1. Cuando comenzó la campaña se perfilaba nueva mayoría de centro derecha. La suma de PP y Ciudadanos superaba claramente los 12 millones de votos: un terremoto que liquidaría 43 años de predominio sociopolítico del centro izquierda.

Pero el proceso de decisión no había terminado. Los electores continuaban asimilando información, incluido el resultado de las encuestas. Específicamente, la expectativa de un pacto entre estos dos partidos (real o ficticia), habría perjudicado claramente a la tolda naranja, reactivando a los electores que no quieren volver a ver a los conservadores en la Moncloa.

2. La campaña ya está a punto de finalizar. Los números gruesos no los sabemos (y no los podemos saber) pero sí las tendencias de última hora: Ciudadanos va a la baja, el PSOE coge aire tras una tendencia bajista, Podemos va al alza y el PP estaría estable en la cabecera aunque con potencial para crecer.

3. Y muchos os preguntaréis ¿Y el domingo? ¿Dónde estaremos el domingo?

Una hipótesis (que ya manejábamos antes de la agresión a Mariano) es que el PP recibirá un empujón favorable de última hora; dirigiéndonos hacia un escenario de “efecto-UCD”. Expliquemos esto.

El sistema electoral español se diseñó con un objetivo muy concreto: que en las elecciones de 1977 la UCD lograra una mayoría absoluta a partir de, más o menos, un 38% de los votos. No lo consiguió. Se quedó en un 34%. Pero el sistema cumplió su objetivo: le dio una cómoda mayoría de 165 escaños.

El sistema también resultó satisfactorio para PP y PSOE. A ambos les benefició (algo más a los conservadores). Pero nunca a nadie como a la UCD. ¿Por qué? Pues porque PP y PSOE, a diferencia del partido de Suárez, triunfaron en las aglomeraciones urbanas, perdiendo parte de la ventaja diseñada ex profeso para el voto rural de los ucedistas. Las mayorías absolutas han costado, desde entonces, un 44% de los votos, salvo en 1989, cuando el PSOE se benefició de un efecto-UCD parcial debido a la debilidad de la recién refundada AP-PP.

Según algunos pronósticos (y como ya adelantamos en marzo pasado), este 20-D el PP podría parecerse mucho a la UCD de 1977: con menos apoyos en las grandes ciudades y siendo la cabeza solitaria del pelotón. El esquema inicial podría volver a funcionar. Si quedan por encima de un 32% los conservadores alcanzarán cerca de los 140 escaños. Con un 38% (escenario improbable), tendrían la mayoría absoluta al alcance de la mano.

4. La hipótesis alternativa es que Ciudadanos aguantará el tirón, que la agresión a Rajoy no tendrá un efecto claro y que la cosa se quedará en los términos planteados por las andorranas.

En tal caso, la mayoría PP-Ciudadanos no llegará a ser absoluta; la alternativa PSOE-Podemos resultará demasiado precaria (necesitando el apoyo de casi todas las demás fuerzas con representación para ser viable); pudiendo, incluso, resucitar el fantasma de la “gran coalición” (para espanto de Sánchez). Eso sí, los electores ya no tienen tiempo para asimilar estos posibles escenarios, por mucho que el PP se esfuerce en conjurar a las “coaliciones de perdedores”.

5. Mientras tanto IU (UP) lucha por su supervivencia. Lo tiene complicado, aunque su campaña ha sido todo lo eficaz que podía ser, tanto en términos de comunicación como en la selección de plazas: asegurando Madrid y Asturias, defendiendo Sevilla y Valencia y luchando por Málaga, Zaragoza y Alicante.

Por cierto, que en relación a esta coalición, hace pocos días vimos a una gran firma concederle una expectativa de voto del 5% y al mismo tiempo solo 2 escaños. ¿En qué escenario resulta viable que IU-UP, con un 5% de voto estatal, se quede solo con 2 o 3 escaños? ¿Cómo es posible que pollsters veteranos nos ofrezcan un pronóstico con un error tan evidente? . Sin embargo no ha sido la única.

6. Respecto a la prohibición de publicar encuestas en los últimos días de campaña, mucho se ha comentado sobre su inutilidad y sinsentido. Lo cierto es que, mientras los grandes medios (TV) respeten la prohibición, seguirá logrando su objetivo: sustraer a las grandes mayorías de la influencia de estos pronósticos finales.

¿Estamos a favor de levantar la prohibición? Sí, sin duda, en principio sí. Pero vista la falta de rigor y la parcialidad de algunos medios en la difusión de encuestas, no estamos seguros. No nos cuesta imaginar a algunas cabeceras vendiendo “impactantes encuestas de último minuto” desde una absoluta falta de respecto a sus lectores. No es solo una cuestión de controles o de obligar a una transparencia total con los ficheros de datos. Desde luego, los controles que ya existen son absolutamente ineficaces. Deberían replantearse de cabo a rabo. Pero también hace falta cierto giro en la cultura periodística. Para pensárselo, vamos.

Nota final. Comentario sobre las parlamentarias venezolanas. La victoria opositora invirtió la tendencia del sistema electoral, tradicionalmente favorable al chavismo. Con un 53% de los votos la oposición se hizo con el 67% de los escaños. Espero que más de uno tome nota de lo que pasa cuando modificas el sistema electoral pensado solo en escenarios favorables (Cospedal, por ejemplo, ya tal).

Por cierto, que 1,4 millones de votos nulos son muchos ¿Fallaron las máquinas (algo poco probable) o fue la presión social de ir a votar (y tener en el dedo la marquita de tinta)? Si la legislación reconociera el voto en blanco no tendríamos estas dudas.