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Fernando Torres.
Luis GrañenaEn CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
He tenido varias veces la conversación. Si le dices a un habitante de Futboñistán que el fútbol no te interesa (o que no sabes quién es el líder de la Liga, o el Pichichi, o lo que sea que haya que saber en ese momento), suele preguntarte si nunca has sido de ningún equipo. Y si cometes el error de responderle que en tiempos, si acaso, ibas algo con el Atleti, sucede inexorablemente que el interlocutor, salvo que sea atlético, y en especial si es del Madrid o del Barça, te sale con la bromita: «Ah, claro, por eso no te gusta, porque como el Atleti pierde siempre…»
Pues no. O no exactamente. Quizá suceda, lo he pensado a veces, que acabara desinteresándome del fútbol porque es un juego en el que un equipo como el Atleti, y una afición como la suya, tan habituados a arrostrar infortunios y a no dejarse disuadir por ellos, suscitan esta especie de condescendencia. Para mí, pocas cosas hay más importantes en la vida que levantar la cabeza tras los reveses, o que seguir dando la batalla cuando estás en inferioridad de condiciones, en vez de deprimirte o, peor aún, humillarte o sentirte humillado por el vencedor.
El Atleti pelea con menos (dinero, jugadores, fuerzas), el Atleti se mantiene tieso en la derrota, el Atleti refuerza su fe con los fracasos en lugar de ser, como otros, un yonqui de los éxitos. Quizá lo que menos me gusta del fútbol es que una y otra vez haga de menos a quien reúne estas virtudes para mí principales, frente a las que el dinero, el glamour o las vitrinas llenas no son más que espejismos sin el menor valor. Me van a perdonar, pero es que uno, encima de cometer el acto anacrónico de leer a los filósofos antes que dejarse conducir por los gurús posmodernos de casi todo, es a medias de Epicuro (que desdeñaba los bienes no naturales ni necesarios) y a medias de Epicteto, que enseña a no vivir dependiendo de la esquiva sonrisa de la Fortuna.
Por eso sigo simpatizando con el Atleti, aunque sobre él caigan todos los males y aunque ya no me interese el fútbol. Por eso y porque además no deja de crear figuras a la medida de su leyenda. Verbigracia: ese Fernando Torres que vuelve desahuciado y al final de su carrera y que con la tela de colchón encima hace pases portentosos al borde de la línea, marca en el Camp Nou de los millonarios y se hace expulsar, para que éstos vayan a la segunda vuelta con menos miedo de que todos sus dineros sean infructuosos frente al pedernal del Manzanares.
Esta simpatía por el Atleti, a mayor abundamiento, me permitirá encajar por igual su victoria y su derrota, y si es ésta la que al final acontece, y si los millonarios tienen una buena tarde, reconocerlo así y desearles suerte en lo que les quede de Champions. Ellos necesitan el triunfo más que los atléticos.
He tenido varias veces la conversación. Si le dices a un habitante de Futboñistán que el fútbol no te interesa (o que no sabes quién es el líder de la Liga, o el Pichichi, o lo que sea que haya que saber en ese momento), suele preguntarte si nunca has sido de ningún...
Autor >
Lorenzo Silva
1966. Escritor. Nada mejor que ser y sentirse un poco extranjero doquiera que uno va.
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