MÚSICA DISPERSA
Las otras canciones del verano
Tres discos como tres soles y una extensa selección de composiciones estivales para menear el ‘bullarengue’ hasta septiembre
Pablo Gómez-Pan 27/07/2016
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¿Es posible un verano sin ventanitas del amor, sin venaos, sin mayonesas? Definitivamente no, pero no desesperemos. Como decía Paracelso, sola dosis facit venenum, o lo que es lo mismo, hasta himnos veraniegos como Ritmo de la noche, del infame Simon Cowell, pueden llegar a tener su punto si se administran en dosis adecuadas. El problema es que la tolerancia a las cadencias machaconas, los sonsonetes pegajosos y los estribillos meningíticos tiene un límite, y llegado agosto hasta el santo Job querría arrancarse las orejas antes de aguantar una sola nota más de las autoproclamadas canciones del verano. Bajo este sol de (in)justicia, no nos queda otra que tratar de defendernos del ataque auditivo con músicas que nos permitan soportar la canícula sin perder del todo la poca dignidad que nos queda tras semanas en pantalón corto.
Por supuesto que no existe una música específica y universalmente veraniega. En mitad de La Mancha, a 50 grados, habrá quien quiera refrescarse invocando el invierno noruego con sus discos de Mayhem, Burzum y demás esbirros del black metal. Allá cada cuál. Pero existen, medio escondidas, magníficas canciones que son del verano sin serlo, es decir, que son la banda sonora perfecta para las vacaciones, la tranquilidad y el solecito pero que no han sido prefabricadas para tratar de entretenernos de la manera más burda mientras movemos el cucu hasta el ídem de garrafón.
El surf, el calypso o la música hawaiana tienen la capacidad de llevarnos de cabeza al paraíso
Géneros enteros han nacido por y para estos meses. El surf, el calypso o la música hawaiana, entre otros muchos palos, tienen la capacidad de llevarnos de cabeza al paraíso, de convertir hasta el interior de uno de esos coches en los que se derriten las cosas en una isla privada. De entre los muchos discos para el verano me atrevo a sugerirles especialmente tres.
Charlie Parker / South of the Border (Mercury, 1952)
South of the Border es junto con Charlie Parker with Strings, editado el mismo año, uno de los discos más inmediatamente accesibles y disfrutables de Parker. Recopila algunas de las mejores canciones de su amplísimo repertorio latino, entre ellas las inolvidables My Little Suede Shoes, Un poquito de tu amor, Fiesta, Mango mangue o No Noise, muchas de ellas con la percusión inestimable de Machito.
La gloriosa imaginación de Parker, unida a su impecable técnica y a sus melodías hipnóticas convierten South of the Border en una joya que brilla siempre, pero especialmente en verano. Por cierto, para acercarse a Parker es muy recomendable empezar leyendo el magnífico perfil trazado por Ayax Merino en estas páginas. Evítese en todo caso el infumable biopic ‘Bird’, dirigido por Clint Eastwood en 1988.
Marc Ribot y los Cubanos Postizos / The Prosthetic Cubans (Atlantic, 1998)
Ribot es un guitarrista neoyorquino de origen judío y formación clásica, humildemente autodefinido como guitarrista de blues por encima de todo. De joven quiso ser Grant Green y con el tiempo ha llegado a ser mucho más que eso: hoy es uno de los músicos más inclasificables y polifacéticos del globo, que en la misma semana lo mismo te graba un disco de estudio con los Rolling Stones, Tom Waits o Calamaro que se marca una improvisación atonal de dos horas con John Zorn.
A finales de los 90, a la vez que aparecía el precioso Buena Vista Social Club (World Circuit, 1997) montó un proyecto que en principio iba a ser exclusivamente para tocar en directo pero que hasta la fecha ha dado a luz a dos discazos. Su nombre: Los Cubanos Postizos o, en inglés, The Prosthetic Cubans. La mayoría de los temas que interpretan son de Arsenio Rodríguez, uno de los maestros del tres cubano (una pequeña guitarra que debe su nombre a su número de cuerdas). Quien quiera profundizar en la música de don Arsenio, que empiece por el fabuloso Palo Congo, que editó Blue Note en 1957 bajo el nombre de su percusionista, Sabú, entonces más popular que él en el mercado americano. A pesar de la talla inmensa de este tresero, canciones como ‘Esclavo Triste’ suenan hasta mejor en manos de Ribot, el alumno, que en las del propio maestro (compárense aquí la una y la otra).
VVAA / Cowabunga! The Surf Box (Rhino, 1996)
Una de los mejores recorridos por las raíces y las ramas del árbol del surf es esta extensa recopilación del sello Rhino, desgraciadamente no disponible en Spotify. En los primeros tres de sus cuatro CDs exploran los orígenes y el esplendor del género de finales de los cincuenta a los sesenta, y en el cuarto revisan su desarrollo hasta mediados de los noventa.
Una antología excepcional en la que se dan cita los muchos de los más grandes, como los Mar-Kets, los Surfaris o Dick Dale y sus Del-Tones, junto con rockeros como Bobby Fuller Four, los Ventures o los Trashmen y surferos revivalistas como los geniales Laika & The Cosmonauts.
Trémolos de vértigo y toneladas de reverb que nos transportan de cabeza al hedonismo playero de la costa Oeste en los sesenta.
Los seductores ritmos de Harry Belafonte y Louis Jordan se quitan el sombrero para saludar al rock primigenio de Eddie Cochran y Trans AM
Aparte de estos tres discos, proponemos una recopilación de más de cuatro horas de música repleta de canciones veraniegas. En este cóctel se mezclan la psicodelia de Kim Fowley y los Doors con el pop caleidoscópico de The Free Design y Harper’s Bizarre; Clásicos como el ‘Summertime’ de Ira Gershwin o el ‘(Sittin’ on) The Dock of the Bay’ de Otis Redding conviven con tesoros sumergidos como Egyptian Shumba de The Tammys o T-Shirt Weather de The Lucksmiths; El tropicalismo yeyé de Jorge Ben y Os Mutantes se da la mano con la crudeza del punk de los Modern Lovers y los Ramones; El humor perverso de las vacaciones de Carlos Berlanga y El Zurdo baila codo con codo con la nostalgia infantil de The Divine Comedy y Wilco; Las rumbas de Kiko Veneno y El Payo Juan Manuel invitan a unos vermús a Burt Bacharach y Serge Gainsbourg; Los seductores ritmos de Harry Belafonte y Louis Jordan se quitan el sombrero para saludar al rock primigenio de Eddie Cochran y Trans AM.
Setenta canciones para olvidarse, aunque sólo sea por un ratito, de Enrique África, King Iglesias y la madre que los parió. Parafraseando la famosa pintada, otro verano es posible. Que lo disfruten.
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Pueden escuchar aquí una antología de canciones veraniegas recopilada por Pablo Gómez-Pan. Esperamos que les acompañen en sus viajes estivales, sus soirées de chiringuito y sus baños de sol.
¿Es posible un verano sin ventanitas del amor, sin venaos, sin mayonesas? Definitivamente no, pero no desesperemos. Como decía Paracelso, sola dosis facit venenum, o lo que es lo mismo, hasta himnos veraniegos como Ritmo...
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Pablo Gómez-Pan
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