socialdemócrata Alemán), socio minoritario de gobierno en coalición con la CDU de Merkel y la CSU, votó casi de forma unánime por el acuerdo: cuatro diputados en contra, 175 a favor.
Cuando Angela Merkel se dirigía a su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, para agradecerle "de corazón" su esfuerzo en las negociaciones, la ovación cerrada desde la tribuna conservadora contrastó con el silencio de todos los demás grupos parlamentarios. Un silencio que se vería reflejado en las réplicas posteriores, donde la figura de Schäuble y el papel desempeñado por éste en las cumbres de las últimas semanas volvieron a ser el eje del debate, dejando en un segundo plano el discurso de la propia jefa de Gobierno.
Gysi, de La Izquierda, a Schäuble: "Está usted destruyendo la idea de Europa"
Fue Gregor Gysi, el portavoz del partido La Izquierda quien, como líder de la oposición, hizo uso de su derecho a la primera réplica a Merkel para apuntar directamente a Schäuble: "Está usted destruyendo la idea de Europa", arremetió Gysi contra el ministro, acusándole de "antidemocrático" por desoír el referéndum griego y negar la soberanía de los helenos.
En su intervención, cuyo vídeo se convirtió en viral en las redes sociales durante el fin de semana, el histórico líder del partido de izquierdas germano reprochó a Wolfgang Schäuble estar arruinando la reputación del país. Gysi echó mano de recientes artículos en medios internacionales como uno en que el Telegraph recordaba que los británicos habían ido dos veces a la guerra para evitar la hegemonía germana; algo que ahora temían.
Mientras un murmullo recorría las tribunas, Gregor Gysi trajo asimismo a colación por primera vez en el Parlamento germano la comparación de la solución helena con la condonación de la deuda alemana tras la II Guerra Mundial: "Hemos tardado 92 años en pagar nuestras deudas, recibimos una quita del 50 por ciento y nos concedieron un aplazamiento de 37 años. ¿No es hora ya de que reflexionemos sobre ello en vez de seguir pretendiendo que siempre fuimos ejemplares?", se preguntaba Gysi, cuyo partido al completo votó después no.
En su turno Sigmar Gabriel, ministro de Economía y líder del SPD, el socio minoritario del gobierno de coalición de Merkel, defendió el sí en el mismo tono patético utilizado por la canciller: "No podemos ni debemos dejar en la estacada a las personas en Grecia. Europa no puede permitir niños hambrientos, pensionistas que piden en la calle y comedores sociales" Gabriel mezcló aprobación y crítica a partes iguales. El socialdemócrata felicitó a la canciller por las medidas adoptadas en la cumbre, dijo que "hacían falta desde hacía mucho" y agradeció sus esfuerzos a "todos los que habían ayudado a llegar a un acuerdo el fin de semana".
Lo hizo generalizando para no mencionar a Schäuble, algo que hubiera sentado francamente mal en algunos sectores de su formación, críticos con el Grexit temporal propuesto por el ministro de Finanzas. En un intento por cerrar las brechas abiertas en su partido durante las negociaciones, Gabriel repitió una vez más que "cualquier debate alrededor de un Grexit debería ser parte del pasado".
El aludido en todas las réplicas directa o indirectamente, Wolfgang Schäuble, quien hace dos semanas dominaba el debate con un discurso enérgico, habló esta vez en un tono sombrío. "Todos estamos de acuerdo en que hay que ayudar a Grecia, mantener a Europa unida y de que esta es una cuestión de humanidad. Pero debe de estar permitido preguntarse cómo es posible lograr algo así". Schäuble recordó los fallos de los que acusa a los griegos, "promesas incumplidas, reformas anuladas y avances echados a perder" y abogó en tono resignado por intentarlo una vez más "en contra de toda experiencia". "Este programa será aún más difícil que los dos anteriores", vaticinó el ministro de Finanzas alemán, antes de responder a quienes le habían criticado a lo largo del debate: "Pueden atacar mis propuestas y polemizar con ellas. No me afecta. Yo ya estoy curtido".
Schäuble: "Pueden atacar mis propuestas y polemizar con ellas. No me afecta. Yo ya estoy curtido".
Lo que sí se ha tocado con las críticas de los últimos días es la fibra sensible de Alemania como país. Desde que en la mañana del 13 de julio, el jefe de gobierno heleno, Alexis Tsipras, aceptara prácticamente todas las condiciones de Berlín, los alemanes asisten a los comentarios de los medios y líderes internacionales con una mezcla de hartazgo y preocupación. Las encuestas muestran que muchos ciudadanos se sienten desengañados ante la inestabilidad de la clase política griega y sobretodo frustrados por los desembolsos que creen que deberán hacer. Sin embargo, cada vez es más palpable que la reflexión acerca del ejercicio del poder y sobre cómo es percibida Alemania desde el exterior en su papel de potencia europea preocupa especialmente al país. Consciente de ello, estos días el gobierno germano trata de refutar la idea de que Merkel y Schäuble son los únicos defensores de la mano dura arguyendo que los países del este y norte de Europa fueron aún más exigentes. Según la versión de las fuentes del Gobierno que cita Der Spiegel esta semana, solo Francia, Italia y Chipre habrían apoyado a Grecia en la batalla tras su primera propuesta.
La canciller alemana Angela Merkel prescindió hace unos días de la oratoria seca y falta de adjetivos y dotó su discurso ante el Parlamento germano de una emocionalidad inusual en ella. Merkel, quien el pasado 17 de julio necesitaba el sí de dos tercios de la Cámara Baja del Parlamento alemán, gesticuló con...
Autor >
Laura Alzola Kirschgens
Reportera e investigadora. Migración, educación, discurso y cambio social. Múnich, Hamburgo y ahora, Barcelona. Periodista. Máster en Inmigración por la Pompeu Fabra. Extranjera, como lo son todos en algún lugar
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