Última semana de trabajo. En la oficina, se entiende. Y cansada de mí misma y de alimentar ese tono lastimero y de mujer orquesta que destilamos siempre las madres, he decidido subirme al carro de lo aspiracional y celebrar lo celebrable: cumpleaños, fiestas patronales y lo que se me ponga por delante.

Mientras rezo a mi cubreojeras para que haga bien su trabajo estos días (estoy ya mayor para el combo trabajo-cosas de casa-alternar), observo con deleite las peleas tuiteras acerca de la foto de las jugadoras de voley-playa. Simplemente diré que es una buena foto y que sólo aguanto la playa si es a menos de 31 grados y aun así con reservas. Y hasta aquí mi análisis.

José Luis Moreno ha vuelto a ponerse furioso en un programa de televisión haciendo honor a su papel en Torrente 2. Nada nuevo por otra parte. Ha fallecido Gustavo Bueno y las intensidad y el esnobismo ha vuelto a inundar las redes. Como si los que descubrimos al filósofo fallecido en una tertulia no mereciéramos derecho a voto. Perdonen ustedes, pensadores que no salen del Ateneo ni para ir de cañas.

Albert Rivera convocó a los medios a las 17:00. Sin plasma y sin preguntas. Menos mal que me pilló con las cejas depiladas y menos mal que veníamos a regenerarlo todo, a apoyar a la clase media y a apostar por reformas estructurales y siempre con la unidad de España por bandera (respiren). Ojalá una vida con debate cada lunes, martes y miércoles Champions, un jueves de Europa League y el viernes con Sálvame. Ah, y el domingo a ver al Estu. Disfruten lo pactado.