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En una final de apariencia muy igualada y con un marcador tan estrecho, ¿el arbitraje fue imparcial?
Desde luego, fue cuando menos polémico. Pero curiosamente, los medios públicos y concertados, esos medios cada vez más sumisos a todos los poderes posibles y especialmente al poder político y futbolero europeo y patrio, no dejan de elogiar al electricista Mr. Clattenburg, como si su tarea hubiera sido perfecta. Y se permiten incluso llamar paranoicos, radicales, llorones y cosas peores a los pocos que osan llamar la atención sobre una docena de decisiones, cuando menos extrañas, que, esto ni hace falta decirlo, cayeron todas contra el Atleti. O sea, a favor del Madrid. Es decir, a favor del club presidido por Florentino Pérez, ese ser superior. Ese probo constructor, dueño de un imperio nacional y de una galaxia offshore, que de no haber ganado la undécima quizá estaría hoy filtrando fichajes más o menos galácticos para poder copar, como hace cada día, las portadas del As, el Marca, La Sexta, la 1, El Chiringuito y los Manolos.
Nadie piense que esto quiere decir que uno, que es atlético desde pequeño, se ha caído de un guindo y ve a Cerezo y Gil como un par de almas cándidas y desvalidas. Los dos matarían por ser como Pérez y por tener esas cuatro o cinco veces más de presupuesto.
Todos los presidentes de clubes españoles se parecen, y su fuerte no es precisamente la honestidad, la caridad, la bonhomía y el juego limpio. Forman parte del engranaje más turbio y enfangado del país, o quizá del continente; una vez pinchada la burbuja del ladrillo, la única que sigue inflada es la de la UEFA, con sus mafias globales, nacionales, regionales y locales; sus Qatares y sus Emiratos; sus bolas calientes Heineken-Mastercard; sus televisiones ojo de halcón; sus casas de apuestas millonarias y lejanas, sus fondos buitre, su Aznar, su Villacís y su Catalá; sus comisiones en paraísos fiscales, sus giras de verano por Asia y Oceanía, y sus constructores a la caza de contactos, diputados y ministros --por cierto, ¿no es gracioso que se haya filtrado entera la lista de invitados de Cerezo y Gil y no sepamos todavía quién viajó en los aviones y los autobuses de Pérez?--.
Casi una semana después de la final, tampoco deja de sorprender la entrega incondicional y cuasi unánime --más unánime que nunca-- al poder florentiniano de este nuevo/viejuno periodismo, que contempla feliz y sin rechistar la corrupción rampante de la UEFA --probablemente uno de los organismos más apestosos del mundo, en dura pugna con el Vaticano, el PP y la FIFA--, y que pasa de puntillas o ni siquiera se atreve a repasar con un mínimo de rigor las injusticias y errores del endeudado y viperino árbitro designado por Platini/Villar para la undécima.
Nuestros plumillas patrios saben cada vez mejor que, si no quieren perder su trabajo como Santiago Segurola, o ser apartados de la información del Madrid como Diego Torres, están obligados a olvidar las tropelías y a cantar las gestas del equipo más rico del mundo, esa banda patibularia que llegó a la final y la celebró al grito de "Hala Madrid, hijos de puta", después de eliminar a duras penas a medianías de todo pelaje, mientras su rival se dejaba la piel y la gasolina ante seis campeones en la fase de grupos y tres eliminatorias a cara de perro.
Estos observadores y analistas de postín, incluidos los extranjeros, coinciden en analizar la final como si se tratara de un deporte, y no el mayor timo del rock and roll jamás contado, el acontecimiento político-deportivo más rentable que existe, porque en él brillan y de él maman y se aprovechan lo mejor de cada casa: reyes y jefes y exjefes de Gobierno en apuros, jeques de apellidos raros, medios escritos, televisados y hablados, laterales genuflexos y demás familia, centrales descerebrados, tableteros tangerinos, reventas oficiales y oficiosos UEFA, fabricantes de maletines y corbatas, agencias de viajes UEFA, patrocinadores UEFA, directores de periódicos y enviados especiales asiduos al palco del Bernabéu; pilotos privados y de compañías, exfutbolistas metidos a comentaristas de salario muy largo y lengua muy corta...
Hablando de estas cosas con los compañeros, uno me dijo que no tenía sentido hablar del árbitro cuando Simeone y los jugadores del Atleti no lo hicieron.
Quizá tiene razón. O quizá no recuerda, o no sabe todavía, que la omertá es la ley suprema de la UEFA. Algunos saben, sin embargo, que cuando Mourinho se puso a preguntar en bucle aquel "por qué por qué por qué", se le hizo saber que jamás volvería a ganar la Champions.
Por supuesto, es más cómodo interpretar que, cuando Simeone se mordió el puño para no explotar, y dijo que llegar a dos finales y perder las dos, sin haberlas perdido en los 90 minutos de juego, es un fracaso, para añadir que tenía que reflexionar dándole una palmada al periodista de Bein Sport y diciéndole "tú sabés, tú sabés", estaba mandando un mensaje a Gil y Cerezo.
A uno le parece mucho suponer que el Cholo, cinco años después de convertirse en el líder máximo del Atleti, vaya a enviar recados vía Bein a sus dilectos jefes.
Pero vamos acabando...
El arriba firmante, tras entregarse al masoquista ejercicio de ver la final dos veces, ha detectado, parando mucho el vídeo para poder ver algo en la nebulosa retransmisión UEFA (llena de repeticiones de tiros a las nubes, pero incapaz de repetir de forma mínimamente clara las jugadas más controvertidas), una docena de decisiones muy rarunas de Clattenburg.
Queden aquí como testimonio de una perplejidad, de una ignorancia: ¿un atraco es un atraco de toda la vida? ¿no?
- Gol de Ramos: fuera de juego por un cuerpo que se come el juez de línea.
- Posible mano de Ramos (es decir, penalti) cortando un pase de Griezmann.
- No saca la amarilla a Pepe en la jugada del penalti a Torres.
- Amarilla a Torres por una entrada similar a la de Pepe en el penalti, pero en campo propio.
- Posible despeje con la mano de Ramos en el área en un salto con Torres y Pepe.
- Perdona la expulsión a Ramos por una entrada violenta --de las peores que uno ha visto-- y por detrás a Carrasco, cuando Torres y Griezmann se quedaban dos contra uno.
- Amarilla fulminante a Gabi por pedir la roja para Ramos.
- Perdona la amarilla a Pepe en su primer fingimiento de agresión/desmayo.
- Perdona la roja a Pepe por una entrada alevosa a Gabi, a la altura de la rodilla.
- Saca la lengua a Pepe pero no la amarilla en su segundo fingimiento/desmayo.
- Corta una escapada de Carrasco, sin dar la ley de la ventaja, para sacar la amarilla a Danilo.
- Los penaltis se tiran en la portería donde está la afición del Madrid, y empieza tirándolos... el Madrid. ¿Habría sorteo? ¿Bola caliente? ¿Es acaso un derecho del equipo local?
O sea, que menos épica y más ética, camaradas.
Felices Elecciones y Eurocopas a todas y a todos.
En una final de apariencia muy igualada y con un marcador tan estrecho, ¿el arbitraje fue imparcial?
Desde luego, fue cuando menos polémico. Pero curiosamente, los medios...
Autor >
Miguel Mora
es director de CTXT. Fue corresponsal de El País en Lisboa, Roma y París. En 2011 fue galardonado con el premio Francisco Cerecedo y con el Livio Zanetti al mejor corresponsal extranjero en Italia. En 2010, obtuvo el premio del Parlamento Europeo al mejor reportaje sobre la integración de las minorías. Es autor de los libros 'La voz de los flamencos' (Siruela 2008) y 'El mejor año de nuestras vidas' (Ediciones B).
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