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El pasado 7 de diciembre la cuenta oficial de House of Cards en Twitter dejaba constancia de su interés en el debate a cuatro entre Pedro Sánchez, Albert Rivera, Pablo Iglesias y Soraya Sáenz de Santamaría. “Que empiece la carnicería”, escribía Frank Underwood desde el universo ficticio de la serie de política estadounidense. La “broma”, que incluyó mensajes a todos los candidatos, era el preludio a unas elecciones que dejarían un panorama político idóneo para el fulminante Underwood.
El personaje estaría orgulloso de ver la que tenemos montada en España: si algo nos ha enseñado House of Cards es que la inestabilidad es una buena forma de hacer política. Aprovechar la confusión de unos y otros para colarse donde menos te esperan. Coger los intereses de nuestros enemigos y volverlos en su contra para destruirlos.
Estos días el desconcierto es total. Los partidos están en situación de estancamiento ante la dificultad de llegar a acuerdos que faciliten una investidura, y todos se amparan bajo estrategias cuya principal finalidad es debilitar al adversario. Pero, ¿quién está haciendo el mejor papel? ¿Quién está verdaderamente a la altura de lo que cabría esperar de Frank Underwood?
Rajoy ha dado un paso atrás. El presidente en funciones está al borde del precipicio, y algunos de los suyos están deseando darle el empujón para que caiga rodando. Su única baza ahora es dejar al resto tratar de formar gobierno, con la esperanza de que acaben tan desgastados que él vuelva a tener la legitimidad suficiente como para llegar a ocupar la presidencia. En el mejor de los casos, nuevas elecciones.
Sánchez es consciente de la jugada de bloqueo que se fragua contra él. Sabe que ocupar la casilla del tablero que Rajoy quiere que habite puede serle perjudicial. Por el contrario, sabe que si Rajoy cae, le será mucho más fácil llegar a la presidencia y a un precio mucho más bajo. Una actitud inteligente, ¿no les parece? Hay que saber cuándo combatir y cuándo no.
El Partido Popular, por cierto, se ha convertido en el primer partido de la democracia en ser imputado. La bomba le ha explotado al PP en el momento menos oportuno. La destrucción de los ordenadores de Bárcenas les ha costado una sobreexposición que no se esperaban. Justo cuando se frotaban las manos tras esas imágenes que relacionaban a Podemos con ETA y Venezuela, ¡boom!
Les diré por qué es tan divertido. Una de las cosas más rentables que puedes hacer cuando ocupas un cargo importante en política es hacer favores. Por ejemplo, puedes retirarle los cargos a un imputado y prometerle un ascenso. Es poca cosa, a ti no te cuesta nada. Sin embargo, consigues dos cosas: lealtad absoluta por parte de quien recibe el favor y un favor aún mayor.
Es un juego de niños. Miren si no a Iglesias. Cualquiera diría que lleva House of Cards al día. Sabe dónde pinchar, pero le falta práctica. Lo de prometer el gobierno a Sánchez a cambio de la vicepresidencia tuvo bastante gracia, eso hay que reconocerlo. Pero Iglesias debería saber que los sillones no se reparten en público.
No puedes aparecer por televisión y decir que quieres la vicepresidencia. La vicepresidencia cuesta mucho más que eso. Tienes que estar dispuesto a pringarte las manos, ser capaz de llevar los términos a tu terreno y dar un golpe encima de la mesa si es necesario. Tienes que dejar claro de qué pasta estás hecho. Hacerte respetar. Es poco serio montar un circo. Es impropio de un Underwood.
La estrategia de Podemos, la más dura contra el PSOE, podría volverse en su contra. “Capturar al ejército enemigo vale más que destruirlo”, decía el general chino Sun Tzu. Desgastar a tu contrincante está bien, pero la arrogancia y el descuido en las apariencias pueden ser tu perdición. Sin ir más lejos, Sánchez ha tardado solo unas horas en mover ficha y acudir a la sombra.
En la sombra, muerto de frío, estaba Rivera. Quizá el más inteligente; quizá el más Underwood. El de Ciudadanos ya está en contacto con Sánchez, dispuesto a darle la vuelta a la tortilla: “En los próximos días hay que dialogar, desde el acuerdo o desde la discrepancia. Los españoles por delante de las siglas”.
La discrepancia, como bien saben, es una moneda de cambio. Si necesita convencer a alguien de una idea en la que discrepa, dele algo que le haga cambiar de opinión. Una reforma de ley. Un ministerio. Da igual, es un mal menor: las ambiciones personales y políticas están por encima de todo, ¡aprovéchelo!
En España se está fraguando mucho más que un gobierno. Una lucha por el poder se cierne sobre Moncloa, desde donde Rajoy agota sus últimas balas a la desesperada. Sabe que su final podría estar cerca. Mientras tanto, Sánchez, Iglesias y Rivera juegan sus cartas: cualquier movimiento en falso podría suponer su derrota más absoluta.
Iglesias no deja de subir la apuesta. Sabe que su mano es buena, y se aprovecha de la situación. Pero una jugada cruzada entre Sánchez y Rivera podría darle un golpe. Un golpe que le recordase que esto no es Juego de Tronos y que es Frank Underwood quien manda en temas de política. Y con Underwood no se juega.
El pasado 7 de diciembre la cuenta oficial de House of Cards en Twitter dejaba constancia de su interés en el debate a cuatro entre Pedro Sánchez, Albert Rivera, Pablo Iglesias y Soraya Sáenz de...
Autor >
Manuel Gare
Escribano veinteañero.
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