Ciclismo a distancia
¿Será el Tour de Nairo Quintana?
Aunque el máximo favorito sea Chris Froome, vigente campeón y hombre más fuerte en la última década, el colombiano llega después de cuajar una temporada brillante
Sergio Palomonte 29/06/2016
Nairo Quintana
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Este sábado comienza el Tour de Francia, coincidiendo en fechas y en país con la fase final de la Eurocopa de Fútbol. Serán apenas unos días antes de que el ciclismo reine en solitario en el mes que le es propio, y justo antes de unos JJ.OO. que se antojan calamitosos para el movimiento deportivo global. Es dudoso que lo que va a suceder en Brasil sirva para hacer reflexionar a los dirigentes que han llevado al deporte al gigantismo y a la continua construcción de infraestructuras de escaso éxito, mientras el Tour sigue siendo una industria exitosa que pasa por carreteras poco transitadas, por caminos comarcales y que no requiere mucho más que una caravana itinerante, que jamás deja presencia permanente allá por donde pasa.
Deja, cuando las cosas salen bien, el aroma de la leyenda, y quizás estemos yendo hacia un Tour de ese tipo. Los elementos son los clásicos de este deporte centenario: grandes ciclistas, a su nivel óptimo de preparación científico-deportiva, y un recorrido muy imaginativo y que obligará a estar a los principales contendientes a la victoria final a gran nivel desde el primer día.
El Tour 2016 sale de Normandía y en sentido contrario a las agujas del reloj, lo que significa que habrá primero Pirineos y después Alpes, y será un tránsito de ambos sistemas montañosos durísimo, aunque en el segundo caso falten los grandes puertos de la historia de la carrera. Al contrario que en 2015, habrá contrarreloj, pero tan dura y disimulada que no se puede decir que sea para rodadores o corredores potentes el llano. Son cronos del Tour, para corredores que están disputando la general.
Se evita el recurso del prólogo con una salida en línea desde el Mont Saint Michelle y llegada a Omaha Beach, en homenaje a los desembarcos de Normandía. Etapa con previsible final al sprint, para al día siguiente seguir por la zona con final en Cherburgo --donde los paraguas y la maravillosa película de Demy-- y una encerrona en forma de muro de 3 km en el tramo final y rematar el Grand Départ normando con un tercer final en la histórica ciudad de Angers.
Después la carrera vira hacia al sur, con la etapa más larga de la carrera y final en Limoges, y el primer final en alto en la quinta etapa, un guiño al Macizo Central y a los corredores de preparaciones extrañas, especialmente esos que carburan en la tercera semana de carrera. Se sube hasta la estación de esquí de Le Lioran, en una etapa larga (216 km) y por un terreno muy irregular, el de la región volcánica de Cantal.
La primera etapa de los Pirineos llega en el séptimo día de carrera, y final en el inédito Lac de Payole, que no es más que la subida al Aspin alargada 3 km Parece que esta vez el Tour no quedará decidido en el primera etapa de montaña, pero si lo puede hacer en el primer fin de semana, porque las otras dos etapas de los Pirineos son durísimas bajo cualquier punto de vista: el sábado 182 km subiendo Tourmalet, Val Louron y Peyresourde, para después 15 km de descenso para el final en Bagneres de Bigorre; y el domingo, una etapa andorrana con Bonaigua, Cantó, Comella, Beixalis --donde Froome subió con el pie roto en la pasada Vuelta-- y final en el interminable Arcalis. Una etapa para sentenciar un Tour.
El primer día de descanso se pasa en el Pequeño Principado, que cuenta con su propia Agencia Antidopaje, pero sin recursos para llevar los controles que requiere una prueba como el Tour. No deja de ser curioso que el segundo día de descanso de la carrera también vaya a ser en un país extranjero, pero antes de llegar ahí los ciclistas tendrán que pasar una segunda semana de Tour francamente innovadora y exigente.
La carrera se reanuda saliendo de Andorra por Envalira, un puerto durísimo y afrontado con el desayuno en el estómago. Vistos los recientes precedentes en el ciclismo con este tipo de etapas después del descanso (Tour 2015, abandono de Van Garderen, Giro 2016, abandono de Landa) quizás esta etapa con final en Revel presente más riesgos que todos los Pirineos, o que el esperado final en el mítico Mont Ventoux.
Será una etapa extraña: entre semana, día nacional francés, recorrido prácticamente llano hasta la subida al Gigante de la Provenza, un puerto que a veces proporciona un gran espectáculo, y que otras veces se sube a ritmo de excursión. Que al día siguiente se dispute la única contrarreloj llana de la carrera (37´5 km, con continuos sube y baja) no ayuda a pensar que el día anterior los favoritos vayan con hambre de batalla.
A partir de ahí se intuyen los Alpes, con una etapa de media montaña (subiendo dos veces el exigente Grand Colombier, más de 4.000 metros de desnivel acumulado en solo 159 km) en el segundo fin de semana del Tour para el lunes cruzar la frontera hacia Suiza, con una etapa para mostrar la belleza de Berna y quedarse después, en el país del secreto bancario, a pasar la segunda jornada de descanso.
Quedarán solo cinco días para acabar la carrera, cuatro si se considera que el ciclismo regala el último día de carrera, como se ha visto en la última Vuelta --con ciclistas quejándose de que otros disputasen competiciones en vilo-- o en el Giro --con neutralización de tiempos a 60 km de meta--. El primer día se sube al impresionante embalse de alta montaña de Emosson, un prodigio de ingeniería y un puerto larguísimo que acaba en un paisaje descarnado y lunar. Es el final de etapa más duro de toda la carrera, y un puerto que, en las pocas veces que se ha subido en competición, ha propiciado momentos memorables.
Al día siguiente el Tour da la bienvenida a una cronoescalada, una disciplina que usa cada lustro, y que no gusta mucho a los organizadores porque propicia muchos problemas logísticos por la cantidad de gente que se concentra en un recorrido muy corto, aprendiendo las lecciones de la cronoescalada a Alpe d´Huez en la edición de 2004. Son 17 km en los alrededores de Sallanches, allí donde en 1980 Hinault ganó el Mundial, y se subirá la misma cota que entonces, Domancy y final en la exclusiva estación de esquí de Megeve: 4 km llanos, y 13 km finales de subida entrecortada con llanos.
De manera lamentable, las dos últimas etapas tienen un kilometraje de solo 146 km cada una. Dicen que eso favorece el ataque y la entrega, pero casa muy mal con la tradición del ciclismo, y tampoco ofrecen tanto terreno: el primer día final en St. Gervais-Mont Blanc, un puerto sin trascendencia pero con rampas finales muy duras, y el segundo y último de un Tour que irá ya decidido, un clásico con Aravis, Colombiere, Ramaz y el Joux Plane, el puerto más italiano de Francia, y que no se subía desde el año 2006, cuando quedó irremediablemente unido a la escapada de Floyd Landis en busca de su destino y su positivo.
Son unos Alpes muy extraños, evitando las míticas cumbres de más de 2.000 metros, pero muy duros y exigentes. Todo el recorrido lo es, e incluso la tradicional segunda semana de transición se endurece con la subida al Ventoux. El máximo favorito es el vigente campeón Chris Froome, el hombre más fuerte de la carrera en esta década y que viene de ganar Dauphine Libere. Su equipo es poderosísimo, con al menos cinco corredores con opciones de hacer top-ten en la carrera, incluyendo a Mikel Landa.
El mayor rival del británico será Nairo Quintana, que llega habiendo ejecutado una temporada brillantísima (ganador en la Volta, Romandía y Ruta del Sur), y que tiene la gran presión de ganar el Tour tras ser dos veces segundo y ante el mismo corredor. Recientemente ha ganado su primera contrarreloj y el secreto esté en que pase la primera semana sin perder tiempo, o eso dicen los conocedores de este extraño corredor que pasa todo el año en Colombia, y que aspira a ganar el Tour sin haber corrido previamente ni Giro, ni Vuelta a Suiza, ni Dauphine.
El tercer gran bloque de la carrera es el Astana, el equipo centroasiático que ha ganado la última Vuelta y el último Giro, y que se presenta en la salida del Mont Saint Michelle con el debutante Aru --al que se le dan considerablemente bien las grandes vueltas-- y el infalible Nibali, que aunque dice que viene a ayudar jamás se descuelga en un gran vuelta por etapas.
Contador no llega con un bloque comparable a los anteriores (aunque Kreuziger y Majka aguantan una comparación con el mejor de los gregarios de los otros rivales), pero sí con la leyenda de uno de los mejores corredores de grandes vueltas de la historia, aunque no precisamente en el Tour, carrera que se le ha atragantado en múltiples ocasiones, y que cuando la ha ganado --siete años ya de la última vez-- ha sido por estar enrolado en el equipo más fuerte.
Fuera de estos cuatro grandes equipos construidos en torno a líderes muy sólidos y con victorias en grandes vueltas solo queda otra categoría de aspirantes, los que tienen que esperar que esos tres campeones rindan peor de lo esperado, y ellos mismos mucho mejor de lo demostrado hasta ahora. El mejor de ellos es Porte, con un gran palmarés en vueltas de una semana, pero que salvo un 7º puesto en el Giro 2010 --en su debut en este tipo de pruebas-- jamás ha vuelto a hacer algo parecido. Además, tendrá que dirimir la jefatura del equipo con Van Garderen, el americano que siempre falla cuando se le espera.
Se habla poco de Tom Dumoulin, el gran animador de la pasada Vuelta y de la primera semana del Giro, cuando tiene un recorrido óptimo para sus características, por mucho que diga que viene a preparar los JJOO del mes siguiente, esto es: que viene al gran escaparate del ciclismo, que dura 23 días, a preparar una prueba que dura un día. En cambio, se habla mucho de los buenos y jóvenes franceses, los Pinot, Bardet y Barguil, su compañero de equipo y que aspira a ganar la clasificación de mejor joven, y no se habla nada del debut en la carrera del joven ruso Zakarin, tras su infortunio en el Giro.
Será un Tour para escaladores: cuatro finales en alto (el primero en el quinto día de carrera), una cronoescalada, una única crono llana de 37 km que incluye subir y bajar al valle del Ródano. Será un Tour donde los equipos, los superequipos, jueguen un papel fundamental, con potencial para neutralizar todo el espectáculo. ¿Será el Tour de Nairo Quintana, que se quedó a poco más de un minuto el año pasado? Se sabrá dentro de tres semanas.
Este sábado comienza el Tour de Francia, coincidiendo en fechas y en país con la fase final de la Eurocopa de Fútbol. Serán apenas unos días antes de que el ciclismo reine en solitario en el mes que le es propio, y justo antes de unos JJ.OO. que se antojan calamitosos para el movimiento deportivo...
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Sergio Palomonte
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