Julien Bayou / Portavoz de Europe Ecologie-les Verts
“Hay que redemocratizar Europa y echar a los que la han acaparado”
François Ralle Andreoli 26/07/2016
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¿Le dará el verano un respiro al Gobierno francés, en un país sacudido, otra vez, por el último atentado de Niza y que sale de largos meses de fuertes movilizaciones sociales? La política ciega y obtusa de François Hollande, imponiendo su reforma laboral, ha sublevado a gran parte de la población. Durante estos meses, han surgido nuevas esperanzas, nuevas expectativas como la experiencia Nuit Debout y el éxito de la película que lanzó el movimiento, Merci Patron!, vista por más de 500.000 personas.
Aparecen también, en el mapa de una izquierda en crisis de identidad y que busca una regeneración, nuevas figuras políticas. Julien Bayou (París, 1980) es una de estas nuevas voces de la política francesa, muy crítica con el actual gobierno. Portavoz del partido verde, ha acompañado de cerca al movimiento Nuit Debout y participa en la iniciativa DiEM25 de regeneración democrática de Europa, lanzada por el exministro griego de Finanzas Yannis Varufakis.
Tenemos a menudo dificultades en España para comprender la política del Gobierno de Hollande, en particular la reforma laboral, impuesta de manera autoritaria. ¿Qué balance hace usted de estos 4 años?
Hemos constatado una deriva simultánea hacia el liberalismo y hacia la derecha: la reforma laboral, la deriva hacia el autoritarismo, el uso del artículo 49.3 y el estado de emergencia. Esto está muy ligado a que el gobierno ya no se basa en la mayoría, ha cortado con la base que le había elegido y está cada vez más empujado hacia una ilusión de autoridad para esconder que ya no tiene cimientos. De manera más general, está ligado a que este gobierno de François Hollande en particular, pero también de Manuel Valls, no tiene más ideas y sólo retoma los viejos métodos: trabajar más, competitividad, bajar los salarios para ser más competitivos con no se sabe quién, mañana con Alemania, después con Polonia, y quizás con Bangladesh… No tiene fin. No tienen absolutamente ningún proyecto para el país, salvo la austeridad. Lejos de combatir la política europea como habían prometido, en realidad la ven hoy como la solución. Tenemos un verdadero problema: ya no hay alternancia. Desgraciadamente, podemos decir que estamos en el segundo mandato de Nicolas Sarkozy --con la reforma laboral, con la propuesta de privación de nacionalidad-- más que en el primer mandato de François Hollande. Cuando no ha habido alternancia hay que trabajar de verdad una alternativa.
En este contexto, el Front National progresa de manera inquietante, ¿cómo explicar y frenar su auge?
Desde hace años, no ha habido alternancias. Desgraciadamente el Partido Socialista se esfuerza en demostrar que la crítica de que la “UMP [la derecha] es igual al PS” es verdad. A nivel europeo vemos que esto es aplastante, con la “Gran Coalición”: el Partido Popular Europeo vota a menudo junto al Partido Socialista Europeo, por ejemplo, para proteger a las multinacionales antes que a los denunciantes como ocurre con la directiva sobre “secretos comerciales”. En Francia, los viejos métodos y las recetas productivistas de esperar al crecimiento, sin actuar, no producen nada. Esto se ve y se siente en las calles. Además, la profunda desconfianza hacia la política y la democracia representativa se ha visto alimentada por el mandato de François Hollande que no solo renuncia, sino que hace lo contrario a aquello por lo que fue elegido. Y esto, evidentemente, es un vector sobre el cual el FN prospera.
La solución, aunque de momento somos todavía muy débiles, pasa por un proyecto alternativo. Hoy en día no existe. Por un lado, están los gestores Hollande y Valls: “Esperamos el crecimiento y, mientras esperamos, no hacemos nada”. Y, por otro, los reaccionarios, los que pretenden que podemos salir de esta situación replegándonos sobre nuestro país, como si solos estuviésemos mejor armados para luchar contra los lobbies y el cambio climático. Este discurso evidentemente es falso, pero es tranquilizador.
¿Cómo frenar su auge? Hay que poder constituir un proyecto deseable, humanista, progresista, ecológico y proeuropeo. Es un trabajo difícil, tenemos mucho retraso, pero creo que es la única vía de salvación. En todo caso, lo que está claro es que un “frente republicano” en las elecciones ya no funciona. Al contrario, el voto “útil” a François Hollande por defecto, como barrera, como dique, se ha convertido en el carburante del Front National.
Los franceses se han movilizado desde hace 5 meses. ¿Cómo ha vivido usted esta secuencia que parece romper con la mediocridad gubernamental y la amenaza de la vuelta de una derecha dura o muy dura?
Ha habido signos de esperanza. Los sindicatos y los partidos se han visto desbordados (y es fantástico), por la llamada del 9 de marzo y por Nuit Debout, por una aspiración a una sociedad más democrática, a un cambio completo de política. Esto infunde entusiasmo y además expresa claramente, y hay que asumirlo, una desconfianza hacia los sindicatos, hacia los cuerpos constituidos, hacia los partidos políticos tal y como son actualmente. Es un signo de esperanza, pero también nos obliga a interrogarnos sobre nuestro funcionamiento. Desgraciadamente, no creo que esto sea lo que nos permita romper de inmediato con la mediocridad gubernamental ni impedir la vuelta de una derecha dura o muy dura. Es el momento de cristalización de esta otra cosa y tenemos que trabajar para concretarla y encarnarla. Estamos al principio.
¿Piensa usted que esto puede desembocar en una alternativa política original en Francia, una regeneración de las fuerzas políticas a medio plazo?
Sí, profundamente. Esto expresa un deseo de más democracia. Lo demuestran las asambleas generales de Nuit Debout parecidas al funcionamiento de la Asamblea Nacional con comisiones que previamente preparan, con relatores, etcétera. Pero, evidemente, lo hacen con desconfianza hacia la democracia representativa y expresan una exigencia de más democracia, en un sentido de más horizontalidad y también de radicalidad. Es extremadamente positivo y va a desembocar de una forma u otra en una alternativa, ya sea construyéndose a sí misma, algo que dudo, o permitiendo un encuentro con fuerzas políticas que se retrabajen su modelo. Este es el ejemplo de Syriza, que retrabajando sus alianzas y su discurso antiausteridad terminó por conseguir la confianza de los griegos, o de Podemos, creando desde cero un discurso adaptado a lo que había cristalizado con los indignados, en particular, el discurso sobre los bancos y la oligarquía, o Bernie Sanders, que lleva diciendo lo mismo desde hace 20 años, pero que ahora ha conectado con lo denunciado por Occupy Wall Street, sobre todo con respecto al 1% y a las finanzas.
En España, la ecología política es de momento muy discreta. Ha llegado al Parlamento en el seno de un alianza con Podemos, donde juega un papel programático importante. Se trata de movimientos claramente antiausteridad y de izquierdas. En Europa del Norte, donde tiene un recorrido más antiguo, sigue, sin embargo, anclada en una visión muy central, con miedo a las alianzas con la izquierda, en Alemania pacta con la derecha. ¿No es una contradicción?
Difícilmente podría pronunciarme acerca de los distintos recorridos, historias y estrategias de los diferentes movimientos ecologistas europeos. Fui a apoyar a los verdes griegos en alianza con Syriza, he ido a apoyar a los verdes de Equo en el País Vasco y estoy feliz de que hayan progresado en el seno de Podemos. Evidentemente, es un discurso y un camino totalmente distinto al de los verdes escandinavos o alemanes. Está relacionado con rasgos de cada país y de sus reglas institucionales. En España o en Inglaterra es muy complicado salir elegido sin alianzas. En Francia, hemos dudado mucho: dudamos entre la institucionalización a marchas forzadas, para poder actuar rápido porque hay una urgencia climática y social. Y ahora, la consideración es que sin relación de fuerza, estamos en el poder pero sin tener poder. Estos distintos movimientos están en diferentes momentos de su historia.
No hay contradicción, pero sí dos movimientos distintos en el pensamiento ecologista que se combinan. Hay una urgencia, así que hay que estar en el poder en seguida para dar los primeros pequeños pasos. Hay que agarrarse a las briznas de poder que permiten iniciar algunos cambios. Y está también la otra opción, la que dice que es necesario un cambio tan radical que los pequeños pasos no son suficientes y que hace falta un equilibrio de fuerzas para poder realmente atacar al statu quo, a las rentas petrolíferas, a las rentas antidemocráticas. No puedo pronunciarme sobre estos distintos movimientos, pero es muy interesante, en todo caso, ver la evolución de los verdes griegos y de los verdes españoles en este aspecto.
Es miembro del movimiento Diem 25, creado por Yanis Varoufakis. ¿Cómo reorientar el proyecto europeo que favorece las finanzas y parece haberle dado la espalda al pueblo, en particular a los pueblos del Sur de Europa? ¿Existe un plan A, B, o C que pueda contrarrestar esta tendencia?
Me he unido al movimiento y la estrategia iniciada por Varoufakis porque comparto su punto de vista: “Europa va a desdemocratizarse o a derrumbarse.” El proyecto europeo está muriendo porque está canibalizado por las finanzas, por los especuladores, por Juncker y los intereses de los países, ni siquiera de los pueblos, sino de sus élites y sus clases dirigentes. Europa le ha dado la espalda al pueblo. Pero es también porque nuestros gobiernos, nuestros Estados, han dejado actuar a Europa. En Francia, cuando el ministro de Medio Ambiente o de Economía nos dice que “es culpa de Europa”, es generalmente porque han dejado a Europa negociar, por ejemplo, las cuestiones del tratado transatlántico. La solución pasa por más Europa y mejor Europa. Estoy convencido que el retorno a los Estados, y particularmente para Francia a sus fronteras, la dejaría en una posición mucho, muchísimo, más débil, con respecto a los lobbies, a las multinacionales. Sería también mucho más complicado gestionar los flujos de refugiados que tenemos el deber de acoger pero también de repartir esfuerzos a nivel europeo. Para la cuestión climática, la solución es europea. Si tenemos que desarrollar las energías renovables, habrá que sincronizar el sol del Sur con el viento del Norte y aprovechar las distintas intermitencias para tener una autonomía energética en el marco europeo. De la misma manera, con respecto a las inversiones, puede haber una conferencia sobre la deuda mucho más fácilmente a nivel europeo que a nivel sólo francés. Pero para eso hay que redemocratizar Europa, echar a los que la han acaparado. Esto pasa por un verdadero proceso constituyente y antes tendrá que haber mayorías alternativas radicales en al menos dos o tres países. Cuando emerge sólo en Grecia no es suficiente.
Podemos explica muy certeramente que Grecia sólo pesa un 2% de la economía y que si Madrid, París y Atenas se aliaran podríamos tener otro peso. En este aspecto, hay que homenajear a Varoufakis, quien podría ser legítimamente la persona más euroescéptica del mundo, después de su experiencia como ministro de Finanzas. Pero que, gracias a la difusión de lo que ha vivido, lo que hará en su próximo libro, puede hacer ver la verdadera Europa, la que nuestros dirigentes han dejado que se construya. Y después podremos reflexionar sobre lo que podría o debería haber sido Europa. Éste es el plan A, no hay otro, si no, Europa se derrumbará.
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Traducción de Gabriel Méndez.
¿Le dará el verano un respiro al Gobierno francés, en un país sacudido, otra vez, por el último atentado de Niza y que sale de largos meses de fuertes movilizaciones sociales? La política ciega y obtusa de François Hollande, imponiendo su reforma laboral, ha sublevado a gran parte de la población. Durante estos...
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