TRIBUNA
Los altibajos de Podemos en las encuestas
Si se considera que el 20-D el partido morado obtuvo aproximadamente el 19% del voto emitido, la estimación puntual de voto a esta formación política debiera haber estado situada cerca del 29%, un porcentaje que nadie ofreció
Santiago Ipiña 18/05/2016
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Las encuestas preelectorales han situado a Podemos durante estos últimos meses en una sucesión de crecimientos y declives porcentuales de voto que, como sabe bien el lector interesado, puede consultarse fácilmente sin más que introducir los términos apropiados en cualquier motor de búsqueda disponible en la red. Las razones que se han dado para comprender la anterior sucesión son principalmente de dos tipos.
En primer lugar, están aquellas que atienden a un punto de vista cualitativo, es decir, que tratan de responder a interrogantes del tipo por qué o cómo. Así, es habitual advertir que el crecimiento porcentual de Podemos responde a la transversalidad de su propuesta, en donde electores de diferentes ideologías convergen en el voto como consecuencia de su hastío por los partidos tradicionales, envueltos en casos de corrupción en cierta medida generalizados y/o incapaces de presentar nuevas ideas que atraigan al electorado. La crisis económica iniciada en 2007-08 es otra razón cualitativa que se ha utilizado frecuentemente para comprender el auge de Podemos.
De otro lado, la supuesta recuperación económica que se produce en el curso del año 2015, los asimismo supuestos escándalos financieros de dos fundadores y componentes de la dirección de Podemos, su conexión con el régimen bolivariano de Venezuela o, sencillamente, la percepción de que es una formación política de extrema izquierda, son razones cualitativas que se han empleado en orden a comprender su declive.
Probablemente, es oportuno hacer notar que la credibilidad de este tipo de argumentos está fuertemente correlacionada con la credibilidad del autor que los genera, es decir, que su soporte científico no es tan aceptable como, por ejemplo, la resolución de un típico contraste experimental en una ciencia empírica como la Biología, por no hablar de la demostración de un teorema matemático. Si se observa la encuesta del 01/11/2015 de Metroscopia, donde Podemos asciende al 17% de voto estimado desde niveles cercanos del 12.5% (07/2015), se entiende lo aquí apuntado al comprobar que la tendencia bajista de esta formación política que casi unánimemente se aceptaba como un hecho en el verano-otoño del último año era sólo una opinión que no había sido adecuadamente contrastada. Los resultados en las elecciones del 20-D pasado y la encuesta del CIS ofrecida por El País en 05/2016, de otro lado, constituyen otro ejemplo de un supuesto declive en intención de voto a Podemos.
Otro tipo de razones son las cuantitativas, que buscan responder a cuestiones relacionadas con cuándo, dónde o cuál. El interesante artículo de Sánchez-Cuenca (infoLibre, 14/10/2015) es un ejemplo de estudio sociológico que funde razones de tipo cualitativo y cuantitativo, es decir, que además de exponer causas como las anteriormente citadas para entender los cambios en intención de voto a Podemos, tiene el mérito de añadir un modelo cuantitativo con objeto de dar el necesario soporte científico a su exposición. En efecto, según este sociólogo, la característica diferenciadora de Podemos consistente en ser un partido joven cuando se le compara con PP, PSOE e IU, le hace muy sensible a los climas de opinión y a las expectativas que crea. De aquí que, dada dicha sensibilidad, encuentre en el modelo de la masa crítica una explicación plausible a los altibajos porcentuales del voto a Podemos.
Este tipo de modelo, formulado y difundido en la década de los 70 del siglo pasado por T. Schelling y M. Granovetter, se basa --de ahí su nombre-- en la experiencia observada en Física nuclear según la cual una vez se alcanza una determinada cantidad de masa se inicia una reacción en cadena. A dicha masa se le denomina crítica o, también, el umbral que desencadena que un cierto suceso se expanda para ser autosostenible y crezca posteriormente.
La figura adjunta es una imagen del modelo, algo exagerada con fines ilustrativos. Observamos que cuando se alcanza un determinado valor en el eje horizontal --señalado con un pequeño triángulo rojo-- las variaciones que en dicho eje generaban un cambio pequeño en el eje vertical repentinamente producen cambios de una magnitud bastante mayor en este último eje. Una forma de comprender esta conducta es la siguiente. Antes de la curvatura A, puede verse que en la región E1, el intervalo de longitud e se proyecta en el intervalo de longitud e’, bastante menor (obsérvese que sucede lo mismo en la región E2); sin embargo, después de la curvatura A y hasta la curvatura B (región I del gráfico sombreada en verde), el intervalo de longitud i se proyecta en i’, otro intervalo de longitud bastante mayor que i. Se puede decir que estamos hablando de dos regiones estables (E1 y E2) y una inestable (I) si por estabilidad se entiende mantenerse aproximadamente inalterable (eje vertical) a pesar de sufrir cambios importantes (eje horizontal).
La figura que Sánchez-Cuenca ofrece en su artículo, basada en T. C. Schelling (1978) Micromotives and Macrobehavior (Norton & Company), es una representación del modelo de la masa crítica cuando se consideran porcentajes de voto estimados en el eje horizontal, y porcentaje de voto real en el eje vertical (véase Fig. 2). En esta figura puede advertirse que la función sigmoidea que relaciona porcentajes estimados y reales origina que las estimaciones sobrevaloran el valor real a la izquierda de aproximadamente 47% (región sombreada en rojo pálido), y lo infravaloran a su derecha (región en azul pálido). En dicha imagen también puede verse la recta punteada en azul donde los porcentajes de voto estimados y reales coinciden.
Sánchez-Cuenca indica que aproximadamente el 25% de voto estimado a Podemos es el valor porcentual que correspondió al esplendor de la formación política (CIS, 01/2015) y que a partir de este valor se inicia su persistente declive. Con el objetivo de entender dicho declive, el sociólogo considera que el valor 25% se sitúa en la región inestable central de la gráfica (coloreada en rosa pálido).
Calcular la anterior región inestable puede hacerse de modo aproximado al estar trabajando sólo con representaciones gráficas. Una forma de cálculo consiste en proyectar diversos valores de porcentaje estimado y medir los intervalos resultantes en los ejes representados. Es decir, si un intervalo en el eje horizontal de longitud m se proyecta en otro intervalo en el eje vertical de longitud m’, y m es apreciablemente menor que m’, entonces estamos considerando la región inestable, en caso contrario (m es notablemente mayor) la región es estable, o si la diferencia entre ambas longitudes no es importante, estamos en la zona de transición entre región estable-inestable.
Como puede apreciarse, el 25% del voto estimado no está en la región inestable de forma que las conclusiones derivadas por Sánchez-Cuenca no parecen las más apropiadas. En efecto, este sociólogo expresa: “Ligeras perturbaciones como las que he apuntado anteriormente (recuperación económica, escándalos financieros, etc.) afectaron a las expectativas (estimaciones) de voto hacia la baja, disparando un proceso bajista que no parece haberse detenido aún” (los paréntesis han sido añadidos con objeto de aclarar el texto). De hecho, estando el 25% en la región estable izquierda, cambios a la baja en el porcentaje estimado suponen cambios iguales o más pequeños en el porcentaje de voto real.
Si este modelo es aplicable a la situación experimental que Sánchez-Cuenca analiza, resultaría deseable situar con más precisión el punto crítico a partir del cual el porcentaje de voto estimado desencadena una fuerte atracción del voto real a Podemos. Además, como el porcentaje de voto estimado objeto de análisis --25%-- está alejado por la izquierda del punto crítico --aproximadamente 30%-- conviene tener presente que este tipo de porcentaje sobreestima el porcentaje de voto real y, al estar en una zona estable, pequeñas variaciones al alta o a la baja generarán iguales o menores variaciones en el porcentaje de voto real.
En todo caso, que el modelo de la masa crítica pueda aplicarse a cualquier problema sociológico no siempre está claro (véase, por ejemplo, Studlar y McAllister, 2002. European Journal of Political Research, 41 (2)). Seguramente, puede servir como ejemplo que apunta en esa dirección la situación porcentual estudiada aquí. En efecto, considerando el resultado del 20-D del pasado año donde Podemos obtuvo aproximadamente el 19% del voto emitido, la estimación puntual de voto a esta formación política debiera haber estado situada cerca del 29%, según el modelo de la masa crítica representado en la Fig. 2. Un porcentaje que, hasta donde conozco, nadie ofreció y se sitúa a distancia apreciable, para este tipo de situaciones, del referido 25% obtenido en el mejor escenario posible imaginado para Podemos.
Valga de todas formas resaltar que el presente artículo es posible y se origina como una consecuencia de la naturaleza cuantitativa del de Sánchez-Cuenca, lo que nos sitúa en las antípodas de las, en ocasiones, interminables discusiones sobre problemas sociológicos que carecen de base científica. En este sentido, me gustaría expresar mi sincera enhorabuena a Sánchez-Cuenca por tratar de formalizar su pensamiento, lo que ofrece una base argumental sólida y, desde luego, creo que más apropiada que la correspondiente a los estudios sociológicos que, como queda dicho más arriba, se basan en la credibilidad --en el sentido de autoridad-- del autor que los escribe.
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Santiago Ipiña @sipina10 es socio de CTXT.
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