ANTONIO GONZÁLEZ PLESSMANN / SOCIÓLOGO VENEZOLANO Y ACTIVISTA EN DERECHOS HUMANOS
“Hay sectores en ambos bandos que reivindican la violencia política en Venezuela”
Gorka Castillo 17/08/2016
Antonio González Plessmann.
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Uno de los retos más apasionantes de cuantos se han cruzado en la vida profesional de Antonio González Plessmann (Caracas, 1970) fue, quizá, asumir el vicerrectorado de la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad (UNES), una institución fundada en 2009 en Venezuela para formar a policías en el respeto a los derechos humanos, las libertades ciudadanas y la resolución de los conflictos cotidianos. Estuvo dos años en el cargo, en 2011 y 2012, tiempo suficiente para conocer la situación. Sociólogo de profesión, González Plessmann es consultor del Instituto de Políticas Públicas en derechos humanos del Mercosur y forma parte del Colectivo SurGentes que acompaña la construcción del autogobierno popular en un barrio humilde de Caracas.
Pese a la profunda crisis que vive su país y las contradicciones que han surgido en el seno del chavismo, no tiene dudas de que “hay una oportunidad para mejorar y corregir el sistema”, afirma en una conversación por Skype. La campaña electoral en España es otro foco de interés. Y su primera conclusión es clara : “Se libra una guerra sucia contra Podemos y los vínculos que algunos de sus líderes tuvieron con Chávez son la coartada”.
Las señales que emite Venezuela son las de un país sumido en una profunda crisis donde dos modelos irreconciliables pugnan por el control del poder de una manera tan agresiva que, a veces, parecen al borde de la guerra civil. ¿Es una percepción exagerada?
No es exagerado. Existen señales que generan gran preocupación. En los últimos 17 años, más de 300 campesinos que reclamaban sus tierras, la mayoría de ellos identificados con el chavismo, han sido asesinados por sicarios de terratenientes. En las ciudades, un centenar de personas de ambas tendencias del espectro político han sido víctimas de la alta confrontación política que existe en el país. Además, Venezuela ha sido el escenario de varios intentos golpistas ensayados por la oposición. Hubo uno en 2002, al que siguió un paro petrolero y luego los enfrentamientos callejeros de bandas armadas, conocidas aquí como guarimbas, en 2004, 2013 y 2014. Pese a todo, Venezuela ha logrado sobrevivir a la radicalidad de los dos modelos políticos.
¿Quién fomenta la violencia?
Hay sectores en ambos bandos que reivindican la violencia política. Sin embargo, es importante remarcar que la mayoría de la población condena estos enfrentamientos.
¿Quién es el culpable de la crisis que atraviesa Venezuela?
Los responsables de la crisis son múltiples y están repartidos en todo el espectro político y económico. Hay una conspiración estratégica de EEUU y de otros Estados que se expresan en diversos campos, desde la comunicación al de la inteligencia. En el interior del pais tenemos una oposición política que en 17 años no sólo ha desarrollado su maquinaria para la guerra económica --mediante la especulación, la baja producción y la fuga de capitales--, sino que también ha aprendido a mejorar su estrategia para conectar con el mundo. Hoy lo hace mediante un discurso aparentemente socialdemócrata que, en realidad, utiliza para ocultar su perfil conspirativo y rupturista. No son los únicos. También en el lado chavista hay culpables. Por ejemplo, aquellos que han utilizado el proceso para su enriquecimiento, lícito o ilícito. Ellos también son culpables de primera fila de la actual crisis. Me refiero a un sector de militares que se dedicaron a la importación, aprovechando la bonanza petrolera, que debilitó todo el aparato productivo popular y que dejó al pueblo en una radical vulnerabilidad frente a los tiempos de “vacas flacas”. También son culpables quienes no fortalecieron las empresas de producción social, las comunas, y todas las formas de soberanía económica de los sectores populares que permiten democratizar el aparato productivo y las relaciones de producción.
Hay gente que ha decidido irse del país para alejarse del hastío y la carestía. Hay colas para comprar jabón e inseguridad en las calles.
Sí, la crisis está siendo muy dolorosa y no hay señales de que cambiará de manera inmediata.
En las elecciones de diciembre, la MUD (oposición) se hizo con el control de la Asamblea Nacional. ¿Cuál es la situación actual?
La oposición sabe que tiene opciones reales de derrotar al chavismo por vía electoral pero hay una gran disputa y disenso sobre las fechas de realización de un eventual referéndum revocatorio.
¿Tan importante era Chávez para Latinoamérica?
Chávez fue muy importante para el llamado “giro a la izquierda” del continente, pero su muerte no explica las distintas derrotas locales. Podríamos especular sobre su influencia regional pero donde ha sido determinante su desaparición es en el proceso venezolano. Su combinación de visión estratégica con la selección oportuna de tácticas viables en cada coyuntura hubiera reducido, sin duda, la magnitud de la crisis que vivimos. Maduro intenta equilibrar las distintas visiones que existen en el chavismo, y tarda mucho en tomar decisiones, lo que ha sido un factor favorecedor de la crisis.
Pero un país petrolero sin productos de consumo resulta difícil de entender.
A diferencia del pasado, en el que las rentas que producían los momentos de bonanza económica eran acaparadas por las élites manteniendo la desigualdad, con Chávez se distribuyó y generó enormes logros en Venezuela: reducción de la pobreza, de la desigualdad, aumento en la satisfacción de derechos sociales, etc. La combinación de estas políticas, con el protagonismo y la movilización de los sectores populares y con el aumento de la soberanía en el escenario internacional, produjo cambios muy relevantes en todos nuestros países. El problema es que no se produjo una transformación económica y cultural. Seguimos siendo importadores y seguimos dependiendo del capital privado, de las materias primas, de la extracción y de las empresas. En Brasil ni siquiera se tocó el sistema de medios, profundamente concentrado y antidemocrático. En la última década, la coincidencia de gobiernos progresistas permitió que ese ciclo se acompañara de un momento virtuoso en términos de satisfacción de derechos para las mayorías. No obstante, la actual coyuntura desvela el límite de las experiencias progresistas. La caída de los precios de las materias primas en el mercado internacional, producto de la desaceleración de China, el fracking o el levantamiento de las sanciones a Irán han tenido un efecto dramático para los gobiernos progresistas latinoamericanos. Todo ello explica, a mi juicio, el momento actual de debilitamiento de la izquierda.
Liderazgos tan marcados, dependencias casi mitificadas de un líder popular, ¿por qué surgen en Latinoamérica?
La existencia de grandes personalidades que definen situaciones histórico-políticas es un clásico en la historia de la humanidad, no solo de América Latina, por lo que no considero adecuado asociarlo a una especie de atavismo de nuestros pueblos. El concepto de “cesarismo progresivo”, utilizado por Gramsci, me parece el más adecuado para entender el proceso venezolano. La figura de Chávez permitió unir lo que hubiera sido difícilmente “juntable”. Articuló subjetividades diversas, con discursos y gestos múltiples. Los sectores populares urbanos y rurales, la vieja izquierda, los nacionalistas, los militares, las nuevas expresiones de la izquierda altermundialista, socialdemócratas, pragmáticos, y así muchos más. Un partido político, obligado siempre a la coherencia formal, difícilmente hubiera logrado esta articulación, que ha sido tan importante en el proceso venezolano.
Pero la concentración de poder en una persona tiene riesgos enormes.
Sí. La pérdida de su carácter progresista y democrático o la muerte son dos de ellos. La alternativa necesaria para acompañar o sustituir al liderazgo individual es una dirección colectiva eficaz, radicalmente democrática, desburocratizada, que acompañe en la práctica a los procesos populares y que se complemente con orientaciones estratégicas de los procesos de cambio como la igualdad, el protagonismo del pueblo, la soberanía internacional y la construcción de alternativas democráticas al capitalismo.
Lo cierto es que han brotado las contradicciones internas tras el fallecimiento de Chávez.
Las contradicciones internas son propias del chavismo. Justamente, el chavismo es la articulación de grandes diversidades que encontraron en el discurso de Chávez la expresión a sus demandas. Tras su muerte, lo natural era que se abriera una disputa por la interpretación de su pensamiento y de la práctica política, y que cada grupo intente apropiarse de ese legado.
Maduro no es Chávez. ¿Se han planteado la posibilidad de un cambio en el liderazgo del movimiento bolivariano?
El liderazgo no se decreta sino que emerge, se va configurando por el apoyo de los colectivos movilizados. Nicolás Maduro contó con el apoyo inicial del chavismo, tras la recomendación de Chávez antes de su muerte, y aún hoy, en medio de una crisis tan dura, conserva cerca del 30% del apoyo de la población, que no es poca cosa. Sin embargo, en un hipotético escenario en el que el chavismo esté en la oposición, surgirán con seguridad nuevos liderazgos producto de las luchas de calle.
¿Hay críticas internas?
Sí. Las críticas se hacen de manera pública y en los espacios de dirección.
Hay quien dice que algún sector ha pedido su renuncia.
No tengo información.
¿Está usted al corriente de que un reclamo electoral en España es la posición de cada partido respecto al Gobierno bolivariano?
Sí, sigo de cerca el proceso electoral español.
¿Y qué le sugiere que se utilice como ejemplo del desastre político?
En España se libra una guerra sucia contra Podemos. El que algunos de sus líderes hayan asesorado a instituciones del Gobierno bolivariano es la coartada. Y el objetivo es evidente: el statu quo está temblando de terror porque unos actores emergentes vienen a disputar la hegemonía, capitalizando las movilizaciones de descontento contra el neoliberalismo y la corrupción. En las élites españolas, como en las del resto de Europa, pervive una visión colonialista de los países del Sur, lo que facilita una lectura simplona de sus procesos políticos. Hablan de la actual crisis venezolana sin analizarla.
¿El Gobierno de Hugo Chávez financió a Podemos, tal y como dice la Asamblea de su país y difunden algunos de sus rivales políticos en España?
El vínculo del Gobierno con algunos de los líderes de Podemos es previo a la existencia de ese partido. Fueron consultores y cobraron por sus servicios. En lo personal, espero que esos honorarios individuales hayan sido utilizados para impulsar el proyecto colectivo. Eso hablaría muy bien de los líderes de Podemos. No sé si el Gobierno venezolano financió directamente a Podemos.
¿Por qué está encarcelado Leopoldo López?
El Ministerio Público lo acusa de los delitos de incendio intencional, instigación pública, daños a la propiedad pública y asociación para delinquir. Todos ellos vinculados con las manifestaciones de carácter insurreccional que él convocó a inicios de 2014 y en el marco de las cuales 43 personas de ambas tendencias políticas fueron asesinadas e innumerables bienes públicos y privados fueron destruidos.
Entonces, ¿es Leopoldo López un preso político o no?
Sí, Leopoldo López es un preso político, pero ello no significa que sea inocente de la comisión de delitos. Me explico, un preso político es aquel que comete, o es acusado de cometer, un delito de naturaleza política, como la rebelión, o un delito común con motivaciones políticas, como es el caso de Leopoldo López. Su caso es muy distinto a un prisionero de conciencia, que es el que está encarcelado por defender sus ideas.
Como vicerrector que fue de la UNES, ¿cree posible que un cuerpo policial respete los derechos humanos?
Como activista de los derechos humanos desde los años 80 y con la experiencia de haber conocido la estructura de un Estado desde dentro, puedo responder que todo cuerpo de seguridad va a violar, en algún momento, los derechos humanos. Eso es inevitable. El que un grupo de personas que forman una institución tengan la obligación de utilizar la fuerza, en determinadas situaciones, hace que sea imposible que alguno de sus miembros no la utilice, eventualmente, de manera arbitraria o negligente. Pero hay diferencias fundamentales en la magnitud. Aunque toda policía puede violar derechos humanos, hay unas que lo hacen más que otras. Hay unas que lo hacen de manera sistemática y otras que lo hacen de manera ocasional.
¿Cuál es su posición para recuperar la iniciativa en Venezuela?
Lo primero es reivindicar el “orgullo chavista” por todo lo logrado, por la enorme fuerza que conservamos, aun en medio de esta crisis, por la legitimidad histórica de nuestras luchas a favor de la justicia, la igualdad, los derechos humanos y por profundizar en la democracia. Lo segundo es el reconocimiento de nuestros errores, con responsabilidades diferenciadas. Nadie sensato puede pensar que estamos mal solo por la acción de nuestros adversarios internos y externos. Debemos reflexionar sobre esos errores y miserias para aprender de ellos y asumir que son transformables, que son retos movilizadores para la ciudadanía. La crisis es una oportunidad para mejorar y corregir el sistema. Manteniendo o perdiendo el Gobierno.
¿Qué cambios exige el movimiento popular al Gobierno?
Medidas económicas en consonancia con los principios estratégicos de la Revolución y con la viabilidad que exige el actual momento, en el que estén incluidos el fortalecimiento de las formas de producción social y los límites al extractivismo. Mayor eficiencia y control de la corrupción, unas políticas públicas de seguridad frente al delito, la protección de los sectores sociales más vulnerables frente a la crisis, la renovación, relegitimación y reinvención del liderazgo chavista.
¿Qué futuro inmediato vislumbra para Venezuela?
Una prolongación de la crisis, sin soluciones rápidas.
¿Es usted feliz?
Pues sí. Defender las cosas que creo y ser consistente con ellas me da mucho placer. Creo en una forma de hedonismo solidario pero no en las lógicas de sacrificio, que terminan generando militantes cansados y frustrados cuando no logran sus metas políticas. La militancia me da placer y es algo que hago junto a mi familia y mis amistades. Incluso, en los inevitables momentos dolorosos de una crisis, la certeza de poder aprender de ella para fortalecernos me genera bienestar. Como asegura Álvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia, pienso que en una segunda oleada de transformación en América Latina seremos mejores.
Uno de los retos más apasionantes de cuantos se han cruzado en la vida profesional de Antonio González Plessmann (Caracas, 1970) fue, quizá, asumir el vicerrectorado de la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad (UNES), una institución fundada en 2009 en Venezuela para formar a policías en el respeto a...
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Gorka Castillo
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