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Los días siguientes al 15 de mayo de 2011 viví algunos de los momentos más felices de mi vida. Sin embargo, o tal vez por eso, este aniversario me da mucha pereza. Me temo --ojalá me equivoque-- que las tres interpretaciones que más se repetirán estos días son las siguientes. El cargo político: “El 15M empezamos algo en las plazas pero luego maduramos y nos dimos cuenta de que había que hacer política en mayúsculas, por eso ahora soy diputado”. El guardián de las esencias: “El 15M fue, ante todo, el ‘No nos representan’ y ahora hay partidos que traicionan su espíritu”. Y el nostálgico: “El 15M fue mágico, nunca se repetirá algo así; ya nada es como antes”. No sé cuál de las tres me da más pereza.
Pero vamos al grano. Me pide CTXT que escriba sobre qué ha pasado desde el 15 de mayo de 2011 y empiezo por lo que no ha pasado. Gracias al movimiento de las plazas, en el Estado español no han emergido movimientos de extrema derecha, al contrario de lo que ha sucedido en casi toda Europa.
La descomposición de la clase media y la crisis política han sido utilizadas por partidos oportunistas, como el Frente Nacional en Francia, para presentarse como el adalid del antiausteritarismo euroescéptico. PEGIDA (Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente) ha creado el caldo de cultivo para que, desde enero de 2015, en Alemania se produzca un ataque al día de media contra centros de refugiados. En Grecia, a pesar de la lección de dignidad y solidaridad que está dando el pueblo griego con los refugiados, Amanecer Dorado sigue siendo la tercera fuerza parlamentaria. Hungría, Eslovaquia, Suecia, Holanda… Los fachas se sienten fuertes en la medida en que los gobiernos --también los liderados por socialdemócratas y liberales-- asumen sus tesis y refuerzan las fronteras.
En el Estado español no ha sido así porque el 15M supo identificar a los culpables, que no son los migrantes: no somos mercancías en manos de políticos y banqueros. La PAH constituye uno de los ejemplos antirracistas más exitosos de las últimas décadas al crear alianzas entre migrantes y autóctonas y señalar al enemigo común, la banca.
No es casualidad que entre las voluntarias en Lesbos o Idomeni se oiga más castellano o català que ninguna otra lengua, con excepción de griego. Es consecuencia del 15M.
En las plazas aprendimos a corear “Sí se puede”, el grito que ha acompañado a los chicanos de Cesar Chávez, a los zapatistas, a los migrantes latinos en EE.UU., a Obama y, ahora, a Podemos. Pero en Grecia aprendimos que no es verdad. Que querer no es poder. Grecia protagonizó el primer conflicto institucional contra la Europa neoliberal y fue derrotada. La legitimidad de las plazas, la victoria en las urnas, el sentido común y la democracia... no pudieron.
Para el sur de Europa no hay futuro si no cambia la correlación de fuerzas. Es lo que hemos dicho una y otra vez desde que un referéndum democrático fuera derrocado en Bruselas el pasado 12 de julio. Ahora bien, ¿qué otra correlación de fuerzas es posible hoy en Europa?
En Grecia, todos los ojos están puestos en el nuevo Gobierno de Portugal y en España. La izquierda griega desea con todas sus fuerzas la victoria de Podemos. Pero seamos honestas y realistas. Incluso si se diera un gobierno en el que estén Podemos, En Comú, En Marea, Compromís e Izquierda Unida, ¿qué posibilidades tienen los gobiernos de Portugal y España de no sufrir la misma derrota de Grecia? ¿Es el PSOE un aliado posible para esa empresa?
La respuesta ante esa pregunta siempre es “España es la cuarta economía de la Eurozona. No pueden hacerle lo mismo que a Grecia”. Está bien para salir del paso en una entrevista en época electoral. Pero es una respuesta que no tiene en cuenta el referéndum en Gran Bretaña y la posible victoria del FN en Francia. Los mercados sí contemplan esas opciones y se plantean ya escenarios --no deseados pero posibles-- de una UE sin Francia, sin Gran Bretaña y, si hiciera falta, sin España. ¿Cuál es el plan para impedir que el BCE y Schäuble impongan la austeridad por la fuerza de nuevo?
No basta con negar un escenario no deseado. La estrategia del avestruz nunca funciona. Es posible ganar al PP en la urnas. Pero, si lo que queremos es derrotar a la Europa de la austeridad, mientras no sepamos responder a la cuestión anterior... no se puede.
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Hibai Arbide Aza vivió todo el 15M en Plaça Catalunya. Es coautor de varios libros sobre el movimiento de las plazas. Ahora vive en Atenas, en donde trabaja de corresponsal para TeleSUR y escribe regularmente en CTXT y otros medios.
Los días siguientes al 15 de mayo de 2011 viví algunos de los momentos más felices de mi vida. Sin embargo, o tal vez por eso, este aniversario me da mucha pereza. Me temo --ojalá me equivoque-- que las tres interpretaciones que más se repetirán estos días son las siguientes. El cargo político: “El...
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Hibai Arbide Aza
Hibai Arbide Aza era abogado en Barcelona hasta que se fue a vivir a Grecia. Reside en Atenas, donde trabaja como periodista freelance para diversos medios, trata de acabar la escritura de un libro que se resiste, pincha tropical bass y monta en bici.
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