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El reloj marca las 13:19 y los taburetes de la barra de El Piripi, uno de los bares con solera de Alicante, empiezan a llenarse de parroquianos hambrientos de gambas de Denia y ensaladilla rusa. Se abre la puerta y entra un mensajero, con el casco de moto aún puesto, con un taco de revistas. El Piripi es uno de esos bares en los que perviven, desde hace años, la misma decena de camareros con ganas de guasa y pique futbolero. “¿Viene la Russian?”, pregunta uno. “Sí, y la Assian”, responde otro. Me creo que es una broma a la que llego tarde, me bajo del taburete y mi curiosidad me lleva al montón de revistas apiladas en la esquina.
Russian y Assian son dos revistas editadas en la ciudad en la que perpetró sus fechorías Sonia Castedo, entre otros ilustres personajes. Revistas de las que sólo pude entender la mancheta y algún que otro pie de foto, editadas para las nuevas tribus que dan de comer a la ciudad: los turistas del logo, del reloj de 30.000 euros, del Porsche como modo de vida, del glitter en las venas. Me las llevo a casa aunque sólo sea por lo bien que huele el papel y porque no me resisto a verlas de nuevo, con casi más publicidad que texto, con esa visión distorsionada que tenemos los que trabajamos en este oficio y que me lleva a decir cosas como “esto sí que da pasta”. En el Supermercado de El Corte Inglés, a escasos metros del aperitivo, hay enormes lineales con productos y carteles en ruso y en la marquesina de al lado una clínica de fertilidad promete rubios querubines y felicidad a espuertas en inglés. Menos mal que el acento murciano del vecino de taburete me aterriza y me recuerda dónde estoy.
Apenas unas manzanas de separación de este epicentro de gente solvente (lo suficiente como para colgar un bolso de cuatro cifras sin miedo a que te lo roben), hay un refugio antiaéreo inaugurado por el último alcalde popular de la ciudad, que apenas duró unos meses en el cargo pero que ya tiene placa de recuerdo. Ese refugio está situado en la misma plaza que hace unos meses servía de estación de autobuses y ahora se ha llenado de niños, perros y columpios. Basta una visita guiada para recordar lo importante que son la Historia, y la memoria, y los recuerdos. El guía explica que en Petrer (Alicante) se celebró el último Consejo de Ministros de la República; de Alicante salieron los últimos refugiados y de Monóvar, también en la provincia, salió al exilio el último presidente del Gobierno republicano que ha tenido España, Juan Negrín, junto con dos ilustres acompañantes, Rafael Alberti y La Pasionaria, que consiguieron volver. Ese avión tenía como destino Orán (Argelia).
También recuerda que durante la Guerra Civil hubo un bombardeo a las 11 de la mañana, en plena hora punta, en el Mercado Central, en el que murieron más de 300 civiles (sobre todo mujeres y niños), aunque la Historia y Picasso no nos hagan sino recordar Guernica. Qué bueno es contar con esos lugares para la memoria y recordar lo que somos, e imaginarse la escena que relata el guía, la de esa señora que estuvo en el refugio de niña y al que ha vuelto decenas de años después para visitarlo, sus lágrimas y sus temblores. Un refugio entre las calles Portugal, Alemania e Italia, puestas en homenaje a las tres potencias que apoyaron a Franco. Poco espacio para el azar.
Quizá se pregunten qué tiene que ver una cosa con la otra. Algo tan frívolo como un aperitivo y los horrores de la Guerra Civil. Lo cuento porque todo pasó en unas horas, en la misma ciudad, en el mismo barrio de esa misma ciudad. Y tenía que contárselo a alguien.
El reloj marca las 13:19 y los taburetes de la barra de El Piripi, uno de los bares con solera de Alicante, empiezan a llenarse de parroquianos hambrientos de gambas de Denia y ensaladilla rusa. Se abre la puerta y entra un mensajero, con el casco de moto aún puesto, con un taco de revistas. El Piripi...
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Ángeles Caballero
Es periodista, especializada en economía. Ha trabajado en Actualidad Económica, Qué y El Economista. Pertenece al Consejo Editorial de CTXT. Madre conciliadora de dos criaturas, en sus ratos libres, se suelta el pelo y se convierte en Norma Brutal.
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