
Ada Colau posa con pescaderas.
Twitter @adacolauEn CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
A lo mejor, para cuando se publique esta columna, Félix de Azúa ha pedido disculpas a Ada Colau. Pero, en ese hipotético caso, serían disculpas muy difíciles de pedir, porque el comentario del poeta y escritor resulta ofensivo –que lo resulta, y mucho-- por razones que conviene deconstruir y analizar. Que van más allá de las palabras, y que tienen que ver con cómo se entiende colectivamente el papel de la mujer, el rol natural de lo femenino. Y con cómo ese entendimiento –que es una creencia, y lo digo en el sentido más…. anticientífico y acrítico de la palabra-- es transversal a toda la sociedad. Incluso los cerebros más brillantes de mi generación pueden caer en lo que caen, cotidianamente, tantos iletrados que se permiten mandar a fregar, o a servir, a cualquier mujer, así sea premio Nobel. Que las mujeres están para fregar y servir, servir muy especialmente, es la enorme mentira en la que se sustenta todo el imaginario machista. Y constituye la enorme amenaza que pesa, consciente o inconscientemente, sobre todas las mujeres. Así sean alcaldesas, o premios Nobel.
No soy nada original, lo explicaba estupendamente Pierre Bourdieu en La dominación masculina (1998), tomando como material su trabajo de campo en Argelia. Y habla de la reducción de la mujer al lugar de lo húmedo y lo sucio, un lugar físico, donde se friega y se sirve, pero también un lugar simbólico, donde se tiene que fregar y servir. La operación de convertir ese impuesto rol de género en “natural”, en la naturaleza de lo femenino y lo masculino, es una de las construcciones ideológicas más formidables fabricadas por la humanidad. ¿Que cómo? Pues como siempre que un grupo humano domina a otro: con violencia. Violencia simbólica, y muchas veces no tan simbólica. Porque en la violencia simbólica está siempre la otra, la presencia de la posibilidad de la violencia física. O la verbal. Y ya sabemos, por las estadísticas de malos tratos y asesinatos de mujeres, hasta dónde llega.
El propio Bourdieu cuenta cómo en esa naturalidad se incluye la explicación: que la mujer es inferior al varón por naturaleza, que le está sometida, y que su sitio es ahí. Y también dice cómo desnaturalizar la dominación masculina –que, por cierto, se ejerce sobre las mujeres y sus asimilables, es decir, niños, ancianos, homosexuales….-- es la gran tarea que posibilitará su liberación. Porque no es obligatoria esa función de servicio, nada en la naturaleza la exige, ningún diferencial sexual la impone. Es una enorme falsedad que hay que desenmascarar. Y que, por supuesto, tiene que ver con el poder. Y sólo con el poder.
El “tú, a fregar”, o el “tú, a la cocina”, está enraizado, demasiado enraizado, en la masa de la sangre de la sociedad machista. No creo que exista una sola mujer que no lo haya oído de la boca de un tío, yendo al volante, discutiendo en un debate, o en la cola de un supermercado. Y ya digo, es transversal. Por eso es tan significativo, o mejor, tan escandaloso, el exabrupto público de Félix de Azúa. Y por eso se ha montado la que es una verdadera polémica. En la que, por cierto, no faltan los insultos personales, tan repugnantes como inútiles.
Dicho esto, me parece una perfecta estupidez la recogida de firmas pidiendo su expulsión de la Real Academia de la Lengua. Primero, porque la Academia no es una de nuestras instituciones democráticas, y su poder –que, por cierto, explica muy bien también Bourdieu en otro lugar-- ni depende de la voluntad popular, ni, en realidad, se ejerce sobre ella, más que muy oblicuamente. Y sí, también en el plano simbólico. Ya saben: el juego de prestigios y estatus, que sí, que se puede traducir en capital puro y duro, pero vamos. Pero… si ni siquiera pueden sobre la lengua, que por suerte juega a su manera, vive y cambia y funciona sin contar con las reglas y permisos de sus notarios…. Es darle demasiada importancia a la Academia, en la que, por cierto, no falta el machismo. Vean la proporción de mujeres y varones, y vean el Diccionario mismo.
No, no desprecio la Academia, en la que cuento con algunos amigos –quizá hoy alguno menos-- y amigas. Pero siempre me ha extrañado la ilusión que les hacía ser académicos. Aunque, si les hacía ilusión, me alegraba por ellos o ellas cuando lo consiguieron. Y ya ven que uso, sin exagerar, el lenguaje inclusivo que les gusta tan poco.
Y, ya que estamos, la que sí es una institución democrática, y dependiente de la voluntad popular, es la Alcaldía de Barcelona.
A lo mejor, para cuando se publique esta columna, Félix de Azúa ha pedido disculpas a Ada Colau. Pero, en ese hipotético caso, serían disculpas muy difíciles de pedir, porque el comentario del poeta y escritor resulta ofensivo –que lo resulta, y mucho-- por razones que conviene deconstruir y analizar....
Autor >
Rosa Pereda
Es escritora, feminista y roja. Ha desempeñado muchos oficios, siempre con la cultura, y ha publicado una novela y un manojo de libros más. Pero lo que se siente de verdad es periodista.
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí