Análisis
Hospitales sirios bajo las bombas: la guerra sin reglas de Moscú y Damasco
Las convenciones de Ginebra prohíben a las partes de un conflicto agredir a personal médico, ambulancias y hospitales. Desde 2011, se han producido 373 ataques contra 265 estructuras sanitarias. Putin y El Assad son responsables del 90% de ellos
Xili Fernández Gazientep (Turquía) , 24/08/2016
En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
Las noticias e imágenes de hospitales u otras infraestructuras sanitarias destruidas en Siria se repiten constantemente en los medios de comunicación. Y lo hacen porque los bombardeos y ataques aéreos –principalmente del gobierno sirio y ruso– son una práctica habitual.
Un reciente informe de la organización premio nobel de la paz, Médicos por los Derechos Humanos (Physicians for Human Rights en inglés), confirmó que desde marzo de 2011 hasta mayo de este año ha habido 373 ataques a 265 estructuras sanitarias. El 90% (336) de ellos cometidos por los gobiernos sirio y ruso: 291 por el régimen de al Assad, 16 por la aviación de Rusia y 29 por el gobierno sirio o la aviación rusa.
Sólo en 2015, un hospital o centro de salud apoyado por Médicos Sin Fronteras (MSF) fue bombardeado cada semana: 94 bombardeos y ataques aéreos dirigidos contra 63 estructuras, de las que 12 quedaron totalmente arrasadas. Asimismo, 81 miembros de sus equipos médicos murieron o resultaron heridos. Esto disminuye aún más la capacidad de un sistema sanitario al límite, que lucha por funcionar pese a una infraestructura fuertemente dañada y a que muchos trabajadores sanitarios han huido hacia otros países por motivos de seguridad. Lo denuncia MSF en su informe Heridos de guerra y muertos en los centros médicos apoyados por MSF en Siria en 2015.
De los 113 hospitales gubernamentales que hay en Siria, 56% se encuentra fuera de servicio parcial o totalmente, según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El ataque a hospitales y personal médico no es exclusivo de los conflictos modernos. Siempre que se ha castigado a poblaciones civiles, se ha hecho lo mismo con los proveedores de asistencia médica. Siria merece, sin embargo, particular atención, debido a las numerosas y variadas violaciones de derechos humanos que el gobierno de Bashar al Assad comete a lo largo y ancho del territorio nacional. Según múltiples testimonios recogidos en comisiones de investigación de Naciones Unidas, fuerzas gubernamentales y milicias afiliadas a éstas interfieren e instrumentalizan el cuidado médico con fines estratégicos y militares, como una política de Estado.
La evidencia de estas comisiones es abrumadora: las fuerzas del gobierno sirio niegan el acceso a cuidados médicos a quienes se encuentran en zonas controladas por la oposición. Para ello, realizan incesantes ataques a unidades médicas, haciendo de los hospitales zonas peligrosas a las que la población teme acudir; atacan al personal médico; y bloquean a los pacientes que requieren tratamiento. Son muchas las víctimas que relatan historias de heridos y enfermos padeciendo en los controles militares –checkpoints–, sin poder acceder al tratamiento médico requerido, siendo atacados nuevamente una vez que alcanzan los hospitales y viendo cómo los médicos que brindan asistencia de forma imparcial son arrestados, amenazados y asesinados.
Esta situación limita también la provisión de medicinas y suministros a los hospitales, cuyo acceso se complica o imposibilita debido a las tácticas militares impuestas desde el aire pero también desde tierra: zonas bajo asedio, combates por el control de los territorios, francotiradores, acceso transfronterizo limitado o completamente bloqueado desde los países vecinos, etc. A esto hay que añadir que los médicos en Siria están lidiando con un contexto repleto de armas prohibidas, como las bombas barril o las armas químicas. En las últimas semanas, activistas y medios locales han reportado ataques del gobierno sirio con gas cloro y napalm en Daraya y Saraqeb, respectivamente. También han informado del uso de proyectiles con gas sarín, agentes nerviosos, bombas de racimo, bombas de fósforo blanco, con el apoyo de la aviación rusa. El personal médico tiene la imposible tarea de tratar a estos pacientes con recursos limitados o inexistentes.
Confirmar estos ataques requiere investigaciones y pruebas que comprueben el tipo de material utilizado y el diagnóstico de los pacientes. La ausencia de organismos internacionales sobre el terreno dificulta, sin embargo, esta tarea.
Con la llegada de actores internacionales al espacio aéreo sirio, especialmente con la irrupción de la aviación rusa en septiembre 2015, el aumento del número de hospitales atacados y destruidos parcial o totalmente confirma que éstos forman parte de los objetivos militares de quienes poseen la soberanía del espacio aéreo.
Bombardear hospitales requiere fuerza aérea y los grupos armados de la oposición no poseen aviones o helicópteros. Son los Estados quienes están bombardeando, los mismos Estados que firman las convenciones que les prohíben cometer estos crímenes.
#Syria: Inside a hospital damaged by bombs #DoctorsofAleppo pic.twitter.com/nuuXK0vwuD
— MSF International (@MSF) 12 août 2016
Al ser considerados objetivos militares, en muchos bombardeos a hospitales se observa el uso de una estrategia militar conocida como 'doble-toque', que tiene por objetivo aumentar el número de víctimas mediante un segundo bombardeo en el mismo lugar, minutos más tarde. Así, se asesina también a los servicios de rescate que acuden a ayudar a las primeras víctimas, incluyendo personal médico. Esto constituye una violación del derecho internacional humanitario.
Estos gobiernos intentan justificar sus ataques a las estructuras médicas bajo el pretexto de que entre los pacientes se encuentran combatientes que forman parte del conflicto. Olvidan que el derecho internacional humanitario, que toda parte en conflicto está obligada a respetar, considera a los combatientes heridos como combatientes fuera de combate –hors de combat--; una vez que éstos son admitidos en un hospital para ser tratados, tienen derecho a la misma protección que el resto de los pacientes que reciben cuidados y tratamiento.
Quede claro que, al señalar todo esto, nadie niega las violaciones de derechos humanos cometidas por los grupos armados de oposición o por grupos terroristas como Daesh o Al Nusra. Muchas de ellas pueden leerse en el apartado dedicado a Siria en el informe 2015-2016 de Amnistía Internacional.
¿Qué dice la legislación internacional?
En Siria los hospitales son parte del campo de batalla, pese al estatus de santuario que le otorga la legislación internacional en situaciones de conflicto. En las cuatro convenciones de Ginebra de 1949 queda clara la obligación de las partes de un conflicto de cuidar de los enfermos y heridos. El derecho internacional humanitario también otorga protección especial a los hospitales, unidades y personal médico y las normas internacionales de derechos humanos prohíben la privación arbitraria de la vida.
En su título II, el Protocolo I adicional a los Convenios de Ginebra de 1949 relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados internacionales, de 1977, establece las normas y niveles de protección que han de otorgarse en un conflicto a los heridos y enfermos y al personal sanitario. Entre otras disposiciones, en su artículo 10 se determina que “todos los heridos, enfermos y náufragos, cualquiera que sea la parte a que pertenezcan, serán respetados y protegidos” y que “en toda circunstancia serán tratados humanamente y recibirán, en toda la medida de lo posible y en el plazo más breve, los cuidados médicos que exija su estado. No se hará entre ellos ninguna distinción que no esté basada en criterios médicos”. Y en su artículo 12 decreta que “las unidades sanitarias serán respetadas y protegidas en todo momento y no serán objeto de ataque”.
Además, el derecho a la salud contiene en sí la obligación clave y no derogable de asegurar el acceso a estructuras médicas, bienes y servicios sin discriminación alguna, especialmente cuando se trata de grupos vulnerables o marginados. Dirigir ataques intencionados contra hospitales y lugares ocupados por heridos y enfermos, identificados con el emblema de la Cruz Roja o la Media Luna Roja es un crimen de guerra. Si no están señalados, continúa siendo un crimen de guerra, pero el perpetrador puede alegar que desconocía la existencia de un hospital o estructura médica en el lugar del ataque.
En la Constitución siria, adoptada en febrero de 2012 –meses después del inicio del conflicto armado-- el gobierno se comprometió a “proteger la salud de los ciudadanos, así como a proveer los medios de prevención, tratamiento y medicación a los mismos”. Sin embargo, en julio del mismo año, al mismo tiempo que se elimina el Estado de emergencia vigente desde 1963, se promulga la Ley Contra el Terrorismo que criminaliza la asistencia médica sin autorización gubernamental a las zonas de oposición. Esto viola el derecho internacional humanitario, que indica que bajo ninguna circunstancia se puede castigar a una persona por brindar asistencia médica que sea compatible con la ética médica, independientemente del paciente que se beneficie de dicha asistencia.
¿Cómo se llega hasta aquí?
Varias razones:
-- Cuatro de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (Rusia, Francia, Gran Bretaña y EEUU) participan en bombardeos en la guerra Siria.
-- La peligrosidad del contexto mantiene a raya a las organizaciones internacionales que no sólo proveen asistencia humanitaria, sino que podrían comprobar sobre el terreno lo que los sirios relatan minuto a minuto en una guerra que se documenta en tiempo real, dando fuerza a sus testimonios.
-- Las sanciones impuestas al gobierno de Al Assad son esquivadas gracias al apoyo que brindan a Damasco países como Irán o Rusia.
Y mientras la guerra sigue, así como el éxodo forzado de los sirios. Desde principios de 2014 Naciones Unidas dejó de contar el número de víctimas que genera esta guerra, debido a la falta de fuentes fiables sobre el terreno para contrastar las cifras. Para solicitar financiación a sus donantes con el objetivo de brindar ayuda humanitaria, Naciones Unidas se esfuerza, sin embargo, en ofrecer estimaciones. A los muertos sólo queda enterrarlos y de eso se encargan los sirios.
Los hospitales sirios son atacados, con absoluta impunidad por parte de los Estados obligados a protegerlos y con la luz apagada por parte de los organismos cuyo mandato es hacer cumplir la legislación internacional mediante la denuncia basada en investigaciones; éstas vendrán luego, acompañadas del habitual “nunca más”. Lo que jamás podremos alegar como comunidad internacional es la ignorancia de las normas que se violan en esta guerra, del lugar donde se irrespetan y del perpetrador que las lleva a cabo.
Las noticias e imágenes de hospitales u otras infraestructuras sanitarias destruidas en Siria se repiten constantemente en los medios de comunicación. Y lo hacen porque los bombardeos y ataques aéreos –principalmente del gobierno sirio y ruso– son una práctica habitual.
Autor >
Xili Fernández
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí