Kuczynski encara una presidencia débil en Perú
El nuevo mandatario, un economista neoliberal de 77 años que ha compaginado cargos públicos y actividad privada, va a necesitar la colaboración parlamentaria del partido de su oponente Keiko Fujimori, que cuenta con 73 de los 130 escaños
Pablo Pérez Álvarez Lima , 10/06/2016
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Pedro Pablo Kuczynski, un economista neoliberal de 77 años, encabezará durante los próximos cinco años en Perú un gobierno que nace con varias debilidades de origen: con apenas 41.000 votos de ventaja sobre su rival, Keiko Fujimori, hija del exdictador Alberto Fujimori (1990-2000), lo que equivale apenas a un 0,24% de los sufragios; apoyado en buena parte por peruanos que lo consideran un títere de las grandes empresas y que sólo querían evitar el regreso del fujimorismo al poder; y condenado a lidiar con un legislativo dominado abrumadoramente por el partido de su rival electoral.
Detrás de Kuczynski, un personaje anodino, poco carismático y torpe, hay una vida poco convencional. Hijo de dos inmigrantes de primera generación, una maestra de música francosuiza emparentada con el director Jean-Luc Godard y un médico de ideales socialistas que huía del nazismo, pasó parte de su infancia en Iquitos, una ciudad a orillas del Amazonas separado por cientos de kilómetros de selva de la carretera más cercana. Estudió, sin embargo, en Oxford y Princeton.
Casado dos veces con sendas ciudadanas estadounidenses, una ellas, la futura primera dama, Nancy Lange, prima de la actriz Jessica Lange, tenía la doble nacionalidad de ese país, a la que tuvo que renunciar al principio de la campaña electoral para mitigar las suspicacias.
Tiene una amplia experiencia en cargos públicos. Fue gerente del Banco Central en el primer Gobierno de Fernando Belaúnde Terry (1963-1968) y ministro de Energía y Minas en el segundo (1980-1985), y ministro de Economía y presidente del Consejo de Ministros en el de Alejandro Toledo (2001-2006). El tiempo restante se ha dedicado a la actividad privada como miembro de directorios de distintas grandes empresas internacionales.
Esto no tendría nada de raro si no fuera porque en todas sus responsabilidades gubernamentales ha sido acusado de beneficiar al sector privado. En 1968, cuando Belaúnde Terry fue derrocado por el general socialista Juan Velasco, tuvo que huir del país oculto en el maletero de un coche acusado de haber permitido a la petrolera estadounidense International Petroleum Company sacar del país 115 millones de dólares del Banco Central después de que le fuera expropiado un complejo industrial.
También se le acusó de beneficiar a compañías petroleras con exoneraciones en una ley aprobada como ministro de Energía. Y durante el gobierno de Toledo negocio contratos de exportación de gas que proporcionaron jugosos beneficios a firmas en las que había tenido participación y no tan beneficiosos para el Estado peruano. Por ello, es acusado por sus críticos de lobbista.
En todas sus responsabilidades gubernamentales Kuczynski ha sido acusado de beneficiar al sector privado
Su mayor desafío cuando asuma el poder, el próximo 28 de julio, será reducir la inseguridad ciudadana, que ha crecido de manera exponencial en los últimos años, con la expansión de la pequeña delincuencia dispuesta a matar por un teléfono móvil, la extorsión y el sicariato en algunas partes del país, principalmente en la ciudad de El Callao, de cuyo puerto salen cada año toneladas de cocaína y pasta base.
Para ello, frente a las propuestas populistas de su rival como el uso del Ejército en tareas de seguridad pública, la construcción de cárceles en Los Andes a más 4.000 metros de altura y la pena de muerte a violadores de niños, Kuczynski ha ofrecido en su programa, alabado en este aspecto por los especialistas, un desarrollo de la labor de inteligencia policial, un aumento de sueldo de la policía o cárceles productivas.
En lo que apenas divergía de Fujimori era en el aspecto económico, pues ambos apostaban por una continuidad del actual modelo económico, el más neoliberal de toda la región, centrado principalmente en la inversión extranjera y la mano de obra barata. En este sentido hereda una situación económica relativamente solvente. Con un bajo déficit, una previsión de crecimiento para este año cercana al 4%, lejos del pico del 9% de hace unos años, pero mucho mejor que los países de su entorno, gravemente afectados por la bajada de los precios de las materias primas.
Kuczynski no parece particularmente preocupado por la alta dependencia del país de los precios de los minerales, su principal fuente de divisas, ni por la lacerante desigualdad. Sí ha prometido, en cambio, reducir la amplia informalidad laboral --que alcanza el 70% del empleo--, apoyar a la pequeña y mediana empresa, crear un seguro de desempleo y reducir tres puntos porcentuales el impuesto sobre las ventas para incentivar el consumo.
Desde que los sondeos a pie de urna y los primeros datos del largo escrutinio, que se ha prolongado varios días, le dieron como ganador, ha ofrecido diálogo a las otras fuerzas políticas y ha hablado de reconciliación tras el duro enfrentamiento de las últimas semanas con la candidata fujimorista, que ha sufrido una inesperada y amarga derrota.
No lo va a tener nada fácil en este sentido y va a tener que desarrollar un carisma, un liderazgo y un olfato político del que ha carecido durante toda la campaña. De hecho, si ha ganado la elección ha sido más apoyado en el amplio sentimiento antifujimorista de buena parte de la sociedad peruana y en los errores de su rival que en su propia capacidad de convencimiento. Sólo así se explica que haya acabado ganando tras lograr apenas un 21% de votos en la primera vuelta, poco más de la mitad que Fujimori, que sumó casi el 40%.
El nuevo presidente no parece preocupado por la alta dependencia del país de los precios de los minerales, su principal fuente de divisas, ni por la lacerante desigualdad
En el Congreso va a necesitar la colaboración, por activa o por pasiva, de Fuerza Popular, el partido de Keiko Fujimori, que tiene 73 de los 130 escaños. Algunos de sus integrantes ya han dejado entrever que no va a ser tan fácil, sobre todo después de las acusaciones de grueso calibre que se cruzaron ambos candidatos en el tramo final de la campaña. Kuczynski sacó provecho del empujoncito que le dio la Administración para el Control de Drogas (DEA) estadounidense al revelar que estaba investigando a Joaquín Ramírez, secretario general de Fuerza Popular, hombre de la máxima confianza de Fujimori y su principal financista. El ahora presidente electo advirtió del peligro de un narcoestado si Fujimori se hacía con el poder.
Además, es consciente de que debe su victoria en parte a un sector de la izquierda y de otros partidos que, al contrario que el fujimorismo, se colocan en las antípodas de su posición neoliberal.
Existe la posibilidad, no obstante, de que acabe recibiendo el apoyo de un sector de la bancada de Fuerza Popular, que está llena de políticos de las regiones que han hecho alianzas con el fujimorismo, pero que pueden desertar de sus filas si ven que les conviene llevarse bien con el Ejecutivo para llevar a cabo proyectos locales.
El fujimorismo se ha destacado en los últimos cinco años por su disciplina, algo poco corriente en la política peruana, donde muchos legisladores son invitados por los partidos por su popularidad o por representar a bolsones de votos o políticos sin tradición partidaria que muchas veces acaban la legislatura en bancadas distintas a aquella por la que resultaron elegidos. Sin embargo, como señala el analista político Carlos Basombrío, esta disciplina se ha debido a razones no tanto ideológicas, sino “expectaticias: la bancada de Keiko se ha mantenido tan unida en el periodo anterior porque había la expectativa razonable de que Keiko iba a ser la siguiente presidenta y era suicida enfrentarse con la líder”.
Fujimori se ha pasado cinco años, desde que cayó en segunda vuelta en 2011 frente a Ollanta Humala, prácticamente haciendo campaña. Ha recorrido el país de punta a punta, creando una red de alianzas regionales y de movimientos ciudadanos. Sin embargo, al final ha caído por sus propios errores. Pese a obtener una ventaja en los sondeos de entre 4 y 9 puntos porcentuales, dependiendo de la encuestadora, a sólo dos semanas de la votación del pasado 5 de junio, cuando ya había salido a la luz la investigación de la DEA a su secretario general, Fujimori acabó perdiendo. Y buena parte de la culpa la tuvo una torpe maniobra de su candidato a la vicepresidencia, José Chlimper, que filtró a la prensa una conversación telefónica manipulada burdamente para intentar desacreditar al colaborador de la agencia estadounidense que destapó el caso.
Este engaño trajo a la memoria de muchos peruanos las sucias tácticas de manipulación que llevó a cabo el gobierno de Alberto Fujimori, algo de lo que se había intentado desligar su hija.
Esta segunda derrota podría ser el golpe definitivo a la carrera política de la heredera de Fujimori y despertar el viejo conflicto que divide su formación entre moderados o keikistas y duros o albertistas, liderados estos por el hijo pequeño del exdictador, Kenji. Este ya había desatado la ira de su hermana cuando en plena campaña, y tras ser reelecto legislador con el número de votos más alto del país, afirmó que si ella no ganaba, él presentaría su candidatura dentro de cinco años.
Pedro Pablo Kuczynski, un economista neoliberal de 77 años, encabezará durante los próximos cinco años en Perú un gobierno que nace con varias debilidades de origen: con apenas 41.000 votos de ventaja sobre su rival, Keiko Fujimori, hija del exdictador Alberto Fujimori (1990-2000), lo que equivale apenas a un...
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Pablo Pérez Álvarez
Pablo Pérez Álvarez es un periodista de Zaragoza que ha trabajado durante varios años en países de América Latina como México, Colombia, Perú y Argentina, en agencias de noticias internacionales y colaborando con distintas revistas y medios digitales fundamentalmente de España y México.
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