La crisis del PSOE, susurrada
No siempre implosiona un partido del Régimen del 78 ante nuestras narices. De hecho, es algo que no estaba previsto. ¿Qué ha pasado?
Guillem Martínez 1/10/2016
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No siempre implosiona un partido del Régimen del 78 ante nuestras narices. De hecho, es algo que no estaba previsto. ¿Qué ha pasado? Es muy posible que sólo se sepa al final de la crisis, cuando se pueda observar con claridad qué función ha tenido, y quiénes han sido sus beneficiarios. En el interín, les dejo una serie de puntos, aún no unidos por una raya, que pretenden ofrecer claves de lo que está pasando.
1- Las instituciones internas de un partido no se utilizan para el intercambio o la confrontación de de ideas. Ni, mucho menos, para la toma de decisiones. Todo eso, en todos los partidos verticales —carecemos de otros—, se realiza en puntos informales del partido, alrededor del líder. La crisis del PSOE, materializada en sus instituciones, no ha nacido ni crecido en sus instituciones. Tan sólo se ha plasmado en ellas.
2- Por eso mismo, el PSOE carece de dos bloques. Si bien todo el monte no es orégano —ni siquiera en un monte de orégano—, las biografías de los miembros de los sectores, hoy enfrentados, no difieren mucho. De lo que es posible discernir que tampoco sus cosmovisiones. Todos, es un decir, podrían haber sido miembros de la Asamblea de Caja Madrid o, al menos, eso no hubiera significado un trauma o una fractura personal. De los puntos 1 y 2 se deduce, por tanto, que no hay un enfrentamiento ideológico, ni estructural. Del que no se había hablado, del que no se podía hablar, y del que no había necesidad personal de hablar.
3- ¿Es una crisis relacionada con la crisis de la socialdemocracia? Supongo, pero muy de rasqui. El PSOE no es un partido con prestigio ni grandes aportaciones en la socialdemocracia europea. Esa falta de relación le impide compartir esa crisis intelectual plenamente. En todo caso, el PSOE no emite socialdemocracia desde 2010, cuando inició el fin del Bienestar. Posteriormente, fue el único partido del Sur que no sólo hizo lo que se le indicó desde el Norte, sino que lo planteó en una Reforma Constitucional. Esta rareza, única en Europa, no le ocasionó, al parecer, especial trauma epistemológico, ni supusieron discusiones ni bloques en sus instituciones internas. Lo que puede indicar su relación superficial con la cosa socialdemócrata. Sea como sea, dejó de emitir, no socialdemocracia, sino lenguaje, mucho antes. En las legislaturas ZP, por ejemplo, no pudo participar con imperium, con liderazgo, de manera determinante, en el tema Estatut y el tema ETA, que fueron modulados a través del PP y de su lenguaje. En sus glory days, el lenguaje del PSOE estaba modulado por la gestión de los marcos Democracia, Bienestar y Europa. Con la desaparición o el desprestigio de esos marcos, carece de lenguaje. Es difícil hablar cuando se carece de lenguaje. Un lenguaje no se improvisa. Requiere creación y etapas. Tiempo y dinero. Ya no hay tiempo ni dinero. Los resultados electorales del PSOE desde el fin de ZP son, por cierto, espectaculares para un partido sin lenguaje, sin nada que decir.
El PSOE no emite socialdemocracia desde 2010, cuando inició el fin del Bienestar
4- Si asumimos 1, 2 y 3, ¿qué puede haber pasado para que sin lenguaje, sin intercambio de ideas, sin bloques diferenciados ideológicamente, haya una crisis king-size? Es posible que un malentendido. Un líder novato entendió que se le daba un mandato para realizar una serie de políticas post-electorales. Es decir, entendió que ese mandato era real. Las instituciones internas de un partido no dan mandatos al líder. Hacerlo no es un mandato, es un exotismo. Tal vez, un aviso, una amenaza. Una presión, en todo caso. El líder joven creyó que era un líder como los anteriores, sin mandatos cutres, a tutiplén. No lo era. Esto ha resultado un equívoco. O, mejor, la excusa.
5- Ha habido más presiones. Es de suponer que las externas han sido las más descomunales. ¿Por qué? Porque el problema interior era menor. España es un Estado paralizado. Es decir, también sin posibilidades de cambio. Un Gobierno del PSOE, con votos de Podemos y de indepes, no hubiera negociado —es de prever— un referéndum catalán. Carece de ese lenguaje y de ese espectro intelectual. Hubiera asumido la agenda de Gobierno planteada al Estado desde el exterior. El pago de deuda, la asunción de nuevos recortes. Quizás hubiera matizado alguna animalada legislativa, como la Ley Mordaza. Pero no hubiera planteado —otra vez por ausencia de lenguaje y de la posibilidad de plantearse el problema— la crisis en Europa, un discurso sobre el Sur y la deuda, políticas que las instancias exteriores no tolerarían. A las instancias exteriores les importan un pepino las políticas internas, siempre que no entorpezcan el pago de deuda.
6- Es importante que Felipe González haya abierto la crisis. Significa que no ha habido transmisión de los pactos de la Transi. Sí, ha habido transmisión de una cultura, de unos modos, de unos límites. Pero cuando ha habido un marrón, cuando un matiz importante estaba en peligro, siempre ha aparecido Felipe, para poner orden. Un indicativo de que Felipe —un hombre vinculado al IBEX y relacionado y poseedor de prestigio en las relaciones internacionales— es EL hombre. Al parecer, intervino en la abdicación del anterior rey, ha emitido consejos y avisos sobre la necesidad de facilitar el acceso del PP al Gobierno. Y, cabe suponer, ha participado en esta crisis con algo más que las declaraciones iniciales. Tal vez, fijando el itinerario de una crisis, pues un partido español carece de itinerario institucional para una crisis interna.
Un Golpe de Estado, en un Régimen en crisis, tiene consecuencias. Las primeras, las previstas por los golpistas. Un gobierno PP. Las segundas, ya son más inesperadas
7- La crisis abierta por Felipe González ilustra, no obstante, dos fenómenos de presión. El primero es el externo. Las instancias externas quieren un Gobierno en España —la ausencia de Gobierno es lo único que ha detenido, sólo un poco, las políticas de austeridad—. Por lo que sea, a falta de otra información, que ya no facilitará el periodismo, sino la disciplina histórica, la presión externa ha recaído sobre el PSOE, más que sobre el Gobierno en funciones o el Estado. Tanta presión que el PSOE ha explotado. Posiblemente —ya lo veremos al final de la crisis— de manera más ordenada de lo perceptible.
8- La presión interna ilustra la brutalidad de la postdemocracia que se está dibujando en el Sur. El poderío de una nueva instancia política: el IBEX. Sus diarios —todos los diarios de papel—, para presionar y modular la crisis, han aunado portadas, vocabulario y puntos de vista. ¿Han elaborado, por tanto, una nueva cultura? No lo creo. Una cultura es un intento de crear un sentido común. Y no hay tiempo para ello. Han elaborado miedo, esa cosa que substituye una cultura y que se puede elaborar de manera instantánea. Han elaborado un discurso reaccionario, sin camuflaje cultural. Por lo que es fácil de desarticular. Es importante saber que El País, en ese periplo, ha perdido su crédito por varias generaciones. También es importante saber que El País no es un negocio, por lo que puede vivir sin crédito o, incluso, sin ventas o prestigio, por varias generaciones. Es un servicio. Del IBEX. No estoy siendo irónico. Por ahora, un tanto palurdo. No tiene por qué seguir siéndolo a largo plazo.
9- ¿Lo que se está materializando, esta mañana, en la calle Ferraz, es un golpe de Estado? Lo es. Un partido del Régimen 78 está económicamente, ideológicamente y culturalmente, en contacto con el Estado. Es el Estado en su vertiente más informal. Y se ha presionado a un partido desde instancias externas y desde instancias internas. La presión del IBEX —ojo: agrupa a 35 empresas, la mayoría de ellas reguladas; el capitalismo regulado es EL fenómeno en España; es una bestia que ha crecido y quiere más; lo quiere todo— configura lo que está pasando como un Tamayazo, una compra en metálico de políticas. Se ha golpeado al Estado en su eslabón más débil, ese clásico de los cazadores-recolectores.
10- Un Golpe de Estado, en un Régimen en crisis, tiene consecuencias. Las primeras, las previstas por los golpistas. Un gobierno del PP. Las segundas, ya, son más inesperadas.
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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