Temer privatiza hasta las aguas fecales
El Gobierno defiende que la gestión de los residuos en Río por empresas privadas es un negocio redondo. En la siguiente fase de su programa neoliberal se deshará de compañías públicas como Petrobras
Andy Robinson Río de Janeiro , 17/08/2016
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Sacar millones de toneladas de excrementos sin tratar de la bahía de Guanabara de Río de Janeiro, donde los deportistas olímpicos de vela han recibido instrucciones de no abrir la boca cuando salen al trapecio, no parece ser un plato de buen gusto ni para los creyentes más fieles de la economía de mercado. Desde luego, cuando di una vuelta en lancha por las lagunas del barrio olímpico Barra da Tijuca, con el pescador Aluizio Pica-Pau, limpiar aquellas aguas pestilentes no parecía una oportunidad de negocio. “Iban a gastar 650 millones de reales para dragarlo; no sé qué pasó”, dijo Pica Pau mientras me enseñaba las bocas de alcantarillado, cerca de una favela, que echaban chorros de agua negra a la laguna mientras las garzas blanquísimas esperaban peces que ya habían muerto.
Pero para los privatizadores del Gobierno de Michel Temer, al menos para sus publicistas, hasta limpiar la mierda puede ser un negocio rentable para empresas con ánimo de lucro. Y para el Estado, también. Según la nueva presidenta liberal del banco público BNDES, Maria Silvia Bastos, privatizar las cloacas generará dinero para el quebrado Estado de Río de Janeiro y beneficios para alguna empresa del negocio privado de servicios públicos. Parece la economía vudú. A fin de cuentas, incluso el FMI califica como espejismo fiscal la idea de que las privatizaciones puedan reducir los déficits públicos. Pero en Brasil, la contrarrevolución neoliberal tras el golpe de mayo, tan suave como un bossa-nova de Tom Jobim, no tiene mucho interés en el análisis económico riguroso.
Fíjense en esta ‘información’ publicada el lunes 15 de agosto en O Globo, el diario que ha impulsado la destitución de Dilma Rousseff, que será consumada definitivamente el 25 de agosto. “La concesión del sistema de alcantarillado en el Estado de Río a la iniciativa privada podrá generar ingresos adicionales para las arcas del Estado por 1.500 millones de reales (unos 400 millones de euros)”, sostiene el periódico en un artículo basado en un informe elaborado por un nuevo equipo de economistas pro mercado del BNDES bajo la dirección de Maria Silvia Bastos. Bastos encabeza la conversión del gran banco público en un intermediario para gestionar la venta de los activos del Estado brasileño en el peor momento posible. Bastos es una ejecutiva leal a sus empleadores en Brasilia que entiende de marketing. Se invitará a empresas a rentabilizar la gestión de residuos, limpiando las hediondas aguas del mar y las lagunas de Río de Janeiro. Mientras, se cobrará una tarifa mayor a la empresa estatal que proporciona el agua en Río “sin que eso altere el precio cobrado al consumidor final”. “Este mecanismo ayudará a subvencionar otras áreas”, dice O Globo. Es la solución salomónica para el Estado de Río y las favelas donde las aguas fecales caen en cascadas desde las montañas de la ciudad maravillosa. La privatización de los excrementos del 60% de la población de Río que carece de alcantarillado será un negocio Win-Win-Win. Tudo bem para tudos.
Así va preparando el Gobierno de Michel Temer a la opinión pública para la fase posterior a la destitución de Rousseff en la que el programa neoliberal entrará de lleno. En política fiscal, Temer sigue los pasos de Rousseff, que se enamoró de la austeridad en un segundo periodo desastroso en el poder tras su victoria en las elecciones de 2014. Ahora, sin embargo, los recortes de gastos coinciden con un programa de privatización radical. "Están aplicando muchas de las mismas políticas fiscales que Dilma, pero con un sombrero neoliberal y muchas privatizaciones", dijo Luiz Eduardo Melin, asesor económico en tiempos más prósperos del segundo gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva (2007-2011). “No es popular pero no les importa porque no necesitan ser reelegidos”. Esto, al fin y al cabo, es un gobierno interino y Temer no se presentará a las elecciones de 2018. El cambio del papel del BNDES --ahora bróker de la privatización-- facilitará la venta de activos del Estado por miles de millones de euros en el peor momento, advierte Melin. La idea es que el BNDES no sólo venda sus participaciones en empresas como Petrobras o la minera Vale, la cartera estatal más importante de América Latina, sino también que devuelva ya todo el dinero que debe al Estado pese a que sean créditos del Tesoro a largo plazo. “El BNDES perderá 30.000 millones de dólares de golpe. No van a poder renovar los créditos ya existentes a las empresas”, dice Melin. Esta sequía de crédito público “creará problemas muy grandes; la crisis puede convertirse en una catástrofe”, advierte. “Habrá una espiral bajista. Las empresas --al ser privadas de crédito-- se venderán para evitar la quiebra. Esto va ocurrir en energía, telecomunicaciones”. Cuando estén al borde de la quiebra, serán vendidas a alguien a muy buenos precios. “Los inversores internacionales ya se están posicionando para esa venta”, dice.
La joya de la corona del Estado brasileño, desde su creación por Getúlio Vargas, Petrobras, ya empieza a deshacerse de sus activos. En las salas de reuniones subterráneas debajo del futurista Congreso Oscar Niemeyer en Brasilia, se elabora una nueva ley que abriría la explotación de las reservas del presal a las multinacionales. La noruega Statoil ya se ha hecho con una parcela que, según Sergio Gabrielli, el exconsejero delegado de Petrobras, supondrá más de 30.000 millones de beneficios. Pronto llegarán otras multinacionales, tras la aprobación de la nueva ley. Chevron, quizás. Según Wikileaks, recibió una garantía de José Serra, el actual ministro de Asuntos Exteriores de que, tras la derrota del PT, se cambiaría la ley que protegía el monopolio de Petrobras. Los activos de Petrobras en Argentina y Chile también están a la venta. El Gobierno Temer está "tratando de crear las condiciones" para la privatización de Petrobras y los bancos públicos, advirtió Lula la semana pasada. Santander puede hacerse con la gestión del fondo de Seguridad Social. Ahora, monopolio de la pública Caixa Econômica.
El nuevo presidente de Petrobras, Pedro Parente, negó que la privatización sea su meta. “No creo que la sociedad brasileña sea lo suficientemente madura para un debate sobre la privatización sin dogmas”. Pero para poder aprovechar las reservas de petróleo “presal” hace falta dejar entrar a las multinacionales ya que Petrobras no tiene dinero, sostiene Parente... Los inversores extranjeros sí parecen tener la madurez necesaria para rentabilizar las privatizaciones... “Teniendo en cuenta que la recesión afectó a las ganancias de las empresas brasileñas, los activos se pueden comprar a precios que son más atractivos para los compradores”, aconsejó alegremente el nuevo informe del Consejo Atlántico en Washington, titulado Oil and Gas in Brazil: the silver lining. Plateado, quizás. Hasta dorado. Pero ¿para quién?
Otras privatizaciones incluyen aeropuertos, infraestructuras y Correos (este último patrocinó los Juegos Olímpicos pese a su crisis). Igual que en el caso de los alcantarillados, el Gobierno sostiene que son medidas para bajar el déficit presupuestario, el 10%, del PIB. Esto pese a que, como advirtió en una entrevista en CTXT la economista de la Universidad de San Pablo Laura Carvalho, la privatización empeorará las finanzas públicas a largo plazo ya que se perderán los dividendos. (Claro, en el caso de servicios públicos para poblaciones pobres, como los alcantarillados, no hay manera de hacerlos rentables). “Es un truco de ilusión fiscal; incluso el FMI lo sabe”, dijo Carvalho.
La ironía de estos espejismos fiscales en el plan de privatizaciones brasileñas salta a la vista. Rousseff será destituida definitivamente este mes supuestamente porque es culpable de una maniobra fiscal que redujo el déficit temporalmente en 2014: la llamada pedalada (el término se refiere a una jugada del fútbol para engañar a un oponente). En junio, un comité especial de juicio político en el Senado de Brasil anunció que el pedaleo no era un delito digno de impeachment. Sin embargo, es casi imposible que el Senado cambie de opinión en la segunda votación. “La decisión del comité no hace ninguna diferencia. Esto es un golpe suave y parlamentario, y la pedalada fue sólo una excusa”, dijo Vladimir Safatle, filósofo de la Universidad de São Paulo.
La obvia incapacidad de las privatizaciones para resolver la crisis fiscal hará necesarios radicales recortes del gasto e inversiones públicas. Eso amenazará tarde o temprano a Bolsa Familia, el programa de subvenciones para familias de bajos ingresos, la clave del éxito en la lucha contra la pobreza del PT. Una de las medidas propuestas por Temer condicionaría la ayuda federal a los gobiernos locales y estatales –todos en apuros fiscales— a un compromiso para reducir el número de familias que reciben Bolsa Familia. Aun peor, un nuevo proyecto de ley establecería límites constitucionales al gasto público y la eliminación del presupuesto mínimo para educación y la salud.
Los mercados financieros están contentos con todo. Las inversiones más rentables en el mundo en los últimos seis meses han sido el índice de la BM & F Índice Ibovespa de São Paulo y el real brasileño, que se ha apreciado cerca de un 20% desde su caída en 2015.
La izquierda está dividida entre los que piensan que Lula --aún el político más popular en Brasil-- puede arrastrar al cuerpo del PT a una victoria electoral en 2018, y los que están a favor de una alternativa. “Lula todavía podría ganar, si no lo meten en la cárcel”, dijo Marcelo Mitterhof, un economista en el BNDES, en referencia a la investigación por delitos bastante menores de corrupción. Incluso si el expresidente puede evitar el juicio, Lula necesita un partido para dirigir, y el PT difícilmente sobrevivirá a las elecciones municipales de octubre, que incluyen a 20 millones de votantes en Río y São Paulo. “EL PT será un expartido tras las municipales”, dijo Melin. Es un problema del discurso del PT y no sólo del escándalo de corrupción. “Su único argumento es crear miedo respecto a lo que la derecha puede hacer; no tienen ningún programa alternativo”, dijo Safatle. Tendrá razón, pero es un quejido justificado de todas las maneras.
Sacar millones de toneladas de excrementos sin tratar de la bahía de Guanabara de Río de Janeiro, donde los deportistas olímpicos de vela han recibido instrucciones de no abrir la boca cuando salen al trapecio, no parece ser un plato de buen gusto ni para los creyentes más fieles de la economía de mercado. Desde...
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Andy Robinson
Es corresponsal volante de ‘La Vanguardia’ y colaborador de Ctxt desde su fundación. Además, pertenece al Consejo Editorial de este medio. Su último libro es ‘Oro, petróleo y aguacates: Las nuevas venas abiertas de América Latina’ (Arpa 2020)
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