El flamenco canta en catalán
Lluís Cabrera, presidente del Taller de Músics, ha impulsado una escuela de música, una discográfica, conciertos y cultura libre. La última iniciativa es el disco ‘Cants oblidats’, de Joan Clota ‘Nen’
Gerard de Josep 2/03/2016
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Lunes por la tarde. Hace un rato que ha caído el sol de invierno. Chicos jóvenes juegan con la pelota en una esquina de la plaza Herenni de Barcelona del barrio de Hostafrancs, conocida como plaza del Sol. Alguien se sienta en un banco. Se lía un porro. Hay un tendedero en el medio de la calle. Se ven luces abiertas en una planta baja. Cosas que cada vez pasan menos en la ciudad del diseño. Por aquí casi no pasan coches, pero sí camiones que descargan su mercancía en el Mercadona. Se nota el abandono municipal. Una torre creció torcida en los años del desarrollismo y la bautizaron como la Torre de Pisa. Cerca hay un edificio de dos plantas. En el segundo piso las ventanas están tapiadas con ladrillo. ‘Iglesia evangélica fundada en 1986 en plaza España’, reza un cartel. Dentro se está celebrando el culto. Fuera se oye la música: guitarra eléctrica, batería y cante. Sale una mujer. Sube el volumen. Se dirige en catalán a una niña pequeña que trastea con una bicicleta. “Ja ho sap la teva mare que ets aquí? Entra de tant en tant a veure-la, eh?”, le grita. La comunidad gitana de Hostafrancs tiene más de 150 años de historia y es una de las poblaciones gitanas más numerosas de Catalunya. Pero también es de las que tiene menos tradición de profesionalidad artística. Mientras Peret se inventaba la rumba en la calle de la Cera del barrio del Raval y el Pescaílla hacía lo propio en el de Gràcia, en Hostafrancs se dedicaban a cantar en bodas y bautizos. Añadían elementos de salsa y latinos en su música. De allí es de donde viene Joan Clota Nen, la posible nueva gran promesa del flamenco en catalán. Pero ¿hay flamenco en catalán?
Hace más de diez años, Enrique Morente quedó fascinado durante una noche granadina viendo a Miguel Poveda cantar A mos bescantadors, de Jacint Verdaguer. Tras el espectáculo, el maestro le dijo al discípulo que si él fuera catalán, usaría esa lengua para cantar flamenco. Que Poveda la entonara allí, en el sur, había sido culpa del escritor jienense, músico, activista y fundador del Taller de Músics de Barcelona, Lluís Cabrera. Él ya había visto a Poveda interpretando ese poema el verano de 2002 en el Teatre Nacional de Catalunya con motivo del centenario de la muerte de Verdaguer.
Ese fue el germen de Desglaç (2005), un álbum íntegramente en lengua catalana, impulsado por el Taller de Músics en el que Poveda canta poesías de Maria Mercè Marçal, Gabriel Ferrater, Enric Casasses y Sebastià Alzamora, entre otros. Un disco con aires de jazz, baladas y tangos, que lo llevaban más allá del flamenco, pero hecho a conciencia “para romper el hielo”, decía Poveda entonces. Se afianzaba así como uno de los artistas flamencos más innovadores y creativos del país, sin prejuicios ni límites. Poveda va a ser nombrado hijo predilecto de la ciudad que le vio nacer, Badalona. El sábado 5 de marzo ofrecerá allí su espectáculo Íntimo. Las entradas llevan tiempo vendidas.
En la primera Diada de Catalunya con José Montilla de presidente de la Generalitat, en 2007, Poveda cantó junto a Maria del Mar Bonet en catalán y en castellano. Artur Mas era entonces líder de la oposición. ERC acababa de plantear la idea de un referéndum independentista. En el programa Al rincón, de Risto Mejide, Poveda recordaba haber recibido ese día una “pitada tremenda”, que no encajó bien. Tras el acto, los políticos presentes, entre ellos el entonces líder de ERC, Josep-Lluís Carod-Rovira, le felicitaron por la actuación. Sobre los pitidos, le alentaron diciendo que habían sido cosa de cuatro descarriados y que no había que prestarles atención. Pero Mas, según relataba el de Badalona, se quedó en un rincón, con “una medio sonrisilla de ‘jódete’”.
Podría decirse que el presidente del Taller de Músics, Lluís Cabrera, un histórico de la lucha antifranquista y autor del libro Catalunya serà impura o no serà (Pòrtic, 2010), lleva años intentando vencer aquella actitud del expresident, compartida por una parte de la población catalana. “El pujolismo ha sido hegemónico, y se ha basado en una cultura diferenciada de la española, en una confrontación de catalán y castellano. Ha sido un error gravísimo”, decía a finales de año en una entrevista al medio digital en catalán Vilaweb.
CTXT visita el Taller de Músics en el barrio del Raval. La entidad ha reivindicado siempre el flamenco como patrimonio también propio de Catalunya. La última iniciativa ha sido publicar Cants oblidats, el disco en el que Joan Clota Nen recupera cantes flamencos de tierras catalanas. “Tenemos documentación que constata que en 1880 se cantaba flamenco en catalán y en caló. Esto cambia mucho el relato de la historia reciente que ha hecho el pujolismo. El flamenco no es ninguna cultura extraña ni invasora”, decía Cabrera.
Cuando nos acercamos al centro, Cabrera está fuera del edificio hablando por teléfono. Lleva un periódico bajo el brazo y un sombrero estrecho. Tiene una elegancia desenfadada. Saluda a voz en grito a una mujer que pasa con el carro de la compra. Se nota el afecto en el tono y en el gesto de la mano. Así son los activistas vecinales. Como un vecino más. Pero él ha impulsado una escuela de música, una discográfica, un espacio donde hacer conciertos y una plataforma en defensa de la cultura libre, llamada eXgae (ahora Xnet). Nos hace pasar y llama a Martí Marfà, el antropólogo responsable del proyecto de investigación que hay detrás del disco del Nen.
La polémica que arrastra el flamenco en catalán no es menor. Una de los grandes, Mayte Martín, ha dicho en más de una ocasión que el flamenco solo se canta en castellano. “Si tocara la trompeta nadie se preguntaría nada porque la trompeta no se puede tocar en castellano o en catalán”, decía en una entrevista en El País en 2005. Era poco antes de actuar en una Diada, donde, como Poveda, también recibió una pitada.
“Argumentar que cantar en catalán es menos flamenco es como decir que cantar en pantalones cortos es menos flamenco”, le responde ahora desde la distancia Marfà. Pero en 2007 ya se había empezado a hablar de Cants oblidats. Y si no se llevó a cabo, fue por dos razones: faltaba financiación y Joan Clota Nen no estaba nada convencido de hacerlo. “Los ámbitos gitanos y flamencos se caracterizan por ser muy feroces en el tema de la crítica, y en un principio él no se siente con ánimos de defender un proyecto rompedor en este sentido”, relata Marfà. Finalmente, mediante financiación de la Generalitat y tras ganar el Premio Puig-Porret en 2014, dotado con 10.000 euros, el proyecto sale adelante.
Era el resultado de más de diez años de investigación, en los que el antropólogo había trabajado con documentos y testimonios de la comunidad gitano catalana de Hostafrancs. A partir de esas dos fuentes, Marfà había establecido que paños, tarantas, tanguillos y fandangos eran cantes propios que se habían ido perdiendo. Aun así, es consciente de que estos cantes, recuperados en el disco, se mueven en un terreno fronterizo. Por eso se refiere a ellos como ‘cantes’ y no como ‘palos’, la terminología más común en el flamenco.
La seguiriya y las bulerías son los palos más canónicos y los considerados típicamente flamencos. Los otros cuatro, en cambio, son cantes “flamencos, aflamencados y melismáticos”. “Hacemos esta categoría etérea precisamente para no meternos en el jardín que supone discutir con los flamencólogos”, añade el antropólogo.
En cualquier caso, los cantes melismáticos sí tienen una presencia importante entre artistas catalanes. Están Silvia Pérez Cruz y María Arnal para confirmarlo. Por eso Marfà concluye que “el flamenco tampoco es algo tan único e irrepetible. Es una manifestación más de unas formas de cante melismático que existen en muchos sitios de la mediterránea”.
Otra historia es el legado musical que han dejado específicamente las comunidades gitanas en la cultura popular catalana. Joan Garriga, líder del grupo la Troba Kung-Fú y exlíder de Dusminguet, lo tiene claro: “Suerte hemos tenido de los gitanos que han quedado por aquí, que no les hemos echado y que se inventaron la rumba catalana”. También se atribuye a las comunidades de Lleida el garrotín, una rumba gitana sobre la que se improvisa. Un cante que desde los años noventa se ha ido expandiendo entre el panorama de la música tradicional catalana. El diálogo sigue abierto.
Lunes por la tarde. Hace un rato que ha caído el sol de invierno. Chicos jóvenes juegan con la pelota en una esquina de la plaza Herenni de Barcelona del barrio de Hostafrancs, conocida como plaza del Sol. Alguien se sienta en un banco. Se lía un porro. Hay un tendedero en el medio de la calle. Se ven...
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