TRIBUNA
¿Qué papel jugará la emigración tras el 26J?
Partidos y organizaciones deben ver el ‘exterior’' como la 18ª Comunidad Autónoma y considerar a los expatriados elemento clave para transformar el país, con un peso cuantitativo y cualitativo real en la vida social y política
Alejo Beltrán Palanco 23/07/2016
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El pasado 26 de junio finaliza una etapa y se hace necesario un profundo análisis también en el exterior. Este título no es más que una forma de sintetizar la importancia que han tenido y tendrán en la vida política de nuestro país los más de dos millones de españoles que residen fuera.
La cifra de emigrantes españoles no ha hecho más que aumentar en los últimos años, elevándose a 1.920.000 en el último CERA (Censo de Españoles Residentes Ausentes) de 2016. Este flujo hacia el exterior ha venido suscitado por la crisis de un modelo económico que necesita reajustarse de forma cíclica, dejando nuestro país con un modelo productivo que no se adapta al cambio en el modelo de acumulación capitalista. Este cambio en la estructura económica ha afectado a las condiciones materiales de vida de la gente, obligando a muchos a abandonar el país por falta de oportunidades. Al mismo tiempo, la superestructura política, ejemplificada en los dos grandes partidos (PP y PSOE) que han regido la política española en los últimos años, también ha dificultado aún más el día a día a los que abandonaban el país. Medidas como la implantación del voto rogado, los escasos recursos con los que se dota a la Administración pública en el exterior (oficinas consulares que además tienen que hacer frente a un mayor número de usuarios y que tienen menos recursos), la retirada de la tarjeta sanitaria, etc, son ejemplos claros de cómo esta superestructura política ha golpeado a la población que previamente había expulsado del país un modelo económico agotado.
Esta población en el extranjero supera con creces las cifras oficiales, como demuestran los censos locales de numerosos países (por ejemplo, de Inglaterra o Alemania). Nos ceñiremos a las cifras oficiales para el análisis pero teniendo en perspectiva que la incidencia es mucho mayor.
Impulsada por unas condiciones materiales de vida que les invitaban a tomar una mayor conciencia de su situación, esta población ha venido organizándose y movilizándose en los últimos años. La creación de un movimiento social propio como la Marea Granate, el aumento en el número de militantes en estructuras políticas ya existentes como las Federaciones del Exterior de Izquierda Unida o la nueva creación de los numerosos Círculos de Podemos por todo el mundo, son ejemplos de ello. Estos colectivos organizaban movilizaciones, actos y acciones tanto físicamente como en redes sociales, reforzando así la toma de conciencia de este grupo poblacional, los emigrantes.
Esta movilización y organización ha dado los siguientes frutos durante los últimos tres años: la llegada a los medios de comunicación de problemáticas que les son propias, como es el caso del voto rogado, un aumento de las relaciones intergeneracionales dentro de la propia emigración española, un incremento de las conexiones locales con organizaciones políticas y movimiento asociativo de los diferentes países de acogida, una mayor preocupación de los partidos políticos por la problemática de la emigración (de los cincuenta puntos de acuerdo programático de Unidos Podemos, dos respondían a este tema), y en general una politización mayor de la población española residente en el exterior.
El apoyo mayoritario a Unidos Podemos en el exterior
El 26J el 30,2% de los 120.777 emigrantes que consiguieron votar optó por Unidos Podemos, siendo ésta la fuerza mayoritaria. UP fue, además, la primera fuerza en 29 provincias, siendo significativa la victoria en todas las provincias andaluzas. En varias más, como Madrid, Murcia, Asturias o A Coruña, quedó segunda por detrás del PP. La aportación electoral de la emigración puede ser determinante en los próximos años si conseguimos que un mayor porcentaje de gente consiga saltar la barrera del voto rogado: el aumento en 30.000 votantes entre el 20D y el 26J nos invita a ser optimistas. Más allá de estos términos cuantitativos, está la mayor sensibilización de la población española con la problemática migratoria, ya que no solo la sufre el propio migrante, sino también su entorno (familiares, amigos...).
Durante estos tres últimos años hemos ido aumentando la toma de conciencia, organizándonos, movilizándonos y en general construyendo contrapoder también en la emigración. Fruto de esto, en el plano electoral, hemos conseguido aportar desde el exterior nuestro grano de arena en la consecución de los 71 diputados de Unidos Podemos, la fuerza política que debe ser la correa de transmisión en las instituciones de esa expresión popular.
El objetivo de construir un contrapoder, un bloque social y político capaz de disputarle la hegemonía a la clase social dominante, debe hacerse también en el exterior. No solo tenemos que ser conscientes de ello los que estamos fuera, sino que las organizaciones que de verdad quieran transformar el país deberán mirar hacia el exterior y poner los recursos necesarios para que la participación de la emigración en la vida social y política del país sea efectiva.
Desde hace un tiempo y hasta el 26J las actuaciones de los colectivos politizados en el exterior han estado enmarcadas en lo que Gramsci llama ''guerra de movimientos''. En esta etapa las organizaciones políticas y el movimiento social han venido basando su trabajo en lo electoral, con la idea de conseguir objetivos de forma rápida (el principal caballo de batalla ha sido la lucha contra el voto rogado). Después del 26J entramos en otro tipo de lucha que Gramsci llama ''la guerra de posiciones o de trincheras''. Es una guerra de endurecimiento, de acumulación de fuerzas que exige paciencia y abundantes avituallamientos en armas y alimentos.
Tras esta guerra de movimientos, la emigración ha conseguido importantes logros como la politización de parte de su entorno, la constitución de un movimiento social organizado, partidos políticos estructurados, difusión al resto de la población de parte de sus problemáticas y 71 diputados en el Congreso para la defensa de sus intereses de clase. Ahora debemos analizar cómo va a afrontar la emigración esta ''guerra de posiciones'' en la que debemos acumular fuerzas, formarnos y organizarnos aún más. Haremos las aportaciones sobre la base de las diferentes ''tropas'' que conforman el ejército que debe profundizar en la construcción de este contrapoder.
El movimiento social
La acción de Marea Granate y de las personas que la conforman debería orientarse localmente hacia el movimiento asociativo. Empezar a constituir asociaciones propias o a integrar a sus miembros en asociaciones de emigrantes donde poder desarrollar su acción militante. Al mismo tiempo, mantener esa ''coordinación'' global para la relación con medios y con estructuras de nuestro país de origen. De esta forma podremos aprender de modelos anteriores de emigración, ir tejiendo redes de acogida y apoyo, así como ocupando estructuras vacías que aún son gestionadas por oleadas migratorias anteriores y que necesitan un relevo (locales y ayudas económicas por poner un ejemplo).
El espacio político ocupado por Unidos Podemos
Desde el interior deben considerar la emigración como un elemento clave para transformar el país, con un peso cuantitativo y cualitativo real, favoreciendo su participación en la vida social y política. Que sean conscientes de que cuentan con unas ''Brigadas Internacionales'' de activistas y militantes con un poder de transformación enorme. Para ello deben dotar de medios y de personas responsables de gestionar o coordinar sus problemáticas como si el ‘exterior’ fuera la 18ª Comunidad Autónoma. Por otro lado, es necesario conectar el exterior con un movimiento social que lo apoye en el interior, una suerte de ''Plataformas para la defensa de los derechos de los emigrantes'', tomando como base algunas que ya existen.
Desde el exterior, orientar a su militancia a participar en el conflicto y a que vuelque su acción militante en el movimiento social y en el tejido asociativo, aportando en esos espacios su experiencia práctica y teórica.
Para transformar nuestro país es necesario que otros de nuestro entorno lo hagan también. La militancia de base de los partidos que conforman el espacio de Unidos Podemos debería tejer redes con los partidos hermanos de sus países de acogida. De esta forma, más allá de los contactos entre las cúpulas de las diferentes organizaciones políticas, empezaríamos a tejer desde abajo esa red necesaria para construir la “Europa de los pueblos”.
Tras esta derrota electoral se esconde una victoria: miremos cómo estábamos hace solo cuatro años. Ahora tenemos a mucha más gente politizada y con experiencia de lucha en el exterior y a 71 diputados en el Congreso para defendernos. Nos corresponde a los activistas y militantes del exterior extender este análisis y motivar a la emigración para que no se ahogue en el pesimismo. Que los emigrantes tengan claro que si el presente es de lucha, si seguimos organizándonos y formándonos, el futuro será nuestro. La transformación de nuestro país será más sencilla, y el eterno sueño del emigrante de poder volver lo acariciaremos con la punta de los dedos.
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Alejo Beltrán Palanco es fisioterapeuta en Servicio Público de Sanidad y emigrante en Francia desde hace 6 años. Coordinador de Izquierda Unida en Francia.
El pasado 26 de junio finaliza una etapa y se hace necesario un profundo análisis también en el exterior. Este título no es más que una forma de sintetizar la importancia que han tenido y tendrán en la vida política de nuestro país los más de dos millones de españoles que residen fuera.
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Alejo Beltrán Palanco
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